miprimita.com

N&B;: Diario, Verona G.(12)

en Dominación

Noche de Bodas(V)

09 de Junio de 2010

No pensaba hacerlo. Se echó hacia atrás con los brazos atrapados por los suyos y a punto estuvo de resbalar en la bañera mientras Tohfa se acercaba cada vez más. Hasta que tuvo que girar la cara porque iba directa a cumplir lo que él había ordenado sin importarle nada más.

- ¡¡No!!- Intentó revolverse.- ¡No soy lesbiana, no quiero!- Y él reía a sus quejas.

- Ya has luchado mi reina, y has perdido.- La apretó más contra él con esos brazos de piel oscura.- El día que ganes podrás plantear una alternativa, pero ahora mismo vas a hacer lo que te ordeno.- ¿¡¡Ganarle!!? ¡¡Si era enorme!! Una de sus manos le giró la cara hacia Tohfa, que se mantenía a una distancia corta esperando.- Bésala.-Selló los labios apretando los dientes y apartando la cara, negando.- ¡Hazlo!- Agarró su mentón con una mano y aposentó la otra en su pecho, pellizcándole el pezón levemente.- Abre la boca, mi reina.- Lo hizo al darse cuenta de que cuanto más tardara, más apretaría su pezón entre los dedos. Cuando la joven volvió a acercase cerró los ojos con fuerza.

Sus bocas se unieron y no tardó en sentir la lengua de Tohfa entrar repetidas veces con movimientos lentos, rozándose con la suya, dándole un ligero mordisco en el labio inferior, ahondando en su interior girando la cara. Tenía la respiración entrecortada, y más la tuvo cuando él siguió manoseando y amasando sus pechos ya con ambas manos al ver que la joven seguía besándola. Y continuó mientras él besaba su cuello, acariciando su vientre, su cadera, sus pechos de nuevo. Deslizó la mano hacia el centro neurálgico de su placer y sólo tuvo que rozarlo para que se estremeciera por completo, jadeando en la boca de Tohfa. Hizo una señal a la joven para separarla de ella, dándole la vuelta. Estaba avergonzada, y a pesar de no pensar en nada y esquivar su mirada de demonio vio la sonrisa a esa respiración que intentaba calmar.

- Muéstrame lo que has aprendido, mi reina.- Se agachó a comprobarlo acariciándole la cara, besándola, y notando los movimientos lentos de su lengua contra la suya inclinó ligeramente la cabeza para llegar más hondo, dándole ese pequeño mordisco que ella le había dado.- Bendito Alá, a este paso no salimos de aquí nunca.- La aferró contra él asiendo sus nalgas con ambas manos, agachándose y elevándola para besarla otra vez.

- No quiero seguir.- Le alejó de ella con las manos en su pecho, mirando a un lado. Ya había hecho lo que él quería. Que la dejase.- Basta por favor.- La bajó despacio otra vez al agua hasta que posó los pies en el fondo de la bañera, levantándole la cara.

- Cállate mi reina, no me enfades.- Apretó los dientes.- Mírame.- Lo hizo notando la ira que le provocaba obedecerle.- Has perdido la lucha esta noche, Verona, ahora eres mi Hafsa y obedecerás cada orden que te dé. Todas, quieras o no.- Apretó los puños con la respiración agitada por su dura aclaración.- Tohfa, que aprenda más.- Oussam se sentó en el borde del barreño observando la desnudez de ambas. - Ahora observa y aprende, Hafsa.- Se quedó mirando a Tohfa arrodillarse ante él.- Ven.- Le hizo un gesto para que imitara a Tohfa, que empezó a lamérsela. Y negó reculando un instante, impactada.- Vamos mi reina, no seas tímida.- ¡¡Tímida no, hijo de perra, asqueada!! Tohfa bombeaba ya su enorme erección con sus labios y una mano, amasando con la otra la base abultada de su miembro. La sensación y la situación le sacaron un ligero suspiro a Oussam, pero ella no se acercaría, ni siquiera miraba ahora abrazándose a sí misma.- Hazlo, no hace falta que te diga lo que puede pasar si no obedeces.- Le miró con odio y él sonrió mientras ella se arrodillaba, observando de soslayo lo que Tohfa hacía con él, metiéndose en la boca ese manojo de nervios de piel oscura una y otra vez. ¡¡Ni siquiera podía abarcar la mitad!!-No te cubras.- Quitó los brazos que acababa de cruzar sobre su pecho.-…Fuf, ya falta poco.- No pudo seguir mirando, y en cuanto giró la cara él le acarició la mejilla. Se apartó.- Shshsh mi reina…He dicho que mires.

- Prometiste no tocar a mi hermana.- No podía pensar en otra cosa.

- No la…tocaré si tú me…me…-Apartó a Tohfa de un empujón.- Ven ya.- Le miró directamente a esos ojos de demonio que se mantenían fijos en los suyos. Y tuvo que tirar de ella porque estaba paralizada.- Lo prometí, y mantendré mi promesa. Ahora muéstrame lo que has aprendido.- Le levantó la cara sin soltar su brazo.- Cuidado con los mordiscos mi reina, uno sólo y te dolerá más a ti. Eso ya lo sabes.- Soltó su mandíbula, acariciándole la cara, retirándole el pelo y sujetando sus manos con las suyas acercándola un poco más.- Hazlo.- Miró ese miembro de piel oscura ante ella y tragó despacio antes de adelantarse y hacer lo mismo que había visto hacer a Tohfa con la lengua.

Lamió esa dura calidez desde la base hasta la punta, donde el sabor salado que encontró la echó hacia atrás. Y lo volvió a intentar con rabia. Si lo hacía la dejaría en paz, en algún momento la dejaría. No irse, no. Eso nunca. La metió en su boca y escuchó un suspiro. Volvía a tener el control, de una forma extraña, pero lo tenía. Y le faltaba poco, lo acababa de decir. Se soltó de sus manos e hizo lo mismo que Tohfa, masajeando con una y bombeando con la otra mientras la metía en su boca intentando no rozarla con sus dientes. Y en cuanto movió la lengua de otra manera empezó a escucharle respirar más aprisa. Lo volvió a hacer, una y otra vez le dio vueltas a ese sabor salado escuchándole murmurar en su idioma. Hasta que lo hizo más aprisa y notó que su erección se tensaba en su mano, en su boca. Pero al intentar apartarse de lo que sabía ocurriría la asieron por la nuca. Tohfa la obligó a mantenerse ahí y escuchó claramente lo que le decía mientras él terminaba de correrse con un gemido ronco.

- Traga.-Chilló por la nariz atragantada, obligada a mantenerse ahí mientras el miembro se tensaba, clavándose en su garganta y notando el semen caliente que salía provocándole una arcada tan fuerte por lo que acababa de tragarse que se revolvió con rabia, soltándose de ambos cogiendo agua y escupiéndola, sollozando sin aire.

Su cuerpo convulsionaba otra vez mientras tosía y escupía, encogiéndose en el agua aferrándose las piernas. No podía hacerlo, no podía. Escuchó movimiento a su espalda y cerró los ojos escuchando su voz, hablando con Tohfa. ¡Más no!

- Shhh…Tranquila…Shhh…- Se sentó a su espalda atrayéndola hacia sí.- Lección casi aprendida, mi amor. Lo has hecho bastante bien.- Empezó a frotar su espalda con las manos y le recorrió la piel hasta ver que se estremecía.- Shhh, shhh… -No pensaba en nada, pero estaba encogida aferrando sus piernas con los ojos cerrados.- Dime, pide lo que quieras mi amor, eres mi reina. Te daré lo que desees.- Ni siquiera lo tuvo que pensar dos veces.

- Allegra.- Sollozó.- Que se vaya de aquí.- A ella no la quería para nada.- Lejos de ti.

- Shhh…- La abrazó estrechamente.- No debes preocuparte por ella, está bien mi amor. Ha encontrado su sitio en mi familia, como tú el tuyo.- Susurró a su oído.- Es feliz.

- Y qué sitio es ese.- No podía imaginar nada bueno viniendo de él.

- La verás amor, tranquila, sigue así y pronto estaréis en Francia juntas. Podrás estudiar sin tener que preocuparte de nadie más que de ti y tu futuro.- ¿Y dónde entraba la parte de estar casada con él? El tal PRE le volvió a la memoria, era una de las condiciones que había visto ese día que ahora parecía tan lejano. Sólo cuatro días.

- ¿Qué es PRE?- Su madre lo había abandonado, y sólo sabía el significado de esas siglas pero no entendía nada más.

- Es un proyecto que tu madre ideó con mi financiación. Ahí aprenderás más en un verano que todo un año conmigo. Soy demasiado permisivo contigo mi reina, demasiado.- ¿¡¡Permisivo!!? ¡¡¡UNA MIERDA!!!- Me tienes enamorado.- Se paralizó.

- Tú no me amas.- Masculló con rabia.- Tú me usas, me amenazas, me…- Pero amarla no. Eso no podía ser así. Se acordaba de su padre y no tenía nada que ver con él.

- No me permites demostrártelo.- Le dio la vuelta, levantándole la barbilla y secándole las lágrimas.- Te lo dije, que sería tu mejor amante si me lo permitías. Si eres mi Hafsa obediente y no vuelves a ser Verona, sabrás de lo que hablo.- Miró su sonrisa.

- Eso no va a pasar.- Aseguró rotundamente. ¡¡ESO JAMÁS!! Pero él sonrió más aún.

- Shhh…Lo sé. Por eso irás al PRE, a Francia, y a donde yo estime que debes ir para entender y aprender lo que espero de ti como esposa.- Se le aceleró la respiración con sólo pensarlo.- Pero este mes no, este mes quiero tenerte conmigo mientras pueda. Soy una persona ocupada.- ¿Se iba a ir? ¡¡Que se fuese ya!!- En cuanto vayas al PRE van a cambiar muchas cosas que aún me gustan de ti, mi amor, cosas que tu madre nunca tuvo y que admiro.- La levantó y sacó del agua, envolviéndola en una toalla enorme que Tohfa le pasaba por el cuerpo. Ni la miró mientras la secaba. Maldita traidora de mierda…

Dejó que él saliese de la estancia para arrebatarle la toalla y hacerlo por sí misma, señalándole una esquina. Se fue hacia allí de inmediato, aún desnuda. No quería ni verla ahora mismo después de lo que le había hecho, y terminó de secarse envolviéndose en la toalla. Sabía dónde quería ir, pero al salir de ese baño y mirar alrededor no vio otro camino que ese. El que llevaba a la habitación. Él no estaba, quienes estaban esperándola eran todas esas mujeres con Samira. ¿Ya era de día? La había dejado dormir, creía que…

- ¿Hafsa?- Samira la llamaba.

- Verona.- Pero no a ella, a esa otra que él quería que fuese. No iba a hacerlo, y su sonrisa de dientes torcidos la recibió asintiendo. No lo entendía.

La rodearon entre todas como la mañana anterior, si es que era de día. ¡¡No había ni una puta ventana!! Samira parloteaba mientras la examinaba, y puso esa crema en su entrepierna y en las marcas que tenía en los brazos de sus mordiscos escuchando las risas de las demás. Sus esposas. En cuanto terminaron de vestirla trajeron el desayuno con las tarjetas preparadas para que aprendiese con ese líquido amargo para no quedarse embarazada. Se lo bebió de inmediato pero no quería aprender, se negó a decir nada notando el nudo ante tanta comida.

- Dejadme sola.- Se levantó, se tumbó en la cama y cuando llamaron a Tohfa por su fallo deliberado no le importó escuchar los gritos por los cinco palazos que le dieron.

¡¡Por traidora!! Encogió su cuerpo bajo las sábanas mientras ellas charlaban a su alrededor, reían y tocaban el arpa. Habían dejado el desayuno ahí, esperando que cayese. No iba a hacerlo por más que le doliera. El nudo o él, el dolor u obedecer y ser una idiota que al final del día lucharía y acabaría de la misma manera. Era imposible ganar. Imposible por más que quisiera. Pero el nudo la ahogaba, cada vez más, a cada minuto que pasaba oliendo aún la comida tras ella. Sus voces y risas, la música. Se levantó al cabo de horas intentando conciliar un sueño que no llegaba y fue directa a la puerta mientras se hacía el silencio. No podía soportar más estar encerrada ahí con la comida, con ellas.

- La.- Escuchó decir a su espalda pero le importó poco. Si no le hablaban en su idioma tampoco haría caso, y ni aún así.

Ya estaba harta. Abrió la puerta y salió a ese pasillo con todas ellas detrás a varios pasos, cuchicheando tras Samira. Las ignoró y bajó las escaleras. Dos pisos, pues el primero parecía igual que el segundo. Sólo puertas enormes, gente que la miraba a ella y al grupo que la seguía en silencio. Llegó a la planta baja y a través de los pasillos que conocía dio con la sala de los tronos casi vacía. Uno de los pasillos de la izquierda daba a esos baños y salas donde la preparaban, pero sabía dónde quería ir. Llegó al exterior y una bofetada de calor con el sol de mediodía sobre ella le hizo ver la inmensidad del jardín que tenía ante ella. Empezó a andar, y cuando miró atrás de reojo la seguían y ya no sólo las mujeres. Se miró los pies con esos zapatos de cuero curtido, planos. Como unas sandalias con las que no podría correr sin perderlas. ¿A dónde? Correr, sólo correr. Quería hacerlo para callar al nudo de una maldita vez. Si querían seguirla iban a tener que acelerar. Se quitó ese inútil calzado y empezó a acelerar escuchando sus voces a gritos sin entender nada. Sólo sentía el césped bajo ella a cada zancada sin un destino en concreto. Y cuando creía oportuno o veía gente corría en otra dirección a través de ese inmenso espacio abierto. Eso calmaba al nudo, por eso había elegido el deporte. El fútbol, el entrenamiento. Pero ese vestido… Se quitó el cinturón a tirones, el pañuelo de la cabeza. Verona, Verona Green hacía deporte. Hafsa chupaba pollas. Corrió más aprisa que antes mirando atrás, al grupo que intentaba darle alcance. Pero un rugido la frenó un instante. Ella, era ella. Corrió cuando la volvió a escuchar, viendo la inmensa jaula en la que la tenían metida junto a un león. Ese león de su sueño al que Oussam amenazaba con un látigo. ¡¡¡MIERDA!!! Estaba ahí, y cuando se dio cuenta de su presencia por las advertencias de los que estaban con él la miró de una forma que hizo que volviera a correr. Y esta vez tenía un destino fijo. Volver a por Allegra, tenía que estar en alguna parte.

- ¡¡Hafsa!!- Su ronco grito hizo que se corriera con más fuerza.- ¡¡¡VERONA!!!- Se frenó en seco mirándole con ese látigo aún en la mano ir hacia ella haciéndole gestos. De que parara, de que no huyera.

- ¡¡Sólo quería correr!!- Y callar al nudo que la ahogaba más que nunca. Dejó de acercarse cuando Samira llegó hasta él y empezó a hablarle en su lengua con un tono exaltado mientras sólo la miraba, ahí quieto con ese látigo en la mano.

La taladraba con esos ojos oscuros mientras le contestaba a su madre. Soltó el látigo riendo, yendo hacia ella otra vez, haciendo los mismos gestos cuando vio que reculaba. Hasta que llegó a dos metros y los gestos los hizo ella, pensando con rapidez cómo salir de esa.

- Me dijiste que te pidiera lo que quisiera. Soy tu reina.- Puso los brazos en jarras sin dejar de sonreír, de mirarla.-Pues quiero correr, no llevar esto.- Se miró el vestido.- Y quiero que hablen mi idioma. Si quiero aprender aprenderé sola, no las necesito para nada.- Señaló a esa manada de mujeres que les observaba atentamente, y viendo que la escuchaba continuó.- Sé vestirme, sé cuidarme. No quiero que estén vigilándome cada hora del día.- Maldito nudo…- ¡¡No quiero niñeras, ni esclavas traidoras!!- Se tensó por completo con el dolor punzante en su abdomen.- ¡¡¡QUIERO VER A ALLY AHORA!!!- Se aferró el estómago apretando los dientes. Se acercaba. Mierda…- No.

- Shhh…- La abrazó contra él con fuerza.- Te duele estar lejos de mí, ¿eh, cariño?- Negó notando el nudo enmudecer tanto como ella.- Sigues mintiendo, y has dejado que peguen a Tohfa.- Intentó separarle con rabia. Él era el culpable, no ella.- No has comido nada, has salido de tu cuarto y me has desobedecido. Me has gritado.- Se paralizó pensando en Ally.- Mi leona necesita un domador, no un amante.- Le levantó la barbilla y le observó con odio. No necesitaba nada suyo, no lo quería.- Lo siento mi reina, lo entenderás con el tiempo. Te he dado la oportunidad de ir por el camino fácil demasiadas veces.- La besó a la fuerza levantándola por la cintura y volvió a soltarla, alejándose.- Sé Verona si puedes soportarlo.- Cogió el látigo que había soltado en el suelo y se dio la vuelta mirándola con ira.- Sino di mi nombre y volveré a ser tu amante. Y tú mi reina, mi Hafsa obediente.- Hizo restallar el látigo cerca suya y miró a la concurrencia que les observaba mientras reculaba a su avance.

- ¡¡Estás loco!!- Volvió a restallar el látigo aún más cerca, tanto que notó el roce en su falda.-¡¡BASTA!!- Echó a correr, pero no dio ni tres zancadas antes de que ese látigo se enredara en sus piernas haciéndola caer con un grito.

Intentó deshacerse de él hasta que llegó a ella y la alzó sobre su hombro mientras daba órdenes en su idioma a gritos. Pataleó, le dio puñetazos a su espalda sin que la soltara, sin que dejara de avanzar con ella. Chilló notando al nudo volver con fuerza sabiendo que esta vez lo iba a pagar de una forma u otra. Y al siguiente grito que dio recibió un azote que la tensó completamente. Le insultó y recibió otro mientras atravesaban la sala de los tronos a paso rápido. Se revolvió, le pegó con todas sus fuerzas y el siguiente azote escoció más que los anteriores. Pero no dejó de luchar recibiendo al menos doce azotes más, a cada cual más fuerte, hasta que llegaron a la habitación de la segunda planta y la puso de pie otra vez sin soltarla. El desayuno seguía ahí, y su estómago rugió agónico haciéndole apretar los dientes.

- Veamos qué has pedido.- Se quedó quieta mientras le quitaba ese látigo de las piernas a tirones.- Correr. Ya has corrido sin mi permiso.- Volvió a levantarse sin dejar de traspasarla con la mirada, serio.- ¿No quieres tu ropa? Desnuda entonces.- Le dio un brusco tirón del cuello del vestido con ambas manos, rajándolo. Y a pesar de intentar escapar de él acabó desnuda y con un azote más cuando gritó.- El idioma no es una opción, lo aprenderás como yo desee, cuando yo desee. Harás mi voluntad y respetarás a tu familia. A toda ella.- La llevó a rastras aferrando su cintura hasta la mesa baja donde habían puesto el desayuno.- Coge las tarjetas que te regalé.- Le dio un ligero empujón para arrodillarla ante esa mesa a la que el nudo rugió.- Ahora no comerás, no hasta decir mi nombre. ¡Cógelas!- Restalló el látigo a su lado pero no se movió. Y él se alejó. Se centró en el nudo, en luchar contra él y el dolor que le perforaba el estómago ahora cerrando los ojos a esas bandejas llenas. La palpitación en sus nalgas no era suficiente para distraerla del olor, del miedo. Hasta que escuchó que volvía hacia ella y cogía sus manos, poniéndole esas esposas negras.

- ¡¡¡No!!!- La puso en pie de un tirón de ellas y esta vez el picotazo que sintió en el muslo le dejó claro lo que tenía en la otra mano.- ¡¡Dijiste que no lo harías!!- Sollozó.

- Tu rey, tu amante jamás lo haría. Tu domador va a enseñarte a obedecer, Verona.- Y cuando se revolvió chillando sintió otro picotazo en la nalga. Quieta, quieta, quieta y callada. Apretó los dientes y cerró los ojos.- Dirás mi nombre, ¿verdad?

- ¡¡¡NO!!!- Otro picotazo más fuerte llegó silbando hasta su nalga. QUIETA Y CALLADA.

Escuchó ruido, pasos, pero no se movió escuchando sus órdenes hasta que volvió a hacerse el silencio. Hasta que la soltó haciendo que se arrodillara de nuevo ante la mesa baja.

- Cógelas.- Se quedó quieta haciéndole frente al dolor de su cuerpo.- ¡¡¡HAZLO!!!-No movió un dedo. La aferró de la cintura levantándola y abrió los ojos cuando se dio la vuelta, viendo lo que acababan de dejar en la habitación. La jaula, la enorme jaula de la leona a la que iban directos. Chilló, pataleó, pero acabó dentro encerrada en esa jaula de gruesos barrotes de rodillas, viéndole irse sin mirar atrás.- ¡¡Tohfa!!- No tardó en acudir, y le dio varias órdenes cerrando la puerta, dejándola con ella.

- Mi Amo me ha pedido que te diga que si hablas en tu idioma no comerás en todo el día, sólo si le llamas vendrá y te sacará de la jaula.- Se giró ignorándola, encogiéndose en el suelo de esa jaula que habían cubierto de pieles.- Esperaré fuera a que me llame mi señora.- Escuchó la puerta.

Ni siquiera podía moverse libremente con esas esposas, y aún sentía dolor, mucho dolor en el estómago que ni siquiera era comparable con los azotes y los golpes de la fusta. Chilló de pura rabia intentando librarse de las esposas hasta que no pudo más que quedarse ahí. La puerta no se abrió, nadie la visitó excepto Tohfa para traerle un orinal, para encender la chimenea, para acercarle las tarjetas, las cuales rechazó. El nudo la retorcía de tanto en tanto, y cada vez que lo sentía encogida sobre esas pieles el recuerdo de lo que él provocaba cuando la tocaba volvía y lo calmaba. Y se odiaba por ello, por tener que recurrir a eso. Incluso llegados a un punto en el que el dolor la hizo sollozar se tocó la entrepierna, desesperada por hacer desaparecer el nudo sin ayuda. Sin comida. Hasta que después de lo que le parecieron días la puerta se abrió y Samira entró acompañada de Ally. Se quedó petrificada mientras se acercaba mirándola con preocupación.

- Dicen que te has portado mal con él.- La miró sin creerlo, cubierta por ese pañuelo y de la mano de Samira.- Que sigues enferma y no quieres comer.- Si hablaba en su idioma no comería en todo el día, pero era Ally, estaba ahí. Y la estaban cambiando.

- ¡No les escuches, Ally, mienten!- Se acercó a los barrotes.- ¡Mira donde estoy! ¡Mira esto!- Le mostró las esposas.- ¿Te han hecho daño?- Ally negó con pena, pero cuando intentó acercarse Samira la frenó.- ¡¡Déjala en paz!!

- Me han dicho que voy a irme.- ¿Irse? Es lo que le había pedido pero…- Que no nos veremos en un tiempo.- Y empezó a llorar. ¡¡Imbécil!!

- ¡¡No llores, ni se te ocurra!! ¡¡Yo me estoy jodiendo aquí por tu puta culpa Ally, estoy casada con él, me ha pegado, me ha...!!- Apretó los dientes al nudo que empezaba de nuevo a punzarla.- ¿¡Vas a llorar o a sacarme de aquí!?- Se dio la vuelta y Samira la abrazó.- ¡¡No la toques, déjala, no te necesita vieja cabrona!!

- ¡¡¡SI LA NECESITO!!!- El chillido de su hermana la dejó helada.- ¡¡¡Eres cruel, estaba preocupada, no sabía que pasaría esto Vero!!!- Era la primera vez que la veía enfadada.-Y si lo hubiera sabido habría hecho lo mismo.- La observó atónita.- Él te quiere, nos quiere a las dos. Nos cuida si somos buenas, pero tú le has pegado e insultado también después de todo lo que ha...

- ¡¡¡TE ESTÁS OYENDO IMBÉCIL!!!- Se aferró a su estómago encogiéndose de dolor, pero la ira no desaparecía.- ¿¡¡TE HAN LAVADO EL CEREBRO!!? ¡¡¡ESE HOMBRE ES UN DEMONIO ALLY!!! ¡¡NO NOS QUIERE!!- ¡¡¡JODER!!! Gritó de dolor, encogida.

- Sigues enferma de odio, como mamá, y él sabe curarte.- Negó sin aire, sin creer que estuviera escuchándola decir algo así.- Me tengo que ir, Vero.- La miró una vez más, a ella y esa cara de pena.- Te veré cuando estés mejor, él me lo ha prometido.

- ¡¡¡PUES VETE YA, LARGO DE AQUÍ!!!- Volvió a chillar de puro dolor apretando los dientes, y cuando consiguió calmarse Ally ya no estaba. No, esa no era Ally, Ally ya no existía. Esa que acababa de despedirse era Tahera.

Lloró de pura rabia con el estómago aún contraído, y a pesar de sus intentos el nudo la consumía desde dentro con una dolorosa quemazón por el hambre, por los nervios. Por todo.

El tiempo que pasó en esa jaula en silencio con su dolor sólo se paralizó cuando le vio entrar por la puerta acompañado de una de esas mujeres. Sin decir nada, ni siquiera mirarla, se metieron en la cama. Y cuando empezó a escuchar los jadeos de esa mujer se intentó tapar los oídos. Pasó mucho tiempo encogida con los brazos en tensión para taparse las orejas hasta que sintió que la tocaban y dio un repullo, viendo a Tohfa desnuda, con un vaso de agua que dejó en el exterior de la jaula. Se volvió a girar sin querer mirarle a él, que estaba sentado en el borde de la cama.

- Bebe, no has comido.- Le ignoró completamente, apretando los dientes a ese dolor que volvía rugiendo.- Hazlo.- Se encogió aún más.

No cedería, no iba a hacer nada que él quisiera. Nunca más. Ya no tenía ningún motivo para hacerlo. Le escuchó decir algo y Tohfa dio la vuelta a la jaula, echando dos troncos más al fuego sin mirarla.

- Verona, sigues siendo mi esposa y esta noche ha sido nuestra tercera ceremonia, la cual te has perdido.- ¡¡Me importa una mierda!!- Pero quiero tenerte conmigo, en mi cama, ahora.- El nudo se paralizó al oírlo. ¡¡Cabrón!!- Si no dices mi nombre no voy a tener piedad contigo hoy y sé que estás débil. Dilo y todo volverá a ser como ayer, seré bueno contigo, comerás y disfrutarás de mi compañía. ¿Eso quieres, cielo?- QUIETA Y CALLADA.-Como desees, mi reina.- Escuchó la puerta de la jaula y se incorporó viéndole entrar desnudo y empalmado a por ella.

Ni siquiera pudo hacer el intento de levantarse, las piernas no le respondían, y cuando la cogió por la cintura y la llevó directa a la cama dejándola de rodillas se quedó quieta sin saber qué se proponía. Qué iba a ser peor de lo que ya le había hecho.

- Eres demasiado orgullosa, Verona.- Estaba a su espalda, y vio sus brazos aparecer cogiendo sus muñecas y quitándole las esposas.- Ahora voy a follarte, y no va a ser para tu placer sino sólo para el mío. Hasta que no cedas no volveré a hacerte disfrutar, a cuidarte como mereces.- Le cogió las manos a la espalda obligándola a inclinarse hacia adelante. Y en cuanto notó el roce apretó los dientes, notando que el nudo se deshacía igualmente, luchando por no pensar en nada cuando empezó a penetrarla abriéndola lentamente hasta el final y saliendo otra vez.- Te doy tres oportunidades mi amor, dilo.- Se hizo el silencio dos segundos hasta que la empujó con la cadera, hincándose en ella de un golpe que le dolió a pesar de estar lubricada.- Dilo.- Volvió a repetir, y otra vez se hizo el silencio. Sintió un azote en la nalga al mismo tiempo que volvía a clavarla de esa manera tan brusca hasta el fondo sacándole un corto quejido, saliendo de nuevo.- Última vez, Verona. Dilo.- No, no iba a hacerlo. Que hiciera lo que quisiese con ella, ya no le importaba nada.- Chiquilla tozuda...

Empujó su espalda hacia abajo, dejando su cuerpo a merced de las tremendas embestidas con las que volvió a tomarla levantando su cuerpo de la cama a cada empuje. Chillaba, sollozaba, gemía… Le daba igual. Cacheó su nalga, apretándola en su mano y asió con fuerza su cintura. Dolía, no había placer alguno aunque el nudo hubiera desaparecido, pero su interior comenzó a habituarse a esas embestidas tan bruscas a las que cerró los ojos apretando los dientes en el instante que lo vio llegar al fin, cuando su vientre empezó a convulsionar dolorido. Y él paró.

- Oussam. Dilo.- A su negativa a contestar aún volvió a invadirla de un solo golpe con otro azote en su nalga, la cual pellizcó hasta hacerla gritar.- ¡Oussam!- Repitió en un ronco grito cuando soltó sus brazos y azotó su otra nalga con fuerza, sujetándola por la cintura con su miembro aún dentro de ella.-¡¡Dilo ya o no me paras!!

Y sin previo aviso le introdujo un dedo en su ano abriéndolo a la fuerza, sin miramientos a sus chillidos. Se retorció cuando comenzó a moverse dentro y fuera, igual que en su vientre. No tuvo piedad alguna con el cuerpo que tenía en su poder y lo sintió con claridad. Estaba soltando en ella toda la ira y la frustración que había provocado en él. Cada vez que su cuerpo respondía paraba, la azotaba, le volvía a repetir su nombre y ante su silencio volvía a penetrarla sin proporcionarle un solo orgasmo, dejándola más dolorida aún. Se corrió sin dejar de palmear su trasero y sus muslos con la palma de la mano en golpes secos, perforando con un dedo su trasero con rapidez, escuchando los gritos agónicos de dolor que dio hasta la última embestida y golpe, hasta que cayó sobre ella sin aliento completamente liberado de toda la furia que había provocado en él. Seguía presa y no sólo bajo su peso, y aun así no podía pensar más que en una cosa mientras lloraba por el dolor que acababa de provocarle y aún sentía sin que saliese de ella, sabiendo lo que eso significaba. Había ganado.

- Basta.- Sollozó angustiada cuando notó que se movía otra vez.- Basta, por favor.

- Dilo.- Negó. No quería ser Hafsa.- Dilo y te daré lo que pidas.

- ¡¡¡YA NO QUIERO NADA!!!-Lloró sin consuelo mientras salía de ella.- Me lo has quitado todo…

- No cariño, te he dado la oportunidad de ocuparte sólo de ti misma. De tener lo que desees sin preocuparte nada más que por ti. Te he dado placer, te he tratado como a una reina. Mi reina.- Se encogió sin querer escuchar.- Incluso te permito seguir siendo Verona cada día, te doy la oportunidad de luchar por ser quien quieres. Pero pierdes, y seguirás perdiendo porque estás débil y el odio te ciega.- La abrazaba, la levantaba. La estaba poniendo de rodillas otra vez.- Dilo o vuelvo a...

- Oussam…- Sollozó rendida, y en cuanto lo hizo la abrazó estrechamente tumbándose con ella sin que dejase de llorar.

- Shhh… Ya está cariño, bien hecho. Cálmate. Shhh…- Llamó a Tohfa, y en un momento estaba desnuda a su lado dándole agua, la cual se bebió sin poder dejar de sollozar en sus brazos mientras le susurraba que se calmase, la acariciaba y besaba los hombros, el cuello. Tohfa trajo ante ella una de las bandejas del desayuno y ella misma la limpió, untó esa crema calmante en su sexo que le escoció bastante más que la otra vez, en las marcas irritadas de su piel hasta que le durmió la zona.- Grhiba, dilo.- Lo susurró, pensando en lo que realmente deseaba decirle mientras masticaba la empanada de almendras.

- Prometiste que vería a Allegra.- Consiguió decir a la sexta empanada, después de que la hiciese beber ese té caliente que Tohfa había traído.

- Pediste que la alejase de mí y la has visto antes de que se fuera, mi amor. He sido más que generoso contigo.- Negó, negó en rotundo sollozando otra vez al pensarlo.

- Esa no era ella. - Le dio otra empanada pero negó.- Me has mentido.- No era lo que quería ahora.-Ally ya no existe, ha cambiado.

- Mi reina, como tú.- Le giró la cara y vio el gesto sonriente que tenía.- Cambias a mejor, solo que ella no sufre como sufres tú, lo acepta y sigue. No entendería nunca el dolor que has padecido hoy por culpa de tu orgullo, de tu odio.- La besó un instante acariciándole la cara y no se movió.- ¿Te duele algo ahora?- Negó con los ojos cerrados y la achuchó riendo.- Bien mi amor, muy bien. Dime qué deseas, ¿comida? ¿música?

- Espacio.- Le empujó levemente el pecho dándole a entender que quería estar sola. El silencio que le siguió fue largo, y sintió que le volvía a secar las lágrimas antes de oírle.

- Lo sé. Me odias mi amor.- Besó su frente.- Si es lo que deseas ahora te dejaré descansar. Mañana volvemos a casa.- Le miró con el ceño fruncido.- Duerme mi reina, recupérate y cuando despiertes sé buena. Tohfa estará contigo si necesitas algo, pero si quieres que te calme el dolor sólo tienes que llamarme.- La besó otra vez y se fue.

Se había ido, y en cuanto lo hizo Tohfa ocupó su lugar a su lado. Incluso hizo el intento de abrazarla, pero se alejó, dio media vuelta y observó esa jaula vacía delante del fuego , intentando por todos los medios mantener en su estómago la comida, luchando con el nudo y lo que acababa de pasar hasta que se rindió al sueño en silencio. 

Mas de Sildhara

Quintaesencia: La Ninfa de Maebe (V)

Quintaesencia: La Ninfa de Maebe (III)

N&B; 2010: Armonía (Justo castigo)

N&B;: Diario, Verona G.(30)

N&B;: Diario, Rosalie W. (21)

N&B;: Diario, Rosalie W. (19)

N&B;: Diario, Verona G.(21)

N&B;: Diario, Verona G.(20)

N&B;: Diario, Verona G.(19)

N&B;: Diario, Rosalie W. (17)

N&B;: Diario, Verona G.(17)

N&B;: Diario, Verona G.(16)

N&B;: Diario, Rosalie W. (15)

N&B;: Diario, Rosalie W. (14)

N&B;: Freixas, el Amo.(11)

Negro&Blanco;: La Élite (6)

Especial N&B;: Juego (III)

N&B;: Diario, Rosalie W. (13)

N&B;: Diario, Rosalie W. (12)

Negro&Blanco;: La Élite (5)

N&B;: Diario, Verona G.(15)

N&B;: Diario, Megan B.(10)

N&B;: Diario, Megan B.(9)

N&B;: Diario, Rosalie W. (11)

N&B;: Diario, Verona G.(14)

N&B;: Freixas, el Amo.(10)

N&B;: Diario, Rosalie W. (10)

N&B;: Diario, Rosalie W. (9)

N&B;: Freixas, el Amo.(9)

N&B;: Diario, Rosalie W. (8)

N&B;: Freixas, el Amo.(7)

N&B;: Freixas, el Amo.(8)

N&B;: Diario, Rosalie W. (7)

Negro&Blanco;: La Élite (4)

N&B;: Diario, Rosalie W. (6)

Negro&Blanco;: La Élite (3)

Negro&Blanco;: La Élite (2)

N&B;: Diario, Rosalie W. (5)

N&B;: Freixas, el Amo.(5)

N&B;: Diario, Rosalie W. (4)

N&B;: Freixas, el Amo.(5)

N&B;: Diario, Rosalie W. (3)

N&B;: Diario, Rosalie W. (1)

N&B;: Freixas, el Amo.(4)

N&B;: Diario, Rosalie W. (2)

N&B;: Freixas, el Amo.(3)

N&B;: Freixas, el Amo.(1)

N&B;: Freixas, el Amo.(2)

Negro&Blanco;: La Élite (1)

N&B;: Diario, Megan B.(8)

N&B;: Diario, Verona G.(13)

N&B;: Diario, Megan B.(7)

N&B;: Diario, Verona G.(10)

N&B;: Diario, Verona G.(7)

Especial N&B; XXX: Juego (I)

N&B;: Diario, Megan B.(4)

Negro y Blanco XXV

Negro y Blanco XIX

Negro y Blanco XX

Negro y Blanco XIII

Negro y Blanco III

Negro y Blanco IV

Negro y Blanco I

Negro y Blanco II