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Tres agujeros (Crónicas prohibidas 16)

en Dominación

Tres agujeros (Crónicas prohibidas 16)

...Ella cerró los ojos y cuando un nuevo cortesano la penetró, comenzó a moverse de modo automático. No le interesaba saber quién la estaba empalando esta vez; le daba igual. Sólo cuando el desconocido se retiró de su coño y la penetró por el culo, alzó la vista y descubrió a Alexis, quien se había recobrado pronto, gracias a las felaciones de su suegra, y se aprestaba a continuar gozándola. "Voy a preñarte", musitó...

Por fin llegó el día esperado. Aline quedó al cuidado de Nox. Pronto llegaron la duquesa Jacqueline, la dueña Josette y su hija Leonore quienes, junto con el lacayo, la prepararon para la boda. Esa noche los salones del palacio real brillaron como nunca. Una vez reunida toda la corte, las puertas del gran salón se cerraron. Aline vestía un breve y apretado corsé de seda color perla que dejaba a la vista sus hermosos senos apenas cubiertos por un brevísimo corpiño de suave tul. La falda, con profundos cortes, era del mismo material y traslucía sus largas y sensuales piernas y de vez en cuando mostraba además las nalgas y el pubis, todo completamente depilado. Llevaba también unos mitones de encaje, medias y liguero de seda, altos zapatos de tacón de aguja, un velo sujeto a una tiara de perlas y diamantes, un collar de perlas, muy largo, que daba numerosas vueltas en torno a su fino cuello, y un hermoso ramo de orquídeas blancas. El duque entregó la mano de su hija a su futuro yerno y la ceremonia dio comienzo. Alexis vestía una túnica de brocado con el cuello alto de un tono rojo intenso. Las de los demás hombres también eran de colores vivos, lo mismo que los apretados corsés y las faldas de tul que dejaban a la vista todos los encantos de las mujeres.

Concluida la breve ceremonia, Alexis dio la señal y Jacqueline, Josette y Leonore despojaron a Aline del velo, el corpiño, la falda y la tiara. Su hermoso cuerpo, cubierto sólo por el corsé que apretaba su fino talle y por las medias y el liguero, quedó a la vista de todos. Entonces Alexis se quitó la túnica y lo mismo hicieron todos los presentes. Debajo no llevaban nada, y era evidente que todos tenían muchas ganas de follar. Aline fue colocada en cuatro patas con el culo en pompa sobre un estrado. Su padre el duque retiró los anillos con los que Adrien de Valcour había sellado la entrada de su coño. Luego, lamió la raja de su hija, quien en ese momento chupaba la verga de Alexis. Una vez los novios estuvieron listos, los suegros colocaron la verga del príncipe contra la raja de la joven y éste empujó. Entrar en ella fue fácil. Aunque lo hizo despacio y con cuidado, Alexis sintió claramente cuando el suave tejido cedió a la presión y se rompió. Aline se quejó audiblemente, y fue como si a él le hubieran dado la señal para comenzar a follarla con verdadero frenesí. La tomó por las caderas y la penetró sin piedad, una y otra vez, como si quisiera meterse todo en ella. Aline lloraba sin pudor y gritaba como una cerda, pero de nada le valió. Enfrente de toda la corte, Alexis la desfloró de un modo brutal. Estuvo cabalgándola durante largo rato, hasta que al fin se corrió. Agotado, se desplomó sobre el cuerpo sudoroso de la novia. Pero para ella el tormento estaba lejos de haber concluido. Una vez que la verga flácida del príncipe la hubo dejado, la duquesa se acercó y puso un paño blanco contra la raja de su hija. Luego lo alzó y toda la corte vio el paño empapado de sangre. Ante la prueba incontestable de la virginidad de la joven, la multitud rugió en forma salvaje. Aline cerró los ojos, humillada, pero no tuvo tiempo de pensar, porque mientras su madre presentaba la prueba, su padre había metido su verga entre los labios de la joven y la había obligado a empalmársela por completo.

Una vez listo, se colocó detrás de la novia y la empaló a fondo al primer envite. Aline gritó ante aquel ataque abusivo, pero de nada le valió. El duque le dio por el coño durante largo rato, hasta que se dio cuenta de que el rey, que también había metido la verga en la boca de la joven, la tenía completamente empalmada y esperaba impaciente para poseer a su nuera. Esta visión tuvo la virtud de hacer que el duque se corriera, dejando el coño de su hija aún más empapado que antes. Tan pronto la soltó su padre, Aline sintió el grueso garrote del rey abriéndose paso por su lastimada raja. La multitud rugió, cada vez que un nuevo macho la montaba, y la humillación de la joven duquesa iba en aumento. Creyó que no podía sentirse aún peor, pero en ese momento miró hacia el frente y vio cómo Alexis arrancaba la falda de la duquesa Jacqueline, quien se prestaba alegremente a ser poseída por su yerno. Y el duque recibía en ese momento una lamida por parte de la reina Catherine, su suegra, dispuesta, por lo visto, a gozar de los favores del muy libidinoso Alphonse de Argens. Entre tanto, los cortesanos se habían quitado la ropa y empezaban a calentarse unos a otros. No se hacía ilusiones. Sabía que la cosa iba para largo, y que ningún macho descansaría hasta depositar su semilla en su coño recién desvirgado. La consigna era preñarla, y a ese fin todos estaban dispuestos a contribuir con decisión.

Asqueada, la nueva princesa sintió cómo el rey eyaculaba en su interior y la soltaba de inmediato. Había echado el ojo a la joven Leonore, de quien sabía que apenas una semana antes había sido desflorada por el príncipe de Valcour. El monarca deseaba gozarla. Aline pensó de pronto en Adrien y lo vio a un extremo de la sala. El guapo joven era felado en ese instante por Vivienne. El príncipe tenía los ojos fijos en la recién casada y en su fisonomía se dibujaba una desolación sincera. Ella cerró los ojos y cuando un nuevo cortesano la penetró, comenzó a moverse de modo automático. No le interesaba saber quién la estaba empalando esta vez; le daba igual. Sólo cuando el desconocido se retiró de su coño y la penetró por el culo, alzó la vista y descubrió a Alexis, quien se había recobrado pronto, gracias a las felaciones de su suegra, y se aprestaba a continuar gozándola. "Voy a preñarte", musitó al oído de la joven. Aline sintió de inmediato cómo la verga de su marido se abría paso por su vagina y la llenaba de aquel líquido cálido que ya la había inundado una vez. Pero cumplido su cometido, el semental se retiró y la dejó disponible para quien quisiera montarla. Adrien vio su oportunidad y la aprovechó. Aunque se preparó mentalmente para el encontronazo, Aline se sintió invadida por aquella fuerza liberada que la llenó por completo. Adrien estuvo largo rato follándola hasta que no pudo más y se derramó dentro de ella. Y luego a Aline se le nubló todo, porque ya no le importó quién metía su verga dentro de su cuerpo. Despertó varias horas después, con el cuerpo adolorido y el coño y el culo en carne viva. Nox la examinaba. "¿Se recuperará?", preguntó el príncipe. "Sí", respondió, "pero es preciso darle algún descanso…". "Lo sé", respondió, "la han follado todos. Es increíble. No pensé que pudiera resistirlo". "Es fuerte", repitió el lacayo. "¿Crees que ya esté preñada?", preguntó Alexis. Al oír esto, Aline se estremeció. "No lo sé… es muy pronto para saberlo. Tal vez en una semana…". "Muy bien… pero entre tanto, chúpamela…". "Mi señor, está muy lastimada…", protestó Nox. "Precisamente. La penetraré sólo para eyacular en ella…", respondió Alexis. Aline volvió a sumirse en una piadosa inconciencia. Cuando despertó, una semana más tarde, el esclavo mulato le dio la grata noticia: estaba preñada. Aline se echó a llorar. De pronto se sintió como lo que era: apenas un cuerpo con tres agujeros que todos aquellos hombres usaban para derramar inconteniblemente sus deseos y su ansia de placer... (continuará)

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