Cunnilingus 2 (O cómo comerle... bueno, ya se sabe)
La vez anterior alguien me acusó de haber prometido (y no cumplido) dar una clase magistral sobre cómo comer un coño. No cae mal insistir, pensé, y en todo caso, supongo que no aburre el tema, de modo que aquí vamos. Intentaré un paso a paso, mapa y brùjula en mano, y a ver qué tal nos va:
Ante todo, delicadeza. Nunca se insistirá demasiado en que los preliminares son importantes: atmósfera adecuada, besos, caricias, palabras tiernas y un largo etcétera que puede incluir juegos y escarceos varios (eso sería buen tema para otro capítulo).
Desnudar por completo a la candidata en cuestión no es indispensable, aunque es claro que desnudar y desnudarse puede formar parte de los antedichos juegos y escarceos, pero algún grado de desnudez es necesario y aun imprescindible. Al menos, subirle la falda y bajarle el tanga... o lo que use. Imprescindible también hacerlo con gracia y delicadeza. Nota al margen para las afortunadas a punto de recibir una mamada: les sugiero leer el capítulo que publicaré próximamente sobre lencería.
Bien, una vez tete-a-tete con la zona en cuestión, tenemos delante el pubis, que puede o no estar afeitado. Se abren los llamados labios mayores y quedan dentro los labios menores. Al abrirlos tenemos a la vista la raja. Al sur está el agujero del culo. Directamente al norte, la abertura vaginal, que puede o no estar cerrada por el himen, del cual hablaremos otro día. Al norte de la vagina está el clítoris, un órgano eréctil, esto es, susceptible de llenarse de sangre y erguirse durante la excitación. No por nada procede del mismo tejido embrionario que en el varón da origen al pene.
Una técnica muy efectiva es abrir los labios mayores con los dedos y acercar la lengua para abrir los labios menores, explorando con ella toda la longitud de la raja. La sensación es muy excitante. Si la dama en cuestión ayuda orientándonos a medida que la tocamos acerca de cuáles son los sitios que resultan más sensibles y placenteros para ella, mejor que mejor.
Privilegiemos el uso de la lengua. Es una de las partes más móviles del cuerpo, está lubricada naturalmente y en todo momento por la saliva, y es mucho más suave que las yemas de los dedos. Por todo esto, proporciona el toque ideal para el propósito que nos ocupa, aunque los labios tampoco son desdeñables.
Es imprescindible la movilidad. El ritmo y la cadencia son fundamentales.
Ojo: no usar los dientes. Tan desagradable como un mordisco en el clítoris ha de ser un mordisco en el glande o en los testículos. ¿Verdad que no resulta grato? Pues, hala: ni lo pienses.
Toda el área púbica y perineal es sumamente sensible, así que mucho cuidado también con las uñas y los tocamientos demasiado directos o bruscos. A los caballeros convendría aconsejarles que trataran esa zona con la misma delicadeza que les gustaría que brindáramos a sus cojones y al glande. La sensibilidad de la zona es tan exquisita que si se toca en forma demasiado directa puede conseguirse el efecto opuesto al deseado, esto es, el dolor.
Por lo mismo, conviene alternar las caricias entre diferentes partes de esa zona. La entrada de la vagina es también susceptible a recibir con provecho vuestras atenciones, y otro tanto puede decirse del agujero que está en el extremo sur. Sé que el beso negro es aún más controversial que el cunnilingus, pero al menos una vez en la vida merece probarse.
Es útil recordar que cada persona es distinta y que lo que a una mujer gusta hasta enloquecer, a otra puede repugnarle indeciblemente. En esto, como en todo, es fundamental la buena comunicación.
Es indispensable la higiene. Nunca se insistirá demasiado en esto: lavarse las manos y cepillarse los dientes antes de emprender estas actividades es importantísimo.
Una pizca de sentido común: no nos involucremos en estas actividades cuando hemos tocado con los dedos o la boca alguna sustancia irritante, por ejemplo: chile, pimienta, mentol... hay que recordar que pocos tejidos corporales hay tan sensitivos y delicados como las mucosas de la vulva y la vagina.
No se os ocurra soplar dentro de la vagina. A la mayoría de las mujeres no les gusta y no resulta muy excitante que digamos.
El cunnilingus combinado con la fellatio, lo que conocemos vulgarmente como "el 69", es una de las experiencias eróticas más gratificantes que existen. No hay razón para privarse de ella.
El cunnilingus combinado con la penetración vaginal o anal, ya sea por parte de otro compañero sexual, en tríos Hombre-Mujer-Hombre, o con ayuda de juguetes u otros adminículos, es un elemento muy excitante que aporta novedad y picante al encuentro.
Y bueno, que os aproveche. Con esto espero haber satisfecho a cualquier crítico quisquilloso.