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Negro y Blanco XX

en Dominación

Mierda. Dos ases, un tres y dos sietes. Y por su mirada preocupada no tenía nada de nada. Cambió las dos parejas y las siguientes cartas le hicieron suspirar, viendo que ella también cambiaba cuatro. Pero se le levantaron las cejas un micro-segundo. Algo tenía.

- Apagad de una vez, ya casi es medianoche.- Miró la espalda de Megan tras ella, tapada hasta la cintura. ¿Aún seguía enfurruñada?

- Hasta las doce no es oficial, pero si quieres nos vamos a la terraza.- Escuchó el suspiro y vio que negaba. No, estaba enfadada, pocas veces la había visto tan molesta como ahora. Seguramente por haber tomado la estúpida decisión de llegar al Nivel 3. Ella desde luego no pensaba hacerlo aún, y se giró viendo la sonrisilla que tenía. Había hecho trampas, fijo.- Venga Su, apuesta.- Adelantó todo el montón de cerezas que tenía al centro.- Guay, eres una valiente, ¿pero qué pasa si te quedas sin postre?- Empezó a mirar sus cartas preocupada. Joder, ya estamos.- Bueno, creo que me voy a arriesgar, seguramente vas de farol.

- No voy de farol.- Sonrió a su sincera respuesta con un mohín. Bien, mucho mejor así.

- Que nos conocemos, pillina.- Echó al montón las suyas, que ya no eran ni la mitad de las que Su tenía.- Hablas tú.- Seguía insegura a pesar de todo, así que puso la primera carta sobre la sábana y ella la siguió.

Pero al llegar a la tercera escuchó los ligeros toques en la puerta y puso todas las cartas bocarriba quitándole a Su las suyas para que se centrara y no perdiera los nervios. Al ver que había ganado sonrió, y sólo entonces se atrevió a alejarse e ir a abrir. Miró quién era y bajó la mirada a lo que traía.

- ¿Aún no dormís?- Negó sin perder de vista esa caja y a su gesto abrió la puerta.- Susan cielo, ¿duermes hoy conmigo y Jo?- ¿¡Qué!? No, ni de coña. Le hizo un gesto disimulado con la mano a la espalda y ella negó.- Oh, bueno. Otro día entonces.- Sonreía, el muy cabrón le sonreía.- Charlemos un poquito, cielo.- Cerró la puerta, no sin antes guiñarle un ojo a Susan y mirar a Megan fijamente. Ella se encargaría. En cuanto se dio la vuelta se quedó quieta, con la mirada baja.- Te veo tensa, princesa, ¿pasa algo?- Negó.- ¿Seguro que no quieres contarme nada?- Negó.- ¿Ni siquiera quién ha recogido el vaso?- Oh, mierda.

- Rosalie.- Y no era mentira. ¿Ya le había preguntado a ella o sólo era curiosidad?

-  Ya…y quien más.- Mierda, mierda, mierda…

-  Yo, señor.- Esperó mirando la caja, sus manos tamborilear en ella, sus pies.

-  Te libras por doce minutos, cielo.- Vio que le daba la caja y la cogió sin dudarlo.- Dale esto a mi niña y a dormir. Ahora.- Asintió dándose la… Aferró su cintura pegándose a ella, y se le aceleró la respiración pero se quedó quieta, muy quieta.- Eso no se va a repetir, ¿verdad?- Sintió su mano retirarle el pelo de la nuca mientras negaba.- Estoy casi seguro de que caerás antes de que termine la semana, cielo.- Le besó el cuello, mordiéndole el lóbulo sin fuerza. ¿A qué se refería, al Paso 6 o a no obedecer?- Lo estoy deseando, ¿y tú?- Asintió.- Oh, ¿lo dices en serio?- Volvió a asentir notando esa mano meterse por el borde del albornoz que aún llevaba, lentamente, acariciando su muslo, llegándole al centro y adelantando dos dedos. Cerró los ojos cuando presionó su clítoris y todo en ella se contrajo en un instante.- Sí, eso parece.- Sacó la mano, mostrándole el flujo transparente que sus dedos habían hallado.- A la cama princesa, vamos.- Le dio una palmadita en el culo y cuando respiró un par de veces profundamente para calmarse viendo que se iba sin mirar atrás volvió a entrar.

Y Megan estaba sentada enrollada en la sábana, tirándole una cereza a Su del montón mientras ella intentaba atraparlas al vuelo con la boca, riendo. Le acercó la caja sentándose en la cama, mirando sus cartas. Todavía no sabía a qué se había referido Krum pero se lo sacó de la mente al instante. Sonrió recogiendo las cerezas, volviendo a ponerlas en la mini-nevera que la cama tenía debajo. Terminó de recoger la baraja quitándose el albornoz, como Susi, y la cara de Megan sonriendo de oreja a oreja hizo que mirara la caja que Krum le había dado. Bombones.

 

Volvió a decir si a su pregunta salida de los altavoces en el cabecero de la cama. A su voz que desde algún punto del cuarto de baño, en el que estaban con la puerta cerrada, le había preguntado si seguía quieta en la posición que le había hecho mantener. Tampoco tenía otra, pues nada más llegar y sin decirle una palabra había desanudado su albornoz y le había hecho tumbarse en la cama boca arriba. Lo que no se esperaba era que usara el cinturón de felpa para atarle las manos a ese cabecero y se fuese sin más. Había pasado mucho rato escuchando a Lori canturrear, reír, sintiéndose totalmente desprotegida con el albornoz medio abierto y sola en ese cuarto donde se hacía eco cada palabra suya preguntándole cada poco tiempo si escuchaba, si seguía despierta. ¿Cuánto tiempo había pasado ahí ya? Se le estaba haciendo eterno, y cada vez le costaba más mantener los ojos abiertos. Estaba agotada, no quería saber más de ese día. ¡Sólo había tardado 3 minutos más, por Dios! Pero Eric no perdonaba una, eso ya lo empezaba a entender. Al igual que entendía que no iba a soltarla hasta que no le diera la real gana. No dejaba de escuchar a Lori de tanto en tanto reír, y a él diciéndole lo preciosa que estaba y si le gustaba el juego. ¡No quería seguir ahí mirando al techo, joder! Tironeó un poco como antes pero nada, y ese movimiento abrió un poco más el… Mierda, se iba a dar cuenta de que se había movido por eso. ¡Qué idiota!

- Oh nena, eso es genial. Sigue.- Frunció el ceño mirando ese mini-altavoz que no se distinguía apenas del resto del cabecero.- Oh…- Pero qué estaban…- Oh por Dios sigue, nena, sigue.- Abrió los ojos con pasmo. ¡Lo estaban haciendo! ¡¡Y ella lo estaba escuchando!!- Mmm…Ah.- Se le aceleró la respiración y el sueño se evaporó con ese ronco sonido hasta que escuchó el claro gemido de Lorena.- Me vuelves loco, cielo, no pares.- El sonido de su voz ronca le hizo apretar las piernas. Estaba…- ¡Oh nena!- Sintió el pálpito escuchándole jadear aprisa y a Lori gemir a ese mismo ritmo.- ¡Ya llego!

Se quedó paralizada con el grito de placer que escuchó, totalmente, pero su corazón iba a mil por hora. No sabía dónde meterse aunque no podía moverse de ahí, y después de unos segundos en silencio escuchó la risita de Lorena y un Shhh, seguro que de Eric. Pasó otro rato sin oír nada, mirando al techo, los altavoces, los alógenos encendidos dando una luz suave al cuarto blanco, sintiendo la suavidad de la sábana de seda en las pantorrillas. Cualquier cosa que la sacara de ese palpitar y el enfado incipiente de verse inmovilizada ahí. El albornoz le estaba dando un calor infernal por muy abierto que estuviera, sobre todo entre sus piernas. Si ahora salían de… Volvió a escuchar un gritito divertido de Lorena, y la risa de Eric la siguió. Lo que ya no pudo creer es que volviera a oírse los jadeos y gemidos de Lori, los de Eric y su voz. No podía creer que siguiera ahí, atada. Ya iba a ver de todas formas que no se había estado quieta, y si entraba ahora vería de pleno su…

- Oh nena, despacio. Sin prisa.- ¿Sin prisa? Me cago en… ¡Otra vez!- Sigue así.- Tiró de sus manos. No quería oírlo, quería soltarse. Moverse.- Ahora deprisa cielo, eso es.- El ligero gemido de Lori junto con su voz volvieron a hacerle perder los nervios, notando la entrepierna palpitar a sus voces sin poder pararlo. Sin poder quitarse de la mente la imagen.- Oh, por Dios, ya llego nena. ¿Lista?- ¡Gemía, volvía a gemir! ¡¡Se acabó!!

Dio la vuelta rodando como una croqueta, enganchando entre los muslos los bordes del albornoz, y volvió a dársela mirando hacia abajo viendo que había conseguido cerrarlo un poco para taparse. Pero ahora el problema era la parte de arriba, que se había abierto, y aunque no llegaba a destapar sus pechos se veía todo el canalillo hasta el ombligo. ¡Joder ya!

- ¿Sigues despierta nena?- Lo decía casi riendo. ¡Se…! ¡Será mamón!

- ¡Tú qué crees!- Ahora sí que se reía, a carcajada limpia. Apretó los dientes y tiró de ese maldito cinturón de felpa que la retenía.

Pero en el momento que escuchó la puerta del baño abrirse se quedó quieta, mirando cómo salía Lorena con el albornoz puesto y una sonrisa de oreja a oreja. Y tras ella Eric, completamente denudo. Dejó de mirar notando el corazón en la boca, mirando al techo mientras escuchaba sus pasos acercarse lentamente. Hasta que su cara apareció en su campo de visión y miró para otro lado.

- Oh, vaya. ¿Te hemos enfadado, nena?- Sintió que se sentaba, y vio a Lori a los pies de la cama mirarla preocupada. Ya no sonreía.- Contéstame.

- Sí.- Murmuró. El aviso de Megan resonó en su mente y volvió la mirada a esa chica de pelo rubio aún sonrojada que no se acercaba un solo paso a ella. No como Eric, que empezó a desanudar sus manos. Cuando terminó de desatarla y aun sin mirarle notó que masajeaba su muñeca izquierda.

- ¿Y por qué estás tan enfadada?- ¿¡Por qué!? ¡Era evidente! Se encogió de hombros, girándose de lado y haciendo que soltara su muñeca, dándole la espalda.- Oh, nena, vamos. ¿Es que no te ha gustado?- Negó con los ojos cerrados, intentando respirar con más calma a pesar de notar que la cama se movía tras ella.- ¿Estás segura, nena? Recuerda que no puedes mentir.- Sintió una caricia en el cuello y lo encogió por instinto. Pero la mano continuó ahí, y pasó a su hombro masajeándolo.- Mírame Lil.

Tiró de su hombro hacia atrás y la giró hasta ver su cara. Sólo miró un instante su gesto serio antes de bajar la… ¡Mierda! Volvió arriba y esta vez vio una sonrisa con la respiración acelerada. Una que le llegaba a esos ojos que la miraban con ternura.

- Dime por qué estás enfadada cielo, dime lo que quieres decirme.- ¿Todo? Tenía para largo.- Aquí, en este cuarto, puedes hablar con libertad si yo te lo pido.- Le acarició la cara pero frunció el ceño.- Y te lo estoy pidiendo. Vamos, dime qué te pasa.- Le besó la frente, despacio, y la atrajo hacia él abrazándola contra su cuerpo...

- ¡Que estás desnudo, joder, eso me pasa!- Intentó apartarle, calmar el pálpito y a la vez el enfado, pero no la dejó.- No me gusta, no me gusta nada que me ates y me dejes aquí. Ni la ficha, ni el diario, ni lo que creéis que me pasa.- Fue perdiendo fuerza cuanto más hablaba. Cuanto más se sinceraba.- No puedo más, no quiero saberlo.- Lo notó en cuanto le besó la sien, el dique se rompía.- Parad ya.

- Shhh…- Ese sonido fue como oír su propia fuga.- Lo sé nena, hoy ha sido un día largo.- ¿Largo? Se quedaba muy corto.- Y lo has hecho lo mejor que has podido, lo sé.- La separó de él un poco, secando sus lágrimas con las manos.- Pero tienes que ver el problema para poder afrontarlo. Cada parte tiene sus ventajas e inconvenientes, te lo dije.- Ese lejano momento volvió a su mente. Pero había sido esa misma tarde aunque le pareciese una locura.- Como también te dije que esa oscuridad que hay ahí, esa ira que escondes y que te ciega.- Le volvió a besar la cabeza.- La haría desaparecer. ¿Lo he hecho?- Asintió a eso lentamente mirando sus ojos a dos centímetros de ella, observándola atentamente.- Dime qué tengo que hacer.- ¿Que ella le...?- Cómo desaparece.- ¿Cómo? El pálpito le ganó terreno al enfado por momentos pensando en lo que acababa de escuchar.- Dímelo nena, cuándo desaparece la...- No lo pensó. Le besó cerrando los ojos. Así desaparecía, así el pálpito no tenía que luchar contra nada. Sólo existir.

Ni siquiera los abrió cuando su cuerpo se giró, aplastándola contra el colchón, pero sí cuando sus manos empezaron a recorrerla quitándole el albornoz. Lorena les observaba sentada a su lado con una sonrisa. Ella también estaba desnuda.

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