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Aprender a Obedecer (3)

en Dominación

Aprender a Obedecer (3).

El primer azote, muy fuerte, cayó en los glúteos de Natalia, que aun conservaban marcas de castigos anteriores. Sus ojos se nublaron por las lágrimas que los inundaron.

Se sucedieron los azotes tanto en los glúteos (10) como en los muslos (6). Resultaban realmente dolorosos y la joven lloraba desconsoladamente.

-¡Me duele mucho! ¡No me peque más! ¡Haré lo que quiera!-

Sin embargo los ruegos y lamentos no inmutaron a Gonzalo. Terminado el castigo la dejó suspendida unos diez minutos más.

-Lo único que has conseguido es que te queden unas marcas en el culo y las piernas, porque luego te sodomizaré tal como lo iba a hacer antes. ¿Es que no aprenderás a obedecerme?-

-Obedezco lo que sea pero suélteme. No puedo más estar así con la cabeza para abajo.-

-Pues deberás acostumbrarte porque es una de mis posiciones preferida para las jóvenes que son mal aprendidas.-

Mientras pronunciaba estas palabras, Gonzalo le apretaba y retorcía los pezones.

-Debes entender de una vez por todas que debes obedecerme y soportar TODO lo que quiera hacerte, desde cogerte de la manera que me apetezca hasta ser castigada aun duramente.-

-Me portaré bien y haré lo que me digan en casa pero déjeme ir. No puedo más.-

-Sí que puedes y verás cuánto puedes resistir. Por ejemplo, no te imaginas todo lo que puede hacerle a esas tetas. Seguirán estando firmes y turgentes a pesar de ser azotadas, pellizcadas o golpeadas así.-

Dicho esto le propinó un fuerte puñetazo en la teta izquierda que hizo retorcer de dolor a Natalia.

-Ves que puedes resistirlo y la teta sigue como antes. Te dolerá un poco pero nada más. Bueno, ya es hora de bajarte de esa posición.-

Aflojó las cuerdas y la condujo a la celda.

-Te dejaré aquí hasta que decida sodomizarte. Si quieres aquí tienes esta crema y te puedes ir dilatando el culo tú misma para que te duela menos la penetración.-

-¿Yo tengo que prepararme para ser cogida por el culo?-

-Si no quieres, no lo hagas, pero luego no te quejes que te duele.-

Natalia, en su celda comenzó a dilatarse ella misma el agujero. Mientras lo hacía una sensación de impotencia la embargaba. Era mejor dilatarse el culo que revelarse y luego sentir las consecuencias.

Cerca de una hora más tarde, Gonzalo fue en busca de Gata.

-Supongo que ya tienes el culito bien abierto para que te penetre.-

-Hice todo lo que pude. Nunca me dilaté el agujero para que me penetren.-

-La puso en cuatro con el culo respingó hacia arriba indicándole que se separara los cachetes. Un agujero parcialmente abierto apareció a sus ojos.-

-Está bastante bien. Un poquito más de crema y … ¡Adentro!-

Apoyó el glande a la entrada y comenzó a empujar. El apretado agujero de Natalia se dilataba permitiendo el ingreso de la pija de Gonzalo hasta el fondo. Por su parte la muchacha apretaba los dientes para no gritar. Le dolía un poco pero hacía el esfuerzo de soportarlo por temor a castigos posteriores.

Sintió los dedos de Gonzalo en el clítoris y sin darse plenamente cuenta, comenzó a moverse dando placer extra a su violador. Así continuó hasta que Gonzalo descargó su leche en el culo mientras ella no logró correrse y quedó frustrada cuando le retiró el miembro de su agujero.

-Ahora te vas lavar bien y luego vienes a mi estudio que quiero conversar contigo.-

-Algo desconcertada Natalia fue al baño y se lavó escrupulosamente. Aprovechó a repasar con la rasuradora por el pubis y las inmediaciones de la concha para quedar perfectamente depilada. Luego se dirigió al estudio donde Gonzalo la esperaba.

-Quiero conversar contigo para que nos pongamos de acuerdo. Ya hace unos días que estás aquí y creo que vas entendiendo las reglas de juego, pero aclararemos algunos puntos. Siéntate en esa silla y te ataré.-

Natalia se sentó y dejó que le atara los brazos al respaldo mientras que sus piernas, bien separadas eran atadas a las patas de la silla.

-Quiero que la concha quede bien visible mientras hablamos.-

Gonzalo se sentó en un sillón frente a Natalia y comprobó la buena vista que tenía de la concha de Gata.

-Quiero aclararte algunas cosas. Por supuesto que me gusta coger a una mujer joven como tú, tenerla a mi disposición sin restricción alguna, pero ese no es el objetivo final. Lo que busco es que te sientas realmente usada cuando quiero, humillada y a mi servicio, que es una manera de obedecer.-

-En cuanto a los castigos, no es un fin en sí mismo, es parte de la construcción de una obra y la obra es que aprendas a obedecer. Imagina un médico cirujano. No goza haciendo sufrir al paciente mientras lo opera o durante la convalecencia. Gozará viendo que su obra ha sido un éxito, que gracias a su técnica el individuo está mejor.-

-Tu caso es similar. ¿Si me gusta verte desnuda? ¡Pues claro que sí! Siempre es agradable ver un buen cuerpo y poder apreciar sus formas y sus partes íntimas, pero eso también es parte del aprendizaje.-

-Gonzalo, todo eso está muy bien, pero quiero irme a mi casa. No quiero seguir aquí siendo castigada, cogida y mostrarme desnuda. Ya he comprendido el mensaje.-

-Dudo que en tan poco tiempo hayas aprendido el mensaje. Deberás todavía sufrir algunos castigos y humillaciones para que realmente te cures del mal que te aqueja, la desobediencia.-

-¿Y eso incluye que me pueda que pueda prostituirme? Recuerdo lo que me hicieron firmar que decía: Si la tarea a realizar es de prostituta, GP podrá decidir si debo realizarla en algún establecimiento dedicado a esa tarea o debo ejercer en la calle.-

-Algunas de las jóvenes que he tenido que educar, tuve que prostituirlas porque las humillaciones a las cuales las sometí no alcanzaron. Quizás sea una tarea que convenga que la hagas. Trabajando de puta, se puede aprender mucho.-

-¿Le parece poco todo lo que me hace que además me quiere meter a puta? ¡Usted es un abusador!-

-Cuida tus palabras Gata. Sabes que no me gustan las insolencias y lo que has dicho merece un castigo. Montarás un caballete durante una hora.-

-No sé lo que es un caballete, pero no merezco un castigo.-

-Ya tu conchita sabrá lo que es un caballete y que me llames abusador cuando tu padre te ha traído aquí y él me dio libertad para educarte, me permite castigarte y lo voy a hacer por lo que has dicho.-

-Esto no es educarme, es castigarme por el gusto de castigarme o meterme a puta para humillarme y arruinarme la vida.-

Gonzalo se acercó y tomó ambos pezones entre sus dedos y los apretó y retorció con fuerza. Natalia dio un grito de dolor.

-Veo que sigues sin entender lo que es obediencia. Mientras estés aquí no puedes opinar ya que eso es una falta de obediencia. Simplemente debes acatar lo que yo digo. Esta apretada de pezones es solamente una muestra de lo debo hacerte para que entiendas.-

La posibilidad de ser obligada a prostituirse era lo que más temía. Había oído tantas historias de putas maltratadas, humilladas de la peor manera, golpeadas, etc. Que la sola posibilidad de ser puta la horrorizaba.

Gonzalo decidió usar una técnica que otras veces le había dado resultado. Era mientras le apretaba los pezones con fuerza le preguntaba a la pupila si estaba dispuesta a obedecer plenamente las órdenes. La pregunta era repetida varias veces mientras continuaba apretando los bultitos de las tetas. Así le tomó los pezones mientras le preguntaba:

-¿Están dispuesta a obedecer todo lo que se te ordene?-

Como respuesta, entre dolorosos quejidos Natalia repetía "sí, voy a obedecer…".

Gonzalo repitió la pregunta varias veces y Natalia tuvo que responder de igual manera mientras se deslizaban gruesas lágrimas por sus mejillas

Al finalizar, los pezones estaban rojos carmín de tanta apretada y retorcida y a pesar que ya no eran sobados, el dolor persistía.

Gonzalo continuaría con el entrenamiento. Tomó entre sus dedos los labios vaginales mientras le preguntaba: ¿Prefieres obedecer o que te haga trabajar de puta?

La pregunta la repetía mientras apretaba fuertemente los labios y los retorcía. Como era de esperar, Natalia contestaba reiteradamente: ¡Obedeceré!

El dolor en su concha no se debía a una penetración de un objeto de gran tamaño sino al accionar de los dedos de su entrenador. La joven se revolvía en la silla pero las ligaduras eran lo suficientemente fuertes como para que no se soltasen. Luego de una diez veces repetida la pregunta Gonzalo soltó los labios de la concha.

-No quiero ser puta. No quiero ser puta,- repetía sin cesar

-Para que no te meta a puta ya sabes lo que debes hacer.-

-Haré lo que quiera pero por favor desáteme. Las cuerdas me están lastimando las muñecas.-

-Eso ocurre porque te movías mucho y no eras capaz de quedarte quieta y soportar el castigo.-

Gonzalo la desató y le permitió descansar en un sillón del estudio. Pasó casi una hora cuando Natalia se incorporó.

-Señor Gonzalo, le pido me perdone todo lo que he hecho. A partir de este momento tendrá su más fiel servidora. Entiendo que era un poco díscola, pero no volverá a suceder.-

-¿Cómo me lo garantizas?-

-Verá mi comportamiento. No me negaré a nada y haré todo lo que me indique, aun si considera que deba prostituirme.-

-Creo que es un buen comienzo de sumisión y mereces un premio. Esta noche te permitiré dormir en mi cama aunque con las manos esposadas.-

-¡Gracias!-

Los días se sucedieron sin mayores novedades excepto la docilidad de Natalia. Ya fuera para cogerla, hacerle limpiar la casa e incluso ser azotada en el culo o las tetas, no oponía resistencia. Varias veces debió permanecer atada a un árbol, desnuda y a merced de los mosquitos pero nunca se quejó. Su disconformidad lo expresaba llorando en silencio.

Quedaba una prueba que Gonzalo generalmente hacía al final del entrenamiento. Llevar a su pupila, elegantemente vestida, a comer a un restaurante que tuviera algunos reservados y ordenarle alguna excentricidad. Si el entrenamiento había sido efectivo lo hacían sin hesitar.

Dejó pasar una semana y una tarde, luego de dejarle abundantes marcas de látigo en todo su cuerpo, le propuso salir a cenar.

-Esta noche quiero llevarte a un restaurante que de tanto en tanto voy a comer. Quiero que me acompañes. Te daré ropa elegante para que elijas. Quiero que luzcas muy bien.-

Natalia no imaginaba lo que podía esperarle. La ropa que podía elegir tapaban todas las partes de su cuerpo que tenía marcas de algunos azotes recibidos en el día anterior. Justamente sus tetas eran las más marcadas pero había una camisa que ocultaría todo. Fue la que eligió.

Subieron al automóvil y partieron hacia las afueras de la ciudad. Al llegar un valet le abrió las puertas del lugar mientras saludaba a Gonzalo con cierta familiaridad.

-Señor Gonzalo, que gusto volver a verlo. Seguramente vamos a disfrutar que nos visite.-

-Muchas gracias Ramiro. Espero tener una buena cena, como siempre.-

Una vez ubicados en la mesa a la tenue luz del ambiente, Gonzalo con suavidad por con firmeza se dirigió a Natalia.

-Gata, ahora que ya estamos ubicados aquí, quiero que te quites toda la ropa y te quedes solamente con los zapatos. Digo toda y es TODA.-

Natalia palideció. Desnudarse en público no era lo que esperaba. Si bien el lugar estaba poco concurrido y la luz era tenue, desde otras mesas se vería que estaba desnudo y el mesero se a cercaría a ellos. Dudó un momento pero de pronto intuyó que esa era la prueba para comprobar su obediencia y la posibilidad de volver a su casa.

Con algún disimulo se quitó la falda, luego la camisa, a continuación el corpiño y finalmente las bragas.

-Pon todo sobre esa silla, Primero la falda, luego la camisa y sobre ella las bragas y el corpiño.-

Natalia obedeció. Ahora las marcas sobre sus tetas se hacían bien visibles. Todo el que la viera sabría que había sido azotada. Una ola de calor invadió su cuerpo. Obedecía pero tenía vergüenza de presentarse así. Gonzalo permanecía callado, mirándola mientras una sonrisa se esbozaba en sus labios.

El mozo que atendía la mesa se acercó a tomar el pedido. Miraba con insistencia el cuerpo de la joven. Luego de anotar lo solicitado y dirigiéndose a Gonzalo le comentó:

-Parece que la niña se ha portado mal y ha sido castigado.-

-Efectivamente, he tenido que azotarla para que aprenda a obedecer. ¿Qué le parece su cuerpo? Hermoso ¿no?-

-Sí, parece una buena figura.-

-Gata, párate y muéstrale el cuerpo. Seguro que quiere verte de cuerpo entero.-

Natalia se paró al lado de la silla mientras el dependiente observaba el cuerpo marcado de la muchacha. No pudo mantener la mirada y bajó los ojos. Había sufrido muchas humillaciones desde que entró en la casa de Gonzalo, ésta superaba todo lo imaginado.

-Mírale el culo, que respingón es. Una delicia para los ojos, en especial con esas marcas que realzan aun más su figura.-

-Es cierto. Muy buena compañera para la cena ha traído hoy.-

Dicho esto se retiró, mientras Natalia tomaba asiento. Hubiera tenido ganas de gritar, de insultar, de pedir auxilio, pero sabía que no sería posible recibir ayuda. Ella había consentido esto y mucho más. Permaneció en silencio.

Gonzalo había tenido la precaución de administrarle un diurético antes de salir de la casa. Minutos más tarde Natalia tenía la imperiosa necesidad de orinar. Su compañero de mesa lo observó.

-Me parece que tienes ganar de ir al baño.-

-Sí no puedo más.-

-Tienes permiso para ir. Cruzas el salón y a la izquierda está los baños para damas.-

-¡No voy a cruzar el salón desnuda!-

-Pues entonces aguanta. Espero que no mojes la silla.-

Natalia comprendió cuál había sido el objetivo. Debía levantarse y exponerse a las miradas de los comensales. No le quedaba otra alternativa. Se levantó y lo más rápido que pudo cruzó el salón y se metió en el baño. Mientras estaba sentada gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

Regresó a la mesa y se sentó. Minutos más tarde llegaba la comida. Natalia casi no tenía voluntad de comer. Sus pensamientos giraban sin cesar.

Finalizada la cena, se dispusieron a retirarse. Natalia tomó la ropa para comenzar a vestirse.

-No es necesario que te vistas. Lleva la ropa en la mano.-

Una vez más Natalia obedeció. Tomó las prendas y ambos se dirigieron a la puerta. Allí nuevamente Ramiro los saludó y miró con detenimiento el cuerpo desnudo de Natalia.

-Qué adornado tiene el cuerpo la señorita. Me gustan esas tetas y las marcas que tiene.-

-Tócalas, verás que firme son. Las marcas debí hacérselas esta tarde porque no obedeció adecuadamente.-

Ramito se adelantó a la joven y con sus dos manos comenzó a magrear las tetas de Natalia. Cuando finalizó el magreo, se dirigieron al auto. Una vez allí Gonzalo felicitó a Natalia por su comportamiento.

-Veo que has aprendido muy bien la lección. Te has sometido a todas mis órdenes adecuadamente. Como premio te permitiré dormir en mi cama sin atarte ni encadenarte.-

Natalia respondió con un seco ¡gracias!

Una vez en el dormitorio, ambos se acostaron juntos. Las manos de Gonzalo iban y venían por las partes erógenas de Natalia que a pesar de las humillaciones y algún dolor por los azotes recibidos comenzó a calentarse como no lo había hecho anteriormente. Llegó el momento de desear fervientemente ser penetrada, pero sabía que solamente cuando él lo decidiera sería clavada. Cuando ya estaba por explotar, Gonzalo le separó las piernas y se ubicó sobre ella.

Casi de inmediato de penetrarla, Natalia se corrió como no lo había hecho hasta ese momento. Poco después también Gonzalo se corría.

En la mañana siguiente y luego de desayunar, Gonzalo le anunció que su entrenamiento había concluido y que llamaría a su padre para que la viniera a buscar.

-Creo que obedecerás. Buscarás trabajo, ayudarás a tus padres y que ellos no tengan quejas en cuanto a tu conducta.-

-Me alegro regresar a casa pero voy a extrañar polvos como el de anoche. No se preocupe que me portaré bien. Pasar otra temporada siendo azotada y humillada, no me resulta atractivo.-

Natalia se vistió con las ropas con las que había llegado y esperó la llegada de su padre.

-¿La nena está curada de las desobediencias? ¿Está dispuesta a hacer algo y dejar de holgazanear?-

-Sí papá. Buscaré trabajo enseguida y ayudaré en casa. No quiero volver a tener que soportar algunas cositas.-

-Bueno Gonzalo, lo felicito. Su fama está muy bien ganada. Será hasta cualquier momento.-

Así se despedía José Belzunce de Gonzalo Picadillo.

Dos semanas más tarde, Natalia y su padre se apersonaron nuevamente en la casa de Gonzalo.

-¿Qué los trae por aquí? ¿Natalia se ha portado mal otra vez?-

-No, de ninguna manera. Ha comenzado a trabajar. Lo hace de desnudista en un cabaret cercano.-

-Después de la cena del último día no me importó desnudarme delante de cualquier persona. Así es que trabajo en el caño y gano buen dinero. Mi show termina a medianoche y siempre hay un interesado en pasar la noche conmigo, por lo cual gano dinero extra.-

-Tanto temor que tenías en que pudiera prostituirte y ahora lo haces por tu propia voluntad.-

-Sí es cierto, pero aquí todo lo que gano es mío y no comparto con nadie.-

-¿Cuánto cobras por pasar la noche con un caballero?-

-Según la cara del tipo. Mínimo 500 euros y llegué a cobrar 3.000 con uno. Eso sí, me vino bien el entrenamiento de ser penetrada por el culo. La tenía bien grande y quiso cogerme también por el culo.-

-Has visto que el entrenamiento ha sido completo y útil. Me alegro que hayas encarrilado tu vida. Aprovecha que tienes un buen cuerpo y puedes satisfacer a los clientes. Dime, ¿te ha quedado alguna marca de los latigazos?-

_Sí, mire (Se levantó la falda y se bajó las bragas) aquí en el culo esta marca no se va, pero a muchos les gusta pasarme la mano por allí. Es otro punto de atracción.-

-Nuevamente te felicito Gata por tu trabajo.-

-A propósito, mi nombre artístico es Gata, recordando los días que pasé aquí.-

-Bueno Gata, hasta pronto y en cuanto a usted, don José, muchas gracias por haber confiado en mí.-

-El agradecido soy yo. Le ha dado una orientación a mi hija.

Así se despidieron. Gonzalo esperaba recibir otra "clienta" el trabajo estaba escaseando últimamente.

Final

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