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El Viaje con Romy a Budapest

en Hetero: General

El Viaje con Romy a Budapest.

Autor: Ricardo Erecto

Pocos días más tarde de haber publicado el relato “Aventuras con Sandra (http://www.todorelatos.com/relato/96041/)  me llamó por teléfono mi amiga Romy, (http://www.todorelatos.com/perfil/1309851/) indignada por haber hecho un viaje con Sandra mientras que ella debió quedarse en Buenos Aires.

Para calmarla le prometí llevarla a Europa, sin decirle que pensaba específicamente en Budapest, lugar sumamente interesante, en el cual podíamos conocer algo más de putas y esclavas, ya que se goza de mayor libertad al respecto.

Con Romy habíamos compartido varias jornadas en las cuales debió soportar todos los castigos que imaginé en cada momento y que apliqué con una mezcla de sadismo y ternura, dejando su cuerpo bien marcado, que luego terminaban en prolongados polvos que ambos disfrutábamos. En ningún caso dejé agujero sin usar ni parte de su cuerpo que no sufriera algún castigo

Quedé en llamarla unos días más tarde cuando hubiera planeado algo del viaje. Así una semana después la llamé, entablándose el siguiente diálogo:

-¡Hola Romy! H estado preparando el programa del viaje.

-Ya me estaba impacientando, porque para azotarme, humillarme y cogerme eres muy listo y rápido, pero para llevarme a pasear no. ¿Qué has pensado?

-He pensado que vayamos a Budapest.

-¿Budapest? ¿Me vas a alquilar como puta o esclava? Si no me equivoco allí hay unos estudios cinematográficos que hacen videos fuertes.

-¡No Romy! Creo que es una interesante ciudad.

-¿Estás seguro que no me harás pagar los gastos prostituyéndome o algo así?

-No sería mala idea pero sería incapaz de semejante cosa.

-Te diría que serías capaz de eso y de mucho más. No eres un tipo confiable.

-¡Joder Romy! Tú querías que te invitara en un viaje y ahora me dices que no soy confiable.

-¿No piensas hacerme ninguna maldad? Te dejaría que me calientes el culo con una fusta o el cinturón de tu pantalón, o me hagas dormir esposada, pero nada más.

-Mira, ni siquiera calentarte el culo con una fusta ni esposarte. Pienso en compensar todas las veces que te he castigado y azotado hasta hacerte llorar, que tus tetas quedaros cubiertas de marcas y tan sensibles que ni te las podías tocar. Quiero cogerte, nada más.

-¿No piensas siquiera en retorcerme un pezón como tantas veces has hecho?

-No, nada de eso. Solo quiero tenerte desnuda en la cama por la noche y de día visitar la ciudad. Es cierto que es casi el paraíso de las putas y las esclavas, pero podremos asistir a algún espectáculo sadomaso, pero tú serías solo la espectadora, no la protagonista.

-¿Puedo confiar en tu palabra?

-Mira, cuando te he tomado como esclava, cuando te hemos hecho con mi sobrino todas las cosas que tú sabes, te lo he dicho de antemano. Nunca te engañé. Creo que te mereces un viaje de placer, sin que queden marcas en tu cuerpo.

-Bueno, confío en ti. ¿Cuándo salimos?

-El sábado próximo. Vamos vía Madrid con Iberia. Regresaremos el jueves de la semana siguiente seguramente. Unos diez días para disfrutar de tu cuerpo.

-¿Es lo único que piensas?

-Y, no negaré que me gusta disfrutar de esa conchita, esas tetitas y ese culito.

-¿Qué ropa debo llevar?

-Eso lo sabes tú. El requisito fundamental es que las bombachas se puedan bajar con facilidad y puedes evitar llevar corpiño. Tienes unas tetas bien firmes como para lucirlas (y acariciarlas). El resto de ropa lo dejo a tu criterio.

-¿Qué pijama quieres que lleve?

-¿Pijama? ¡Ninguno! Quiero que duermas en bolas para tenerte más accesible

-¡Hay Ricardo, eres incorregible!

Así finalizaba el diálogo con Romy. Quizás le haya mentido un poquito y por los menos alguna apretadita de pezones le iba a hacer. ¡No me imagino tener a Romy desnuda y no hacerle algo además de cogerla!

El sábado nos encontramos directamente en el aeropuerto. Creo que Romy había entendido bien cómo quería que viajara. Llevaba una falda suelta unos veinte centímetros por encima de las rodillas. Le pregunté que bragas tenía puestas, respondiéndome “eso lo tendrás que comprobar tú mismo” Imaginé que serían unas tales que sería sencillo pasar la mano por debajo de los elásticos.

Nos ubicamos en nuestros asientos y muy pronto sirvieron la cena y luego apagaron las luces. Nos cubrimos ambos con la misma manta, cosa que me permitió meter mi mano por debajo de la falta. Separó ligeramente las piernas lo que me permitió alcanzar las bragas sin dificultad. Efectivamente no fue dificultoso en pasar la mano por debajo de los elásticos y alcanzar la conchita depilada de Romy. Estaba mojada y caliente. Suavemente fui metiendo mi dedo pulgar en la vagina.

-Me vas a hacerme acabar si sigues así.

-Romy, eso es lo que quiero. Voy a estar masturbándote toda la noche.

-Ricardo, pórtate como un caballero. Estamos en un lugar público.

-Pero estamos cubiertos con la manta. Nadie ve que te estoy pajeando.

-No seas así. Voy a correrme si sigues así y voy a temblar todos se enterarán que alcancé un orgasmo.

-¿No te gusta que tenga un dedo en la vagina y te haga una paja?

-¡Claro que me gusta! Y más me gusta si tengo una pija metida adentro. Pero aquí…

Romy se puso ligeramente de costado y me bajó el cierre del pantalón, buscando mi pija.

-Me gusta que me la agarres, pero si llego a correrme, entonces sí que será un problema. Se me manchará el pantalón.

-He tomado mis precauciones para eso. Te pondré un preservativo y todo quedará allí. Soy experta en ponerlos y sacarlos sin que se vuelque y luego lo tiro en el baño. Me gustaría ponértelo con la boca, como es mi especialidad, pero aquí es un poco difícil de hacerlo

-¿Vas a andar dejando mi semen por allí? ¡Mira si lo usan para embarazar a alguna desconocida!

-No seas tonto. Ya te lo estoy poniendo así podemos pajearnos los dos.

Mientras yo le acariciaba el clítoris y mi pulgar bailaba dentro de su vagina, ella, experta en todo lo que tenga que ver con sexo, polvos y corridas, movía su mano con destreza alrededor de la pija, enfundada en el preservativo.

Ninguno de los dos nos demoramos en corrernos y mientras lo hacíamos nos besamos apasionadamente. Poco después sus expertas manos retiraron el preservativo con el contenido y disimuladamente lo llevó al baño donde, además de tirarlo adecuadamente, tuvo que limpiarse la concha de todos los jugos que habían emanado.

Yo por mi parte también me limpié y como si nada hubiese ocurrido, regresé al asiento. Ninguno de los dos habíamos quedado totalmente relajados, por lo cual continué acariciando sus tetas mientras Romy acariciaba mi flácida pija. Finalmente quedamos dormidos.

Llegamos a Madrid y allí hicimos combinación para llegar a Budapest. Finalmente ya estábamos en el taxi rumbo al hotel

Había elegido alojarnos en la zona del Pest, más moderna y de mejores hoteles. Así llegamos al Corinthia Hotel, cerca del Puente de las Cadenas.

Yo desconocía el hotel, pero no me había equivocado. Era muy cómodo y en minutos estábamos en la habitación.

-Todavía me pregunto si no tienes pensada alguna sorpresa. Siempre termino con el culo rojo o las tetas doloridas.

-Mira, por lo menos no lo tengo pensado por ahora. Más adelante, puede ser. No sería una mala idea poder alquilarte como esclava…

-Ya me parecía que no me ibas a invitar solamente para que cogiéramos. Me voy a tomar una ducha y luego acomodo la ropa.

Se metió en el baño y escuché correr el agua. Mientras tanto yo acomodé la ropa de mi valija. Cuando finalmente salió del baño estaba envuelta en una toalla que dejó caer presentándose completamente desnuda.

-Puedes ver que apenas tengo una marcas en el culo y la espalda, producto de unos castigos que recibí la semana pasada. Espero salir de este hotel así, sin marcas.

-¿Pero que piensas? ¿Qué no puedo estar contigo sin hacerte algo doloroso?

-Oye, eres capaz de cualquier cosa. No sería difícil que tú no me hagas nada pero me alquiles o algo así. Ya lo insinuaste. Voy a vaciar la maleta.

-Y yo a tomar una ducha. No te lo he dicho, pero estás más hermosa que nunca.

Me metí en el baño. Efectivamente un baño luego de tantas horas de viaje, era reparador. Cuando salí de la ducha, no me tomé el trabajo de cubrirme con una toalla. Simplemente salí desnudo con intención de meterme en la cama junto con Romy. Ella ya estaba entre las sábanas pero mi sorpresa fue mayúscula cuando observé sobre la cama un juego de esposas con sus respectivas llaves.

-Las he traído para que no extrañes tus andanzas. Puedes colocármelas cuando quieras- me dijo.

-Pues pensaba cogerte con manos libres. Ahora no quiero esposarte, pero ya que las has traído… en algún momento las cerraré sobre tus muñecas.

-Sabía que te iba a gustar hacerme algo, aunque sea esposarme. Eres incorregible.

-Y tú una guarra sumisa.

Nos abrazamos y besamos mientras acariciaba la suave piel de su culo.

Estuvimos largo reto acariciándonos hasta que Romy, ya llegando a la máxima excitación se puso en posición para que la penetrara. Apenas la clavé se corrió con un temblor digno de un  terremoto. Yo mismo poco después también me corrí.

Luego de unos minutos nos levantamos y nos vestimos.

-Vamos a almorzar a algunos de los lugares de la calle Vaci

-¿Qué hay allí?

-Es una peatonal muy particular. Luego iremos al mercado que está al final de la calle

-Dime, ¿has estado ya en Budapest?

-No, pero para eso están las guías turísticas e Internet. Tengo varios lugares para visitar y de noche dar una vuelta en barco por el Danubio. Seguro que te va a gustar y posiblemente te caliente como para disfrutar de un buen revolcón cuando regresemos al hotel

No dijo nada, se vistió luego de pedir mi aprobación por las bragas que iba a usar. Pequeñas, con puntillas, que resaltaban su culo.

Cuando bajamos al lobby del hotel, estaba un señor que se presentó como el gerente del hotel, un hombre de unos treinta y cinco años. Nos dio la bienvenida pero no quitaba los ojos de Romy, que estaba vestida un tanto provocativa. Luego de unos minutos de conversación, salimos del hotel. Romy movía el culo al caminar y pude observar, reflejado en el vidrio de la puerta, cómo el gerente seguía con su mirada a Romy.

-Ricardo, ¿puedo decirte algo? ¿No te vas a enojar?

-Me parece que me voy a enojar por el tono en que lo dices. ¿Qué pasa?

-Quisiera coger con el gerente. ¡Está re-fuerte!

-Mira que eres un poco puta.

-Pues no te sorprenderá. Sabes que me has hecho coger por cuanto hombre se te dio la gana. ¿Olvidaste el viaje a España con tu sobrino?

-No, lo recuerdo perfectamente, en especial en la fiesta de despedida. Deben haberte cogido no menos de una docena.

-¿Entonces por qué te sorprende que quiera coger con el gerente? Me pareció que tenía un buen bulto entre las piernas.

-¿Quieres que haga un acercamiento con él y le proponga que te lleve a la cama?

-¿Serías capaz de hacer eso?

-Si es lo que quieres, sabes que no soy celoso y no voy a quitarte que tengas un buen polvo. Sabes que yo debo recurrir al Viagra con frecuencia, pero me parece que el gerente no lo necesita.

-Tú también la pones bien aunque sea con Viagra. ¿Qué piensas decirle?

-No sé, déjame pensar. Ahora vayamos a almorzar y al regreso veremos.

Caminamos por esas calles de Budapest. Creo que más de caminante pensó que iba acompañado de una puta, viendo la diferencia de edad y lo ropa que lucía Romy, resaltando su cuerpo.

Finalmente nos sentamos en unos de los pequeños restaurantes de la calle Vaci, disfrutando del clima. Finalizado el almuerzo regresamos al hotel. Ya en el camino le advertí.

-Cuando lleguemos al hotel, tu sube a la habitación que yo trataré de hablar con el gerente y veré que tan interesado está en acostarse contigo.

-¿De veras no te enojas que me acueste con otro?

-Siempre recuerdo a un personaje de Anís Nin que un amigo le comentaba que su mujer se acostaba con otros hombres y él respondió: -Hombre, mi mujer no es de jabón que se gasta con el uso. Mientras siga cogiendo conmigo, no me importa que se acueste con otros.-

-Bueno. Me pongo en tus manos y en tus buenos oficios para voltearme al gerente. Espero que tengas éxito.

Llegamos al hotel y Romy se dirigió al ascensor mientras yo me acercaba a la recepción.

-Quisiera hablar con el gerente. ¿Puedo verlo?

-Sí señor, enseguida lo llamo

Apareció el gerente y supongo que pensaba que iba a tirar una bronca por lo de la mañana. Desvié la conversación diciéndole que me parecía un excelente hotel y con muy buen servicio y que quería comentarle algo en privado. Ya más calmo me llevo a su oficina.

-Le voy a ser franco señor gerente. Supondrá que la joven que me acompaña no es mi esposa. Es solamente una de las putas que yo manejo en Argentina. La he traído porque ha trabajado muy duro en los últimos dos años y se merecía un descanso.

-¡Hombre! No pensé que fuera una puta.

-He visto que a usted se iban los ojos esta mañana cuando nos encontramos. Si quiere acostarse con ella, no hay ningún inconveniente y lo que pueda ganar en esta oportunidad será todo para ella ya que será un trabajo extra. La tarifa es de ochocientos euros por dos horas.

-¿Me lo dice usted en serio? ¿Por ochocientos puedo pasar dos horas con ella en la cama? Imagino que tiene un cuerpo espectacular. Por lo menos su culo parece firme, redondo y lo mueve con mucha gracia al caminar. ¿Podrá lograr que se acueste conmigo?

-Sí y el total será para ella. No le pediré mi parte.

-Bien, acepto. ¿Podrá ser a las 5 de la tarde?

-No hay problema, a las cinco estará aquí en el lobby. Le aseguro que no se arrepentirá. No es una puta del montón, es una puta de alto nivel y con un cuerpo que muchas modelos la envidiarían.

-Debo decirle que me impresionó al verla, pero usted sabe, uno no puede acostarse con las pasajeras.

-No puede a menos que ellas sean profesionales. Le diré que es sumamente discreta.

-Bien, la espero a la cinco.

Creo que si alguien veía mi sonrisa estando solo, creería que estaba loco. Me dirigí al ascensor. Cuando llegué a la habitación Romy vestía un camisón transparente sin ninguna prenda debajo.

-¿Cómo te ha ido con el gerente?

-Muy bien. Tenemos tiempo de echarnos un polvo y luego bajas y te echas otros con él.

-¿En qué has quedado?

-Que a las cinco bajas al lobby y te vas con él. Estarás dos horas y te pagará ochocientos euros.

-¿QUÉÉÉ? ¿Me ofreciste a ochocientos euros?

-Dime, ¿no querías coger con él? Las putas no trabajan gratis. Pues bien, logras tu objetivo y te ganas ochocientos euros.

-Voy a pasar por una puta.

-Aquí nadie te conoce. Yo me he presentado como tu chulo y tú como una de mis putas. ¿Te imaginas si se entera el director de la empresa donde trabajo? Ni a ti ni a mí nos conocen en este país.

-Pero… pasar por puta…

-Olvida lo de puta ¿Querías o no coger con el gerente?

-Y.. Sí, quería coger con él.

-Cumples tus deseos y encima que ganas unos euros.

Llegada la hora, Romy se prepara para salir.

-Ricardo, dime que ropa interior debo ponerme.

-Por supuesto irás sin corpiño. Tienes una tetas que no necesitas sostén. En cuanto a las bragas, muéstrame las que has traído.

Romy exhibió unas diez prendas entre bombachas y tangas. Elegí un tanga negro con encajes que además de ser diminuto era bastante transparente.

-Ese tanga lo tenía para usar contigo.

-Romy, debes asumir tu condición de puta y debes estar lo más provocativa posible. Creo que el gerente gozará quitándotelo para acariciar tu concha y luego penetrarte.

-Ricardo, me estás tratando como a una puta.

-Ese es el papel que debes asumir. Por dos horas serás la puta Romy

Finalmente aceptó mi sugerencia. Completó su vestuario con un vestido muy ajustado y bastante corto, que marcaba muy bien sus curvas. Algo avergonzada se dirigió al lobby. Allí la estaba esperando el gerente.

-Señor gerente, me ha dicho mi compañero de habitación que usted quería verme.

-Sí, vamos a la habitación 210 que allí estaremos más cómodos.

Cuando Romy regresó a nuestra habitación alrededor de las siete de la tarde me contó algunos detalles del encuentro.

-¡No sabes lo efusivo que estuvo el gerente! Apenas entramos en la habitación y abrazó y comenzó a besarme mientras deslizaba su mano debajo del vestido para acariciarme el culo y la concha. Lo dejé unos minutos para luego arrodillarme y hacerle una buena mamada. Luego me quitó el vestido y comenzó a chuparme las tetas. ¡No sabes cómo me puse! En su apuro por sacarme el tanga lo destrozó y me acostó en la cama y mientras me seguía chupando las tetas me acariciaba el pubis. Estaba a punto de venirme.

-Por lo que me cuentas la has pasado muy bien.

-Más que bien, de maravilla. La tiene bastante gruesa pero yo estaba muy mojada y no tuvo dificultad en metérmela bien adentro. Se movía y cuando me acercaba al orgasmo, se detenía. ¡Me hizo sufrir! Pero al final corrió y yo también me corrí.

-Descansamos un momento y se dispuso a metérmela por el culo. Sabes que no me disgusta en absoluto que me cojan por el culo pero esa pija era bastante gorda. No sé cómo hizo pero antes que me percatara ya la tenía toda metida el culo. Debo confesarte que pasé dos horas extraordinarias.

-Cuando me vestí (lo único que tenía para ponerme era el vestido ya que el tanga quedó tirado en un rincón) me dio un sobre que supongo que contiene el dinero. Quiero que compartamos mitad cada uno.

-No Romy. Ese dinero es tuyo. No soy tu chulo para quedarme con una parte de tu trabajo. Yo he sido solamente un facilitador. Te has ganado el dinero en buena ley.

-¿De veras no estás enojado porque me acosté con otro hombre? ¿Que has hecho en este tiempo?

-No estoy enojado, no es la primera vez que te cogen otros. Por mi parte he visto una peli interesante de putas y esclavas. Creo que aquí podría hacer buenos negocios contigo y con otras mujeres

-¿No estarás pensando en alquilarme?

-No es una mala idea. En esta ciudad, como te dije, abundan las putas y las esclavas y pagan bien por una sesión pero no tengo contacto aquí para hacer esos negocios. Este “alquiler” fue a pedido tuyo. Mira, me estoy calentando. Hazme una de esas mamadas que tan hábilmente sabes hacer.

Romy de inmediato liberó mi pija que ya estaba algo dura y comenzó a mamarla como solo ella sabe hacerlo. Poco después un chorro de líquido seminal pasaba por su garganta, tragándose todo. Tomamos una ducha juntos y luego salimos a pasear y luego de cenar fuimos a una disco, casi sin luces. Estuvimos bailando magreando nuestros cuerpos a gusto. Hasta le bajé las bragas un poco por encima de las rodillas para acceder sin dificultad a sus partes íntimas. Obviamente la concha chorreaba de sus jugos

Cuando regresamos a la habitación había una nota del gerente en la cual me decía que quería hablar conmigo al día siguiente.

-Romy, me parece que tendrás más trabajo. El gerente quiere hablar conmigo. Si tengo la oportunidad de alquilarte, me parece que lo voy a hacer. Entonces sí compartiremos ganancias.

-¿Me vas a ofrecer otra vez como puta?

-¿Y por qué no? A veces como puta, otras como esclava, siempre estás dispuesta a alguna “aventura”

-Me habías prometido que no me harías nada.

-Eventualmente yo no te haré nada. Te cogerán otros.

-Me tratas como a una puta.

-No olvides que aquí formalmente lo eres y yo tu chulo.

Nos metimos en la cama, nos abrazamos y nos quedamos dormidos.

La mañana siguiente nos ingeniamos para que yo quedara solo en el lobby esperando al gerente, que poco después apareció por allí. Me invitó a pasar a su despacho.

-Debo decirle que tiene una puta extraordinaria. Pocas veces se encuentra una ramera así. He notado que tenía unas marcas, creo que de látigo, en la espalda y el culo. ¿Puede ser? ¿Usted la castiga?

-Yo la castigo muy esporádicamente pero en oportunidades la alquilo como esclava y recibe algunos castigos. Tiene muy buena resistencia a los distintos instrumentos, pero el que ella prefiere es el látigo. Incluso yo mismo la he azotado en las tetas, con bastante rigor y lo soporta muy bien.

-¿La ha azotado en las tetas? ¡Eso se paga muy bien aquí! -¿Podría alquilarla como esclava por unas horas?

-No lo había pensado pero es una opción interesante. Todo depende de cuánto se pague.  Yo estoy dispuesto a ganarme unos buenos euros alquilándola.

-¿Ella no pondrá objeción a algo así?

-No se atrevería a semejante cosa. Ella debe hacer lo que yo le indique y si quiero alquilarla como esclava, pues ella irá y pondrá su cuerpo para que la castiguen. Como le he dicho no sería la primera vez y no tiene opción. Una orden mía, debe cumplirla.

-Hay un amigo que quería filmar unas escenas en las cuales torturaban a una esclava. ¿Cree que podría hacerlo?

-Por supuesto que sí. No solamente pueden castigarla con el látigo. Soporta muy bien la picana eléctrica aun en sus partes más sensibles. Incluso una vez le cerraron la concha atravesándole seis alfileres de gancho. Yo estaba presente. No se imagina como gritaba.

-¿Entonces usted estaría dispuesto a alquilarla para que la torturen?

-Si hay buen dinero, sí. No voy a exponer a una puta como Romy por unos pocos euros.

-Llamo a mi amigo y le digo que se ponga en contacto con usted.

Así finalizó la conversación. Me dirigí a la habitación para darle la noticia a Romy.

-Romy, tengo una posibilidad de trabajo para ti.

-¿En qué lío me estás metiendo?

-Tengo posibilidades de alquilarte como esclava para un video en el cual te torturarán de diversas maneras.

-¿Qué estás diciendo?

-Eso, que espero ganarme unos cuántos euros alquilándote como esclava. Es posible que te castiguen no solamente con látigo sino con otros instrumentos.

-Estás completamente loco si crees que me embarcaré en esa aventura.

-¡Vamos Romy, no puedes negarte!  Además de torturarte, seguramente te van a coger varios hombres.

-¡Claro! ¡Total el cuerpo lo pongo yo!

-Por supuesto, tú pones el cuerpo y yo cobro el dinero. Ya les dije que pueden torturarte en la concha pero que en diez días debe quedar en condiciones de ser usada nuevamente.

-¿Qué te crees? ¿Qué harás conmigo lo que quieras?

-Sí, eso pensaba, hacer contigo lo que quiera.

-Tienes razón, siempre has hecho conmigo lo que has querido. Lo único que te pido es que me acompañes, me cuides. Si estás tú presente me siento segura aunque me torturen sin piedad. No permitas que me castiguen en la vulva tanto que no la pueda usar en diez días.

-Eso fue para asustarte. Seguramente algo te harán en la concha pero no para dejarla fuera de servicio.  ¡Quiero usarla!

-¿Ya has arreglado todo?

-No. No he hablado con el interesado ni hemos hablado de dinero. Creo que por un día de filmación podemos cobrar seis mil euros. Mitad para ti y otra mitad para mí.

-¡Eres un perfecto proxeneta!

-¡No! Un proxeneta cobraría setenta u ochenta por ciento y a ti te dejaría no más del veinte o treinta.

-Por supuesto no es la primera vez que hago este trabajo, pero aquí me da un poco de aprensión.

-Será una nueva experiencia para ti. Te verás sometida por un húngaro. ¿Te imaginas cuando te picaneen en la concha?

-¡No Ricardo! ¡La picana en la concha con un desconocido no! Tú me los has hecho pero porque te tengo confianza. Picana en la concha, no.

-No te preocupes. Estaré a tu lado y si se pasan, detendré la filmación.

-Espero que me cuides. Estoy absolutamente a tu merced, en un país extraño, con un idioma que no conozco y casi sin dinero.

-Romy, no temas. Te cuidaré.

Luego de esta conversación, salimos a caminar por las calles de Budapest. Romy me apretaba el brazo como nunca lo había hecho antes. Noté que tenía realmente miedo.

-Creo que estás verdaderamente con miedo. Si no quieres, cancelamos todo. Hemos venido para gozar, no para que estés tensa.

-Te diré. Tengo miedo pero al mismo tiempo estoy ansiosa. Sabes que me excita cuando me calientan el culo con un látigo o me torturan de alguna manera. La cuestión es que son perfectamente desconocidos.

-Son desconocidos, pero pondremos como condición que en todo momento y en toda circunstancia estaré al lado tuyo. Diré que es para cuidar mi propiedad. No olvides que para el gerente eres una puta que trabajas en uno de mis lupanares. Es razonable que te cuide.

-Todo esto es raro. Cuando me invitaste a venir, me habías prometido que no tendría nada de castigos y ahora me alquilas como esclava.

-Es cierto, falté a mi palabra. No pensaba semejante cosa cuando te invité, pero tener la oportunidad de verte atada, que te azoten o te castiguen de otra forma, debo reconocer que me gusta.

-¿Te gusta que me castiguen?

-Por supuesto. ¿No recuerdas cuántas veces te he azotado hasta hacerte saltar las lágrimas? Te queda hermoso el culo o el pubis cruzado de rayas rojas.

-Mejor hablemos de otra cosa, que eres capaz de alquilarme o venderme con tal que te envíen los videos cuando me torturan. ¡Eres un total sadista!

-Sí y tú eres una total masoquista.

-Ricardo, volvamos al hotel. Me estoy calentando y necesito sexo para calmarme. ¡Hasta te dejaré que des en el culo con un cinturón.

-No te voy a marcar justo ahora. Irás con las marcas que tienes y que ellos te dejen las marcas.

Así nos dirigimos al hotel. Al entrar el gerente me llamó.

-Aquí el señor que quiere hacer la filmación. Será mejor que se pongan de acuerdo entre ustedes.

-La dificultad es que ni Romy ni yo hablamos húngaro. ¿Puede usted ser el traductor?

-Con mucho gusto.

Comenzó entonces el diálogo entre el director del video y yo mismo, a través del “traductor”

-Señor, usted tiene una esclava que yo quiero contratar. Que se desnude para ver su cuerpo.

Le indiqué a Romy que lo hiciera. Prontamente se quitó toda la ropa y quedó en bolas.

-Verá que mi esclava tiene un buen cuerpo y resiste los castigos muy bien. Creo quer no es necesario resaltar las cualidades de su culo, sus tetas, sus piernas. Está la vista

-La necesito un día entero. ¿Cuánto cobra?

-Antes de entrar en cuestiones de precio, quiero hablar de las condiciones, que no son negociables:

a) Romy deberá estar siempre a mi vista, ya sea cuando se cambie, cuando la torturen o en cualquier otra ocasión. Debo cuidar mi propiedad

b) No debe en ningún momento y por razón alguna producirse una herida sangrante.

c) Su cabeza estará exento de todo castigo

d) Los castigos que se le apliquen no podrán invalidar su uso como puta al retirarse del estudio de filmación, es decir podrá ser penetrada por vagina o ano.

e) No podrá sufrir quemaduras de ningún tipo

-No hay problema. Tengo pensado usar látigos, picana eléctrica, y algunas aguijas para clavarle en los pezones, pero nada más. Tiene unas tetas muy adecuadas para las agujas.

-Si es así y acepta las condiciones, entonces sí podemos negociar el precio de alquiler por un día

-¿Cuánto quiere por un día?

- Ocho mil euros en efectivo.

-¿Ocho mil euros? Eso es una barbaridad.

-Es posible, pero esta esclava es muy exclusiva. Por menos de ese dinero no permitiré que la maltraten. Por ocho mil puede azotarla todo lo que quiera, incluso en la concha, pero siempre sin lastimarla. Podrán cogerla, sodomizarla o que haga las mamadas que usted quiera

-Le doy seis mil.

-Último precio siete mil quinientos, pero ni un euro menos.

-Está bien, siete mil quinientos, pero estará sola con el verdugo cuando la castiguen.

-No es negociable que yo no esté presente. Alejarme de ella, a ningún precio.

-Sea comprensible. El verdugo necesita entrar en clima para poder azotar esta preciosura, arrancarle gritos de dolor, que se aprecie que verdaderamente está sufriendo un castigo riguroso.

-No me importa. Si yo no estoy presente, no hay trato. Eso es definitivo.

-Bueno, pero usted no intervenga.

-Solamente intervendré si quieren abusar de ella más allá del trato.

Sellamos el acuerdo con un apretón de manos. Al día siguiente a las ocho estaríamos en el estudio. Nos quedamos Romy, el gerente y yo en la oficina.

-Creo que es un buen trato para ambos. Lamento que Romy va a sufrir un poco.

-Por eso no debe preocuparse. Se sabe que toda esclava debe someterse a lo que su amo decida. Cuido muy bien a mis putas.

-Sí es cierto que una esclava debe someterse a su dueño, pero me da pena que ese cuerpo quede marcado. Señor Ricardo, ¿Me permite volver a usarla como puta en las condiciones de ayer.

-Sí, por ochocientos puede disponer de ella por dos horas, si quiere puede hacerlo ahora mismo. Yo esperaré a Romy en la habitación.

Romy me miró entre sorprendida y agradecida. Observé su entrepiernas y estaba mojada. Hacía un esfuerzo para que no se notara lo caliente que estaba. Creo que adiviné un ¡Gracias! En sus ojos. Sin duda el gerente la calentaba y ambos pasarían un buen rato. Me retiré del lugar mientras el gerente cerraba la puerta con llave.

Dos horas más tarde, Romy entraba en la habitación. Nunca la había visto tan contenta.

-¿Y? ¿Cómo te fue?

-Estupendo. Se corrió tres veces y yo tuve no sé cuántos orgasmos.

-Espero que te hayan quedado ganas para coger conmigo.

-Contigo siempre me quedan ganas, aunque la pija del gerente… se mete más al fondo que la tuya.

-Es decir que te gusta más coger con él que conmigo.

-Ricardo, no seas ridículo. Esto no una competencia de quién coge mejor. Simplemente él la tiene más gorda y más larga. Que sea más gorda hace doler más cuando me la meten por el culo.

-Bueno, ven y hazme una mamada como esas que solo tú sabes hacer.

No daré detalles de la hora y media que siguió a este episodio. Ya relajados Romy quiso que habláramos de su alquiler.

-¿Qué puedo decirte? Tú has estado presente y sabes lo que te pueden hacer y lo que no te pueden hacer.

-Creo que me defendiste bien pero en todo momento me trataste como una esclava.

-Por supuesto. Esa era la figura y tenía que negociar el precio. Habrás visto que no acepté no estar presente en todo momento.

-Cuando el húngaro dijo que quería que permaneciera sola con el verdugo, debo reconocer que el culo se me apretó. Tuve miedo.

-Yo te había prometido que no aceptaría no estar presente. Era y es una condición “sine qua non”. No iba a dejarte que te hicieran cualquier cosa. Me siento responsable de lo que te ocurra.

Bajamos a cenar. Romy se puso la ropa más discreta que tenía, pero me encargué de mantener mi mano en su culo en todo el trayecto hasta el comedor.

-Mira que eres calentón. Viniste desde la habitación con tu mano en el culo aun después del rato que pasamos en la cama.

-Te lo he dicho una y mil veces. Me gusta tocarte el culo y si es en público más aun, así no quedan duda que me obedeces como la buena esclava que eres.

Luego de cenar nos retiramos a la habitación. Romy se metió en la cama completamente desnuda.

-Ricardo, quiero dormir acurrucada en tus brazos. ¿Me dejas?

-¿Cómo negarme a tenerte desnuda entre mis brazos?

Al día siguiente Romy apenas desayunó y nos dirigimos al estudio de filmación. Pasamos a la sala propiamente dicha. Era una verdadera sala de torturas. Había todo y el lugar lucía bastante tétrico. Romy me apretó la mano. Casi temblaba.

-Si se pasan de lo pactado, se corta la filmación. No permitiré excesos.

Le indicaron que se desnudara y desde un rincón la arrastraron hasta el centro para fijarle las muñecas en alto. Ya había comenzado la filmación. El cuerpo, bien iluminado, se destacaba sobre el fondo lúgubre en el que podía observarse un potro. Una vez inmovilizada, se acercó el verdugo, látigo en mano. Observó el cuerpo de Romy y levantando el látigo lo descargó sobre el culo, tomando ambos glúteos.

Romy respondió con un tenue gemido. Conociéndola, no había sido muy fuerte y ella estaba preparada para mucho más. El segundo azote, más fuerte, también fue dirigido al culo y de inmediato descargó el tercero ahora en la espalda. Casi de inmediato aparecieron las tres marcas sobre la piel de Romy

Dado el largo de la cola del instrumento y la posición del verdugo, este tercer azote además de hacer impacto en la espalda, la punta llegó a las tetas. Ahora sí el gemido fue más fuerte. Continuaron los azotes en el culo y la espalda hasta completar el número de sesenta y cinco. En este momento ya no eran gemidos sino verdaderos lamento de dolor. Las lágrimas corrían por sus mejillas.

En ese momento se detuvo la filmación y si bien intercambiaron algunas palabras que no entendí, era un momento para descanso, aunque sus muñecas continuaban encadenadas. Me acerque a ella y mientras le acariciaba la espalda, quizás la parte más marcada, le pregunté  cómo estaba.

-Hasta ahora más o menos como suponía. Me duele bastante pero puedo soportarlo. Es un látigo que nunca había probado. No te asustes por los gritos y los gemidos. Parte son de verdad pero parte es lo que se supone le ocurre a una esclava cuando es castigada.

-Entonces ¿Estás bien?

-Sí. No sé con qué instrumento seguirán pero por ahora está dentro de lo previsto.

Me separé de Romy luego de darle un beso a modo de consuelo. Minutos más tarde se encendieron nuevamente las luces y continuaría la filmación. Ahora el verdugo portaba una fusta y se ubicó delante de Romy.

Tal como imaginé dirigió el instrumento directamente a las tetas y lo hizo con bastante fuerza. Impactó unos dos centímetros por encima de la areola y casi de inmediato una notable raya roja comenzó a dibujarse sobre la piel.

Particularmente yo mismo había azotado a Romy en varias oportunidades y había sido mucho más dura con ella de lo ocurrido hasta el momento. El verdugo se dispuso a continuar con su tarea. El siguiente azote fue dirigido a la parte inferior de las tetas y los sucesivos se alternaban entre el pubis, el vientre medio y las propias tetas. Romy se quejaba, gritaba y gemía, pero conociéndola no estaba sufriendo más que en otras oportunidades que había sido castigada.

Luego le separaron las piernas dejando a la vista los labios vaginales. Sn embargo y tal como habíamos acordado, no fue la concha directamente el objetivo. Lo fueron los muslos y solo algún golpe menor sobre la concha. Mientras tanto la filmación continuaba y yo observaba ora a Romy, ora al director para observar sus gestos. Eran de satisfacción, estaba logrando lo que se había propuesto.

Finalmente ese verdugo se retiró y apareció otro hombre calzando guantes de box. Romy abrió los ojos desmesuradamente. Recibía fustazos, picana, agujas e incluso algunas quemaduras superficiales sin mayor inconveniente, pero a los golpes de puño le tenía cierta aprensión, pero debía aceptarlo, era parte de lo convenido.

Recibió un golpe en cada teta y otro justo sobre el ombligo. Entonces se acercó otro hombre que se ubicó frente a ella, se bajó los pantalones y dirigió la pija enhiesta directamente a la entrada de la vagina., que se introdujo sin dificultad, cosa que no me extrañó ya que había visto flujo humedeciendo la concha. En Romy era algo casi automático. Cuando recibía un castigo bien aplicado, no podía ocultar su calentura.

Entonces siguió el de los guantes. Tenía frente a sí un cuerpo completamente indefenso que comenzó a golpearlo desde el pubis hasta las tetas. No menos de una veintena de puñetazos debió recibir mi amiga.

Luego de esto, le desataron as muñecas y tuvo un tiempo (media hora) para descansar  y vaciar su vejiga. Conversamos un momento diciéndome que ahora había comenzado a dolerle el castigo. Pasado el tiempo estipulado la condujeron al potro y la ubicaron boca abajo con un grueso almohadón debajo del pubis, elevando el culo. Las piernas separadas dejaban al descubierto el ano y todo el canal entre los cachetes. Apenas se visualizaban los labios vaginales.

Con una fusta comenzaron a azotarla en el ano y en los glúteos vecinos, pero con suavidad. Estaba seguro que Romy resistía mucho más. Luego de unos pocos minutos cesaron de castigarla. Me pareció un despropósito desperdiciar semejante oportunidad. Entonces le pedí la fusta al verdugo de turno y me dispuse a enseñarles cómo se castiga en el ano a una esclava como mi amiga.

Comencé a descargar sucesivos golpes, no solamente en el propio ano sito también en las inmediaciones y llegaba con alguno a la concha. Fueron no menos de veinticinco azotes, dejando la parte castigada completamente roja y parcialmente hinchada. Luego hice señas, la única manera de entendernos, que así había que tratar a una esclava y no con simples golpecitos.

Los presentes parecieron entender y le aplicaron algunos azotes más en las piernas. En la posición en que estaba, con el culo levantado y el ano expuesto, uno de ellos se dispuso a sodomizarla. Le separó un poco más los glúteos y apoyó el glande el en agujero y comenzó a empujar.

La penetración no fue fácil y algo dolorosa para mi amiga, pero empujando lo suficiente la metió hasta el fondo. Apenas se corrió, se levantó de la posición en que estaba e invitó a otro de los presente a que usara el agujero dilatado que tenían a su disposición

Romy no podía defenderse pero tampoco lo intentaba. Estaba a merced de ellos. Cuando este segundo hombre le descargó su leche en el culo, se retiró, se apagaron las luces y hubo una pausa en la filmación.

Ya era hora del almuerzo, por lo cual la liberaron de las ligaduras. Una vez libre se acercó a mí-

-¿Te has divertido pegándome en el culo? Lo hiciste bastante fuerte.

-Lo hice como lo he hecho en otras oportunidades que  te he tenido a disposición para hacerlo.  ¿Recuerdas el viaje a Córdoba? Allí sí que abusamos de tu cuerpo.

-¡Claro que me acuerdo! Entre Juanillo y tú nos dejaron a Sandra y a mí en tal forma que demoramos quince días en recuperarnos.

- Dime, ¿Tienes hambre?

-Sí, quisiera comer algo liviano porque en caso contrario a la tarde no voy a estar en condiciones que me sigan torturando.

-En la planta baja hay un pequeño restaurante en el cual podemos comer.

-Me visto y bajamos.

-¡No Romy! Quiero que bajes desnuda, que se vean las marcas en tu cuerpo.

-Por lo menos déjame ponerme la bombacha.

-No, baja así que estás más hermosa.

-Pocas veces Romy no había acatado mis caprichos o mis órdenes y ésta no fue la excepción. Me tomó del brazo y así, en pelotas como estaba, nos encaminamos a la planta baja. Ya en el bar concentró la mirada de todos. No era frecuente encontrar a una joven desnuda y con evidentes signos de haber sido azotada. Al principio mi amiga estaba un poco incómoda pero luego de unos diez minutos, cuando nos llegaron unos sándwiches, olvidó su desnudez, las marcas de látigo y la violación. Finalizado el frugal almuerzo retornamos al estudio de filmación.

La sesión de la tarde comenzó cuando le ataron los brazos en la espalda y le colocaron unas tobilleras de cuero que luego unieron a sendas cadenas pendientes del techo y comenzaron a elevarla cabeza hacia el piso y con las piernas bien separadas, exponiendo la concha.

Comenzaron a filmar cuando el verdugo se acercó con una picana eléctrica en la mano. No me sorprendió que comenzara en las tetas, especialmente en los pezones. Las descargas eran bastante fuertes ya que el cuerpo temblaba con cada descarga como nunca lo había visto anteriormente.

La picana tocaba una y otra teta reiteradamente, incluso en los pezones. Luego de unos minutos el verdugo se ubicó a espaldas de Romy. Entonces las puntas de la picana tocaron primero el culo y luego la parte de la espalda que no estaba cubierta por los brazos entrecruzados y finalmente las piernas. Mi amiga ya gritaba con desesperación pero sus brazos atados le impedían proteger las partes castigadas.

Detuvieron el castigo y la bajaron de esa posición para que se recuperara. Era evidente que el castigo proseguiría en poco tiempo. Efectivamente, unos veinte minutos más tarde volvieron a izarla en posición invertida, dejando su boca a una altura conveniente para una mamada.

Aparecieron en el lugar cinco hombres. El primero de ellos se bajó el pantalón. Ya su polla estaba parcialmente erguida, que acercó a la boca de Romy, quién abrió la boca y comenzó a mamarla. Romy es una experta en mamadas por lo que no demoró en lograr que se corriera en su boca. Tragó lo posible (la posición en que estaba no lo favorecía) y con la lengua limpió lo que pudo de su cara. Casi de inmediato se acercó el segundo hombre con el que repitió la operación de mamada. Así hasta terminar con el quinto.

Yo me preguntaba cuál sería el próximo castigo al que sería sometida. La respuesta la tuve poco después cuando se acercó uno de los personajes que ya había actuado munido de un frasco de alcohol y algodón. Luego de impregnar el algodón con abundante al alcohol, comenzó a pasarlo por la concha de Romy.

No recuerdo entre todas las cosas a las que he sometido a Romy, haberle pasado alcohol por la concha o el ano. Sí tenía conocimiento que la sensación no es nada agradable y que produce un fuerte escozor, cosa que me ratificó los sucesivos gemidos de mi amiga, que no eran fingidos. El verdugo en esta oportunidad pasaba una y otra vez el algodón entre los labios vaginales dejando deslizar algunas gotas por la vagina.  Luego repitió la operación en el ano.

Para finalizar la filmación y a modo de broche final, comenzaron a clavarle agujas en los pezones, el ombligo y en los propios labios de la concha. Con la última aguja clavada entre sus piernas, comenzaron a atenuarse las luces del estudio y se dio por finalizada la filmación. La bajaron de la posición en que estaba y le desataron los brazos y le quitaron las agujas que la perforaban.. Apenas quedó libre corrió a abrazarse conmigo.

-¡Ricardo! ¡En qué me embarcaste! La sesión de esta tarde fue muy dolorosa. Habrás visto todo lo que me hicieron. Lo peor fue el alcohol en la vulva y el ano.

-¿Nunca te habían pasado alcohol? Desinfecta y refresca.

-¡No seas irónico! Sabes que fue terrible para mí.

-Nada es terrible para ti. Siempre te has comportado como una esclava obediente, aun cuando te he sometido a los más duros castigos y humillaciones. Sabes que me gustan las emociones fuertes, pero ésta… fue demasiado fuerte. Vístete y regresamos al hotel. Allí podrás descansar.

Esa tarde-noche no cogimos. Romy estaba dolorida y le molestaban los cordones que había dejado el látigo en las distintas partes de su cuerpo. En la mañana siguiente ya estaba bastante recuperada y fue ella misma la que se acercó y comenzó a jugar con mi pija hasta que estuvo en forma  para penetrarla, cosa que hice poco después.

De manera similar pasamos los días subsiguientes. Disfruté del cuerpo de mi amiga reiteradamente, sin necesidad de esposarla ni castigarla como otras veces había hecho.

Teníamos reserva en el hotel hasta el viernes, día en que regresábamos a Buenos Aires. El jueves al mediodía estábamos tomando un aperitivo cuando Romy dejó la mesa para ir al baño, momento en que se acercó el gerente y en voz baja me dijo.

-Lo felicito. Tiene usted una puta extraordinaria en su plantel. Puede estar orgulloso de ella.

-Ya le había dicho, es la mejor puta que tengo.

-¿Le podría preguntar si podemos encontrarnos esta tarde otra vez a la cinco? Ustedes se van de regreso mañana.

-No tengo nada que preguntarle. Si usted la quiere a las cinco, ella estará aquí esa hora. Ni siquiera se atrevería a contradecirme.

-Debo pedirle disculpas a usted por lo del tanga.

-No sé a que se refiere.

-¿No le contó que cuando le quise sacar la prenda, la rompí?

-Nunca cuenta nada de sus clientes. Es más le tengo terminantemente prohibido a mis putas que revelen intimidades de los clientes o cuenten algo de sus encuentros.

-Bueno, le diré que destrocé la prenda al querer sacarla.

-No se preocupe por eso, se comprará otra. ¿Quiere que baje con tanga o prefiere que lo haga sin prenda interior alguna?

-Prefiero que esté desnuda debajo del vestido ¿Cree que ella aceptará?

-¿Cree que ella podrá negarse? No amigo, si le ordeno que baje solamente con el vestido, así lo hará.

-¿Entonces puedo contar en encontrarme con ella a las cinco?

-Estará en el lobby a esa hora.

Cuando regresó Romy le comenté la conversación con el gerente y el trato que había hecho.

-Ni siquiera me has consultado.

-No, no es necesario consultarte. Si querías coger con él una vez, por qué no dos. Además me habías dicho que la habías pasado muy bien.

-Sí, me gusta la posibilidad, pero que me impongas las cosas… no

-Romy, nos conocemos mucho. Te gusta que te den órdenes, que debas someterte a la voluntad de otros y en esta oportunidad ni siquiera has recibido un azote en el culo.

-Debo reconocer que me gusta que me den órdenes de ese tipo y además, tener que coger con el gerente, me excita, pero debo mostrarme como enfadada porque me has alquilado sin consultarme.

-Romy, me gusta disponer de ti. Me sale mi parte dominante de adentro, qué quieres que haga.

-Pues que sigas así.

Me abrazó y no besamos por largo rato

A las cinco en punto Romy bajaba al lobby. Ahora lucía una pequeña falda y una camisa tres números más chica que lo que le correspondía. Las tetas parecían encerradas y querían escapar por cualquier parte. Los pezones se marcaban a través de la tela.

Según luego me contó todo fue de mil maravillas y cuando regresó a la habitación estaba exultante como nena con muñeca nueva. En esta oportunidad pudo conservar sus tanga intacto.

Al día siguiente, a media mañana, dejamos el hotel. El gerente estuvo muy efusivo en la despedida y por lo bajo me felicitó nuevamente por la puta que tenía en mi prostíbulo. Luego emprendimos el regreso a nuestras respectivas casas. En el viaje en avión Romy estuvo más cariñosa que nunca…

FIN.

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