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Especial N&B; XXX: Juego (I)

en Dominación

Eric Freixas

Parecía bastante más relajada sabiendo que era Lorena la que iba a ocupar su lugar ahora, y aunque ya fuesen más de las doce debía darle un ligero margen. Lo había leído en su diario mientras esperaban a que llegase la pesadilla. Si no le recordaba quien la sacaba de ellas no volvería a confiar en él, y aun así desconfiaba. Todavía no creía lo que había leído, su contestación a las preguntas de Krum. No tenía experiencia sexual alguna o había mentido descaradamente. Aunque no solía mentir, era sincera. Le miraba con esos increíbles ojos rasgados de tanto en tanto, encogida en el agua y oculta por las burbujas a su lado mientras Lorena se posicionaba con los flotadores que había ido a buscar. Por Dios, no podía ser verdad. Al menos seguía obedeciendo y no decía nada. Mantenía la vista en su pequeña la mayoría del tiempo. Y estaba empezando a ver que las cosas no tomarían otro camino que ese. Se lo notaba en los gestos, en ese labio inferior que de tanto en tanto vibraba y soltaba una ligera bocanada de resignación. En sus cejitas bailonas y pensativas viendo a Lorena con ese flotador en la nuca para no mojarse el pelo mientras él bajaba la intensidad del jacuzzi. Sonrió de oreja a oreja viendo su parálisis cuando Lori se relajó completamente flotando sobre la superficie cerrando los ojos con un suspiro.

- Recuerda nena, nada de tocar.- La miró fijamente y ella asintió, haciendo que sus rizos escarlata sueltos dieran un ligero vaivén. - Y tú amor, quieta y calladita ¿eh?- Lorena se rió a su evidente ironía y le sacó la lengua. Mmm… Provocadora. Sabía que ahora debía controlarse y se aprovechaba de ello. Ya se lo haría pagar con creces llegado el momento.- Bien, este juego es fácil.- Se hizo con los platillos pasado el brazo por detrás de ella, rozándola un instante. Se encogió. Mierda, no se fiaba un solo momento por ahora. Le guiñó un ojo y le señaló las cerezas, viendo que le daba la espalda sin problemas cogiendo el cuenco de frutos.- Si Lorena se mueve, la castigamos.- Sus cejitas se juntaron con preocupación ante esa palabra.

Se dio prisa en coger el bote de crema, poniéndose el pincel en la boca. Y vio la misma reacción que esa mañana, que hacía un rato. Le encantaba. Rió quedamente a su suspiro nervioso. Bien, vamos bien. Empezó a colocar cada platillo ligeramente combado en puntos estratégicos del cuerpo de Lori, y recorrerlo con la mirada viendo su ligera risita al sentir el frío metal en sus pechos, en el ombligo… Lorena se mordió el labio ligeramente. Oh amor, si pudiera ahora mismo… Se rió para sí mismo y puso uno en su frente, en cada hombro, por el vientre, en el monte dorado de su entrepierna… Fuf. Bueno, ya tenían suficiente para empezar. Le hizo un gesto a la atónita Lilian que observaba cada movimiento sin perder detalle. Empezaba a destensarse, a relajarse mientras él situaba cerezas en cada platillo, asegurándose de que todas ellas fuesen dobles.

- Empezamos nena. Observa.- Sabía que lo haría aunque no se lo dijese, pero que se acostumbrara a asentir a sus órdenes era esencial.

Y lo hizo, sacándole su mejor sonrisa. Recuperaría el terreno esa misma noche. Sin que perdiera de vista esa actitud se puso de rodillas y le guiñó un ojo a esa carita sonrojada antes de inclinarse sobre el cuerpo de Lorena, cogiendo el rabito de las cerezas con los dientes, acercándolo a su boca. Y sin tocarla en ningún momento Lorena cogió una de las cerezas con los dientes, succionándola y guiñándole un ojo. Joder…  Rió con la otra cereza pendiente y vio la sonrisa de Lil cuando Lorena escupió el hueso al aire, y su carcajada cuando le dio a él en la frente. Por Dios… No lo dudó, le hizo un gesto para que se acercara con la cabeza y ella dejó de sonreír. Pero avanzaba. Y no se cubría. Bien, muy bien nena. Se puso al otro lado de la cabeza de Lorena frente a él, y le hizo un gesto con el dedo para que se acercara, inclinándose poco a poco hacia ella. Pareció entenderlo y esquivando su mirada un instante acabó por coger la cereza de su boca sin tocarle. Se quitó el rabillo de la boca viendo su rojez aumentar mientras llegaba al hueso.

- Apunta y dispara nena.- Pareció asombrada de su gesto abriendo los brazos, dándole vía libre a escupirle el hueso. Pero no se esperó la ligera sonrisa malévola que apareció en sus ojos antes que en sus labios. No lo dudó y le lanzó el proyectil directo a la frente. Joder, qué puntería. Lo de Lorena había sido suerte. Sonrió y su ligera risa le dio esperanza.- Te toca, Lil, y recuerda. Sin manos.

- Eso no lo has dicho antes.- Se encogió de hombros a su ligera queja sin dejar de sonreírle. Es lo que hay y punto, nena. La vio estudiar las opciones mirando los distintos cuencos en el cuerpo de Lorena y sus cejitas juntas se levantaron de repente. Se le había ocurrido algo.

Vio que se echaba… ¿hacia atrás? Se estaba aferrando al borde de la bañera de cara a ellos sin importarle exponer esos dulces pechos de pezones rojizos al aire, y antes de que dijese nada a lo que estaba haciendo vio que sacaba un pie del agua, lo llevaba directo a la tripa de Lori, y cogía las cerezas por el rabillo entre el dedo pulgar y el índice. La miró sin creerlo, concentrada en lo que hacía con la lengua fuera a un lateral de la boca. Pero en el momento que Lori vio ese pie aparecer ante ella con las cerezas dio un ligero chillido y se hundió sin remedio, riendo. Ya no pudo aguantar las carcajadas un segundo más mientras ayudaba a Lorena a salir del agua sin dejar de mirar ese pie con las cerezas aún colgando, su carita inocente sonreír mirando a Lorena, su mirada dirigirse a él sin dejar de sonreír. Su musa era una cajita de sorpresas hasta en los momentos más insospechados.

Fuf, la noche prometía, y ella se merecía el mejor de los juegos con lo que tenían ahora mismo, y le vendría de perlas para excitarla y hacerla entrar al trapo de una vez por todas. Lo del avión con Rosalie aún le tenía impresionado, y lo de esa mañana, la prueba de respuesta anal… Más después de leer su contestación a la experiencia sexual. Era imposible.

-Premios y Castigos-

 

Poniéndose una toalla alrededor de la cintura empezó a secar a Lori, deshaciendo su moño, el cual había acabado completamente empapado. Decía que ahora tocaba el castigo, pero no el que ella había creído en un principio. Terminó de recoger los platillos y cerezas que habían acabado en el fondo de la bañera como le había pedido. Ya eran más de las doce, fijo, y aun así seguían ahí jugando. Seguía sonriéndole cada vez que le miraba, y sin que tuviera que decirle nada cuando vio el albornoz en sus manos una vez quitado el tapón de la bañera salió y se dejó envolver, metiendo los brazos en las mangas, sintiendo sus brazos rodear su cintura para atar el cordón y estrechándola un instante contra él.

- Eres preciosa, mi musa, me vuelves loco.- Le susurró al oído dándole un beso en el cuello que le robó el aliento. Joder… El pálpito le aceleró la respiración.- Y ese piececito habilidoso ha conseguido impresionarme, cielo. Bien hecho.- Otro beso, y este se entretuvo en su oreja, dándole un ligero mordisco a su lóbulo.- Mmm… te comía.- ¡Por Dios!- Pero Lorena está impaciente.- Escuchó su risa y levantó la vista hacia Lori, con los brazos en jarras observándoles y un mohín de enfado. Señaló un armario sonriendo otra vez.- Oh, sí, mi musa se merece el mejor cuarto de la casa para jugar.- Es...Espera. ¿Había leído su diario?- No será propio pero estoy convencido de que te gustará.- Sí, lo había leído. La soltó y se adelantó hacia el armario que Lori había señalado cogiéndole la mano mientras Lorena cogía la bandeja de al lado de la bañera ya vacía con una amplia sonrisa de emoción. ¡Pero si la iba a castigar! No entendía nada.- Adelante nena, entra.- Y después de usar una pequeña llave en la cerradura la puso frente a la puerta de lo que evidentemente no era un armario como ella creía.

Giró el pomo dorado con forma de caracola y tiró despacio hacia ella, asomándose y viendo una inmensa sala completamente blanca. Todo. Techo, paredes, muebles, cojines enormes por todas partes, una cama con dosel, los pilares de mármol, las mesillas, las cintas que colgaban del techo por todas partes… Se internó en la luminosa sensación de seguridad que le daba esa habitación con la boca abierta y un pensamiento en mente.

- ¿Qué te parece nena, te gusta a dónde te lleva el armario?- Asintió sin remedio.

- Es Narnia.- Dijo riendo un instante, incrédula. Y la carcajada de ambos a su espalda  hizo que les mirara sonriente, viendo a Eric con esa toalla en la cintura mirarla con ternura y una amplia sonrisa fija en ella.

- Me encantan esa chispa y tus comentarios nena, no te los calles nunca si nos hacen reír así.- Le miró atónita. ¿En serio?

Eric se dio la vuelta cerrando la puerta y Lorena se dirigió envuelta en su albornoz a una especie de oquedad redondeada en el suelo, como una bañera, pero llena de cojines de plumas enormes. Tenía un olor dulzón, un ambiente limpio y fresco, y cuando tomó asiento en uno de esos cojines dentro de la oquedad relajó cada músculo por segundos, dejándose caer después de ese baño en el jacuzzi. ¡Era comodísimo! Y Lori también se acomodó cerca suya sin dejar de sonreír, con ese brillo de emoción en sus ojos grises.

- Ah, ah, no amor. No te vas a librar hoy.- Lorena rió encogiéndose contra ella, como intentando esconderse. Y Eric no dejó de reír, como ellas, mientras cogía a Lori entre sus brazos y la sacaba de la oquedad, llevándola a la cama directamente. ¿Ese era el castigo? Sintió el corazón en la boca.- Ven nena, trae la bandeja.- Salió de su parálisis y se centró en hacer lo que le pedía mirando los objetos de la bandeja.

El tarrito de crema y el pincel, los platillos que había recogido, el bol de fruta, las… Eric se hizo con las esposas afelpadas que Lori había cogido antes y les observó atónita. Lorena había colocado ya las manos juntas por encima de la cabeza y sonreía mientras él se las ponía, pasando la cadena por una argolla blanca que no se distinguía del resto de la pared. Miró la habitación con más detenimiento, y había argollas por todas partes, incluso algunas de las cintas terminaban en argollas como esa.

- Y ahora las reglas.- Se giró viendo la sonrisa de Eric fija en ella.- No podemos tocarla a no ser que nos lo suplique, y nunca usaremos las manos para ello, sino cambiamos el sitio.- Eric empezó a desatar el albornoz de Lorena y tragó despacio con la bandeja en las manos, viendo la lentitud con la que deshacía el nudo, destapando su cuerpo lentamente sin llegar a tocarla en ningún momento. Espera, ¿cómo que cambiar el sitio? Tragó despacio mirando a Lorena y el antifaz que Eric le ponía ahora. No la tocaría en absoluto, vaya.- Es parecido al juego de la bañera, nena, pero ahora si se mueve y tira la fruta del platillo empezaremos lo divertido.- Le dedicó uno de esos guiños y suspiró mirando los platillos que como antes iba poniendo en la cadera de Lorena, en su ombligo, entre sus dos pechos del piel clara, uno por encima de cada pequeño pezón rosado, otro en la barbilla y otro en la frente.- Bien, elige tú la fruta nena y colócala con cuidado.- Dio una ligera palmada en la cama para que se pusiera a su lado.

Dejó la bandeja sobre la cama con cuidado y se arrodilló al lado de Eric con el bol de fruta en las manos. Y se dio cuenta. Todo lo que había en ese bol era pequeño y redondo u ovalado. Uvas, cerezas, frambuesas, fisales, grosellas… Y todo lo suficientemente pequeño para ir colocándolo en cada platillo con sumo cuidado como fue haciendo, arremangándose el albornoz sin fijarse nada más que en no rozar a Lorena en ningún momento mientras conseguía que cada fruto se quedase en su sitio. Y a pesar de la suma quietud de Lorena algunos platillos tenían su propia inclinación y debía tener mucho cuidado hasta el último momento, hasta que los seis platillos de metal estuvieron listos.

- Bien, ahora…- Eric sonreía mostrándole lo que ella había escogido. La pluma. Y miró a Lorena tapándose la boca un instante. ¡Joder, iba a ser imposible que no se moviera! ¡Y no veía nada! Sólo estaba quieta, a la espera de las cosquillas que la harían fallar.

Podía pedir que la tocaran, se recordó. Y al hacerlo se dio cuenta de que de alguna manera su Mutismo Selectivo estaría obligado a desaparecer. Sonrió encontrándole sentido a algo del PRE por primera vez en el día, mirando a Eric acercarse a Lorena lentamente con la pluma en la boca. Su mirada profundamente azul y brillante enmarcada de dorado la atravesó mientras rozaba con la puma el cuerpo desnudo de Lorena. Madre de Dios, estaba mil veces más sexy que con el pincel. En el momento que Lorena no pudo aguantar más y se rió la uva que había en el platillo encima de su ombligo rodó por su vientre hacia la cama al igual que la frambuesa de su barbilla. Había fallado.

- Oh, oh…- Murmuró Eric quitándose la pluma de la boca.- Premio para nosotros.- Y cogió los frutos que se habían caído, poniéndose la uva en la boca. Acercándose a ella sin dejar de observarla con esa mirada, sabiendo que… Se acercó nerviosa y cogió la uva con los dientes intentando no rozarle, pero él la acercó por la cintura reventando la uva, sorbiendo su jugo junto a sus labios. Y se alejó masticando con una sonrisa, guiñándole a su parálisis.- Nosotros podemos tocarnos, nena.- Le observó con la respiración agitada y el pálpito enloquecido. Eso tampoco lo había dicho antes.-Nos falta un premio aún.- Le mostró la frambuesa con una sonrisa pícara.- ¿Lo quieres?

Le esquivó la mirada pero acabó por asentir. Claro que lo quería, lo sentía. Lo empezaba a necesitar desde lo más profundo de su vientre. Mierda, ya estamos. Eric se acercaba con la frambuesa en la boca, pero esta vez le acarició la cara, levantándole la barbilla, y empezó a besarle el cuello lentamente, llevando la frambuesa con la lengua desde ahí hasta sus labios, los cuales besó intensamente mientras introducía el fruto en su boca. Y apenas lo masticó mientras él se alejaba sonriente, cogiendo el botecito de crema y el pincel.

- Y ahora tu castigo mi amor.- Volvió a pisar la tierra en el momento que fue consciente de su presencia. ¡Lorena seguía ahí entre los dos! Quieta, con los ojos tapados mientras Eric embadurnaba el pincel y lo pasaba por sus labios, al igual que por su ombligo. Y en dos segundos vio que empezaba a respirar más deprisa, se tensaba. ¿Qué tenía esa crema?- Recuerda, si quieres que te aliviemos sólo dilo.- Le susurró volviendo a poner una uva en su ombligo y una frambuesa en el platillo de su barbilla como antes.- Dobla las rodillas amor, subimos el nivel.- Y ella lentamente lo hizo, abriendo sus piernas con las rodillas plegadas mientras Eric colocaba dos platillos más con cerezas sobre ellas haciendo equilibrio. ¡Joder!- Te toca cielo.

Le daba la pluma a ella, y se la puso en la boca acercándose muy despacio a la altura de su cuerpo, rozándole la cara con la barba plumosa, el cuello, y fue directa a su axila cuando vio las grosellas de su pecho caer al igual que la uva de su ombligo, una cereza de su rodilla y la frambuesa de su boca mientras reía, haciéndola sonreír a ella. ¡El Premio Gordo!

- Dámelos nena.- Miró a Eric a su espalda. Ni siquiera se había dado cuenta de ello concentrada en no tocar a Lorena, en hacerla reír. Cogió los frutos y se los puso en la mano con el corazón latiéndole ya en todas partes.- Ahora date la vuelta.- Su gesto con el dedo y su guiño la terminaron de convencer. Vio sus manos aparecer en su cintura, desanudando su albornoz pero no por completo.

Lo suficiente para que sacara los brazos, dejando el resto a modo de falda. Se aferró nerviosa al nudo hasta que sintió una caricia en la base de la espalda subir lentamente, y el escalofrío se expandió por su piel, notando su lengua subir uno de los frutos lentamente hasta su cuello. Y el jugo de la uva le recorrió la espalda cuando Eric la estalló, volviendo a recorrer desde abajo ese camino dulce que la uva había hecho sobre su piel. Jadeó levemente cuando al llegar arriba le dio un ligero mordisco en la oreja y sus manos le dieron la vuelta, acercándola a su pecho, besándola con los otros dos frutos rojos en la boca. Y se dejó llevar con los ojos cerrados a esa dulzura que le hacía vibrar todo el cuerpo, que la excitaba sobremanera y la apresaba contra sus labios, rodeando su cuerpo, acariciando su pecho firme y olvidándolo todo. No importaba nada más que él, que su lengua con sabor a frambuesa, cereza y grosella.

- Mmm…- Escuchó cuando se separaba de ella, sacándose el hueso de la cereza de la boca, viendo su mirada. Una que conocía bien, perfectamente.- Mi musa, no nos olvidemos del castigo.- ¡Joder otra vez había perdido el norte! Miró a Lorena, ahí quieta. Pero Eric no perdió nada, ni un segundo en volver a untar sus labios con el pincel, uno de sus pequeños pezones, su ombligo… Se quedó impactada al ver que daba la vuelta a la cama y se arrodillaba con una amplia sonrisa y el pincel en la boca apuntando a la entrepierna de Lori, llenándola de esa crema. Y empezó a tensarse mucho más que antes, incluso escuchó un leve gemido mientras Eric observaba con una sonrisa más amplia que nunca.- Vamos amor, dímelo.- Y no tardó en hacerlo.

- Por favor, Amo.- La palabra dicha por esa vocecita la devolvió a la realidad completamente. Pero su risa parecía sincera, y la miró a ella guiñándole un ojo. No, seguía siendo Eric. La parte que le gustaba, que le aceleraba el pulso con sólo mirarle.

- ¿Qué quieres cielo?- Había funcionado, había hablado pero Eric se quitó el pincel de la boca esperando la respuesta.

- Bésame por favor, Amo.- Ahí estaba otra vez su vocecita suplicante.

- Dónde amor.- Eric se inclinó un poco más hacia su sexo expuesto y sopló. Lorena no lo dudó un instante entre jadeos.

- ¡Todo!- Eric rió a carcajadas y ella se tuvo que tapar la boca. ¡Acababa de escucharla gritar! Funcionar desde luego funcionaba.

- Bien mi amor, muy bien.- Le guiñó un ojo.-De acuerdo nena, nos toca divertirnos otro poquito. Elijo yo primero.- Sin entender muy bien lo que iban a hacer ahora le vio dar la vuelta a la cama, poniéndose al otro lado de Lori aún quieta, inclinándose a besas su ombligo, lamiéndolo con lentitud.- Tu turno cielo.- ¿Ella? Dejó de mirar a Eric para mirar a esas zonas de Lori. La boca, el pezón o…- No la hagas esperar, lo ha hecho muy bien y a cada segundo es una agonía nena.- Y se inclinó eligiendo el pequeño pezón rosado y excitado, besándolo levemente.- Si no lo lames no dejará de sufrir.- Ni lo pensó. Quería hacerlo. Lo introdujo en su boca y pasó la lengua escuchando un leve gemido al que su pálpito respondió sin previo aviso. Se apartó impactada.- Bien, muy bien. Mi turno.- Y Eric se volvió a acercar a Lorena besándole los labios sólo un instante.- Ahora tú.- La miró fijamente, y de forma automática miró la entrepierna de Lorena sin aire. Pero… ¡Qué leches…! ¡Lo había hecho adrede!

- ¡Tramposo!- Eric comenzó a reír a su gesto con los brazos en jarras, encogiéndose de hombros.

- Vamos nena, aún sufre.- Lorena encogía el estómago de tanto en tanto, y empezó a rodear la cama sin pensar a donde iba, lo que iba a hacer, arrodillándose ante su entrepierna expuesta y acercándose. Ya lo has hecho antes, se repitió varias veces.

- ¡Por favor!- La suplica en la voz de Lorena la propulsó.

Cerró los ojos a esa visión rosada de carne envuelta en dorado, sacando la lengua y degustando una calidez salada mucho más atrayente que la que había probado antes y en la que se recreó recordando lo que él había hecho con ella, pasando su lengua de abajo arriba, dando una vuelta a ese punto de nervios hasta que escuchó un jadeo y se aferró a ese sabor, dándole una vuelta y otra al carnoso nudo sin dejar de oírla, de sentirla moverse contra su boca, acelerando el ritmo y endureciendo la lengua como hacía él, latigueando su placer.

- Ahh…- Escuchó y aceleró, moviéndose de lado a lado.- ¡Ah!-Sujetó contra ella ese centro de control que no dejaba de moverse y al que su cuerpo respondía solo con cada jadeo, cada gemido. Ella mandaba, provocaba y recibía, y lo hizo con todas sus ganas abriéndola a ella, con furia. Como él.- ¡AHA, AH, AHM!

- Oh Por Dios…-  Volvió a ser consciente abriendo los ojos, separándose de ella y viendo la incredulidad grabada en el rostro de Eric mientras Lorena recuperaba el aliento. Le esquivó la mirada tapándose la boca.- Eso ha sido espectacular pero…- ¡Trágame tierra!- Nena…-Al mirarle de reojo su amplísima sonrisa le señaló la mano con la que aún sujetaba la rodilla de Lorena. Perdió el aliento.

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