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N&B;: Freixas, el Amo.(5)

en Dominación

¿21 de Mayo? de 2010, Francia (Residencia de Krum Steller)

 

Llevaba semanas encerrado desde la muerte de Valeria, incapaz de controlar su oscuridad ni con los recursos de siempre. Las duchas frías, la pintura, ni siquiera cuando Krum le permitió salir de esa cama enjaulada que había exigido tener para luchar contra sí mismo de la mejor manera había podido evitar atacarle para liberarse. Para ir por ella, a por Amanda. La única que le quedaba en el mundo y la había hecho sufrir sin merecerlo. Lo escribió mientras Krum le observaba fijamente como siempre. Ya había acabado, le entregó el diario negro en silencio.

- Recuéstate.- Se le aceleró la respiración y obligó a su mente a evadirse de esos pensamientos mientras se tumbaba y escuchaba a Krum caminar en esa estancia oscura, únicamente alumbrada por el alógeno que tenía sobre él.

Puso las manos cruzadas sobre la cabeza como cada noche, si es que era de noche. No se lo planteó, eso no importaba nada. Sólo vencer a la oscuridad, al dolor que su mente tenía cada vez que… No. Krum le ató las muñecas, y al notar y escuchar las esposas metálicas frunció el ceño. Normalmente eran afelpadas, para que no le doliera si se movía. ¿Era su castigo?

- ¿Algo que decir?- Negó. Si él lo consideraba necesario, lo era. Más después de casi partirle un brazo hacía ya dos días, o tres. Da igual.- Mejor. Janet, adentro.- Abrió los ojos con pasmo y miró a la muchacha de piel clara y pelo rizado, oscuro. Tanto como sus ojos, que le miraban fijamente mientras avanzaba a gatas hacia él.

- Soy tuya esta noche. Ordéname, Amo.- No se lo pudo creer hasta que vio la sonrisa de Krum a su lado tras los barrotes de la puerta que cerraba. Se iba.

- ¡Krum!- Dio media vuelta y su figura volvió a aparecer desde la oscuridad.- No me jodas…- Se rió a su comentario volviendo a irse.

- Buenas noches Eric.- Habían ido paso a paso desde la más absoluta sumisión hasta ahora, hasta el nivel en el que le podían tocar. Pero esto no era el siguiente paso, para nada. Esto era una prueba de control extrema como castigo a su imprudencia.

Miró a Janet, su figura redondeada de pechos grandes, de pezones oscuros y anchos. Su entrepierna depilada y seguro ‘dispuesta’. ¿Virgen? No lo sabía, Krum se negaba a responder sus preguntas acerca del avance de las sumisas en el PRE, sobre Amanda. Pero su mirada oscura no se apartaba de su miembro erecto, cada vez más. Suspiró profundamente y durante mucho tiempo, intentando ignorar cualquier cosa que le dijese que ella seguía ahí. Que estaba a su disposición. Que era suya esa noche.

- Tócame.- Ordenó cuando esa imagen se cruzó en su mente. Y lo hizo, le puso la mano en la pierna.- Más arriba.- Ese último cuadro que había hecho de ella hacía varios días a carboncillo y que había surgido de su más oscuro pensamiento. ¡No!- Apártate.- Lo hizo. Y él respiró agitadamente hasta dejar la mente en blanco, como un lienzo sin pintar. Blanco. Blanco, blanco, blanco. Miró al foco directamente.- Tócame.- Su mano se posó sobre el mismo punto de su muslo.- Más.- Subió, y no apartó la vista del foco un solo instante. Del vacío lienzo que era su mente.- Más.- Casi llegaba a su ingle, y el escalofrío aumentó la tensión.- Déjala ahí.- Y hasta que no se hubo calmado no continuó.- Más.- Pero siguió por su cadera, no por su entrepierna.- Tócala.

- Lo siento Amo, no.- La taladró con la mirada pero ni le estaba mirando a él, miraba su erección. ¡Cabrón de mierda!

- ¡KRUM!- Maldito hijo de perra… Apretó los dientes con esa mano en su cadera mirando tan fijamente al foco tanto tiempo que cuando intentó ver a Janet le costó varios parpadeos.- ¿Eres Veterana?

- Sí, Amo.- Lomatolomatolomato. Apartó la mente de ese pensamiento radicalmente. Su leve sonrisa, sus ojos rasgados completamente derrotados, tristes. Su gesto tranquilo. Ya no sufre.

Ella no, León sí. No quiere saber nada de sus voluntades, de sus deseos. Se ha desentendido incluso de sus hijas sumido en el dolor. Te culpa a ti porque fuiste el último en verla viva, en oír su voz. Pero esa ya no era su voz. Recordó palabra por palabra esa nota digital, la parte que le había dirigido a él en exclusiva.

Pagar el dinero que debes no te dará una vida, te la arrebatará, la convertirá en algo sin importancia, sin un objetivo a largo plazo. Ese no es tu final. Está todo planeado. Tu lucha será dura, pero cuando venzas y encuentres el objetivo real que marqué y organicé desde el primer día hasta el último para ti, cuando seas completamente libre de tu propio dolor, entonces podrás decir que tu deuda conmigo está saldada. Este podrido mundo te necesita, Eric. A mí ya me ha liberado de mi deuda premiando mis aciertos con amor y haciéndome pagar cada uno de mis fallos con dolor. No cometas ninguno del que realmente te vayas a arrepentir tanto que no tenga solución alguna. Se paga demasiado caro, ya lo has visto, lo sabes mejor que ninguno de mis chicos. Deshazte de tu pena por mí sin resentimientos. Sé que voy a morir ahora, pero no me voy a ir sin darte una última orden, mi pequeño demonio.

Ámala, no la requieras. Hazla reír, no llorar. Ayúdala.

La repitió tantas veces en su mente que dejó de sentir a Janet, la cama, el espacio que ocupaba su cuerpo y que su conciencia abandonó atravesando la oscuridad, dejando el foco atrás mientras corría. Muchas chicas de miradas oscuras por completo, sin iris, todas excepto una. Sus rizos de sangre le ataban las manos, dañándole, y sus ojos azules le observaban tan fijamente que pudo ver la lágrima negra que cayó por su mejilla.

- Está muerta.- El eco repitió esa voz que no era la suya, haciéndole temblar en la oscuridad que le envolvía.- La has matado.- Susurró acercándose, cerniéndose sobre su cuerpo pequeño y dolorido. Arrinconado.- Tu culpa.- Ya casi llegaba a él, y su rostro se fue transformando al igual que el color de su pelo se fue tornando rubio. Pero sus ojos azules seguían fijos en él.- Tu culpa.- Lloró amargamente encogida en el suelo, mojada, temblando. Y sus manos le aferraron el cuello, le ahogaban.- ¡TU CULPA!

- ¡AHHHHHHHHHHG!- El dolor lo consumía, lo empujaba a la oscuridad más absoluta. Solo, completamente solo. Buscó la luz, cualquier atisbo que le permitiera salir de la negrura que lo encadenaba por las muñecas.

Hasta que el frío le hizo volver, empapándolo de pies a cabeza en esa cama-jaula, bajo el foco de luz, con Janet a su lado. Seguía con la mano sobre su cadera y Krum estaba en la puerta de la jaula con un cubo vacío, mirándole fijamente. Respiró profundo varias veces vaciando su mente, repitiéndose esas palabras. Las últimas.

- Ámala, no la requieras. Hazla reír, no llorar. Ayúdala.- Murmuró varias veces para sí mismo recuperando el aliento hasta que el dolor cesó de palpitarle en la cabeza, tras los ojos.- Ayúdala, ayúdala, ayúdala.- Un poco más lejos.- Lo siento.- Más.- No lo merecías.- ¡Más!- No es culpa tuya.- ¡¡MÁS!!- Ni mía.- Suspiró profundamente otra vez, tantas como fueron necesarias hasta sentir la más absoluta calma. Silenciosa.

- Cojonudo, Eric. Ya estás listo.- Escuchó tras él y le miró fijamente, desconfiado.

- No me desates.- No le hizo el menor caso, le quitó las esposas y él miró a Janet en la misma posición, arrodillada a su lado.- Maldita sea Krum, te la estás jugando.- Miró el foco, directamente al foco. Pero su nivel de calma le bajó la mirada a esa chiquilla de pelo rizado que se mantenía a la espera.- Vuelve con tu Amo, nena.- Más.- Ya no te necesito para calmarme.- Y la joven se levantó y salió de la jaula donde Krum la esperaba con una amplia sonrisa.

- ¿Ves que bien? Va, sal de ahí, hay que curarte y tenemos que salir ya.- ¿Salir? Negó en rotundo mirándose las muñecas. Se las había desollado a base de tirones.- León ha leído la nota al fin. Quiere vernos, es una orden. Andando Freixas.- Tomó aire y salió.

Mientras le curaba no dijo nada, ni cuando le dio un traje, incluso corbata. Pero cuando ya iban en uno de los coches de León y éste se detuvo en el aeropuerto no pudo más que mirar el avión delante del aparcaron. No podía callarse más tiempo. Si había salido podía preguntar.

- ¿Dónde vamos?- Krum le sonrió de oreja a oreja. Quítate esa sonrisa, no estoy de humor para tus tonterías después de lo de hoy. ¡Eran las 3 de la mañana, joder!

- ¿Leíste lo que le puso a León?- Se paralizó un instante, pero negó. Sólo lo último, y su risa irónica sacando un papel de su maletín, el cual Janet sostenía mientras caminaban, le frunció el ceño. No era motivo de risa, joder. Lo leyó punto por punto, y a cada uno estaba más confuso. Más atónito.

- ¿¡Su reina!?- Lo del PRE lo entendía, la chiquilla era su viva imagen, incluso lo de Le Rosey, la ayuda económica sabiendo la mierda en la que vivían. Pero eso no.

- Creo que llego a entenderlo.- Dijo entre carcajadas.- Digamos que es su forma de asegurarse con quién acaba su hija.- Leyó lo último otra vez.- Su venganza definitiva.

De ella sí conseguirás oír algún día lo que tanto buscaste en mí y no te he dicho nunca.

Te amo mi Rey.

- No se lo dijo, se lo escribió.- Comentó mientras subían ya las escalerillas quitándole el papel.- Orgullosa hasta la última palabra, pero con esto no creo que contara.- Y dándole una tablet.-Ni siquiera León se creeyó que siguieran luchando así, ha esta misma mañana al saberlo.

En cuando puso el vídeo dividido en cuatro con la misma imagen de la casa se quedó atento a esa melodía que resonaba, a esas dos chiquillas rubias al piano a la luz de una vela que tocaban una canción que no conocía. El resto de la casa estaba en la penumbra, sólo estaban ellas dos y la música. A la fecha. 23 de Mayo, no 21. Hasta que pararon cuando él ya estaba en el asiento, con el cinturón abrochado y el avión ya había despegado, empezando a hacer los primeros virajes.

- ¡Ya son las siete! ¡Corre!- Esa era la pequeña, Allegra.- ¿Vendrás mañana?- Acompañó a la otra chiquilla desconocida, seguramente una amiga, hasta la puerta. Y a pesar de no verlas pudo escucharlas.

- Nopo, diálisis otra vez.- ¿Diálisis con doce años? No podía tener más o era muy bajita.- Pero me llevo la guitarra, así se hace más corto y animo la sala.- Una risita.- Ven tú, allí hay piano y así se curan antes.

- No puedo, y tú deberías irte. Si te ve aquí se pondrá peor.- Un chirrido.

- Vale, vale. Calma nena.- Frunció el ceño.- Te veo en clase, ¿eh?- Un golpe de la puerta, seguro, pues escuchó los pasos y vio a la pequeña entrar en su habitación otra vez, yendo directa al piano.

Estuvo tocando hasta casi las siete y media que marcaba ese reloj de la grabación hasta que oyó un portazo. Uno que la chiquilla no pareció oír.

- ¿Ally?- Escuchó el crujir de sus pasos.-¡¡Allegra!!- La pequeña se encogió y su puerta se abrió. Ahí estaba, alta como su madre, delgada. Muy delgada y acareando una bolsa más grande que ella misma. Empapada. Ese era el ruido de fondo. Lluvia.

- Perdona Vero, estaba…

- Ya, estudiando música.- Dio media vuelta y ambas salieron del único punto de luz de la casa. Escuchó ruidos, una cremallera y más ruidos.- La música no va a pagarnos las facturas, mocosa.- Miró a Krum, que se había sentado a su lado.

- ¿Cómo has…?- León hacía un mes que les había dejado de ingresar dinero. ¡Un mes! La luz, no tenían. Miró esa habitación con una vela sobre el piano.

- ¿Cómo crees? No hay dinero pero tengo que llenarte la barriga de alguna manera.- Abrió los ojos con pasmo.- Toma, los que te gustan.- Escuchó un ruido como de un paquete de patatas.- ¿Necesitas ropa nueva? ¿Zapatos?- En ese silencio miró a Krum otra vez, pasmado.- Ni se te ocurra Ally, cómete los ganchitos y toca el piano de las narices. Yo me encargo del resto, ¿vale?- Por Dios… No era como Valeria. Para nada.

- El casero ha estado aquí.- Escuchó un suspiro y un ruido que conocía bien. Muy bien. El del dolor de Valeria.- No le he abierto, pero dice que pagamos esta semana o…- Oyó un golpe seco.

- Tendrá que echarnos con gas lacrimógeno Ally, venga. Estudia.- Y en dos segundos la pequeña fue empujada a su habitación con un paquete en la mano y su puerta se cerró.

Miró a la chiquilla con eso en la mano, y mientras lo abría y encendía otra vela escuchando ruidos por la casa de puertas, agua... Ella iba a oscuras, pero su hermana no. La cuidaba, la protegía. No permitía que le afectase, sin embargo el gesto de Krum poniendo la visión nocturna del vídeo le aclaró el último detalle. Ahí estaba, en la oscuridad, junto a una ventana poniéndose morada de… ¿Helado? Se tuvo que reír ante el recuerdo. La costumbre más excéntrica de Valeria y su frase más contundente en todos los sentidos.

Si llueve, comes helado.

Lo que venía a decir en su idioma particular que si hace frío, si hay oscuridad, si hay dolor, todo puede empeorar o mejorar, de ti depende hacer dulce la agonía. Pero con lo que la chiquilla se comió y bebió en menos de diez minutos sin apartarse de la ventana no tardó en ir al baño, poner una radio como ya había visto en el otro vídeo y vomitar. Estaba mal, pero no era como Val, ella se comía el problema y sufría el dolor sin que su hermana dejase de tocar. Suspiró profundamente parando el vídeo, mirando el papel que Krum repasaba. Necesitaban firmar esas condiciones, lo necesitaban ya. Pero no iba a aceptar por puro orgullo, de eso estaba más que convencido.

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