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N&B;: Freixas, el Amo.(2)

en Dominación

17 de Septiembre de 2009, Francia (Le Rosey)

 

Observó a todas esas chicas de con uniforme que se levantaban de sus asientos en el salón de actos, las miradas y cuchicheos que muchas de ellas dirigían hacia él. Tentaban al lobo, y era un rebaño inmenso. León era un hijo de puta. ¿Esperaba que se controlase ahí? Miró a su derecha, a Krum charlando con Seúl. Y a ese hombrecillo airado que a pesar de seguir en su puesto de dirección había perdido la batalla completamente. Se repitió las normas de Krum y las condiciones de Valeria en su mente mientras miraba a todos esos corderitos con falda roja.

Hasta que la vio acercarse a ella. Amanda, de pelo rubio y salvajemente rizado aun estando trenzado por la normativa de Krum. Ella entraba dentro de los parámetros que había impuesto Valeria. Huérfana, acogida por Le Rosey. Con eso bastaba, y sus largas piernas subieron los escalones al estrado cuando Krum la llamó. Mantenía la vista baja, con unos ojos oscuros de pestañas largas, almendrados. Siguió a la comitiva de ‘profesores’ por la puerta trasera en silencio, escuchando la conversación de Krum y Seúl. Tenía un cabreo monumental porque León le había impedido tener a la hija del director por ahora. No hasta que no cumpliera los requisitos del PRE que Valeria exigía. La había visto, y era incluso mejor de lo que Seúl pensaba. Orgullosa, narcisista, maleducada… Una auténtica consentida. Y una belleza, todo había que decirlo. Siguió subiendo pisos con la vista fija en esas piernas, en sus gestos tranquilos. Modelo, era de suponer por cómo caminaba. Por su cuerpo. Cuando vio a Krum guiñarle un ojo señalándole una habitación en la que la joven entró ni lo dudó. Llevaba varios días observando a todas ellas a distancia, pero ahora comprobaría de primera mano la decisión que había tomado León dándole la oportunidad de saldar su deuda de la mejor manera que sabía. El premio por agradarle con su obra y convertirse en Amo al fin. Una primeriza para él, con todo lo bueno y malo que conllevaba. En cuanto cerró la puerta cogiendo los papeles que Krum le daba se quedó observándola de arriba abajo sin perder detalle a sus movimientos. Pues se seguía moviendo.

- Quieta.- Vio el intento de girarse a mirarle anulado por su mente y sus hombros subir y bajar lentamente con un profundo suspiro. Le temía y ni siquiera había pasado cinco minutos a su lado.- ¿Te doy miedo nena?- Negó.- ¿No?

- No señor.- Bonita voz. Suave. Pero miente.

- Pues deberías.- Dio la vuelta a ese escultural cuerpo que a pesar de la edad casi le alcanzaba en altura. Y se encontró con sus ojos sólo un segundo antes de que bajase la mirada. Joder, esto lo había hecho Krum, fijo.- ¿Cuánto tiempo llevas de sumisa?- Le tembló el labio antes de contestar.

- No soy sumisa.- ¿¡Qué!?- Soy modelo, señor... Breixas.- Hijos de puta… Esta era su prueba definitiva. Acarició su barbilla para levantarle la mirada. Rebosaba miedo y ni sabía su nombre. Pero él sí, la había visto con el director dejándose sobar sin tapujos por encima de la ropa, y por lo que sabía le había hecho una mamada incluso.

- Y una zorrita traviesa que me pertenece a partir de ya.- Se le aceleró la respiración y le apartó la mirada de inmediato.- Mírame.- Miedo no, terror.- Ahora vas a empezar a obedecer cada orden que yo te dé, de inmediato. Empezaré por ver tus…habilidades al natural.- Le deslizó la mano por el cuello. Y la palpitación acelerada que sintió bajo su mano impulsó su instinto. Abrió la camisa blanca de un seco tirón sin perder de vista su gesto con los ojos cerrados.- ¡Mírame!- Negó dando un paso atrás, cubriéndose con los brazos. Y tuvo que reírse al ver que llevaba sujetador. Krum se lo iba a poner difícil, le encantaba darle motivos.- Oh nena, lo voy a disfrutar de verdad si no eres buena.

- Para ya.- La observó seriamente. Entendía español, lo básico para saber que eso era una orden. Volvió a mirarla de arriba abajo con fijación y su gesto de enfado se evaporó. Krum le había buscado a su tipo, un corderito desvalido con algo de coraje. Y desobediente. Tanto que vio su intento de abrocharse la camisa otra vez.

- ¡Túmbate!- Le señaló la cama al fondo de la habitación, y tuvo que aferrar su brazo y tirar de ella hacia allí para que se moviera.- Verás lo pronto que aprendes a obedecer a tu Amo.- La empujó sobre la cama y la muchacha chilló cuando vio que se le echaba encima, encogiéndose.- Empieza a desnudarte o no tendré piedad contigo.- Le susurró al oído, escuchando la agitada respiración que tenía. Debía controlarse o la violaría.

Se levantó y fue directo a por esa butaca baja, colocándola delante de la cama, cogiendo los papeles de Krum y sentándose sin perderla de vista. Se había incorporado, se movía lentamente sin mirarle, sacando los brazos de la camisa. Esperó hasta que empezó a quitarse el sujetador y echó un vistazo por encima a lo que Krum le había pasado. Su ficha. Y frunció el ceño en cuanto vio el apartado de enfermedades relevantes. ¿Qué cojones significaba Evasión de la Realidad? Miró sus prioridades como Amo directamente. Lógica de los sentimientos, aceptación. Fue hacia ella de inmediato, y en cuanto le vio acercarse se cubrió los pechos.

- De rodillas.- Y no tardó mucho en hacerlo, dejándole confuso. La posición era la adecuada, la misma que había visto en el video. Incluso dejó los brazos a los lados del cuerpo, descubriendo unos pechos redondeados, no muy grandes. Y excitados.- ¿Te has presentado alguna vez, Amanda?- Asintió, y la ligera aceleración de su respiración con la vista baja le dio la primera pista.- ¿Te gusta que te toquen?- Negó en rotundo.

Sin dudarlo metió la mano en su entrepierna quitando esa falda de un tirón. No llevaba ropa interior y estaba depilada, completamente. Cabrón de…y lubricada, mucho. Pero ahora volvía a cubrirse con los ojos cerrados. Se hizo con su trenza a la altura de la nuca y la acercó a su boca, explorándola, moviendo la mano que mantenía en su entrepierna, pellizcando su clítoris con fuerza. Y gimió en su boca.

- Si vuelves a mentirme te castigaré.- Le cogió el mentón y abrió su boca, metiéndole esos dedos que acababan de explorarla.- Te lo preguntaré una vez más, nena, sólo una.- Los retiró, viendo la parálisis de todo su cuerpo.- ¿Te gusta que te toquen?- Tardó, pero asintió levemente, sacándole la sonrisa.- A mi también.- La acercó a él por la nuca de un tirón, mordiéndole el lóbulo. Se encogió.- Ahora me vas a recompensar por ser tan buen Amo y no follarte hasta que chilles de dolor.- La separó de él y fue directo a esa butaca. Y sin que tuviera que decirle nada la joven se arrodilló ante él con la vista fija en lo que hacía.- Ya veo que no tienes problemas a la hora de tocar.

- No Amo.- La miró fijamente. Y volvió a hacerse con su barbilla para que le mirase, otra vez con la respiración acelerada. Su mirada la enervaba, y si se acercaba peor. Bien.

- Vas a posar para mí cada día, y cuando termines tu horario de clases vendrás aquí, esperarás desnuda de rodillas en mi cama.- No le apartaba la mirada, no temblaba ahora en absoluto.- Me recibirás como merezco.- Le susurró acercándose.- Si me gusta te premiaré como mereces, haciendo lo que tanto te gusta hasta que te corras.- La soltó y se recostó.- Si no me obedeces te castigaré. ¿Queda claro?- Asintió de inmediato.- Bien, pues empieza nena, y por tu bien no cometas errores. No perdonaré ni uno más.

- Sí Amo.- Llevó sus manos directas a la cremallera de sus pantalones sin apenas pestañear, y cuando la empezó a lamer desde la base hacia arriba sonrió.

- ¿Quién te ha enseñado?- Podía hacerse una idea. Una bastante clara.

- Sarah Cooper, Amo.- Una de las esposas de León. Seguramente estudiante en ese internado y el motivo de que ahora estuvieran ahí. Como ella, una simple pieza con la que acababan de iniciar la partida.

- Agradéceselo cuando la veas, nena, te acaba de salvar la vida.- Le hizo un gesto para que continuara y lo hizo sin tardanza. Le encantaba su voz, y que respondiera en español era un aliciente más para su excitación.- Eso es preciosa.- Se le aceleró la respiración. ¿Tampoco le gustaban los cumplidos? Bien.- Lo haces muy bien, cariño.- Volvió a tensarse un poco.- Eso es, sigue así mi pequeña. Me encanta.- Y esta vez lo dijo totalmente en serio.

Su ira desaparecía lentamente, pero tenía tantas ideas para su nueva pequeña que apenas tardó en correrse en su boca. Y ella se tragó hasta la última gota sin problemas. Había pasado la prueba como Amo, lo sabía. Pero no como un Amo cualquiera, eso también tenía que tenerlo en cuenta. Era una de las condiciones de Valeria. Ayudar a personas como ellos, como los que ella había ayudado con sus métodos y la financiación de León. Como ella, su primera sumisa, que ahora se afanaba en taparse mientras le recorría el cuerpo con las manos únicamente. Sacó las esposas de felpa que había traído consigo del bolsillo trasero del pantalón. Empezaba el juego. Y ahora él mandaba, era el Amo. Sonrió de oreja a oreja a ese escultural cuerpo esposado al cabecero de la cama. Ahora le pertenecía. Su pequeña tímida.

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