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N&B;: Freixas, el Amo.(11)

en Sexo Anal

12 de Junio de 2010, Francia (Aveyron)

 (Leer tras Diario, Verona G.(16))

 

Ya era el segundo día que no le permitía tener a Amanda. Al final la hija de Valeria estaba resultando ser bastante más fuerte de lo que en un principio parecía, y después de ver su reacción a los castigos de León, de escuchar sus palabras en esa sala… Miró a Krum a su lado con odio. Otra noche más sin Amanda por esa cría tozuda, por su decisión de no permitirle tenerla de una vez. Y aun así no le faltaba razón en lo que le había dicho a León. Tomó aire. No podía moverse de esa sala mientras estuviera dentro ahí en el suelo desnuda, dándoles la espalda a todos los que habían ido directamente a esa sala a observarla. Hasta que vio a Rosalie entrar tiritando, empapada. ¿¡Pero qué había hecho!?

- ¡¡ERIC!!- Escuchó su grito ronco y le vio llegar a la habitación que compartía con Krum, Ruth y Mark.- Castígala.- Se quedó mirándole fijamente hasta que dio media vuelta.

- León, no creo que…- Krum cerró la boca en cuanto le miró. Estaba enfadado por esas palabras, muchísimo. Pero la chiquilla tenía razón.

- Siempre te excedes, León, para bien y para mal. No es cualquiera de tus esposas.- Miró a Mark, el único con derecho para decirle algo así por lo visto. El primer alumno de Valeria. Pocas veces se dejaba ver en las reuniones, pero esta era especial.

Se quedaron mirando a ese hombre de pelo canoso y ojos verdes de carácter tranquilo que había llegado ese mismo día a conocer a la hija de Valeria mientras León tomaba asiento. Era de las pocas veces que le veía así de nervioso, de afectado por lo que esa chiquilla le había dicho. Desde luego así no iba a llegar a ninguna parte.

- Porqué ahora no funcionará.- Dijo secamente y ese hombre suspiró sonriente.

- Ella no es en absoluto como Valeria por más que tenga la misma afección.- Miró a esa chiquilla que ahora se había envuelto en la manta bajo el cristal donde estaban.- Val ni siquiera se habría arrodillado una primera vez esta noche, pero has ido demasiado lejos.- Señaló a la otra, a Rosalie, temblando y sollozando tras la almohada en otra punta de la habitación en silencio.

- No sabe nada. Absolutamente nada.- Murmuró Krum a su lado.- Si le dijeras…

- ¡Qué, qué tengo que decirle, maldita sea! ¡¡Acaba de…!!- Sí, se acababa de rendir, pero de una forma que hasta a él le había impactado.- No quiere ver lo que le puedo llegar a dar, sólo ve lo que le puedo quitar. Se centra en el dolor.

- Vive en el dolor, León, y acabarás perdiendo esa ventaja si empieza a considerarte más su enemigo que el motivo de su dicha.- Le contestó Mark casi sonriendo.- Además no te conoce. No confía en ti, ni en nadie. Ni siquiera en esa pobre chiquilla que has castigado injustamente. Lo único que sabe de ti es… qué. ¿Tu nombre? ¿Qué la acorralas? ¿Qué la amenazas?- El más sumo silencio le siguió y León ni siquiera levantó la vista del suelo.- En una semana has cambiado su vida obligatoriamente y no ha podido siquiera expresarse. Eso no es querer, León, eso es subyugar.- Miró la habitación cuando vio el movimiento por el rabillo del ojo.- Eso lo conoce seguro si Valeria la crió. De ti no necesita un Amo, sino un compañero.-Rosalie estaba a su lado, y le tiró el almohadón encima haciéndole gestos, tiritando de frío.- ¿Quieres que te ame, que te respete como compañero?- Apagó la luz en cuanto vio que se metía bajo la manta para que pudieran descansar y dejaran de verlas.- Pues ámala, no la requieras.- Volvió a mirar a ese hombre con el que no había cruzado apenas palabra. Eran las palabras de Valeria.- Respeta que ahora te odie, tiene motivos suficientes. Dale una meta más que poder salir de ahí y obedecerte en todo. Ahora mismo ni yo querría ser...

- ¿Te duele?- Todos se giraron al escuchar su voz. Encendió la cámara infrarroja y miró la pantalla. Rosalie estaba helada, llorando encogida. Y ella…

- Ella tiene alma León. Si te alimentas de ella en vez de fortalecerla, la matarás. No es Valeria, ni Hafsa. Ni una esposa más. Es Verona, tu reina. Castígala justamente, no por no quererte.- No dijo una sola palabra, nadie. Ni dentro ni fuera de esa habitación.

León simplemente se marchó, como el resto. Y se quedó mirando a ambas por la cámara infrarroja durante horas sin que apenas pegasen ojo, como él. Sólo cuando vio que Verona temblaba en sueños dejó de mirar. Rosalie seguía despierta, y aunque se había calmado y entrado en calor por lo que le mostraba esa pantalla no se dormía. Se levantó y dejó grabando la estancia por si acaso sucedía algo más, pero lo dudaba. No habían hablado entre ellas en todo el día. Subió a la segunda planta, a la habitación que le habían reservado. Nada más entrar en esa oscuridad supo que no estaba solo. Encendió la luz de la mesilla y vio a Amanda dormida en su cama.

- Nena.- Le acarició la cara y abrió los ojos con lentitud.- Qué haces aquí. No deberías…

- León me ha permitido dormir contigo, señor.- Tomó aire ante sus palabras. Dormir. Señor. Aún no le iba a permitir tenerla, le seguía poniendo a prueba- ¿Deseas que me vaya?- Negó. Apenas había dormido en esos días y pronto tendría que volver a Le Rosey. Necesitaba descansar sin pesadillas, sin sufrir. Pero también necesitaba liberarse antes. Castigar a Verona era demasiado duro, ver su vivo dolor. Tenía que haber otra forma que funcionase para ella, ese hombre estaba en lo cierto. Así no.

- Desnúdame.- Obedeció de inmediato poniéndose de rodillas sobre el colchón, saliendo de entre las mantas. Era tan hermosa…- ¿Me deseas, nena?- Asintió sonriente y acarició su mejilla, apartó el pelo rizado de su hombro mientras le desabrochaba la camisa. Rozó su pecho con los nudillos. Tan suave…- Eres preciosa, Amanda.

- Gracias, señor.- Terminó de quitarse la camisa mientras ella le desabrochaba el pantalón.

La besó despacio acariciando su cuello, su espalda curvada hasta las nalgas. No pudo resistirse a empujarla colocándose sobre ella, observando su respiración acelerada a escasa distancia, sujetando sus manos sobre el colchón. Si ahora pudiera tenerla… Acarició su cuello y en cuanto bajó la otra mano a su entrepierna saboreando uno de sus pezones gimió.

- Date la vuelta.- Lo hizo de inmediato.- Bien. De rodillas, curva la espalda.- Se incorporó e incluso separó las piernas.- Oh nena, me lo ponen realmente difícil.- Acarició sus nalgas y lo pensó un instante.- ¿Te gustaría ayudar a la reina de León, Amanda?

- Sí señor.- No podía quitarse esa imagen de la mente. Las dos chiquillas temblando bajo la manta. Una de frío, la otra…

- Sufre, mi pequeña. Le duele incluso dormida.- Lamió y mordisqueó la piel de sus nalgas, acariciando sus muslos. Hundió la cara en su sexo ya dispuesto para él saboreando su excitación.

- Como tú…- Jadeó. Se apartó de ella y aunque esperó no lo hizo. Dio un tirón hacia atrás de su cadera hasta que hizo contacto con su erección.- Señor.- Sonrió.

- No, no como yo.- Susurró inclinándose sobre su cuerpo cálido, alcanzando su cuello, incorporándola lentamente hasta dejarla de rodillas.- Y no te aconsejo que falles hoy, nena, estoy demasiado impaciente por tenerte.- Dijo a su oído, haciéndola jadear cuando volvió a tocar su sexo con la mano.- No me gustaría tener que castigarte, dudo que lo pudieras soportar.- Aunque lo pensó mejor mientras se rozaba una y otra vez contra ese canal entre sus nalgas.- ¿Quieres que te la meta por detrás nena? La última vez incluso lo disfrutaste.- Tardó en contestar, sobretodo porque la hizo gemir con el movimiento de su mano.

- Sí señor, me gustó.- Aumentó el ritmo de forma frenética hasta hacerla gemir, sintiendo en su otra mano aferrada a su cuello ese sonido. No paró hasta hacer que se corriera.- ¡AHH! ¡AH! ¡AHHH!- La empujó y no lo dudó cuando volvió a posicionarse de rodillas, sin aliento. Fue al cajón de la mesilla y cogió el lubricante de entre los productos y objetos que…

Se quedó mirando ese rosario, los Plugs anales. No, pero no para Amanda. Ella estaba siendo buena. Sonrió ante el recuerdo de Valeria del primer castigo de su vida y lo mucho que le había impactado. Siempre lo decía. Quizá era lo que necesitaba como castigo, no como lo haría Val. Si la primera vez había reaccionado de esa manera… Miró a Amanda, su preciosa inspiración.

- Pequeña, hoy lo harás tú misma.- Se tumbó sobre la cama.- Así veré cómo lo disfrutas.

- Sí señor.- Se montó a horcajadas encima suya y le tendió el lubricante.

- Dame un masaje primero nena, despacio.- Sus manos impregnadas en esa crema suave empezaron a masajearle todo el miembro. Su pequeña tenía un don para tocar, para modelar con delicadeza cada parte del cuerpo, sobretodo esa que ahora movía entre sus manos abarcándola entera. Moviéndose de arriba abajo sacándole el primer suspiro tranquilo en días.- Más.- No lo dudó. Le conocía bien. Empezó a lamerla desde la base.- Bien nena, eso es. Muy despacio.- Cerró los ojos centrándose en el placer.

La sensación lo transportó fuera de cualquier oscuridad que le reclamara ahora mismo, y sólo cuando vació su mente de cualquier otro pensamiento se sintió lo bastante excitado y preparado para dar un paso más sin un solo atisbo de esa necesidad por tomar el control, por poseerla de todas las formas. Le indicó con gestos que empezase y miró su rostro rodeado de rizos dorados, sus ojos oscuros y almendrados… Tomó esa cintura perfecta entre sus manos y ella misma dirigió su erección hacia la entrada a sus entrañas, la cual completamente destensada y lubricada fue aceptando el tamaño que la invadía con lentas embestidas. Unas que no manejaba él, sino ella. Despacio hasta que se acostumbró y empezó a mover la cintura que tenía sujeta sin fuerza en círculos lentos, de atrás a adelante.

- Oh mi pequeña, eso está muy, muy bien.- Miró su rostro de nuevo alcanzando uno de sus pechos redondeados de pezones excitados con la mano. Sus labios entreabiertos, los ligeros jadeos al ritmo que se movía sobre él.- Más nena.- Levantó la cadera levemente sacándole un gemido. Y volvió a hacerlo al poco tiempo cuando la velocidad le pareció insuficiente para su propia excitación.- Más.- Ver sus pechos botar de esa manera, sentirla así de excitada, escucharla… No pudo contenerse ni un segundo. Giró el cuerpo y atrapó sus nalgas con ambas manos penetrándola con brusquedad al ritmo al que necesitaba ir, viendo el cambio en su rostro y la tensión de su cuerpo rodearle.

- ¡AHAHAHAAAAHAHAHAAAAH!- No frenó ni con los gritos más claros que indicaban que ya no disfrutaba tanto. Estaba a punto de llegar pero no quería ver ese gesto de dolor en ella.

- Sh…Calla.- Le dio media vuelta atrapando sus brazos a la espalda con una mano, y cuando volvió a introducirse en ella cogió su melena rizada con la otra y empezó de nuevo a embestirla con fuerza. Con rapidez. Chillaba, no dejaba de hacerlo.- ¡CALLA!

Le tapó la boca y los gritos amortiguados junto a los sollozos que la estremecían terminaron por rendir su furia y su placer, moviéndose espasmódicamente hasta acabar. Se dejó caer a un lado completamente vacío de toda ira, con los ojos cerrados. Escuchando lo que su falta de control había provocado en ella la abrazó contra su cuerpo.

- Shhh… Cálmate nena, tranquila. ¿Tanto te ha dolido?- Asintió entre sus brazos y la estrechó aún más.- Shhh…Se te pasará, vamos. Duerme.- Dijo con un hilo de voz.

- Si… señor.- Fue lo último que escuchó antes de caer rendido, liberado. 

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