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N&B;: Diario, Rosalie W. (17)

en Confesiones

Secretos

- ¡¡¡¡ROSI!!!- Malek se frenó y ella se atrevió a mirar a la puerta. Echó a correr esquivando a ese demonio hasta que se abrazó a él. A León.- ¡Ésta es mi casa, Malek!- La alejó de él y corrió hacia Sarah y Amanda, mirando a esas dos mujeres que sujetaban entre las mujeres e invitados que iban llegando. Escuchó un ruido dentro de la habitación y vio a León entrar.- ¡No tienes derecho a imponer nada, menos a causar daños!- Sacó a Malek de un empujón y vio lo que tenía en la mano.

- Tu Amo querida.- Dijo sonriente tirándole la cámara a los pies. Maldito…

- Te pido que te vayas.- Y se giró para encarar a León con lo que aún llevaba en la otra mano. El cuchillo.

- Y yo pido una compensación a su falta.- Le mostró el arma a León.- Elige cómo, acabaré por saberlo tarde o temprano de todas formas.- La señaló a ella.

- Ya te has tomado tu venganza más que de sobra.- León apretó los puños yendo hacia ella, señalando a Sarah aún inconsciente.- ¡Ahora largo!- Vio esa mirada fija en la suya mientras avanzaba, pasando de largo a León, girándose con el cuchillo por delante. Reaccionó y con todo el impulso le dio de pleno con la fusta fina de doma en la cara, frenando su ataque, silenciando los gritos que ya avisaban a León.

- ¡¡HA DICHO LARGO, DEMONIO!!- Reculaba tapándose un ojo, mirándola fijamente con el otro. No dio un solo paso adelante que León lo interceptó con el puño y cayó hacia atrás. Samira gritó llegando sin aliento por el pasillo, ayudada por Yasira y Johari.

Empezaron a hablar a voces en árabe, a sacar a ese cabrón y sus dos sumisas de allí a empujones. Cuando la vio llegar aún estaba inmóvil junto a Sarah con ambas fustas en la mano, mirando de reojo esa cámara a su espalda cuando Ruth fue directa hacia ella y la cogió por los brazos preguntándole si estaba bien. Asintió viendo cómo se llevaban a Sarah, pero...

- No gracias a él.- Murmuró con la frase de ese hombre en mente cuando Ruth la abrazó contra ella. Quería tomar una copa mientras Seúl se planteaba sus preferencias. Hablar con ella.- Señora, ¿qué tenía que preguntarme ése…?- La llevó al interior de la habitación chistando, pasando por encima de la cámara a la que estuvo tentada de patear. Y hasta que no cerró la puerta girando el pestillo no le contestó.

- Las cartas de Valeria, nenita.- Centró su mirada en los ojos azules de Ruth.- Tú eres la única que las leyó todas y las envió. Las escribiste, ¿no es así?- Asintió dudosa.- Quiere saber a quién, dónde y qué. Y no es el único.- Fue a contestarle siguiendo el protocolo otra vez hasta que ella le hizo ese gesto con la mano. Podía tutearla, no era la primera vez que se lo permitía. Era la única que lo hacía.

- Pero le prometí no decir nada.- Aunque me acordara, no lo contaría.- Menos a él.

- Ya me imagino.- Se carcajeó besando la mano con la que había herido a ese desgraciado de Malek.- Bueno, a mí no me interesa qué planes tenía para nosotros.- Aseguró guiándola hacia la cama, quitándole las fustas de las manos y tirándolas a un lado.- Lo único que sé es que ahora te vas a acostar, preciosa mía. Por hoy has hecho más que suficiente.- Abrió la cama sonriente y se sentó en ella, palmeando el colchón. Miró atrás a donde debería estar esa cámara vigilando, a su reloj en la mesilla. Se quitó el colgante dejándolo en la mesilla junto a su reloj.

- A la mierda.- Susurró para sí misma antes de dejarse acurrucar por Ruth. Si quería prohibirle algo como dormir con alguien que lo hiciera en persona. Estaba claro que su preferencia esa noche no había sido ella.

Apoyó la cabeza en sus piernas escuchando aún las voces crispadas en el pasillo, sintiendo las caricias en su pelo. Pero era incapaz de dejar de pensar, tenía demasiadas cosas en mente, demasiadas dudas. Y un examen a primera hora de la mañana aun así. Miró la lámpara encendida de la mesilla, el reloj. El colgante y las fustas pensando en esa frase, en él.

- ¿Qué es más importante que yo para Seúl?- La pregunta salió sola.

- Duerme. Eso ahora no tiene importancia, Rosi.- No. No la tenía tanto como lo que había pasado. Se encogió.- Calma, nenita. Duerme tranquila, estoy contigo.- Suspiró.

Ese cabrón había amenazado a Sarah con un cuchillo después de que sus putas le dieran una paliza, a ella habían estado a punto de… A saber qué. Una muy buena excusa tendría que ser esa para que esta vez el castigo fuese justo, esta vez en sentido contrario. Llevaba días siendo más que buena, una puta santa a pesar de las continuas pullas del melenas, de tener a Ruth siempre pendiente de ella. Era su espía, lo sabía, pero la mejor de todos aun así. Lo intentó durante un rato, cerró los ojos, pero lo único que podía pensar era en Sarah, en quien ahora debería estar tranquilizándola. Negó en rotundo.

- La tiene. Dijo que si le necesitaba…- Era la segunda vez que León intercedía por él, la segunda vez que no cumplía su palabra.- Lo prometió y no ha venido.

- Tendrá sus motivos. Si te enfadas con él, al menos espera a saberlos.- Su suspiro le acarició la piel.- Seguramente esté fabricándose un jet pack con un tenedor para venir a salvar a su pequeña.- Miró hacia arriba, a su sonrisa de labios rojos y no pudo más que reír imaginándoselo.- Ay Rosi…- Le acarició la mejilla.- Querida, ¿qué opinas de mí?- La pregunta la pilló desprevenida, pero sabía perfectamente lo que contestarle.

- Molas. Eres divertida, guapa…- Se encogió de hombros.- No sé, me gustas.- Ruth se acomodó a su lado apoyándose en un codo y sonrió ampliamente.

- ¿Sabes por qué me llaman la Dama de la Rosa, cariño?- No, la verdad es que no. Negó mirando su sonrisa fijamente.- Porque en la vida se debe elegir un camino.- Le puso un dedo en la nariz.- Hay uno de rosas…- Lo deslizó hasta sus labios igual que su mirada, acelerándole el pulso.- Otro de espinas.- Y lo bajó en línea recta haciéndole sentir su uña lentamente por la barbilla, la garganta. Perdió el aliento cuando le cogió un pecho por encima de la tela del camisón.- Cuidado con el de rosas.- Susurró antes de besarla, de atraparla por completo con el movimiento de su lengua. Hasta que empezó a acariciarla con las manos, a subirle el camisón mientras esa lengua le recorría la oreja.

- Ruth.- Apenas podía respirar. Moverse. Pero su mente no podía pensar en otra cosa que en lo que acababa de pasar, en Sarah, en ese desgraciado. En Seúl y en lo que le bullía entre las piernas y ella encontraría de un momento a otro.- ¡No puedo!- Aferró esa mano que ya iba por su ingle y ella rió.

- ¿Por qué nenita? Seúl no lo va a ver.- No soltó esa mano ahora tampoco.- No tiene por qué saberlo, yo no se lo diré.- Le susurró besándole el cuello, apretando la mano que aún mantenía en la parte más alta de su muslo. Y lo pensó mejor, sabiendo también la respuesta que debía dar. 

- Pero yo sí, señora.- Le preguntaría por esa noche, le haría decir cada detalle como la última vez, como cada día a través de ese diario. Ruth la miró sonriente.

- Excelente Rosalie preciosa. Aprobada.- Frunció el ceño por completo, más cuando se tumbó a su lado bocarriba. ¿¡Acababa de hacerle una de sus pruebas!?- Ahora sé buena y dile lo que deseas a Seúl, nenita. Te lo has ganado.- Le señaló al techo sobre su cama, a ese semicírculo que parecía un sistema anti-incendios. O eso al menos había pensado al principio hasta que ella le tocó la oreja. La escuchaba. Se quedó mirándolo con odio un instante antes de darse la vuelta y meterse entre las mantas aferrando la almohada.

- Me gustaría ver a Sarah.- Espetó secamente escuchando a Ruth reír mientras se acomodaba quedándose en silencio hasta que escuchó una melodía y la notó moverse. Era su teléfono, y en cuanto sonó supo quien sería. No era la primera vez que hablaban así. Ni la primera vez que Ruth la aprobaba, pero lo de hoy no tenía gracia alguna.

- ¿Quieres decirle algo más, nenita?- Negó en rotundo tapándose la cabeza.- Creo que mejor mañana Seúl, ha sido una noche movidita y está cansada.- ¡¡ESTOY CABREADA!!- Lo haré, descuida.- Iba a colgar de un momento a otro.- Claro, buen vuelo.- Se dio media vuelta aprisa y le quitó el teléfono de la oreja.

- ¡Ya puedes tener una buena excusa cuando vengas Seúl, han estado a punto de matarnos! ¡¡Y no era momento de pruebas!!- Dijo mirando a Ruth con rencor, pero ella sonrió guiñándole un ojo. Oyó su suspiro y escuchó el ruido de fondo. Motores, aviones.- Tendrías que haber venido tú, no León.- Se hizo el silencio un instante muy largo y miró el teléfono creyendo que le había colgado o perdido cobertura.- ¡EH!

- Discúlpame Rosi. Estoy de camino a Japón.- ¿¡¡JAPÓN!!?- No te separes de Ruth ni de León esta noche, ¿entendido? El equipo de…- Bufó y colgó devolviéndole el móvil a Ruth. ¡Encima con órdenes! Se quedó cruzada de brazos, sentada en la cama con la mano de Ruth en el hombro escuchando el continuo bip del móvil.

- Vamos, tranquilízate nenita, aún estás alterada.- Le masajeó el hombro.- Llamemos a León, quizá hayan llevado a Sarah al hospital.- Hasta ella se giró a mirar escuchando esa risa a través del móvil que Ruth se tuvo que alejar de la oreja.- ¿Va todo bien?- Lo puso en manos libres y esa risa fue coreada por muchas más.

- Sube.- Contestó León riendo, y colgó. Se miraron un instante antes de levantarse y de que Ruth cogiera lo que había en la mesilla muy a su pesar. Pero en cuanto abrió la puerta viendo a dos hombres de traje sentados vigilando su puerta en silencio bajó la…

- Ah, maravilloso. Rosi, te presento a tu equipo de seguridad.- ¿¡Su qué!? Ruth le cogió la mano y tiró de ella.-Acompañadnos, por favor.- Ambos se levantaron y fueron tras ellas.- Ellos se asegurarán de que lo de esta noche no vuelva a repetirse nenita.- Le tendió el colgante de Seúl y su reloj.- Es un hombre ocupado, pero todo tiene sus ventajas.-Su gesto guiñándole un ojo a los hombres que las seguían la hizo suspirar y ponerse sus cosas bajando la mirada.- No cariño, ya no tienes que hacer eso.- Le levantó la barbilla sonriente sin dejar de caminar, de que las siguieran.- Lo harás sólo cuando te lo pidan, has pasado una prueba muy importante esta noche. Lo mereces.

Dejó de intentar entenderlo, sobre todo mirando a esos silenciosos armarios de traje a dos pasos de ellas mientras subían las escaleras al tercer piso, el que usaban las mujeres de León. Estaba desierto, y siguieron subiendo al cuarto pasando por la primera sala, también deshabitada. Otro piso más y las voces y risas les llevaron a una habitación de invitados. Miró de reojo esas puertas dobles al final del pasillo, la habitación de Valeria, antes de encontrarse el panorama. Todas las mujeres de León, incluidas algunas de las mujeres del servicio y Sarah ahora consciente y sentada en el sofá rodeaban a esa chica inglesa, sentada frente a León en el suelo. En cuanto miró en su dirección empezó a reírse como una posesa.

- ¡La que faltaba!- Las carcajadas de León la siguieron, mirándola y haciéndole gestos de que se sentaran.- Y quién es ella entonces, la número… ¿veinticuatro vamos ya?- Fue directa hacia Sarah, que le guiñó un ojo quitándose la bolsa de hielo de la boca. Vaya golpe…- No me digas que ellos también.- Estaba señalando a los dos hombres que se habían quedado a ambos lados de la puerta.

- No mi amor, ni Rosi ni Ruth son mis esposas. Y ellos son de seguridad.- Pareció convencerle la respuesta, levantó ambas cejas asintiendo.- Pero Ruth fue alumna de tu madre.- La vio abrir los ojos pasmada mirando a Ruth.

- Oh oh, espera, espera. ¿De música o de lo otro?- Sin respuesta alguna empezó a reírse tirándose al suelo bocarriba. ¿¡Pero qué le pasaba ahora!? ¡¡Se había vuelto loca!! Miró a Ruth con una ceja levantada mientras las demás reían quedamente y ella a carcajadas.- No me lo digas, ya me acuerdo de ella.

- Se bebió cinco daiquiris en la cena.- Le aclaró Sarah hablando costosamente.- Cinco seguidos.- Volvió a la inglesa a la que León intentaba incorporar de nuevo. ¡Estaba borracha!

- Mi amor, mejor vamos a dormir. Es tarde y…- La chica negó con los ojos cerrados con un dedo por delante.

- Nononono… Que tienes más peligro…- Se tapó la boca aguantando la risa, no como las demás y el mismo León.- ¿Ves? Ellas saben de lo que hablo, aparta la zarpa.- Intentó alejarse de León sin conseguirlo y entonces las miró detenidamente mientras reían ya a pierna suelta.- ¿Cómo las tienes a todas tan contentas? Son miles…- Esa era una gran pregunta en verdad.

- Porque les doy lo que necesitan, Verona.- De eso podía dar fe.- Y porque de entre todas ellas, sólo yo tu eres mi reina. No es un puesto sencillo precisamente.- Miró a Tohfa de reojo, la hermana de Moona, como más de una en ese grupo que entendiera inglés. Según el rumor Moona iba a ser la esposa de León cuando terminara su instrucción, la reina, hasta que Valeria reapareció.- El resto son matrimonios concertados, esposas de socios que vienen aquí una temporada a aprender o las madres de mis hijas.- Ella entraba en el segundo grupo. Tohfa y otras tantas en el tercero. Y la chica se había quedado muda, asintiendo seriamente.

- ¿Y Allegra donde entra a todo esto?- León suspiró sonriente, acariciándole la cara.

- ¿La echas de menos, cariño?- Les hizo un gesto para que se fueran y disimuladamente algunas empezaron a irse.

- La odio, me da igual. Es idiota.- Siguió a Ruth, que tiraba de su mano hacia la puerta tras las que llevaban a Sarah despacio haciéndole de apoyo.

- Mientes, mi reina. Mientes demasiado.- Las siguió hacia otra de las habitaciones de invitados de esa planta viendo que las últimas cerraban las puertas de esa estancia, dejándoles solos.

Se tumbó en una de las muchas camas junto a Sarah, viendo lo que le costaba moverse incluso ayudada por Amanda. Mirando ese reloj que ya marcaba casi las dos de la madrugada y golpeando la almohada cuando apagaron la luz, a esa puerta que los de su equipo de seguridad cerraba. De todo lo que no encajaba de esa noche, aparte del planteamiento subrealista del examen que tenía en escasas seis horas, una acabó por rendirla al sueño y la situación que volvía a ser la de siempre. Ya no era reina en funciones. Suspiró profundamente.

*

*

* Los Relatos de la saga ''La Élite: Negro y Blanco'' y sus derivados creados por Sildhara se encuentran bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es

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