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¿De Estudiante a Sumisa (13)

en Sadomaso

¿De Estudiante a Esclava? (13)

Autor: Ricardo Erecto

Capítulo 13.  La Universitaria Sometida

Mariano meditó largamente en captar a las tres amigas de Débora que tan interesadas estaban en seguir los castigos y torturas de su ex compañera. Su interés era puramente comercial. Podía ingresar una buena cantidad de dinero vendiéndolas a algún traficante inescrupuloso.

Pensó que era conveniente incluir en su blog algún video en el cual su esclava fuera primero castigada y luego violada, aunque violada era una manera de decir, porque no sería forzándola sino que su sobrina simplemente aceptaría ser penetrada de manera que él indicara.

Consideró que lo mejor era contratar un profesional para que tomara el video, para que lo hiciera con la mejor calidad. Para ello se contactó con uno de los estudios cinematográficos que se dedican a los videos XXX. Luego de arreglar los horarios que quedaron en que el viernes siguiente irían a hacer las tomas.

Mariano le advirtió a Débora que si bien no sería castigada el jueves por la tarde como lo venían haciendo, el viernes seguramente recibiría una ración extra de castigos seguidos por penetración tanto por la concha como por el culo.

-¿Lo haces para atraer a las chicas de la Universidad?

-No es el único motivo, pero sí el más importante.

-¿Te quedarás con alguna de ellas como esclava?

-Ya te he dicho que mi único interés es el comercial. Quiero hacer dinero vendiendo sus cuerpos.

-¿Las vas a violar?

-Seguramente las cogeré. No voy a desaprovechar la oportunidad de hacerlo con las jóvenes, pero sabes (y así calmo lo que creo es tu inquietud) no dejaré de cogerte a diario. Ellas serán, en el mejor de los casos, un complemento.

-¿Las vas torturar también para someterlas?

-Depende de cómo se comporten y si encuentro comprador rápidamente. No me interesa que se transformen en sumisas. Solo necesito que no molesten y pueda venderlas sin problemas. Pero si demuestran que son rebeldes y no quieren someterse a mi voluntad, no vacilaré en torturarlas o hacerles lo necesario para que obedezcan.

-¿Necesitas algo que yo deba hacer ahora para atraerlas?

-Lo único que necesito es que recibas los castigos que te aplicaré gimiendo y llorando mientras te están filmando y luego expongas tu cuerpo para que lo use sexualmente.

-Cuando me castigas duro, no necesito fingir dolor. Sabes que me haces llorar, gemir y gritar. En cuanto a ofrecerte mis agujeros, es lo natural que debo hacer y tú lo sabes.

Ambos esperaron el viernes siguiente con ansiedad. Para Mariano disponer de un video con Débora como el personaje central. No era cosa menor y para Débora ser la protagonista y que el video estuviera al alcance de quién quisiera verlo, también era excitante.

Con la llegada del equipo de filmación comenzaron los preparativos. Débora sería suspendida de sus tobillos con las piernas bien separadas para dejar su concha expuesta. Sus muñecas, atadas juntas, se serían fijas al suelo de manera que sus brazos quedaran extendidos.

Comenzaría vistiendo unas bragas y un top. Ambas prendas serían arrancadas durante la filmación para dejar su cuerpo completamente desnudo y listo para recibir los azotes con los distintos instrumentos con los cuales sería azotada.

Comenzaría con unos golpes de fusta en las tetas, para seguir con un látigo en el culo y la espalda. Luego con unas disciplinas en la vulva para finalizar nuevamente con el látigo en el vientre, pubis y muslos.

Una vez que  todo estuvo dispuesto comenzó la filmación y la lluvia de azotes. En un comienzo Débora permaneció callada pero luego, con los reiterados azotes en sus pezones, no pudo contener las lágrimas y los gemidos que luego se transformaron en verdaderos gritos cuando fue azotada en el culo y la espalda. Mariano no escatimó azotes ni fuerza en aplicarlos.

Luego llegó el turno de flagelar la vulva. Los labios húmedos estaban expuestos a la visita de las colas de las disciplinas, que dieron de lleno en tan sensible parte. Débora intentó cubrir con sus manos la concha, olvidando que estaban firmemente atadas y fijas al piso, por lo cual no tenía manera de protegerse. Más de una docena de azotes impactaros entre las piernas de la muchacha.

Mariano decidió tomarse un descanso de unos minutos para luego finalizar con unos veinte azotes de látigo entre el pubis y las piernas. Ríos de lágrimas corrían por sus mejillas. No recordaba una azotaína tan fuerte y persistente. Por su parte el camarógrafo estaba sorprendido de lo que estaba filmando. No había nada de utilería y las marcas que quedaban sobre la blanca piel de la joven eran verdaderos verdugones producidos por los azotes.

Terminado el cruel castigo, el camarógrafo ayudó a Mariano a bajar y desatar a Débora, que quedó tendida en el suelo sollozando.

-Débora, te has portado muy bien. Creo que tendré un excelente video para  mi blog.

-Muchas gracias mi Señor por sus palabras. Espero que logre su objetivo de esclavizar a las chicas de la Universidad.

-Creo que no tendré dificultad en hacerlo. Apenas suba el video a Internet me pondré en comunicación con ellas para que lo miren y me hagan sus comentarios. Creo que Sofía Lapadula es la más interesada en verte castigada.

-Sofía Lapadula tiene muy buen cuerpo y siempre viste de manera provocativa. Los varones de la clase siempre elogiaban su culo. Creo que, por lo menos, será una excelente puta.

Es una buena noticia. Quizás comience con ella.

-Mi Señor, ¿Quiere usarme? Mi cuerpo está a su disposición.

-Por supuesto que te usaré. Estoy excitado por haberte castigado y por la posibilidad de tener a Sofía.

Unos días más tarde y luego de subir el video del castigo cruento de Débora, Mariano le puso un correo a Sofía en el que, escuetamente, decía.

“He subido a mi blog un video en el cual podrás ver Débora cuando es cruelmente azotada. Creo que te interesará mirarlo.”

Unas horas más tarde, Sofía le respondió.

“¡Muy buen video! Me ha gustado escuchar el chasquido del látigo contra el cuerpo de Débora y los gemidos de ella. ¡Realmente excitante!

Mariano respondió de inmediato, invitándola a presenciar una sesión de castigo de su esclava. Sofía aceptó de inmediato.

-Débora, me ha escrito Sofía un correo en el cual acepta presenciar cuando te torturo. Será el momento de proceder a su captación, por las buenas, porque acepte que la esclavice o por las malas, secuestrándola.

-Tío, me emociona que Sofía participe de mi castigo y que luego… sea tuya. ¿No vos a dejar de cogerme?

-Ya te he dicho, siempre tendrás prioridad al momento de cogerme a alguna de ustedes. No pasará día sin que recibas mi pija dentro de ti.

Dos días más tarde, Sofía entraba en la casa de Mariano. Vestía de manera provocativa. No llevaba corpiño y la camisa dejaba transparentar unas hermosas tetas con unos pezones prominentes. La corta falta, con cualquier movimiento, permitía ver las diminutas bragas que usaba. Ninguno de esos detalles escapó a los ojos de Mariano. El camino para someterla estaba allanado.

Allí se encontraron Débora y Sofía, que mantuvieron el siguiente diálogo.

-Débora, tu tío ha tenido la amabilidad de permitirme estar presente cuando eres castigada.

-El castigo de los martes y jueves en una rutina para mi entrenamiento y sometimiento como esclava. Quiero alcanzar el grado de “Esclava 5 látigos”

-¿Qué es eso de “Esclava 5 látigos”?

-Así como tienes hoteles con estrellas para mostrar su categoría, las esclavas también tenemos una clasificación que es por el número de látigos. Ahora soy 4 látigos pero espero obtener el grado de 5.

-Veo que tienes todo tu cuerpo cubierto por una toga. ¿Por qué esa prenda?

-Debajo de la toga estoy desnuda. Mariano quería que descubrieras mi cuerpo una vez que estemos en la Sala de Degradación.

Los tres se dirigieron a la sala. Allí Mariano le quitó la toga exponiendo el cuerpo de Débora que presentaba algunas marcas de castigos recientes. Mientras tanto Sofía observaba con cierta sorpresa. Mariano ubicó a su esclava entre tos columnas procediendo a atar sus muñecas y tobillos de manera que quedara en forma de X con muy escasa movilidad.

Mientras Mariano ataba a Débora, Sofía se acercó a ambos para observar el cuerpo castigado de su antigua compañera. Mariano, dejando caer un trozo de cuerda, se agachó para mirar la entrepierna de Sofía, comprobando no solamente la pequeñez de sus bragas sino también la humedad que presentaba en contacto con la concha de la muchacha.

El paso siguiente fue elegir el látigo con el cual flagelaría a su sobrina. Tomó uno de cuero trenzado. No era de los más crueles. Se ubicó delante de Débora mientras Sofía permanecía a un costado observando con ansiedad.

-Mira Sofía, primero le aplicaré tres azotes seguidos, uno en el pubis, otro en la cintura, a loa altura del ombligo y otro en las tetas. Observa cómo se marcará la piel.

Efectivamente, levantó el látigo y lo descargó en el pubis, pero muy cerca de la concha. De inmediato le aplicó otro que dio justo sobre el ombligo y finalmente otro en las tetas por encima de las areolas. Los gemidos de la esclava fueron muy tenues mientras las marcas aparecían en su piel.

Luego Mariano se ubicó detrás de Débora, seguido por Sofía.

-Ahora tres azotes, uno en el culo y dos en la espalda. Estos serán más fuertes y en el culo dejarán una marca más notable.

Efectivamente fueron tres azotes seguidos. Ahora los gemidos fueron más fuertes. Mariano observó que Sofía se llevó la mano a la concha. Se acercó a la muchacha y sin mediar palabra la abrazó mientras le levantaba la falda y le bajaba las bragas y comenzó a acariciarle la concha.

-Creo que estás muy caliente. Me gustaría verte desnuda y cuando terminemos con Débora, podré calmarte adecuadamente.

Sin reparar en lo que hacía se quitó la camisa, la falda y las bragas, vistiendo solamente los zapatos.

-Creo que tienes ganas de darle unos azotes a tu amiga. Toma el látigo y márcale el culo.

Sofía tomó el instrumento en sus manos y descargó un fuerte azote en el culo de Débora.

-Puedes darle más fuerte. Primero en el culo y luego sigue con la espalda.

Sofía siguió las instrucciones y aplicó dos azotes más en el culo y tres en la espalda. Ahora Débora estaba lagrimeando. Realmente habían sido fuertes.

-Prueba de azotarla en las tetas, las piernas y el vientre. Lo haces muy bien

Sofía se puso delante de  la muchacha y descargó un fuerte azote en las tetas. Luego dos en el bajo vientre y otros dos en los muslos.

-Muy bien, muy bien. Le has dejado unas hermosas marcas. Ahora seguiré yo pero antes quiero que estés de espalda a esa columna para que aprecies los gestos de mi esclava.

Sofía se apoyó en la columna y dejó que Mariano tomara sus muñecas desde atrás. De pronto sintió algo metálico en sus muñecas y antes de darse cuenta qué ocurría, unas esposas mantenían sus manos por detrás de la columna.

-Suéltame, no quiero estar así.

-Es para calmar tu calentura. Separa las piernas que te la meteré bien adentro.

Instintivamente Sofía separó sus piernas ofreciendo su sexo a Mariano, que luego de bajarse los pantalones, comenzó a penetrarla. Por su parte Débora miraba satisfecha. Entendía que esa penetración con Sofía esposada a la columna, era indicio que Mariano finalmente lograría someterla.

Luego que ambos se corrieron, Sofía pidió que le quitara las esposas para ir a lavarse.

-Estás mucho más linda así, con el semen corriendo por tus piernas mientras yo termino de castigar a mi esclava.

Sofía movió sus manos en un intento de soltarse, cosa que le fue imposible. Las esposas estaban bien ajustadas Mariano levantó el látigo y prosiguió castigando a su sobrina, con intensidad. Los gemidos eran cada vez fuertes y las marcas cada vez más notables.

El cuerpo de Débora debió resistir no solamente el látigo sino también agujas que se clavaron en sus tetas, pinzas cocodrilo en las aletas de la nariz y lóbulos de las orejas y algunas descargas eléctricas en la concha. Desde su posición Sofía observaba los castigos de Débora y se comenzó a calentar nuevamente, cosa que no pasó inadvertida por Mariano.

Luego de más de una hora de sometimiento de su sobrina, Mariano dio por finalizada la sesión. Desató a Débora y le ordenó que permaneciera en la sala hasta que él regresara, llevándose las llaves de las esposas de Sofía.

-Débora, suéltame de aquí. Esto ya no es un juego.

-Mira Sofía, Mariano quiere esclavizarte, convertirte en una puta o esclava para luego venderte como tal. Creo que no tienes salida. Ya dominada así como estás no podrás volverte atrás.

-¡De ninguna manera! Nunca seré puta y mucho menos esclava.

-¿Sabes como puede convencerte? ¡Torturándote hasta que aceptes hacer lo que él te manda! El método es muy convincente. Lo he visto en cientos de películas en las cuales las mujeres secuestradas terminan vendidas como putas en burdeles o como esclavas de hombres poderosos. Creo que ya no hay vuelta atrás.

-Debes ayudarme a escapar.

-No Sofía yo me debo a mi amo y todo que él quiera debo hacer todo lo posible para que lo consiga. Lo máximo que puedo hacer es que te venda como puta a un burdel. Recuerda que de aquí no podrás escapar. Ahora estás esposada y desnuda, ¿cómo escapar? Mariano puede venir en cualquier momento y comenzar a torturarte. Mira las marcas del látigo que tiene mi cuerpo. Si eres sumisa, quizás te castigue un poco menos. Estoy segura que en cuanto encuentre un comprador, te vende de inmediato. Quiere dinero, no cuerpos de putas.

-¿Me llamas puta? ¿Eso es lo que soy para ti?

-Eso es lo que eres para un burdel, nada más que una puta que debe rendir dinero con su cuerpo.

Poco después entraba en la Sala Mariano con el Dr. Rivera, portando un contrato en la mano. Sofía comenzó a gritar.

-¡Dr. Rivera! ¡Ordene que me suelten y me devuelvan todo!

-Cálmate Sofía. No he venido aquí para dar órdenes

-¡Me quieren torturar!

Mariano, cansado de los gritos de Sofía, tomó una mordaza y  rápidamente tapó la boca de la muchacha que ya no pudo hablar.

-Dr. Rivera. Usted conoce a Sofía Lapadula. Fue alumna suya y ahora quiero que firme el contrato de esclavitud en los mismos términos en que lo hizo mi sobrina. Si se niega a firmar, puedo torturarla hasta que firme.

-Sr. Larreta, sabe que no es necesario. Falsificaremos la firma y pondré al pie una nota en la cual afirmo que Sofía lo hace por propia voluntad no habrá marcha atrás.

Mientras tanto Sofía intentaba oponerse y se movía con desesperación.

-Creo que no va a firmar. No hay problema, como dije falsificamos la firma y doy fe que lo hizo por propia voluntad. ¿Qué va a hacer con ella?

-Pienso venderla tan pronto como pueda.

-Así de espaldas a la columna es una invitación a azotarla.

-¿Quiere hacerlo? Le acerco un  látigo

-Será un placer darle algunos azotes.

-Aquí tiene y le pido disculpas que todavía no le hemos depilado la concha. Así no se notarán las marcas que va a dejarle.

-No se preocupe, también le azotaré las tetas y allí sí que se notarán las marcas. Quisiera que le quite la mordaza. Me excita escucharla gritar.

-Quizás comience insultándolo.

-No importa, va a gritar y mucho cuando la azote en las tetas o en los muslos.

Mariano procedió a quitarle la mordaza mientras el Dr. Rivera ya estaba preparado para descargar el primer azote. Sofía, libre su boca para hablar quiso comenzar a insultar al Dr. Rivera, pero un certero azote sobre los pezones, transformó el insulto en un gemido prolongado. De inmediato se sucedieron otros azotes dirigidos a toda la parte delantera de Sofía, que lloraba, gemía y se retorcía de dolor. En total una docena de veces el látigo tocó el cuerpo de la joven.

Cuando logró calmarse y considerando su comprometida situación, intentó convencer al Dr. Rivera para que intercediera ante Mariano y la dejara en libertad.

-Dr. Rivera, no puede hacerme esto. Me están esclavizando, me están torturando y me quieren vender como esclava.

-Eso es lo más normal para una mujer como tú, con fuertes tendencias sadomasoquistas y de sumisa. Por eso he preparado el contrato de esclavitud y que oportunamente el juez te declarará esclava de por vida y sometida totalmente a la voluntad del señor Mariano Larreta. Por ese motivo también es que él me ha permitido azotarte y que ahora me permitirá sodomizarte.

-¡No! ¡No pueden cogerme por el culo! ¡Eso no!

-Mi querida Sofía, no estás en condiciones de negarte a nada. Estás esposada, desnuda y has firmado tu contrato de esclavitud.

-Yo no he firmado nada.

-No importa, falsificaremos tu firma y seremos tres los que atestiguaremos que la firma es tuya. ¿Qué más se necesita? Prepárate que te la meteré por el culo.

Mariano sonreía. La firmeza de las palabras de Rivera desgastaba la voluntad de Sofía. Ayudó a soltarla de la columna para amarrarla a un caballete, doblada sobre el mismo, dejando su culo expuesto.

-Dr. Rivera, creo que está en buena posición para sodomizarla. Recuerde que si no relaja el ano para  facilitar la penetración, unos buenos azotes en ese culito redondo la convencerán.

-No creo que sea necesario golpear ese hermoso culo. ¿No es así Sofía?

-No me azoten en el culo. Dejaré hacerme lo que quieran pero no más castigos.

-Es lo más razonable que has dicho.

El Dr. Rivera se bajó los pantalones. La pija ya estaba en forma para ensartar el culo de Sofía, solamente faltaba un poco de crema para lubricar la entrada. Luego de untarlo convenientemente e introducir un dedo en el agujero, acercó el glande y comenzó a empujar.

La dilatación no se había completado y resultó bastante doloroso para la muchacha el ingreso de la pija en el culo, pero evitó quejarse. Comenzó a comprender que había un antes y un después de su ingreso en la casa de Mariano. Sintió algún alivio cuando la tuvo toda adentro y sentía los huevos apoyados contra su concha.

Frente a la visión que se presentaba Débora comenzó a tocarse la concha mientras con su mirada pedía permiso a su tío para masturbarse. Mariano entonces se bajó los pantalones, acercándose a su sobrina que de inmediato comprendió las intensiones de su tío y separando las piernas y echando el cuerpo ligeramente hacia atrás, ofreció su jugosa concha para ser usada.

Aquello se convirtió en un lugar de sexo y perversiones. Débora, recientemente azotada y con numerosas marcas sobre su cuerpo era cogida por su tío, mientras que Sofía, con su cuerpo también marcado por el látigo y amarrada al caballete, era penetrada por el culo por su antiguo profesor de “Derechos Individuales de las Mujeres”, justamente por el profesor que debía enseñarles los derechos, ahora estaba sodomizándola en contra de su voluntad.

Poco después ambos caballeros se corrían dentro de las jóvenes. Débora feliz, como siempre que era cogida por su tío, mientras que Sofía lloraba en silencio. Casi de inmediato Rivera se despidió de Mariano, volviendo a su tarea académica.

-Débora, ahora encadenaremos a Sofía en una celda y quiero que la depiles completamente. Sabes que los pelos en la concha no me gustan y que le cuentes cómo serán sus próximos días hasta que encontremos un comprador.

-Mi señor, permítame sugerirle que mantenga a Sofía como esclava. Creo que le dará oportunidad de castigarla, humillarla y cogerla. Todavía no está sometida para aceptar su nueva vida y creo que mi Señor gozará sojuzgándola contra su voluntad.

-Es una posibilidad. Todavía no la he gozado sexualmente. Solamente me corrí dentro de ella estando esposada en la columna. No he probado ni su culo ni su boca.

-Mi señor, por eso creo que no debe tomar una determinación apurada. Tendrá tiempo de venderla a un burdel o a otro lado, pero primero aproveche el cuerpo de Sofía. No tiene marcas, por lo cual puede azotarla con más frecuencia. ¿Ha visto las duras que son sus tetas y lo prominente de sus pezones?

-Sí, lo he notado.

-Medítelo Amo. Mientras tanto yo le depilare la concha y hablaré con ella. Para después de la cena estará lista para un nuevo castigo y para penetrarla.

Sofía miraba con ojos desorbitados. No podía creer lo que escuchaba.

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