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Sodomízame (Crónicas prohibidas 6)

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Sodomízame (Crónicas prohibidas 6)

“Sodomízame”. Él la miró sorprendido, pero ella insistió: “Enséñame cómo darte placer con mi culo… enséñame cómo recibirte y cómo hacerlo para que no sea tan doloroso…”. Por toda respuesta, él la ayudó a tenderse boca abajo con el culo en pompa...

Esa noche Aline fue sodomizada y obligada a felar al rey y a Adrien hasta el agotamiento. La princesa Vivienne y el lacayo Nox le enseñaron a comer coños. Finalmente Nox la condujo a su habitación. Le preparó el baño de espuma y ella se sumergió en aquella nube perfumada y cálida. Mientras estaba ahí, le sirvió quesos, carnes frías, vegetales y una copa de vino. Aline no tenía hambre, pero él la urgió a comer. Aunque estaba cansada, tenía demasiado arraigado el hábito de obedecer y no replicó. Cuando terminó, el mulato retiró la bandeja, dejó escapar el agua y le dio una ducha. “Ven”, le pidió ella, y él se introdujo a la ducha y la ayudó a lavar su larga cabellera rubia. Luego se envolvieron en sendas toallas y él comenzó a desenredar su pelo mientras entraban en calor frente a la chimenea.

La ternura del sirviente contrastaba con la violencia de Adrien y con el lascivo desparpajo del rey, tanto que Aline no soportó más y se echó a llorar. Él no le hizo preguntas. Se limitó a acunarla en sus brazos. Se daba cuenta de lo joven que era y de la violencia que había sufrido. Recordó su misma ceremonia de desfloración. No era un recuerdo que Nox trajera a su mente con frecuencia y se estremeció, pero no dijo nada. “Lo amo”, dijo Aline al cabo. Al oírla, Nox cerró los ojos con pesar. Era claro que ella comenzaba a darse cuenta de que Adrien no era digno de su amor. Para él, ella era apenas una hembra deseable, más por ser ajena, pero nada especial. “No te enamores, mi señora…”, dijo Nox, mientras terminaba de peinarla y comenzaba a curar su cuerpo.

La tendió sobre el amplio lecho y aplicó una pomada medicinal sobre los azotes. “Goza todo lo que puedas, disfruta del deseo que despiertes, toma el placer donde y cuando se te brinde… pero no entregues tu corazón. Jamás”. Había lágrimas en los hermosos ojos verdes. Aline no se atrevió a preguntar, sólo acarició su rostro. Era muy apuesto. Tenía el pelo largo y rizado recogido en multitud de trencitas. Sorpresivamente, Aline lo besó. No fue un beso casto y puro, sino un apasionado asalto a su boca. Tomado por sorpresa, Nox no reaccionó de inmediato, pero luego comenzó a explorar la boca de la duquesa con su lengua. Ella lo imitó y pronto aprendió a besarlo apasionadamente. “¿Sabes que pueden castigarnos si nos sorprenden haciendo esto?”, preguntó.

“No me importa”, respondió ella, “¿y a ti?”. Él movió la cabeza de un lado a otro. “Ven”, pidió, y Nox se acercó a ella. “Quiero que me enseñes a darle placer a un hombre…”, y diciendo esto, lo tendió boca arriba y se metió la polla entre los labios. Nox la miró sorprendido. Todas sus amas se limitaron a usarlo para su propio placer. Hasta entonces, ninguna había pensado en lo que él sentía. Miró el dulce rostro de Aline y su hermosa boca succionando su oscuro miembro y la acarició con adoración. Bajó hasta ella y la besó. “De verdad, quiero aprender cómo darle placer a un hombre”, insistió.

Entonces él se acercó a su oído y susurró: “Mámame con delicadeza. Hazlo como si te fuera la vida en ello, pero con mucha lentitud y suavidad…”, y la fue guiando, mostrándole entre gemidos cuáles eran los sitios más sensibles, cuáles debían ser los ritmos, cuándo cambiar de lugar, intensidad y dirección, hasta que llegó el momento en que la hizo parar, o se habría corrido en su boca. “Dedícate mucho tiempo a los preliminares. No te niegues a mamar a nadie… eso retrasará el momento de la penetración…”, le confió. Y al decirlo, su rostro se ensombreció. “¿Te duele mucho?”, preguntó Aline, en un hilo de voz. “¿Te duele a ti?”, preguntó a su vez. Ella asintió. “Pues imagínate… es lo mismo”. “No”, repuso ella, “es peor. Es una violación y es un ataque a tu masculinidad. Es peor para ti”. Nox acarició su mejilla y la besó. Ella correspondió con creciente habilidad y luego pidió: “Sodomízame”.

Él la miró sorprendido, pero ella insistió: “Enséñame cómo darte placer con mi culo… enséñame cómo recibirte y cómo hacerlo para que no sea tan doloroso…”. Por toda respuesta, él la ayudó a tenderse boca abajo con el culo en pompa. Puso varios cojines bajo sus caderas y la ayudó a apoyar su pecho, hombros y cara. La abrió de piernas y la lubricó. Luego comenzó a acariciarla, preguntándole cuáles eran los sitios más sensibles. Aline se puso menos tensa a medida que se iba excitando. Nox introdujo muy despacio su dedo meñique dentro del estrecho agujero y Aline se tensó. “Relájate”, pidió él, y ella obedeció. Cuando la penetración fue más fácil, introdujo un segundo dedo y luego el tercero. Cuando tuvo metidos todos los dedos de la mano excepto el pulgar, empujó un poco y ella cedió a la presión. “Así… relaja el esfínter”, dijo, y notó cómo entraba más fácilmente. Puso entonces la punta de su polla contra el agujero y presionó despacio.

Ella se tensó al principio, pero luego fue abriéndose.  La verga entró poco a poco y él se quedó quieto. Estaba muy excitado y quería correrse enseguida, pero se contuvo. “Muévete tú”, pidió, y ella comenzó a hacerlo. “Frota tu coño contra el cinturón”, sugirió él y al obedecer, ella comenzó a gemir de placer. “¿Te gusta?”, preguntó Nox. “Oh, sí”, respondió. “¿Duele?”. “Muy poco”, admitió ella, “estoy muy excitada”. “Muy bien, ahora empezaré a follarte cada vez más intensamente, como lo harán los que te usen… ¿estás lista?”, ella asintió, con miedo, pero dispuesta a soportarlo. Él aceleró el ritmo de sus acometidas y sus quejas se intensificaron. Se detuvo. “¿Te duele?”, preguntó. Ella asintió, pero aclaró: “Es tolerable… también me excita mucho…”. Nox sonrió y continuó penetrándola. Aceleró el ritmo y preguntó, sin dejar de sodomizarla: “¿Qué deseas?”. “Viólame”, pidió. Incrédulo, él se lo hizo repetir, y ella exclamó: “Móntame, fóllame, rómpeme el culo… quiero ser tu puta… vamos, dame tu leche…”. Enardecido, la empaló a fondo y ella gritó. Con un grito simultáneo, él se corrió, inundando su estrecho canal de cálida leche. Agotados, los dos se derrumbaron, con los cuerpos entrelazados y sudorosos.

Fue mucho después, cuando perdió la erección y su polla se escapó del lastimado culo. La examinó con delicadeza y luego la besó. Aquello la conmovió tanto que se echó a llorar. Él la abrazó y la besó otra vez. “Eres muy especial, mi señora”, dijo, acariciándola. “¿Te lastimé?”. “Algo… pero no tanto. En realidad, me excitaste mucho…”, confesó, ruborizándose. “¿Aún lo estás?”, preguntó. Ella asintió. “Bueno, vamos a ver cómo puedo satisfacerte”, repuso, y sus manos buscaron sus tetas. Se apoderó de un pezón y Aline jadeó, mientras sus dedos buscaban el pubis. Logró meter un dedo bajo el cinturón de castidad y alcanzó el delicado botón. Ella gimió débilmente y suplicó: “Ah텔, y Nox la estimuló. 

Siguió atormentando el pezón y la entrepierna, hasta que soltó la teta y comenzó a susurrarle al oído: “Cuando pueda, voy a poseer tu coño y te violaré. Vas a ser mi puta… “, y continuó en esa tónica, mientras la excitación de Aline crecía, hasta que por fin se derramó oleadas incontenibles de espasmos deliciosos. Quedó jadeante y sólo largo rato después, cuando se hubo recobrado, él le preguntó: “¿Te excita que te hable así?”. Ella asintió. “Pues voy a hacerlo cada vez que pueda… eres deliciosa, mi señora… la puta más ardiente que haya montado jamás”, y diciendo esto, la besó. Ella le correspondió y después durmieron varias horas, estrechamente abrazados.

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