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De puta a esclava (4)

en Dominación

De Puta a Esclava (4)

Esta es la continuación de los capítulos 1; 2 y 3 de "De Puta a Esclava" que lo encontrarán en:

http://www.todorelatos.com/relato/60693/ 

http://www.todorelatos.com/relato/60731/ 

http://www.todorelatos.com/relato/64544/ 

A sus 30 años no estaba casado ni tenía compromiso con mujer alguna y le surgió la idea si no era conveniente comprarse una esclava. La posibilidad de azotar, atar y hacerle otras cosas a una mujer a su disposición comenzaba a seducirlo.

Una semana más tarde comenzó a buscar en Internet todo lo relacionado con esclavas, sumisión bondage y sadomasoquismo. Era una idea que lo seducía pero al mismo tiempo como hambre de derecho, debía rechazarlo

Mientras tanto Julieta recordaba con satisfacción cuando su primo se la cogió por primera vez en el lupanar y luego cuando la azotó y la volvió a coger en casa de Lord Henry. Descubrió allí una faceta nueva de su primo.

Por su parte Lord Henry estaba agradecido a su suerte de haber comprado a Julieta. Era una esclava que sabía comportarse frente a sus invitados y poseía un espléndido cuerpo que él utilizaba a diario, ya fuera para castigos y ataduras o penetradas en sus agujeros.

Luego de su búsqueda en Internet de todo lo relacionado con sadomasoquismo, esclavas y amos y meditarlo largamente decidió hablar con Lord Henry, el único personaje que él conocía y que podía orientarlo. Fue así que concretó una entrevista personal en la propia casa del Lord.

Luego de hablar generalidades, Lord Henry preguntó a qué se debía su vista.

-Usted verá. Luego de la amable invitación a su fiesta en la cual puede observar el comportamiento de la esclava Julieta concluí que no era una mala idea disponer de una esclava, pero no tengo idea cómo evaluar la esclava a comprar. Ahora veo que Julieta es un buen ejemplar. ¿Cómo lo adivinó?-

-Es cuestión más de suerte que de adivinación. Uno mira el cuerpo, las formas, la firmeza de sus carnes y el comportamiento mientras uno la está evaluando y luego, ¡Que tenga suerte!-

-Le diré que yo no siempre he tenido tanta suerte, pero si una esclava no cumple con lo que usted desea, pues la vende y compra otra, así de sencillo.-

-Y usted, ¿qué me aconseja hacer?-

-Es muy difícil dar consejos, pero se me está ocurriendo ahora que quizás la propia Julieta nos pueda orientar. Quizás alguna puta que ella haya conocido. Vamos a interrogarla.

Se dirigieron a la celda en la cual estaba encerrada Julieta, que se sorprendió ver a su primo, pero omitió cualquier referencia.

-Esclava Julieta, El dr. Y yo queremos interrogarte. Desnúdate y sal de la celda.-

La joven se quitó la ropa y desnuda se dispuso a acompañar a los dos hombres que se dirigieron al centro de la mazmorra. Lord Henry le ató las muñecas y las fijó a una cuerda pendiente del techo, dejando a Julieta con los pies apenas apoyados.

-Vamos a interrogarte y debes decir toda la verdad, caso contrario recibirán un fuerte castigo.

-Mi Lord, no mentiré. Interrógueme.-

-El Dr. Está buscando una esclava para su uso personal y dado el buen resultado que he tenido contigo, queremos saber si alguna puta que conocieras pudiera estar interesada en que el Dr. la esclavice. Quizás alguna hermana tuya, una prima u otro familiar. Recuerda de decir la verdad.-

-Ningún familiar mío se ha dedicado a la prostitución como lo hice yo. Por ese motivo tuve que alejarme de la familia. Tengo una hermana pero está lejos de convertirse en una puta o esclava para que el Dr. La goce.-

¿Y alguna otra puta que conozcas?-

-Hay una compañera de la escuela elemental con la cual seguimos amigas. Salía algunas noches a ganarse algún dinero ofreciendo su cuerpo y cuando comencé con la idea de convertirme en esclava, se lo comenté y me dijo que quizás ella hiciera lo mismo.-

-¿Cómo podemos ubicarla? ¿En qué zona suele callejear?-

-No lo sé pero tengo su número de teléfono. Pueden hablarle.-

-No, le hablarás tú y le dirás de las ventajas de esclavizarse, como lo has hecho tú y que llame al Dr. para que haga los trámites necesarios para que ella pierda sus derechos, si es que el Dr. considera que el cuerpo de la puta satisface sus necesidades.-

De inmediato Julieta llamó a su amiga, la puta Pilar, para ponerla al tanto de las novedades. Luego de vacilar, Pilar consintió en llamar al Dr. Martínez, cosa que hizo poco después, arreglando la entrevista para ese mismo día a las 6 de la tarde.

-Mi estimado Dr. Martínez, esto va bien encaminado. Mi esclava creo que podrá servir de nexo para que usted consiga una esclava. Como le había dicho anteriormente, es conveniente tratar a la esclava con dureza, especialmente en el comienzo. Yo me ofrezco a ir en busca de algunos videos para que lo orientes en los castigos a inflingirle. Mientras tanto quédese con la esclava Julieta y hágale lo que quiera. Allí tiene látigos, la picana, esposas, cuerdas, de todo. Por supuesto también puede cogerla, si así lo desea.-

-Y tú, Julieta, ahora estarás a las órdenes del Dr. para que use tu cuerpo como mejor le parezca.-

Minutos más tarde Julieta y su primo Julio quedaban solos en la casa de Lord Henry.

-Me alegro que no hayas revelado que soy tu primo. Debes olvidar nuestro parentesco y recordar que yo soy el Dr. Martínez y tú la puta y esclava y esclava Julieta.-

-Señor, lo tengo claro desde que firmé mi propia esclavización. Ahora usted puede usarme como quiera, mi amo así me lo ha ordenado.-

-Me gustaría darte unos azotes en las tetas. Te ataré a esa Cruz de San Andrés.-

Julieta se encaminó a la cruz y se puso en posición para ser atada. Se sorprendía los cambios de su primo desde la visita a la casa de Lord Henry. Una vez amarrada, esperó los azotes en sus tetas. Julio eligió una fusta.

Se ubicó a la derecha de la joven, levantó la fusta y lo descargo en la base de las tetas, debajo de los pezones. El azote no muy fuerte aunque doloroso para la esclava que contuvo su gemido. Levantó nuevamente la fusta pero ahora lo dirigió directamente a los pezones, haciendo impacto sobre ambos. Ahora sí Julieta dejó escapar un gemido mientras algunas lágrimas corrían por sus mejillas. Julio no conforme con las dos marcas dejadas en las tetas de su prima descargó otro, imprevistamente, sobre el vientre, justo debajo del ombligo. Julieta esta comenzando a descubrir una nueva faceta de su primo. Era evidente que no le importaba en absoluto que fuera su prima a la hora de castigarla y notó dos cosas. Había un buen bulto en el pantalón de Julio y ella sentía que su concha se estaba humedeciendo.

-Amo, no me castigue más. Las tetas me duelen mucho.-

-Si te duelen las tetas, el vientre recibirá los próximos azotes.-

-¡No amo, no! ¡Por favor!-

-¡Cállate puta! Cierra esa boca.-

Julieta guardó silencio mientras recibía cuatro azotes más en su vientre aunque ese ¡Cállate puta! Pronunciado por su primo la llenaba de orgullo. Una vez más era reconocida como tal. Abundantes lágrimas corrían por sus mejillas. Julio se había excitado al máximo y Julieta tenía las piernas separadas y listas para recibir una pija. ¿Por qué demorarse? Se bajó los pantalones y acercó el glande a la entrada de la vagina.

Fue introduciéndola lentamente. Julieta cerró sus ojos gozando de la penetración. Después de todo y a pesar del castigo recibido, era la pija de su primo que la estaba penetrando. Julio sin prisa comenzó el movimiento deleitándose con cada arremetida.

Mientras la metía y la sacaba, Julio comenzó a jugar con las tetas y en especial con los pezones, que se ponían cada vez más duros. Por su parte Julieta, inmovilizada en la Cruz de San Andrés debía dejar que su cuerpo fuese usado como su circunstancial amo lo deseara.

El Dr. Martínez no demoró mucho más en correrse mientras seguía jugando con las tetas de su prima. Recién cuando estaba flácida la sacó.

-Te has comportado como una verdadera puta. Veo que has aprendido la profesión durante estos años de meretriz.-

-Gracias Dr. Martínez Ortiz. Es un honor ser reconocida como puta profesional.-

Julio la desató y le ordenó que tomara un baño y estuviera lista para cuando Lord Henry regresara. Así lo hizo y se presentó nuevamente ante Julio.

-Estoy preparada si es que quiere seguir usándome Amo.-

-No, no te usaré más por ahora pero quiero atarte a una columna y dejarte completamente inmovilizada. Trae cuerdas para hacerlo.-

Estaba terminando de atar a Julieta cuando regresó Lord Henry.

-¡Dr. Martínez! ¡No sabe lo que he conseguido! ¡Cinco videos que le serán muy útiles! Allí se describen distintas ataduras, los látigos más convenientes según la parte del cuerpo a azotar, El uso de la picana eléctrica y las agujas convenientes para clavar en distintas partes del cuerpo. Además hay dos videos con historias de castigos, humillaciones y vejaciones varias. ¡Le serán de utilidad!-

-Muchas gracias Lord. Yo por mi parte he usado a su esclava por lo que le quedo agradecido.-

-¡Bah!, por lo que veo solamente unos azotes en las tetas y el vientre. Eso no es nada.-

Luego de despedirse, Julio corrió a su casa a ver los videos. Quería rápidamente aprender cómo tratar a una esclava.

Al día siguiente a la hora convenida Pilar se presentó en el estudio del Dr. Martínez. Éste le indicó a su asistente que podía retirarse ya que la señorita Pilar era la última visita del día. Una vez a solas con ella, comenzó la plática.

-¿Qué te ha traído por aquí? ¿Por qué querías verme?-

-Ayer me llamó mi amiga Julieta y me dijo que usted podía ayudarme, como lo hizo con ella, a dejar de ser una puta callejera.-

-Cuando vino Julieta me pidió ser ubicada como esclava y que preparara un documento en el cual ella así lo declaraba.-

-Yo quería preguntarle exactamente qué es una esclava.-

-Verás, antes que nada debemos estar de acuerdo que yo te acepte hacer los trámites para esclavizarte. Debo conocer lo que estaré ofreciendo. Desnúdate completamente y muéstrame tu cuerpo. Sólo me ocupo de mercadería de buena calidad. Muchas veces las putas tienen cuerpos desagradables.-

A pesar de la humillación que acababa de escuchar, Pilar comenzó a desnudarse hasta quitarse finalmente la bombacha y se paró frente a Julio con las manos en su nuca, dejando su cuerpo bien expuesto. Éste se acercó y comenzó a tocar las tetas de Pilar. Las masajeó y apretujó, observando la firmeza y turgencia de los senos. Magreó una y otra vez los pezones hasta que estuvieron duros y voluminosos. Luego se ubicó a su espalda y comenzó la evaluación del culo.

Pilar era poseedora de un hermoso culo. Era de relativamente baja estatura y delgada y su culito pequeño y muy firme. Julio lo magreó, adelantando el dedo índice buscando el ano. Si bien Pilar era una puta que había soportado muchas cosas, nunca le había tocado ser inspeccionada de esa manera. Luego la hizo inclinar y le separó los glúteos observando el ano y la parte posterior de la concha.

Luego Julio pasó a evaluar la concha de Pilar. Le hizo separar las piernas. Todo su pubis y su concha estaban perfectamente depilados y la piel era suave y tersa. Los labios exteriores parecían hinchados, seguramente producto de la excitación lo mismo que los labios internos que se mostraban húmedos. El doctor Martínez adentró un dedo en la vagina, comprobando que efectivamente estaba muy húmeda y caliente.

Mientras mantenía un dedo en la concha, con la otra mano volvió a buscar el ano y el dedo índice comenzó a introducirse en el culo. Pilar se encontraba en una situación que nunca le había tocado vivir: estar con dedos en su concha y el su culo simultáneamente.

Julio se sorprendió de la docilidad de Pilar. Si bien sabía perfectamente los antecedentes de la joven, le costaba creer que permitiera semejante inspección de su cuerpo. Luego se lavó las manos y continuó con la inspección.

Ahora era la boca de Pilar, especialmente la lengua, pensando en futuras mamadas y finalmente la forma de las piernas y brazos. La piel de todo su cuerpo era tersa y suave. Volvió sobre las tetas, que lo tenían obsesionado, tan duras y turgentes. La inspección fue bien completa.

-Tienes un cuerpo aceptable como esclava. Creo que podría aceptarte para que, en algún momento, pueda venderte.

-Pero dígame ¿Qué es exactamente una esclava?-

-Es una mujer cuya vida se facilita enormemente. Tendrá casa, comida y todo lo que necesite. A cambio deberá aceptar lo que su amo quiera, fundamentalmente cogerla.-

-Parece interesante no tener que callejear para poder comer. Desconocía esta posibilidad. ¿Qué otra cosa deberé hacer además de dejarme coger?-

-Obedecer, obedecer y obedecer. Caso contrario puedes ser castigada.-

-¿Usted acepta ocuparse para que me convierta en esclava?-

-Sí, por supuesto. Aquí tienes una renuncia a tus derechos. Léela con calma y cuando estés dispuesta a firmar el documento, vienes y te conviertes en mi esclava para darte el destino final.-

-Muchas gracias Dr. Martínez. Seguramente mañana mismo lo llamo. Ahora debo ir a trabajar para poder vivir una semana.-

Así se despidieron. Julio estaba seguro que Pilar aceptaría las condiciones del borrador del contrato, por el cual la muchacha quedaría totalmente sometida a su voluntad. Regresó a su casa para acondicionar la habitación que haría de celda de su esclava.

Ya estaba próximo a retirarse de su estudio cuando Pilar lo llamó por teléfono.

-He leído con detenimiento el contrato. Veo que una vez firmado podrán hacer de mí lo que quieran, incluso venderme al exterior. ¿Es así el documento que firmó Julieta?-

-Aquí he agregado algunas cláusulas para asegurarme que serás mi esclava hasta que yo decida venderte, alquilarte o darte otro destino. No quiero limitación alguna, pero si no estás de acuerdo con los términos del contrato de esclavización, olvida de tu visita a mi estudio.-

-¡No! No rehúso a firmar el contrato. Si Julieta se puso en sus manos y ella está conforme, yo también. Dígame cuándo voy a firmar.-

-Puedes venir mañana a las 18 horas y ya te quedas conmigo.-

-Hasta mañana, doctor.-

Al día siguiente a la hora indicada se presentó Pilar en el estudio.

-Bien ¿estás decidida a convertirte en esclava y obedecerme totalmente, cualquiera sea la orden que te dé?-

-Sí doctor, acepto todas las condiciones.-

-Bien, firma aquí y entrégame tus documentos. A partir de este momento me perteneces. Te llevaré a mi casa y estarás alojada allí hasta que disponga lo contrario. Mi auto está en el estacionamiento y te llevaría allí esposada y viajarás en el baúl del auto.-

-¿En el baúl y esposada? ¿Por qué?

Julio no respondió con palabras sino con una fuerte bofetada.

-Espero que aprendas a no hacer preguntas inoportunas. Pon tus manos sobre el culo que voy a esposarte.-

Pilar giró sobre sus talones y puso sus manos listas para ser esposadas, cosa que Julio hizo de inmediato. A continuación Julio subió sus manos por debajo de la falda y alcanzando las bragas, comenzó a bajarlas.

-Será mejor que viajes sin las bragas. Así aireas un poco esa concha.-

Luego la tomó del cinturón y se dirigieron al estacionamiento. Una vez allí abrió la tapa del baúl y le indicó que se introdujera en el mismo. Con dificultad, debido a sus manos esposadas, entró en la cajuela y Julio bajó la tapa.

El Dr. Martínez Ortiz estaba exultante. Ya tenía una esclava propia ¡y de solo 22 años! Mientras manejaba de regreso a su casa pasaban por su imaginación diferentes vejámenes a los cuales sometería a Pilar.

Llegado a la casa, la sacó del baúl y la condujo a la habitación que sería su celda. Le quitó las esposas y le ordenó que se desnudara. Así lo hizo Pilar.

-Ésta será tu habitación. Lo primero que quiero hacer contigo es probar tus agujeros. Comenzarás chupándomela.-

Pilar comprendió que lo que debía hacer. No difería mucho de lo hecho cuando vendía su cuerpo de puta. Abrió la boca y con la ayuda de sus manos comenzó una mamada.

-Ahora quiero metértela en la concha. Separa las piernas.- Ordenó.

La muchacha, sumisa y acostumbrada a estas cosas, se inmediato se puso de espalda en la cama y separó las piernas, mostrando su concha húmeda y rosada. Julio la clavó hasta el fondo y comenzó a cogerla. Antes de correrse le indicó que era el turno del culo. Pilar se puso en cuatro y con sus manos separó los cachetes, dejando el ano expuesto para ser penetrado. Fue un poco dificultosa la penetración pero Julio empujó hasta que la tuvo toda adentro.

A pesar que no era, ni mucho menos, la primera vez que debía poner su culo a disposición para ser clavada, la penetración le resultó dolorosa, pero evitó quejarse. Julio continuó cogiéndole el culo hasta que finalmente dejó la leche dentro de Pilar.

-Es hora que te laves y te afeites la concha, que luego quiero encadenarte para que pases la noche y no puedas escaparte.-

-Dr. Martínez, ¿cómo puedo escapar así desnuda y en un lugar desconocido?-

- Parece que no entiendes que no hablar sin permiso. Lávate que luego te castigaré por hablar sin mi autorización.-

Nuevamente Pilar obedeció. Se lavó todo el cuerpo, se afeitó la concha, siempre bajo la atenta mirada de Julio. Una vez finalizado el aseo la condujo al garaje, único lugar disponible para torturar a la joven.

Así desnuda, le ató las muñecas y las fijó a una de las vigas del lugar. Pilar quedaba apenas apoyada en sus pies. Cuando Julio regresó con un látigo en la mano, Pilar lanzó un grito de terror, que casi de inmediato se tornó en un gemido de dolor. La cola del látigo había dado sobre su espalda.

-Aprenderás puta a comportarte como debe serlo una esclava y a obedecerme. Esto es sólo el comienzo.-

Se sucedieron varios azotes en la espalda, el culo, las tetas y el vientre. Pilar lloraba e imploraba, pero eso no molestaba a Julio que continuaba con el castigo. Cuando finalmente cesaron los azotes, Pilar tenía su cuerpo marcado y dolorido. Las tetas eran una de las partes más afectadas. Julio la condujo nuevamente a la habitación y la encadenó.

Recién en la mañana siguiente Pilar pudo alimentarse. Conducida con una cadena alrededor de su cuello hasta la cocina, debió comer en el suelo. Julio había tomado muy al pie de la letra aquello de "ser duro desde el comienzo, para que se acostumbren a ser sumisas"

Antes de salir para su estudio, la volvió a encadenar en la celda.

Las cogidas y los castigos continuaron diariamente durante dos semanas. Semejante tratamiento había logrado quebrar la voluntad de Pilar y ya se comportaba como una esclava. Muy rápidamente, por los castigos recibidos y la repetición de videos en los cuales aparecían esclavas torturadas, comprendió que ese sería a lo que debía acostumbrarse. Hubiera querido hablar con su amiga Julieta, pero desconocía dónde se encontraba y cómo comunicarse.

Un mes después de su esclavización sonó el teléfono y ella pudo atender. Su sorpresa fue mayor, ¡Era Julieta! Quiso contarle sus pesares, los castigos que había recibido y las vejaciones sufridas pero Julieta la interrumpió.

-Pero querida Pilar, eso es ser una esclava. Tendrás que aceptar que te castiguen, te humillen y usen tu cuerpo para satisfacción de tu dueño. Para eso hemos sido esclavizadas. ¿No estás contenta con tener a mi primo como amo? Es una persona muy correcta y, algo importante, tiene una pija grande que te llena muy bien la concha.-

-Yo no sabía que esto era ser una esclava. Creo que ahora no puedo salir de esto.-

-No puedes ni te conviene. Recuerda que siendo esclava y protegida de un abogado no tienes nada que temer y solamente debes complacerlo y como te dije antes, también te complacerá a ti con su pija en tu concha.-

-Sí, es cierto que me coge todos los días y a veces hasta dos veces y también que tiene una pija de buen tamaño, pero… no sé, esto de ser azotada en las tetas o la concha no me place mucho.-

-Eso te ocurre porque hace poco tiempo que estás esclavizada. Verás que en un año, gozarás cada vez que el látigo impacta en tus pezones.-

Puede ser, pero… duelen los latigazos.-

-Querida Pilar, debo dejarte. Ya pasó el tiempo que mi amo me permite hablar contigo. Quizás nos veamos pronto. Adiós.-

Así se despidieron mientras Pilar se frotaba las tetas tratando eliminarse las marcas de los últimos azotes recibidos en esa parte de su cuerpo.-

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