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N&B;: Diario, Rosalie W. (11)

en Orgías

11 de Junio de 2010, Francia (Aveyron)

No le permitió moverse ni cuando avisaron de ese fuego, cuando varias personas corrieron saliendo de la sala junto a muchas de las chicas. Qué plasta… Miró a León de soslayo un instante. Estaba nervioso, y se levantó pero el profesor de Le Rosey que no se había apartado de su lado le detuvo, habló con él. Lauren le puso la copa por delante pero negó. Ya estaba atontada, no quería más. Y no sabía cómo encajar lo que acababa de soltarle esa chica a León delante de todos, ni que León la hubiera presentado así o lo del otro profe rubio que había ido por ella. Ni porqué ella tenía que estar ahí, en silencio, con ese pesado que no dejaba de tocarla.

- Bebe Rosi, esta noche te hará falta.- Se le erizó la piel cuando sintió su aliento en la nuca con olor a vino. Negó encogiéndose. ¡Joder que plasta!- Vaya, ya empiezas a entender que no eres la única con problemas, ¿eh?- Movió la copa ante ella riendo. Su problema tenía melena y un tatuaje de un sol en el ombligo. Por no hablar del otro, el demonio alemán que la había mandado ahí con él. Que la castigaba de esa manera.- Llévasela a León, creo que le vendrá bien verte ahora.- ¡Genial! Cogió la copa pero no lo tuvo tan claro cuando se levantó y tuvo que estabilizarse un segundo escuchándole reír. Mierda de…- Ve, encanto.- Vaya mareo.

Caminó con esa copa centrándose en el camino que llevaba hasta la tarima, empezando a escuchar la crispada conversación que tenían ambos hablando de ese profesor, de Verona, de esa tal Amanda que habían mencionado y que Lauren le había dicho que pretendía tener para él esa misma noche para que les hiciera compañía. Se quedaron en silencio ambos cuando estuvo a dos pasos de ellos y se detuvo.

- Gracias pajarito.- Le cogió la copa de la mano y le acarició la mejilla. Dio media vuelta para volver con Lauren pero la frenaron por el hombro.

- Espera, espera. Mírame.- Levantó la vista a ese profesor de Le Rosey y sus ojos claros que la observaron un instante, acercándose a olerla.- Maldita sea… ¡Lauren!- La soltó y fue directo hacia ese plasta que reía a carcajadas desde su asiento.- Se trata de ayudarla, no crearle nuevos vicios joder.

- Rosi, ¿estás bien?- León le levantó la barbilla dándole la vuelta. Asintió a pesar del mareo, pero…

- No lo entiendo.- Miró ese anillo en la mano que sostenía la copa.- Porqué ella si no te quiere, es una borde.- León sonrió a su sinceridad.

- Me necesita, pajarito. Como tú a Seúl.- Negó chasqueando la lengua, como hacía él.

- Yo no le necesito, él me necesita a mí. Se ríe conmigo, le hace gracia que no me dé miedo por ser un pirado y un friki.- Sus carcajadas la hicieron sonreír, no supo ni porqué. Era contagioso.

- ¡Krum!- Le cogió la mano y tiró de ella.- Deja a Lauren tranquilo, acaba de descubrir un delicioso detalle en nuestra Rosi que se nos había pasado por alto.- A punto estuvo de perder pie cuando frenó y se tuvo que aferrar a su brazo.

- ¿Estás bien cielo? ¿Estás mareada?- Asintió a ese profesor que le quitaba el pelo de la cara.- León…

- No seas aguafiestas Krum y toma nota. No a todos nos vuelve agresivos el vino.- León se sentó con ella tan rápido que se tuvo que reír. Joder, estaba borracha. Mucho.- Ve a ver qué hace ese demonio con mi reina y si el fuego está controlado. Largo.- Se apoyó en su pecho viendo a ese profesor irse cabreadísimo.

- Qué borde.- Murmuró para sí misma.

- Shhh…- León la abrazó y suspiró cerrando los ojos.- Silencio Rosi, acuérdate de las normas.

- Si me tengo que acordar de todas reviento, señor.- Dijo riendo.- Además cada uno tiene las suyas, es un lío.- Miró a ese hombre frente a ella que se tapaba la sonrisa con una mano, riendo.- Vaya pelos…- León no fue el único en reírse, y miró a esa mujer de labios rojos y dos más que la observaban.

- Pajarito, es tu nuevo Amo. Ten cuidado con lo que dices.- Le advirtió León en un susurro al oído.

- Es que me cae mal.- Le susurró lo más bajito que pudo y se rió a carcajadas. Como ella.

- Creo que deberíamos dejarlas hablar más a menudo, se lo diré a Krum.- A ese que se había ido cabreado. León le besó la mejilla acariciándole las piernas.- Lauren, muéstrale lo mucho que nos gusta la sinceridad en nuestras sumisas.- Frunció el ceño cuando el melenas la miró fijamente y se acercó mientras León le acariciaba los pechos, besándole la sien. Negó.

- León por favor, él no me gusta nada.- Sus manos dejaron de tocarla.

- ¿Y quién te gusta pajarito?- No tuvo que pensarlo dos veces, la señaló.- ¿Ruth?- Preguntó incrédulo a carcajadas y asintió mirando el asombro en la cara del melenas.

- Es muy mona.- Le dijo con sarcasmo a ese hombre.- Y educada, no como otros.

- Sh sh sh…- Aunque le estuviera mandando callar se reía.- Ya veo. ¿Hay alguna norma que Seúl te haya puesto para mujeres?- Frunció el ceño y sólo pensó en una. Meredit.

- Que no las viole con consoladores en cuartos oscuros, supongo.- Las carcajadas de León mientras la abrazaba contra él fueron coreadas por más de las que pudo contar. Estaba rodeada de gente.

- Esto va a ser memorable Rosi, cariño. Te voy a permitir una noche de libertad absoluta. Esta noche.- ¿Libertad?- Quédate con Ruth por ahora, vamos.- Miró a la mujer que le sonreía y a Lauren, con cara de fastidio volviendo a sentarse. Intentó levantarse pero no pudo, así que gateó hasta ella hasta que la frenaron cogiéndola por la cintura y sintió un mordisco en la nalga al que rió, viendo a León sonreír tras ella hasta que volvió a tirar de ella sacándole un chillido.- Espera cielo, te olvidas mi premio.- Le dio la vuelta poniéndola de rodillas ante él y la besó.

Abrió los ojos con pasmo al avasalle de su lengua con la respiración acelerada. Y los cerró besándole de la mejor manera que sabía responder a un beso así, el primero de su vida que no le pareció frío y calculado, sino pasional. Placentero, como el roce que sintió en la entrepierna y la hizo jadear, con los pechos apresados por unas manos que los masajeaban, los excitaban. Tiraban de ella hacia atrás. Vio la sonrisa de León antes de ser presa de mil manos que la excitaron rozándole cada centímetro de piel, esos ojos azules sonrientes de labios rojos que la besaban de igual manera.

- Nenita, estás preciosa esta noche.- Y sin lencería ni perlas, fíjate. Sin él y sus manos frías, sus incoherencias y desplantes. Si la viera ahora…

Sonrió a su pensamiento hasta que la sensación que su cuerpo experimentó le robó el aliento y miró hacia abajo. El plasta estaba entre sus piernas, y el movimiento de su lengua en conjunción con sus manos penetrándola con rapidez hizo que se retorciera.

- Am…- Estiró el cuello, tensándose cuando sintió los ligeros mordiscos en sus pezones, mirando a Ruth a su lado. No era ella. No era él. Jadeó sin remedio. Ni esas manos tampoco las conocía, pero le apartaron el pelo del cuello y lo besaron, como cada parte de su piel mientras esos dedos no dejaban de moverse lentamente dentro de ella hasta dar con el punto exacto.- Ah mmm… ¡Ah!- Apenas pudo decir nada más a ese vibrante placer que le curvó la espalda sobre el suelo alfombrado intensificado por esas manos, bocas y sus jadeos.

Hasta que todo paró y abrió los ojos recuperando el aliento, notando la excitación ir menguando con rapidez. ¿¡Porqué mierda paraban!? Miró a Ruth y siguió su mirada y la de todos, ahora en silencio, hacia ese profesor de Le Rosey que traía a la chica rubia en brazos, desnuda y chorreando. Se la llevó directamente a León y la escuchó sollozar, viendo cómo la abrazaba, la besaba hablando con ella, con ese hombre.

- Lo ha hecho.- Murmuró Ruth a su lado.- Espero que le esté viendo, nenita. Acaba de superar una gran prueba.- Sonrió ampliamente y la besó un instante.- ¿Por dónde íbamos, Lauren?- Miró al plasta, que le guiñó besándole el muslo.

- Se corría, si mal no recuerdo.- Volvió a besarlo.- Y gemía como una cerda.- ¡Como si pudiera frenarlo, gilipollas! Joder. Cerró los ojos un momento. Qué mareo.

- Pues tendrás que esperar un poco más, nenita.- Le señaló a León, que se levantaba con esa chica en brazos haciéndoles una señal con la cabeza.- Vamos.- La ayudó a levantarse y la sostuvo contra ella sintiendo que las piernas no le respondían como debían y que todo le daba vueltas.

- Creo que…- No le dio tiempo a decirlo, ni a nada más que a dejar salir lo que le revolvía el estómago. Sólo fue consciente de lo que había hecho cuando escuchó las tremendas carcajadas a su alrededor. Acababa de vomitarle encima al melenas. A su nuevo Amo.

- Oh cielo. Eso ha sido espectacular.- Levantó la vista a ese profesor. Krum, que ahora la limpiaba con un pañuelo y reía a carcajadas.- ¿Te encuentras mejor, verdad que sí?- Miró el asco inscrito en la cara de Lauren, mirándose los pantalones.

- Ya lo creo, señor.- Empezaron a guiarla entre risas por los pasillos, derechos a una pequeña habitación desde la que se veía una sala redonda y acristalada.

Se sentó en las piernas de Ruth y bebió el agua que ese profesor le sirvió en una copa, viendo entrar en la sala a una chica que conocía. Que había visto antes en su casa, en Le Rosey. Que había amenazado por verla débil, pero ahora mismo estaba radiante vestida como todas ellas pero de blanco, con un top a juego y la melena rubia suelta hasta la cintura y unos aros de oro en las orejas. Parecía una princesa árabe.

- Joder, qué guapa.- Ruth y Krum rieron a su comentario. Miró la habitación donde estaba con otra chica más, esa que también había visto en su casa, en Le Rosey. Pero…-¿Qué hace ahí ella sola?

- Mostrarnos su mayor virtud, nenita. Aunque me temo que esta noche no habrá puja alguna.- ¿Puja? Frunció el ceño mirando los papeles ante ella. Contratos. ¿¡Para qué!?

- Por curiosidad, cielo.- Krum le giró la cara sonriéndole.- ¿Qué precio le pondrías a su felicidad y a su futuro si tú pudieras proporcionárselo?- Miró de nuevo a esa chica, que había iniciado un baile sensual y movía las caderas, rodeándose con el velo blanco, girando, contorsionándose al ritmo de la música entre esas paredes de color terroso.

- ¿100.000 euros?- Por decir algo. No podía apartar los ojos de ella ahora.

- ¿Y si te dijera que es virgen y pudieras estar esta misma noche con ella?- Se quedó mirándola atónita. Creía que… Se frotó los ojos aún algo confusa. Estaba convencida de que era una de las putas de su padre, de que… - Junta ambas e intenta ponerle precio a eso.- Ella. A ella la había comprado Seúl, por eso era suya y...- Supongo que ese precio sólo puede pagarlo quien realmente desee su felicidad.- Miró a ese hombre, sus ojos claros que estaban fijos en esa chica a la que todos miraban. Y no supo si por el alcohol, por el cansancio o por qué pero empezó a llorar al pensarlo.

- Oh nenita, vamos.- Ruth la abrazó contra ella, secándole las lágrimas y mirándola fijamente con lástima.- ¿Es por Seúl?- Asintió sollozando y ella sonrió abrazándola de nuevo.- Me parece que hoy Valeria tiene más de un motivo para sentirse orgullosa de sus demonios, pajaritos y princesas.

Cuando terminó el baile Ruth se levantó con ella, llevándola abrazada por los pasillos a una de las salas contiguas donde estaba Lauren con Vanesa, y no quiso ni mirarle ahora mismo la cara después de lo que le había hecho, de lo que su error con Seúl significaba. De donde estaba a pesar de todo, de lo que era ahora. Suya, pero él…

- Llama a Seúl, que coja el primer vuelo.- Miró la sonrisa de labios rojos de Ruth, que le secaba las lágrimas.- Su pequeña le necesita aquí ahora, ¿verdad?- Asintió incrédula de que eso fuese a suceder.

- Primero mis disculpas.- Ruth suspiró un instante y la avanzó con ella hasta que le tuvo a escaso medio metro. - ¿Y bien?- Mierda de macho alfa…

- No haberme emborrachado, señor.- Murmuró, y en cuanto lo hizo Ruth la soltó.

- Sigues bufando, encanto.- Se levantó de su asiento, acariciándole la mejilla.- ¿Te parece que sigamos ahora donde lo habíamos dejado para compensarme?- El gesto serio de Ruth a su lado junto a Krum y esa chica de pelo rizado no le dejaba escapatoria. Bajó la mirada siguiendo esa normativa de Seúl, separando las piernas y poniendo las manos tras la nuca. No era un sí, no era un no. Era una rendición.- Hmm, no te ha enseñado tan mal después de todo. Es un hombre con suerte, Rosi. El valor que demuestras en algunas ocasiones es digno de admiración.- Frunció el ceño ante el halago.- Nadie se enfrenta a Seúl y sale impune,  ni siquiera tú encanto, aunque dentro de lo que cabe tu castigo es un lujo que te aseguro vas a disfrutar.- Se agachó a besarla y para su sorpresa lo hizo con delicadeza, rozándole los labios, acariciándole el cuello.

- Ya es el momento.- Dijo Krum a su lado, levantándole la mirada de nuevo a esa habitación que se veía a través de la cristalera.

La chica seguía ahí de rodillas, en la posición de presentación, pero tras ella se estaba abriendo una puerta, y en el momento que sintió las primeras caricias en sus pechos y en la entrepiernas vio a ese hombre rubio, a Eric, el profesor de Le Rosey que ahora mostraba una sonrisa en la que se quedó anclada mientras el placer volvía a su cuerpo. Vio cómo la levantaba y abrazaba, cómo la besaba y ella sonreía. Jadeó sintiendo esos dedos horadar en su interior con lentitud y no pudo mantener la posición más tiempo cuando la auparon sobre esa barra, sentándola sobre la madera con la espalda pegada al cristal, viendo a Ruth mirarla desde su entrepierna sonriendo. A Lauren sentar de la misma manera a Vanesa a su lado y besarla, a Krum con esa chica de Le Rosey que… Gimió y jadeó en cuanto sintió el primer contacto con su lengua. Joder. Ni siquiera acababa de empezar y tuvo que morderse el labio cuando Lauren le alcanzó un pecho con la boca, viendo con la respiración acelerada por el placer que Ruth le proporcionaba la mamada que Vanesa le estaba haciendo a Lauren, con los pantalones por las rodillas. Escuchó los gemidos, a los que tuvo que hacer coro mirando a Janet y las lentas embestidas que Krum le daba. Curvó la espalda y se tensó aferrando el borde de la tabla con ambas manos. Pero Ruth frenó y la miró sin aliento sonreír.

- Tu turno, nene.- Le dio un beso a Lauren, que se acercó sin dudarlo a ella posicionándose entre sus piernas y comenzó a penetrarla con lentitud, levantándole la barbilla, besándola, tomando su pecho con las manos. Aun así notó la diferencia, y su excitación bajar a pesar de la suavidad de Lauren con ella. A pesar de tenerle dentro, moviéndose despacio hasta el fondo, su respiración se normalizó.

- Hmm… Vaya, mona pero dura, ¿eh? – Salió de ella y la bajó de la mesa poniéndola en pie, dándole la vuelta y subiéndola otra vez de rodillas. Le penetró de un golpe que le hizo chillar de la impresión, pegando las manos a ese cristal ante ella mientras volvía a salir.- Vane.- La chica de ojos verdes y pelo liso rubio con cara de ángel se coló por el espacio que quedaba entre ella y el cristal, besándola, aferrando sus pechos. Presionando los pezones excitados y girándolos entre sus dedos. Jadeó en su boca, haciendo lo mismo con los suyos, algo más pequeños, tocando su sexo y masturbándola hasta hacerla gemir a ella también.

Y otra embestida la tomó por sorpresa dejándola sin aliento, pero esta vez no hubo pausa alguna. Empezó un bombeo rápido y contundente asiendo su cintura con fuerza. Pero en el momento que Vanesa la echó hacia atrás para alcanzar su pecho izquierdo con la boca no pudo evitar gemir sin parar. A cada embestida, a cada tirón con los dientes de esa chica, a cada gemido que escuchaba a su lado de Janet, siendo penetrada por Krum a la misma velocidad mientras enterraba el rostro en la entrepierna de Ruth.

- Saluda a tu Amo, encanto.- Sintió un contacto frío en la oreja, pero las embestidas no cesaban, ni los mordiscos, ni los gemidos. Incluidos los suyos.

- ¡¡ROSI!!- Su voz terminó de colapsar su placer y chilló llegando a clímax.

- ¡¡¡¡SEÚL!!!!- Se dejó apoyó sin aliento en ese cristal, viendo a León al otro lado con su reina dormida en los brazos. Y aun a distancia escuchó también los gritos en alemán de Seúl, viendo a su espalda la sonrisa de Lauren y el guiño que le dedicó colgándole.

- Ya viene a por su pequeña.- Dijo a carcajadas cogiéndola en brazos, y se dejó llevar completamente rendida a esa silla quedándose acurrucada sobre él, viendo y escuchando cómo Krum continuaba penetrando a Ruth mientras Vanesa iba con la otra chica. Hasta que no pudo mantenerse despierta un segundo más sintiendo las caricias de Lauren en el pelo con lentitud, sintiendo el calor con el que la envolvía.

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