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Sucedió en Veracruz

en Hetero: Primera vez

Sucedió en Veracruz.

Primera Vez, Hetero y Dominación

Dedicado a las lectoras/os de México.

 

Quería comenzar a escribir una novela heroica y tenía algunas ideas de cómo estructurarla para la historia que pensaba narrar, pero lo mejor era ubicarme en un lugar tranquilo ya que debía completar la idea. Ya lo había hecho otras veces por lo cual decidí volver a un entorno que ya conocía.

Partí para México D.F en un vuelo de Aeroméxico y allí combiné con otro vuelo para Veracruz, hermosa ciudad a orillas del mar. Como en otras oportunidades me dirigí al Hotel Concha Dorada, ubicado en el Zócalo de la ciudad. Por las mañanas iba al Café de la Parroquia a desayunar con un clásico "lechero" de la casa con panes artesanales del lugar y a platicar con los mozos que siempre aportaban ideas y experiencias para mi novela.

Una de las mañanas, mientras disfrutaba de la vista del puerto desde un ventanal, Ramón, un mozo que me atendía con frecuencia, me comentó que un señor quería platicar conmigo. Obviamente le dije que gustosamente compartiría la mesa que ocupaba.

Lauro Arrechaga, tal era el nombre del hasta ahora desconocido, era un hombre de unos cuarenta años, de pelo renegrido, algo rechoncho y de aspecto muy pulcro. Luego me enteré que había estudiado en la UNAM filosofía pero que no concluyó su carrera. Como él decía "era especialista en cualquier cosa". Había trabajado en cuanta profesión a uno podía ocurrírsele, pero siempre como ave libre. No permanecía en un trabajo más de seis u ocho meses.

-Señor Ricardo, me siento honrado sentarme a su mesa.-

-Por favor Lauro. Siempre me resulta agradable conocer gente y, además, suelen aportarme ideas para mis trabajos literarios.-

-Justamente de eso quería hablarle. Quería contarle una historia de la cual tuve noticias bastante directas y me ha parecido que Ud. puede narrarla adecuadamente para que se conozca.-

Lauro me contó una larga historia. Yo fui tomando notas mientras me daba los detalles y en base a esas notas y lo que recordaba, fui escribiendo la historia que podréis leer más adelante. Debo reconocer que he agregado algo de mi propia cosecha para cerrar algunos puntos de la historia que de otra manera no se explicarían claramente, pero he tratado de ser lo más fiel posible. Los nombres de los personajes han sido cambiados deliberadamente porque se trata de algunos hombres prominentes del sur de Italia. Postergué la novela que me había propuesto escribir hasta tanto culminara con la Historia de Lauro, que así justamente la he titulado. En lugar de escribir una novela heroica, ¡terminé escribiendo primero una novela erótica!

 

Historia de Lauro

Carmela era una chiquilla de 13 años cuando comenzó a sentir deseos de tener conocimientos sexuales. Le gustaba mirarse al espejo desnuda cuando se bañaba e imaginarse cosas que no podía definir bien porque conocía muy poco de sexo y su madre no quería hablar de esos temas porque era muy chica. Vivían en pueblo cercano a la ciudad de Nápoles, con todas las limitaciones culturales que sobre sexo se tienen aun hoy en día en algunas pequeñas ciudades del interior.

Con Giuseppe, su primo que le llevaba un año, habían hablado del tema pero ninguno de los dos estaba suficientemente informado. Con frecuencia se tocaban sus órganos sexuales por encima de las prendas de vestir, pero nada más. Jugaban peleando y siempre Giuseppe ganaba y la prenda era acariciarle las incipientes tetitas de Carmela.

Un día ambos combinaron en ir a pelearse a un bosque vecino. El que perdía sería atado a un árbol. Tanto Carmela como Giuseppe sabían quién perdería la pelea, por lo que ambos estaban bastante excitados. Efectivamente Carmela terminó vencida en el piso. Debería cumplirse la prenda prometida.

Giuseppe acomodó a Carmela contra un árbol y le ató las manos por detrás del tronco. En esa posición comenzó a aflojarle el vestido y el corpiño, apareciendo unas pequeñas e incipientes tetitas a la vista de su primo. Los ojos de Giuseppe se iluminaron. Le levantó la falda y comenzó a bajarle la pantaleta, que quitó totalmente. Carmela ardía de ganas de ser acariciada en sus partes íntimas pero al mismo tiempo justificaba su pasividad por defender su virginidad por el hecho de estar atada. Era su justificación perfecta. No podía hacer nada por evitar que su primo abusara de ella.

Giuseppe acercó la mano a la concha de la niña. Ésta separó las piernas para que su primo tuviera un más fácil acceso. Finalmente Giuseppe se bajó los pantalones y su pene buscó la entrada de la vagina. Empujó y un pequeño grito de Carmela anunciaba que había roto el himen. Terminada la aventura, la desató, Carmela se puso la bombacha, se acomodó la ropa y volvieron a sus casas callados.

Al día siguiente Giuseppe volvió a la casa de su prima para preguntarle qué le había parecido lo ocurrido el día anterior. Carmela le respondió que suponía que no lo habían hecho bien, por lo que debía repetirse la experiencia hasta que les saliera mejor.

De allí en más, por lo menos una vez por semana visitaban el bosque. Ya no era necesario saber quién era más fuerte. Simplemente Carmela de desnudaba y su primo la ataba al mismo árbol, la acariciaba y terminaba penetrándola. En ocasiones Giuseppe aparentaba alejarse, dejando a su prima atada, completamente desnuda, al mismo árbol.

En algunas ocasiones y aprovechando que los padres de alguno de ellos se ausentaban de la casa, ambos jóvenes se encontraban y tenía sexo en la cama de alguno de ellos. Si bien disfrutaban del encuentro, la "aventura" del bosque los excitaba mucho.

Habían pasado unos diez meses desde la primera vez que su primo la penetró, que fueron una vez más al bosque. Se desnudó, su primo la ató, la acarició y finalmente la penetró. Hasta allí un rito que se venía cumpliendo casi rigurosamente todas las semanas. Una vez más pareció que Giuseppe perecía alejarse. En esta oportunidad se demoraba más que otras veces en regresar. Sin embargo pocos minutos después apareció en el lugar acompañado por tres de sus amigos, de edades semejantes a la de Giuseppe.

-¿Qué les parece el cuerpo de mi prima?. ¿Antes habían visto una chavala desnuda a disposición de ustedes?- comentó Giuseppe, mientras con una mano acariciaba una de las tetas de su prima, la otra la pasaba reiteradamente entre los labios del coño.

Carmela no esperaba esto de su primo pero no se animó a gritar por temor a que vinieran vecinos del lugar y la vieran en estas condiciones. Estaba avergonzada de que los jovencitos observaran sus partes íntimas, siendo acariciada de esa forma por Giuseppe, pero al mismo tiempo, la situación la excitaba. Los amigos de Giuseppe, con ojos desorbitados recorrían con la mirada todo el cuerpo de Carmela, pero poco después, seis manos comenzaron a tocarla por todas partes, incluso introduciendo un dedo en la concha.

-Pueden cogerla, pero de a uno y despacio. Hasta ahora solamente yo se la ha cogido.- autorizó Giuseppe como dueño de la situación. Uno a uno fueron sometiendo a Carmela que al principio estaba temerosa y avergonzada pero los tres orgasmos que estremecieron su cuerpo anuló el temor y la vergüenza. Estaba un poco incómoda de no tener sus manos libres para ella también tocar...pero se justificaba que no podía defenderse de las penetraciones y caricias en sus partes íntimas, por estar justamente atada.

Nino, uno de los amigos presente dijo. – Tomemos una rama y azotemos las tetas de esta putita.-

-De ninguna manera!. Yo sólo autoricé a que la cogieran, no a que le pegaran!. Y nada de putita que es mi prima!!. Ella no es ninguna puta y si deja que Uds. la cojan es porque yo quiero!.-

Bien, entonces, comenzó diciendo Nino, desatémosla para poder cogerla por el culo. Ahora quiero metérsela por allí!

-Basta Nino. Te he dejado coger a mi prima por la concha sin pedirte nada a cambio por ahora. ¿Qué más quieres?. Ni siquiera yo la se la metí por el culo. La desataremos para que se vista y cada uno volvamos a nuestras casas. Nada de cogerla por el culo.-

-Nino calló. No podía hacer nada. Debía conformarse con el polvo que se había echado, que, por otra parte, era el primero de su vida. Desataron a Carmela que lentamente y sacándose el semen que corría por su pierna, con la bombacha y comenzó a vestirse. Los jóvenes la miraban con avidez y curiosidad, a pesar de haber acabado en su interior. Una vez terminado, salieron del bosque.

Las prácticas con Giuseppe y los amigos se prolongaron por bastante tiempo aunque Nino dos meses después de su primer polvo, se mudó a una ciudad vecina y ya no participó más de tan íntimas reuniones. Con frecuencia Carmela se encerraba en el baño, frente al espejo desnuda e imaginaba distintas situaciones, posiciones y fantasías en las cuales le hubiera gustado participar. La mayoría de las veces terminaba con sus dedos en la vagina proporcionándose algo de autosatisfacción. A escondidas se compró un consolador que también visitaba con frecuencia su vagina y, en algunas ocasiones de mucha excitación, se lo metía por el culo.

Cuando Carmela cumplió quince años, ya había perdido la cuenta de cuántos jóvenes habían tenido relaciones con ella. De hecho cambiaba los trabajos que debía hacer para la escuela y otras cosas materiales por sexo. Con el hijo del dueño de la tienda de la vuelta de su casa cambiaba ropa interior, que el joven sacaba del comercio de su padre, por permitirle acariciarle sus partes más íntimas aunque nunca accedió a acostarse con él.

-Si me haces el trabajo completo de Geografía, te dejo que me cojas,- negociaba Carmela con sus compañeros. Si primo también negociaba, algunas veces por cigarrillos, una entrada al partido de fútbol u otros objetos a cambio de prestar a su prima para acostarse con ellos. A ambos la escuela secundaria les resultó fácil. Era cuestión que Carmela se sacara la bombacha y separara las piernas para obtener el trabajo o la tarea que debían hacer ellos. Con los profesores, no se animaron.

Hasta finalizar la escuela secundaria su primo Giuseppe se acostaba con ella con mucha frecuencia. Parte del trato entre ellos era que, además, cada uno conseguía alguna pareja para el otro. Así Giuseppe le facilitó varios compañeros de cama a su prima y ésta devolvía atenciones, convenciendo a sus amigas para que se acostaran con su primo. Era una sociedad en la cual cada uno tenía su retribución... A esta altura Giuseppe no se ofendía si alguno llamaba "putita" a su prima como lo había hecho Nino un tiempo antes.

Apenas recibida en la escuela, Carmela decidió irse a Nápoles a ejercer su profesión, que ya era francamente definida. Le dijo a sus padres que iría estudiar teatro por lo no tendría residencia ni horario fijo. Quería, de esta manera, tener la libertad suficiente sin que sus familiares conocieran exactamente las andanzas de Carmela. Particularmente creo que lo sabían pero no lo querían ver.

A su llegada a Nápoles, se relacionó con un "protector" de putas que le evitaría de ciertos peligros a cambio de una participación de sus ganancias. También le organizaba su agenda para aprovechar al máximo su tiempo y le conseguía clientes, al igual que a sus otras pupilas.

Un día Franco (el protector), luego de alrededor de un año de estar trabajando con Carmela, le dijo que al día siguiente debería verse con un cliente que especialmente la andaba buscando.

-¿Cómo sabes que me busca precisamente a mí? –

-Pues porque me preguntó si conocía a Carmela Pavonutti, que sabía que estaba en esta ciudad y que trabajaba en este barrio. Que yo sepa Carmela Pavonutti eres tú.-

-Sí claro que soy yo, aunque ahora soy La Campesina, y casi nadie conoce mi apellido. Por eso me extraña que me busquen así. Sabes que mi familia se moriría de vergüenza si sus conocidos se enteran que su hija trabaja en esto.-

-Ya te he dicho que este es un trabajo como cualquier otro. Un estibador en el puerto ¿no vende también su cuerpo para cargar bolsas?. Pues tú vendes tu cuerpo para que los hombres sean felices. Pero volviendo al cliente, te diré que este sí conoce tu apellido y mañana lo servirás como corresponde. Está dispuesto a pagar bien y te llevará a su casa.-

-Está bien Franco. Sabes que todos mis clientes siempre salen satisfechos. Todos mis agujeros están siempre a disposición de los amigos que pagan bien.-

A las 4 de la tarde un auto paró frente al lugar convenido y Carmela subió sin dudar.

-Tú eres Carmela Pavonutti. Me han hablado mucho de ti y quería conocer todas tus partes y todas las cosas que puedes hacer por un hombre. ¿Te portarás bien y vas a cumplir todos mis deseos?.-

-Sí señor. Todos mis clientes siempre quedan muy conformes.-

Llegaron a la casa del cliente. Bajaron y se dirigieron directamente al dormitorio. Allí el desconocido se quitó los anteojos negros que ocultaban parcialmente su rostro.

-Carmela, ¿me reconoces?. Soy Nino. Te cogí por primera vez mientras estabas atada a un árbol. ¿Te acuerdas?. Ese fue mi primer polvo!-

-Nino, ¡tanto tiempo sin verte!. ¡Claro que me acuerdo!. Me querías pegar con una rama y cogerme por el culo.-

-Exactamente. Ahora voy a cumplir mi sueño!-

-Nino, por el culo estoy acostumbrada a hacerlo, pero nada de pegarme.-

-Pues estás equivocada. Acabas de decir que cumplirás todos mis deseos. Desnúdate que comenzaré por cogerte por la vagina.-

Carmela guardó silencio. Efectivamente ella esta acostumbrada a cumplir todos los deseos de los clientes, pero nunca se había encontrado frente a semejante pedido. Estaba algo tensa. Luego de acabar, Nino se encaminó a un armario y tomó una esposas y se encaminó lentamente hasta dónde estaba Carmela. –No Nino, no.- Sin embargo las esposas rodearon las muñecas de Carmela y se cerraron. Una corta cuerda unió las esposas uno de los barrotes de la cama. Carmela quedó tendida boca abajo, con los brazos sobre su cabeza, mostrando un culo terso y de piel muy blanca de mujer joven.

-Unos azotes en el culo te sentarán bien. La piel es muy blanca y un poco de color rosado me excitará como para metértela por atrás.

-Por favor Nino, no me pegues!. Hago lo quieras pero no me pegues!-

-Desde aquel día en te cogí atada a un árbol me quedé con las ganas de azotarte. Ahora estás a mi disposición y has prometido, y lo prometió Franco, que cumplirías mis deseos y que quedaría conforme. Te daré unos pocos azotes en el culo.- Sin decir más levantó la paleta y descargó un sonoro golpe en el frágil culo de Carmela. Bastaron diez golpes para que la blanca piel del trasero de Carmela quedara de un uniforme color rosa. Ella aceptaba el castigo sin decir palabra. Su obligación era dejar conforme al cliente. Alguna lágrima escapó de sus ojos.

Le sacó las esposas y luego de indicarle que se arrodillara y se separara las nalgas con ambas manos, comenzó a empujar su pene por el estrecho agujero del culo.

Habían pasado más de dos horas desde que habían llegado a la casa. Carmela había soportado varios vejámenes aparte de los azotes en el culo, el vientre y la espalda. Hasta debió permanecer unos minutos atada a una silla con alambre, muy apretado que se incrustaba en su piel, pero se iba con una buena propina en su bolso, su culo ardiendo por los paletazos, algunas marcas en su piel por las ligaduras y su ano un poco más dilatado que de costumbre. Después de todo Nino era un amigo de la infancia.

Los encuentros se sucedían una vez por semana. El rito era casi siempre el mismo y Carmela salía con alguna parte de su cuerpo roja por algún castigo recibido. En una oportunidad hasta debió soportar el paso de corriente eléctrica. Siempre Nino había usado sus tres agujeros y al despedirse siempre lo hacía con un sonoro beso en la boca. Esto duró unos seis meses, al cabo de los cuales Carmela pasó a servicio de Nino en manera permanente y continua. Ahora se convertía en una esclava sumisa.

Había dejado la prostitución y a su ex protector, para recibir castigos y placeres de su Amo Nino, que ya no se limitaban a simples paletazos en el culo sino verdaderas torturas por parte de su dueño. La única parte del cuerpo medianamente respetada por Nino era la concha de Carmela. Quería que estuviera en muy buenas condiciones para recibir su pene. Especialmente las tetas recibían casi a diario algún castigo que iba desde fuertes ataduras, a ser atravesadas por agujas o azotes provenientes de látigos, cañas, fustas y todo tipo de instrumento que pudiera golpear esa delicada parte de Carmela. Sus pezones había sido atravesados por todo tipo de agujas, alfileres y cuanto instrumento punzante Nino tuviera a mano

También debió soportar estar atada y completamente inmovilizada a caballetes, columnas, cepos, sillas o mesas. También pasaba largo tiempo colgada de sus muñecas, pudiendo apenas apoyar la punta de sus pies, ocasiones que aprovechaba Nino para aplicarle duros castigos con látigos y disciplinas. Muchas noches debía dormir encogida en una jaula de reducidas dimensiones.

En una ocasión, luego de amordazarla y atarle los brazos en la espalda arrolló una cuerda en las tetas de la joven y comenzó a levantarla desde una roldana en el techo. La joven se puso en puntas de pies para menguar el castigo. Nino detuvo el ascenso cuando Carmela apenas apoyaba los puntas de los pies. Sus ojos imploraban que aflojara la cuerda. Sin embargo debió permanecer una hora en esa posición al cabo de la cual el dolor en sus senos y en los pies era insoportable. Afortunadamente para ella no fue flagelada

Todo aquello que tuviera que ver con el sexo era un placer para ella y si bien algunos castigos eran muy duros, como brevemente se ha descripto, el tamaño y la forma de mover el pene que tenía Nino no la había tenido ninguno de los cientos de hombres que penetraron su concha. Se sentía feliz de ser Carmela, la "putana de Nino" como ella misma decía.

Dos o tres veces por mes era visitada por su primo Giuseppe, quién guardaba celosamente la condición de su prima ante sus familiares. En estas visitas era cedida por Nino para que fuera penetrada como en aquellos tiempos cuando apenas eran unos jovencitos calentones. También en esas ocasiones Carmela era castigada por su primo y en algunas oportunidades debía soportar humillaciones de todo tipo que recibía de tanto de Nino como de Giuseppe. El equipamiento en la casa de Nino era el adecuado para hacer sentir en el cuerpo de su prima todas las humillaciones y castigos sólo imaginables por la mente más perversa. Sin embargo su primo era a la única persona a la que cedía el cuerpo de Carmela.

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Esta historia la publiqué poco después en "Litera" una revista literaria en una serie dedicada al Cuento Erótico. Originalmente era algo más extenso pero ciertos detalles de las relaciones sadomasoquistas de Carmela me parecieron inadecuados como para ser publicados en una revista del nivel, recato y seriedad de Litera, por lo cual eliminé algunos párrafos. Lamentablemente el original, completo, fue extraviado junto con otros efectos personales en uno de los tantos viajes que realicé y no pude recuperarlo nunca más. Volví a Veracruz, pero no encontré a Lauro. Vaya uno a saber dónde estaba trabajando ahora.

Algo de cierto debe tener esta historia, porque poco después de publicado, recibí una carta de una tal Carmela, desde Nápoles, que, indignada y luego de insultarme, afirmaba que toda la historia no era más que nacida en la imaginación de un autor neurótico que no conocía las mujeres del sur de Italia. No contesté la carta, pero "cuando el río suena, agua trae", dice el viejo aforismo. Tanto barullo se debió, seguramente, a que por lo menos, parte de la historia era cierta y esta buena señora se vio reflejada en el cuento. ¿Sería la misma Carmela?. No me había tomado el trabajo de cambiarle el nombre del personaje, ya que es un nombre muy común en el sur de Italia. Francamente no creo que tenga nada que ver esta con la otra Carmela. Creo que es pura coincidencia. ¿O no?.

Luego de terminado el cuento que acabo de relatar, me dediqué de lleno, en el vestíbulo del hotel Concha Dorada a trabajar en la obra que me había llevado a Veracruz. Cambié un poco la temática de mi novela porque la Historia de Lauro había penetrado en mi imaginación y dejó huellas que luego se reflejaron en las investigaciones que inicié y en los cuentos cortos del que soy autor. Pensé seriamente si debía dedicarme definitivamente a escribir cuentos eróticos para ser publicados en un volumen. Lo quiero meditar un poco más.

Fin

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