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N&B;: Diario, Verona G.(30)

en Erotismo y Amor

Promesas

30 de Julio de 2010, Aveyron (Francia)

¡Léelo en el blog! Capítulo 30

 


Suspiró profundamente el aire cálido de la sauna en silencio, escuchando la música de fondo. La voz que calmó sus pensamientos y en la que se centró por no pensar en nada más al lado de Tohfa hasta que no pudo aguantar más. Las constantes caricias lubricadas de aceite en la base de la espalda subiendo lentamente por su columna casi la terminaron de rendir después de haber pasado tanto tiempo sudando en la sauna, y por más que él estuviera en la otra camilla junto a ella también había otra persona aparte de Tohfa que no la dejaba estar tranquila y relajada como ella le decía cada poco tiempo, cada vez que se tensaba otra vez. Para nada le gustaba ver a Ouajida dándole un masaje a Oussam, pero cada vez que miraba en esa dirección sus ojos oscuros y esa mirada de demonio le sonreía y volvía a girar la cara bufando. A lo que él se reía a carcajadas roncas, volviendo a tensarla. Ya se lo había asegurado, que todas ellas, todas las que seguían en el piso de abajo, estaban siendo interrogadas una a una. Que no volvería a pasar algo así. Que Ally estaba bien protegida ahora mismo con Samira. Negó mentalmente. ¿Cómo va a estar bien? No podía dejar de pensar en lo que había escuchado en ese diario, en todos los pequeños detalles que ella misma había elegido a lo largo de su vida, cualquier camino que hubiera pensado tomar ella lo había visto. Todas sus debilidades y fortalezas, lo sabían todo. Desde el principio la conocían mejor de lo que ella misma podría haber imaginado. No, no quiso pensar en ello. No otra vez. Ni siquiera quería mirar el anillo que tenía en la mano, que ahora era de alguna forma muy distinto. La Élite iba a dar comienzo dentro de poco, en cualquier momento. Y Allegra estaría incluida. ¿Ya sabe lo que se juega? Seguro que no. No, no pensaba ir. Para nada iba a marcharse a esa casa medio en ruinas cerca de su antiguo pueblo. No entendía por qué tenían que hacerlo, por más que ella fuese a elegir cuando empezar, ni por qué tenían que salir de Aveyron. No quería.

- No voy.- Susurró por enésima vez en esos días que llevaban esperando mientras la franchute mejoraba.- Olvídate.

- Salid.- Les dijo a ellas en francés y ambas obedecieron de inmediato.- Mi amor, vamos, ya lo hemos hablado muchas veces.- Y qué, seguía sin cambiar nada. Notó su mano acariciarle la espalda, masajeando sus hombros. Su cuello.- ¿Sigues temiéndole, Vero?

- No es eso.- Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sus manos contornearon su cintura aceitosa en camino descendente.

- Mientes, vida mía. Lo sé.- Levantó su cadera, girando su cuerpo con rapidez, dejándola sin aliento mientras deslizaba la mano derecha por su vientre hacia arriba, parándose al llegar al punto exacto donde de estar el nudo, dolería. Se tapó el pecho desnudo mirando a otra parte.- Te he prometido tantas cosas, mi amor… No sé qué más decirte para calmar lo que piensas. Lo que provoca tu sufrimiento.- Que suspendía La Élite, que Ally no iba a ser una sumisa más. Y ella tampoco.- No me das opción, cariño. Tendré que demostrarte otra vez lo mucho que te gusta sentir placer en lugar de miedo y odio.

- Espera.- Sonrió chistando, inclinándose hasta besarle la boca del estómago.- Dijiste que esta noche no.- La mano que mantenía en su espalda le curvó la espalda sin que dejara de recorrer su desaparecido dolor a besos suaves.- Ganó mi equipo.- Puso la mano en su hombro intentando alejarle, insegura de los motivos. Los porqués.- Para.

- No tiene nada que ver con eso, mi reina. Hoy es diferente.- La levantó de la camilla y miró directamente hacia donde se dirigían mientras le besaba la sien una y otra vez. Al hammam.- Hoy no tiene nada que ver con premios, ni recompensas, ni tratos.- Deslizó la espalda por la cristalera, adentrándose en ese calor que ya burbujeaba por todas partes de la piscina en la que se fue metiendo paso a paso hasta sentarla en su regazo, acariciándole la cara, besándola muy despacio, mirándola con ternura.- Hoy quiero hacerte el amor, Verona.- Jadeó quedamente al beso que dio en su cuello, susurrando en su oído.- Una y otra vez, hasta que estemos tan unidos que ni el mismísimo infierno nos pueda separar.- Se movió, la puso de rodillas ante él, y antes de que pudiera negar le vio haciendo lo mismo, atónita.- Si tu eres mía, yo soy tuyo mi reina. Lo prometo.- Le miró fijamente, sin respirar, y sin saber el motivo la reacción de su cuerpo fue un incontenible sollozo.- Oh, por Alá…

La estrechó contra él con un abrazo que la levantó con ligereza del agua, besándola profundamente y con una desbordante pasión que le cerró los ojos frenando por completo cualquier duda o pensamiento. Hasta que se apartó ligeramente de ella y se dio cuenta de que le abrazaba, de que le rodeaba el cuello. Que sus manos estaban enredadas en su melena y su mirada atrapada en esa amplia sonrisa de labios gruesos, en sus ojos oscuros de pestañas largas que la miraban desde abajo cuando la puso en pie, quedándose él de rodillas, acariciando su cuerpo con la misma lentitud que las burbujas le rozaban la piel. Como los besos en su vientre mientras colaba un brazo entre sus piernas. Luego otro, sujetando su cuerpo en vilo cuando sus pies dejaron de tener un apoyo más que el que proveía él con sus manos, con sus hombros mientras se hundía a besos en su entrepierna. Y cada uno de ellos le entrecortó la respiración, con las manos aún paralizadas en su cabeza. Hasta que el primer contacto con su lengua le robó el aliento, cerró sus ojos y curvó su cuerpo con un gemido.

Ni siquiera fue consciente de en qué momento la había tumbado sobre el poyete lateral lleno de colchonetas, pues seguía entre sus piernas provocando el placer de una forma tan delirantemente lenta que hacía que su cuerpo se contorneara ligeramente al mismo ritmo que su boca se abría, dando paso a su respiración. A los continuos jadeos que la sumían aún más en los roces de su lengua, de sus labios. De sus dedos adentrándose en ella con lentitud acariciando el interior de su vientre en pequeños círculos que entraban y salían aumentando la sensación de todo, intensificando el placer de una forma agónica para todos sus sentidos. Cada vez más insostenible, más profundo, sintiendo la caricia en su pecho y el aumento del ritmo al que gimió, completamente tensada del puro gozo que extasió su cuerpo y mente varios segundos.

Abrió los ojos con la sensación colmando aún cada bocanada de aire que daba, observando desde la más intensa calma su mirada, notando la presión que su cuerpo desnudo hacía sobre el suyo, enlazando las manos con las suyas, besando su cuello, su mentón, introduciéndose en su boca con una lentitud de movimientos que paralizaban el tiempo. Cada caricia y roce era eterno y fugaz al mismo tiempo antes del siguiente. Y siempre había siguiente, de todas las maneras hacía de cada centímetro de su piel un anhelo constante de más. Más que recibía de sus labios, de sus manos, de su pecho contra el suyo, de sus brazos rodeando su cuerpo haciendo que flotara en el mar de burbujas que les rodeaba como sus continuos susurros al oído entre besos diciéndole lo mucho que valoraba cada momento que como ese en que no había nada más que ellos sobre el mundo. Sin pasado ni futuro, sin otra cosa que el maravilloso ahora en que podían olvidar cualquier atisbo de duda de lo que lo que significaban el uno para el otro. Sólo el deseo y la unión que les convertía en uno a cada ligero movimiento.

- Eres la pura dicha en mi vida, Verona.- Gimió con fuerza al sentirle tanto dentro de su cuerpo como de su mente. – Te amo.

La envolvía e invadía con la misma lentitud que la besaba, ahondando en su interior con su lengua, miembro y palabras, llegando con profundidad a hacerle perder todo control sobre sus sentidos, enfocándolos en un sólo camino de plenitud, placer y calma. En el hammam y fuera de él cuando la pasión les llevó a ambos por los pasillos, de pared a pared, cuerpo contra cuerpo y boca a boca. Abrió los ojos al mundo cuando notó un apoyo horizontal a su espalda, jadeando al ritmo que inició en su vientre embraveciendo el desinhibido placer, viendo la imagen de sus cuerpos enredados reflejados en el espejo que cubría la cama de su habitación. Su piel oscura envolviendo la suya, adentrado en sus entrañas con una frecuencia tan intensa ahora que no pudo mantenerlos abiertos por más tiempo. Todo se centraba en lo que sentía, en lo que producía sin fin con cada espasmo de su centro provocando las oleadas de puro placer que le arrebataron el aire de los pulmones e hicieron desaparecer la materia, la piel, el espacio y el tiempo. Él, sólo él permanecía, sólo ella, en una unión primaria por encima de los sentidos y las palabras, de la consciencia humana que les definía, ilimitando el fin de lo que sus cuerpos contenían, mezclándose como el aceite y el agua que les envolvían, arremolinados en un torbellino sin sentido que cuando encontraba la calma volvía a ser dos elementos definidos.

Agua, pensó por un momento recuperando el aliento y la consciencia del lugar, viendo su imagen reflejada, su cuerpo aceitoso de piel oscura por encima suya. He sido agua cada día, cada vez que he sido suya. Miró su ligera sonrisa tan falto de aliento como ella misma, sintiendo las continuas caricias y besos que volverían a tornar sus pensamientos en la nada colmada de placer. Aceite, objetó su subconsciente con su voz ronca en mente. Su mejor promesa. Mío.

No esperó un segundo llevada por el anhelo de más, cambiando las tornas de los elementos, mirando la sonrisa que le provocó el repentino cambio al que se aferró abrazándola, riendo, besándola. Negó con las manos enredadas en su pelo. El control era suyo, ahora ella estaba por encima, y en cuanto escuchó el primer sonido que salía de sus labios los besó frenando sus palabras, tan resbaladizas y suaves como sus labios. Si las escuchaba volvería a ser agua. Cállate. No digas nada. Mordió su labio en una advertencia silenciosa antes de empujarle con su cuerpo, recostándole de nuevo sobre el colchón sin que sus lenguas cesaran el roce al que bailaban, entrelazándose por un momento para volver a buscarse. Cogió las manos que permanecían en muslos iniciando el movimiento de su cintura contra la suya. El más ligero atisbo de que la intentara controlar y dejaba de moverse, de besarle. Reía cada vez que lo hacía, hasta que la rabia le pudo y le tapó la boca, sin dudar en coger con la mano ese manojo de nervios ya tenso y caliente mirándole directamente a los ojos, introduciéndolo en su cuerpo sin orden, sin quejas ni reproches. Porque ella quería más liberación y él se la daría.

La sensación era tan perturbadora que sus piernas temblaban a cada ligero movimiento, perdía el control cuanto más intensa la sentía en su interior. Su aliento agitado contra la palma de su mano la animaba a seguir tanto o más que su mirada oscura clavada en ella, mordiéndose el labio para llegar a concentrarse en continuar. Abrió los ojos cuando sintió un beso en su mano, negando, pero descubrió su sonrisa guiando su mano hacia su mejilla. Su respiración se colapsó con el ligero sollozo que frenó su cadera. Y él se incorporó de inmediato.

- Shhh…- La besó lentamente acogiendo su cabeza con ambas manos.- Lo sé, vida mía. Aún no quieres luchar otra vez. Lo sé.- Pellizcó su barbilla con los dientes, bajando las manos por su cuello, aposentando una de ellas en la parte baja de su espalda. Iniciando el movimiento de su cadera de nuevo mientras besaba cada espacio entre su cuello y su oreja.- Lo harás cuando estés preparada, mi amor. Te sientes débil.- Negó a su intento de girarse con ella, de volver a hacer de su cuerpo el torbellino de agua que se dejaba llevar aun así, observando su amplia sonrisa.- Lo dejaremos en tablas, Vero, que lo intentes es una muestra de fortaleza increíble por más que no quieras verlo ahora.- Siguió el ritmo que marcaba con su mano retomando el placer incluso cuando quitó esa guía de su cadera, haciéndole reír.- Acabarás por volverme loco de verdad, mi reina.

Jadeó cuando inclinó su cuerpo hacia atrás para llegar a alcanzar sus pechos con la boca, rozando con insistencia su clítoris delicadamente pero sin pausa. Ella misma aumentó el ritmo con el que ese extremo de su cuerpo iba vaciando su mente y colmando su cuerpo hasta que sin más aviso que el gemido que le sacó a él su vientre se tensó lenta, muy lentamente, chilló sin contenerse al atómico orgasmo que la encogió contra él, temblando aún cuando este desapareció tan despacio como había llegado. Notaba su respiración en la base del cuello entre besos, sus manos acariciando su espalda. No frenaba el movimiento aunque fuese tan leve, y no lo hizo hasta que sus labios volvieron a encontrarse cuando intentó separarle de ella.

- ¿Quieres seguir ganando?- Asintió sin más, sin pensarlo dos veces.- Qué reina estás hecha, por Alá.- Dijo a carcajadas, pero sacó su miembro de ella sosteniendo su cadera con ambas manos. Aguantando el puro temblor de sus piernas aferrada a él sin entender qué hacía.- Date la vuelta.- ¿Qué? No, negó.-Confía en mí, cariño. Vamos.

Ayudó a su cuerpo a hacerlo, notando cómo se introducía en ella otra vez hasta el final, apartándole el pelo de la espalda, colmando de besos su nuca y envolviéndola con su cuerpo, acariciando cada centímetro hasta su vientre. Haciendo círculos pequeños y suaves en el centro de todo su placer hasta provocar sus gemidos. Mantuvo el mismo ritmo que antes, lento, desquiciante, abarcando su pecho izquierdo con una mano y pellizcando su pezón a cada vuelta que su otra mano completaba el movimiento sobre su clítoris, inflamado y atento a esas caricias que hacían del roce continuo en el final de sus entrañas el inicio del remolino. Tomaba fuerza por momentos, giraba más rápido, se hundía y mezclaba con ella. Jadeó con fuerza a la sensación que ya llegaba de nuevo hasta que sintió su cuerpo caer hacia atrás, viéndose sobre él, rodeada, invadida a una velocidad a la que chilló viendo sus ojos fijos en ella, escuchando los gemidos roncos que le provocaba en su oreja.

- ¡Ah!- Centró su vista en esa unión móvil entre ellos sin aire.- ¡AH, AHM, AHA!- Se tensó por completo sobre su cuerpo, tan resbaladizo como el suyo. Con gemidos tan fuertes como los que escuchó a su lado hasta caer rendida con las últimas envestidas con las que giró su cuerpo, envolviéndola por completo.

- Me… me encanta.- Escuchó que murmuraba con los ojos cerrados, tomando aire con lentitud.- Otra vez.- Abrió los ojos con lentitud y apenas si pudo negar.- Ya lo creo que sí, mi amor. Quiero más. Quieres más.- Besó su espalda, mordisqueó su oreja.- Y ambos vamos a tener lo que queremos. Nos haremos fuertes juntos.

No frenó un solo instante. Llegaban al punto más álgido y volvían a bajar como en una montaña rusa. Ambos sudorosos y resbaladizos, ambos gimiendo y sintiendo el mutuo placer que se provocaban. Caía rendida al sueño y cuando volvía a despertar lo hacía jadeando, gimiendo de puro placer, viendo esa imagen absolutamente hipnotizante de su reflejo siendo amada. Una y otra vez, mezclados en ese remolino de sensaciones que hacía desaparecer el mundo.

¡¡ COMUNICADO IMPORTANTE PARA LOS SEGUIDORES DE N&B !!

La Élite ya tiene blog, de manera que los siguientes capítulos que suba a TR serán sólo los de contenido estrictamente sexual.

La trama de historia la prodréis encontrar en la página del blog junto a algunas ventajas más:

 

- Capitulos organizados por orden de lectura

 

- Editados y corregidos, por lo que se entienden mucho mejor.

Además llevan algunas sorpresas incluídas ya que el blog 

permite enlazar videos, imágenes, etc...

 

- Subiré antes al blog que a TR, sobre todo los que 

se tratan de continuar la historia del personaje.

 

- Habrá escenas extras y capítulos que no subiré a TR, 

además de otros detalles como fichas de personajes, etc.

 

- Podréis compartir cada capítulo favorito en los medios,

comentar y hacerme llegar vuestra opinión al correo.

 http://negroyblanco.megustaescribir.com/

sildhara@gmail.com

o encontrad la historia ilustrada en:

https://www.facebook.com/sildhara

 

¡A disfrutarlo, que es gratis!

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Los Relatos de la saga ''La Élite: Negro y Blanco'' y sus derivados creados por Sildhara se encuentran

bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es

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