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N&B;: Diario, Verona G.(21)

en Confesiones

Ouahib

26 de Junio de 2010, Aveyron (Francia)

Para cuando llegó el momento de la cena ya habían intentado persuadirla con un diccionario seis veces, a lo que se negó en rotundo. Como a hacer lo que ahora le pedía Krum en esa clase de protocolo. ¡Aprender a comer! Hijo de perra… Ya sabía comer, perfectamente. Ignoró sus comentarios, la cena que le hacía rugir el estómago y que no iba a tocar si no traducía el diario y cogía los cubiertos adecuados para ello. ¡Que le dieran por culo al protocolo, a él y a toda esa gente que la miraba de reojo! Esos Amos y Amas que aún seguían ahí por pocos que fueran, franchute incluida, todos de gala menos ella. Aún llevaba uno de los chándals rosas con su nombre, el pelo recogido en una coleta. Como la cría cruzada de brazos a su lado. Sin cenar.

- Ya está, se acabó tu tiempo para poder cenar Verona. Te puedes ir.- ¡Por fin! Se levantó de la mesa que compartía con él y cogió a la cría.- Hasta el lunes, reina.- Le ignoró, como el resto de miradas que la seguían mientras salía. Sólo esas dos mujeres que no se habían separado de su lado en todo el día la siguieron a la planta de arriba del todo. A la habitación que ahora prefería antes que la suya. La de la tele gigante.

Había descubierto cómo encenderla, cómo pasar de canal. Pero sobre todo, había descubierto que si llevaba a Jamima con ella estaba entretenida y la punzada y el dolor no eran el centro de su atención. Lo mismo que pasaba cuando encendía la tele y buscaba el canal de deportes. Su estómago igualmente rugió cuando pasó por el canal de cocina. Maldita sea, qué hambre.

- Umla, je veux manger- Dijo la mocosa a su lado con un puchero. Ella tampoco había comido nada. Se la sentó encima.

- Shh…- Miró de reojo a esas mujeres sentadas en el sofá charlando, ignorándolas, y lo susurró en francés. Sino no la iba a entender.- Comeremos mañana, duérmete.- Negó sollozando, dándose la vuelta y señalándole su estómago. Alam maeda. Otra vez, cada vez que rugía lo decía, lo señalaba. Le señaló el suyo.- ¿Alam maeda?- Asintió con una lagrimita saliendo ya. Le dolía.- Pues que se jodan, mocosa, vamos a buscar comida.

Puso más volumen a la tele mirando de soslayo a esas dos, y viendo que no les hacían caso ahora cogió a Jamima y se agachó haciéndole un gesto de silencio que ella repitió con una ligera sonrisa. Salieron de la habitación sin que se dieran ni cuenta. Había visto escaleras en alguna parte de ese piso, otras que no eran las principales. En alguna parte. Caminó con la cría en su cintura buscándolas pero no hizo falta bajar a ninguna parte. En una sala llena de cojines, sofás y mesas bajas había platos decorativos con fruta. Jamima no esperó ni un segundo, ella tampoco. Cogió el plato de esa habitación y se fueron a esconder al vestidor de su habitación mientras ya devoraban una manzana cada una.

- Si creen que nos van a matar de hambre la llevan clara.- Escondió el plato en uno de los cajones cogiendo varias piezas más de fruta para ahora.- Come, venga.- Le metió prisa, pero no llevaba ni media manzana que ella ya llevaba dos y un racimo de uvas. Además de comer cada vez más lento cuando masticaba cerraba los ojos.- Te vas a dormir de pie.- No tardó mucho en hacerlo, y tuvo que frenar su cuerpo para que no se diera un cabezazo contra el suelo desde el sofá.- Al fin.- Susurró para sí misma.

Después de todo el día sin callarse, sin parar de correr, de brincar… Hasta ella estaba bastante cansada. Aprovechó que ahora estaban solas y tranquilas para investigar la habitación a fondo y buscar algo cómodo que ponerse para dormir mejor que esos camisones que le daban siempre y, sobre todo, para esconder lo que había en ese plato en distintos sitios. Por si acaso.

Lo que no se esperó encontrar después de registrar media habitación fue eso. En uno de los armarios había una tele, y dentro de uno de los cajones CDs. con su música favorita, todos ellos sin abrir. Joder… Y cascos, un mp3, un ordenador portátil, libros, películas… Ahora entendía para qué había un sofá ahí puesto en mitad de la habitación, donde Jamima se había quedado K.O. Siguió mirando los discos hasta dar con uno que le llamó la atención, pero no le dio tiempo a conseguir encender el equipo de música cuando escuchó su voz llamándolas. El rugido de su estómago le contestó nervioso. ¡Había llegado antes de que se durmiera, mierda! Se levantó del suelo a la carrera yendo a por esa manzana a medio comer que la cría aún tenía en la mano. Le dio tiempo a esconderla antes de ver abrirse la puerta. Había vuelto, y su gesto cambió en cuanto sus ojos las vieron. Sonrió.

- Por Alá, tienes a media casa buscándote, Verona.- Iba hacia ella directo. Negó.

- No me duele.- Le advirtió secamente y se quedó ante ella, echando un vistazo a la cría dormida en el sofá, a todos los cajones revueltos. A ella otra vez y el mando que tenía en la mano, a lo que llevaba puesto ahora, una de esas togas de color rojo sin cinturón.

- Espera aquí.- Murmuró yendo hacia la cría, cogiéndola en brazos. La cría se despertó y se abrazó a él sonriendo.- Iala, faar.- Siguió hablando en susurros con ella mientras salía, y escuchó su voz volviendo al cabo de segundos sin moverse del sitio. No tenía chicles esta vez pero tampoco nauseas, ni siquiera cuando le vio otra vez entrar mirándola con una sonrisa.- Ven, vamos, tenemos que charlar.

- Prefiero quedarme aquí.- Le observó fijamente mientras asentía y se dejaba caer en ese sofá quitándose la chaqueta.

- ¿Has comido algo esta noche, Verona?- ¿La mocosa se había chivado?- No, Jamima no te ha delatado.- Le dijo siguiendo su mirada hacia la puerta.- Sino tu actitud. Si no hubieras comido estarías enfadada, cariño. Siéntate conmigo.- Palmeó el sofá a su lado y negó en rotundo.- Verona, hazlo, estoy demasiado cansado para discutir cada detalle contigo pero has desobedecido a Krum, le has insultado mi amor.

- Yo no, ha sido la cría.- Se rió a carcajadas pero hizo otra vez el gesto.

- No me hagas ir por ti.- Bufó y se sentó cruzada de brazos.- ¿Has comido entonces?

- Sí, he comido.- Ya era evidente aunque la cría no hubiera dicho nada.

- Bien, no mientas ahora.- Le miró de reojo.- ¿Has pasado un buen día con mi pequeña?

- Yo no diría bueno.- Aún estaba bastante cabreada por lo del cuestionario, y el pensamiento le punzó pensando en la estúpida de Ally, en el cabrón de Krum.

- Entonces ya somos dos, vamos. Necesitamos un poco de calma.- Le cogió la mano y se soltó de inmediato.- Verona, puede que ahora no te duela, pero desobedecer en esta casa, insultar y mentir no está permitido. Menos enseñarle a Jamima a decir capullo.

- Si no lo fuese no se lo llamarían.- Se cruzó de piernas viendo cómo iba directo uno de los armarios que había dejado abiertos, cogiendo ropa de los cajones mientras reía. Una toalla, un camisón y unos de esos conjuntos de ropa interior rojos con los que su estómago rugió sonoramente del cabreo, del planteamiento de ponérselo.- Qué haces.

- Nos están esperando, amor. Vamos.- ¿Esperando dónde? No le dio la oportunidad de negarse, la cogió por la mano y salió con ella de esa habitación que había dejado patas arriba al pasillo. La llevó hacia ese baño con saunas que no había pisado más desde el primer día, señalándole el vestuario donde estaba Tohfa, que cogió lo que él había traído consigo.- Cámbiate y disfruta del masaje, pórtate bien.- ¿Masaje? ¿Qué masaje? Se fue, la dejó con ella. Pero en cuanto hizo el primer movimiento para desnudarla negó en rotundo.

- El Amo me ha ordenado ayudarte a partir de ahora a vestirte de forma apropiada.- La miró con una ceja levantada. A ella y al conjunto provocativo.

- Eso no es apropiado para nada, menos para mí si está aquí y yo despierta.- Ella sonrió y negó.

- Ahora no, cálmate mi señora.- Le señaló la toalla.- Ahora estaremos tranquilas, está cansado.

- ¿Y eso quieres decir qué?- Se envolvió en la toalla que le tendía mientras le quitaba los zapatos y los calcetines sin perder de vista ese camisón y el conjunto rojo.

- Que si no le provocas y obedeces te dejará dormir esta noche a pesar de tus errores estos días, mi señora.- Tragó despacio y su estómago rugió ante el planteamiento, acelerándole la respiración.- Él está al tanto de todo lo que haces, no lo olvides.- De todo no, se dijo con algo más de calma. No tiene ni idea de lo de la comida que he escondido en el vestidor. Pero sabe que he comido igualmente, lo nota. Suspiró.

La guió a una de las saunas donde otras mujeres estaban igual que ella, como Tohfa, liadas en una toalla, con un short blanco o directamente desnudas sentadas sobre la roca en silencio. Y allí se sentó al lado de Tohfa rodeada de vapor hasta sudar por cada poro, apoyada en la pared y escuchando una musiquilla de fondo, por supuesto música árabe. Pero ahora que veía a esas mujeres sin los acostumbrados pañuelos y después de tantos días observando supo que no todas ellas lo eran. Sabba no, desde luego, la que se parecía a ella. Ni Zareen tampoco, otra rubia de piel clara. Ninguna de ellas pasaba de los treinta seguramente, y a pesar de ser todas diferentes tenían una cosa en común. Las manos pintadas como ella, los pies. Apenas era visible ya después de casi un mes. Suspiró cerrando los ojos apoyándose completamente en la pared tras ella. Qué puto calor…

- ¿Cuánto tenemos que estar aquí?- Susurró a Tohfa a su lado, también con los ojos cerrados y completamente desnuda ahora, tumbada en la piedra. Ella también estaba sudando por cada poro.

- ¿Quiere salir ya mi señora?- Asintió limpiándose la cara de sudor mientras ella se levantaba yendo hacia la puerta.

- Llámame Verona y punto, Tohfa.- Mi señora sonaba hasta ridículo viniendo de ella, recordando lo que había hecho en... No. Se negó a recordarlo como más de una vez. Si es pasado, fuera, le dijo su mente abotargada por el calor.

La siguió por el pasillo hasta otra sala, una igualmente llena de vapor pero donde Oussam estaba tumbado igual que otras mujeres mientras Dunya le daba un masaje. Ni siquiera la miró, no se había dado cuenta de que estaba ahí. Se tumbó en una de las camillas que Tohfa le señalaba sin perderle de vista. Hasta que vio que no se iba a girar, que seguiría ahí tumbado mientras le masajeaban las piernas, como a ella. Suspiró cerrando los ojos un instante al escalofrío que le recorrió el cuerpo, relajándose por segundos con esa música, ese vapor cálido que la rodeaba. Al menos no hacía tanto calor como en la sauna, y lo que fuera que estuvieran usando para masajearle ahora los hombros olía bien. Continuó por el cuello, por los brazos, las manos… No pudo aguantar un segundo más consciente, rendida a esa calma por completo, a ese calor. Y despertó debido a la luz que le daba en la cara, intentando esconderse de ella dándose la vuelta sin abrir los ojos hasta que sintió el abrazo con el que Oussam la atrapaba. No se movió atenta a su respiración profunda, viendo que le habían puesto ese camisón y el tirante rojo indicó que el conjunto también lo llevaba. Se intentó deslizar fuera de ese abrazo sabiendo que él no llevaba absolutamente nada bajo la sábana que le cubría la piel oscura hasta la cintura por lo que pudo ver en ese espejo sobre ellos. Estaban en la habitación de la tele, en la roja, pero no se fiaba un pelo. Imposible, era imposible deshacerse de ese brazo que le abarcaba la espalda por completo y la achuchaba contra él. Por más que lo…

- Buenos días mi amor.- Miró arriba, a sus ojos oscuros de pestañas largas, a su amplia sonrisa de labios gruesos que se acercaba a ella. Le besó la frente como cada mañana, pero hoy había algo distinto. Jamima no estaba en la cama, pegada a ella como una lapa como de costumbre. En su lugar estaba él, sólo él.- ¿Te gustó el masaje de anoche?- Asintió. No provocarle, no mentir. No estaba en situación de hacerlo.- Has dormido muy bien hoy, me alegro.- Siguió su mirada a su espalda, al reloj que marcaba casi las doce, y en el momento que le besó la sien volvió a mirarle desconfiada.- No me mires así, cariño, estoy aguantando mucho por ti. Muchísimo.- Le acarició la mejilla besándole la frente otra vez. No se movió un solo dedo, sin respirar siquiera.- Hoy me gustaría pasar el día contigo Verona, ¿qué te parecería salir?

- Salir a dónde.- Le levantó la barbilla y la observó sonriente.

- Estás en Francia, ¿no? ¿Desayunar en Paris, te gustaría?- Negó. La ciudad del amor no, para nada.- Sí, pilla un poco lejos de aquí para ir a desayunar. Iremos a cenar entonces.

- No sé para qué me preguntas nada.- Se quejó intentando apartarle mientras él la abrazaba riendo a carcajadas. Al final haría lo que le diera la real gana, como con todo.

- Mi amor, si luchas me das pie a hacer lo mismo.- Susurró a su oído y la paralizó, no así como a su respiración.- Ya veo…- Rió quedamente a su parálisis.- Te pregunto porque quiero saber tu opinión, Verona, los planes los impongo yo ahora. Lo sabes. Además tenemos visita hasta esta noche.- Ni falta que me lo recuerdes.- Contéstame y te dejaré que vayas a vestirte con algo menos…- Siguió su mirada hasta sus pechos, apretados por el sujetador rojo y el abrazo con el que la tenía presa.- Tentador.- Miró con rencor su sonrisa tapándose con la mano.

- Qué quieres.- Así iban las cosas, a base de tratos. Una cosa por otra, y lo que llevaba puesto sin haberlo elegido seguro que era por haber desaparecido con la cría, o por haber insultado a ese capullo integral que al menos hoy no tendría que aguantar. O por sus errores como Tohfa decía, por no controlar su dolor si él no…

- ¿Estás excitada mi amor?- La sonrisa de demonio que le dirigió se lo dejó claro.

- Sabes que no pienso responderte a eso.- Asintió.- No. Otra cosa.- Negó sonriente.

- Responde cariño, es una pregunta muy simple.- Joder ya con…- Verona, dilo.- Negó ella en rotundo, intentando alejarse.

- Ni lo sueñes, pervertido.- Ya no aguantaba más, menos cuando la abrazó con fuerza riendo a carcajadas, sintiendo su erección contra el muslo.- ¡Oussam, no!- Dejó de reír y ella de moverse.

- No qué.- Acorralada completamente y con el corazón palpitándole frenético a esa sonrisa de demonio con la que la miraba fijamente ahora ni lo pensó.

- ¡Que no quiero hacerlo, joder, suéltame!- Negó suspirando.

- Mientes, mi amor. Lo sé.- Le rozó el labio con el pulgar antes de levantarle la barbilla y besarla un instante.- Como también sé el miedo que te provoca decir la verdad.- La volvió a besar, esta vez más profundamente. Giró la cara en cuanto sintió su lengua rozarle los labios.- Verona, tranquila.- Le susurró a su oído, besándolo. Negó.- No  qué.- No dejaba de acariciarle la cadera, de darle ligeros besos en el cuello.

- No a lo que haces. Para ya.- Lo intentó otra vez sin éxito, apartarle de ella.- No.

- Contesta o lo verifico yo mismo.- Selló los labios negando. No pensaba decirlo, pero si no él…- Como quieras, mi amor.- Su mano se movía, se internaba por debajo de ese camisón corto. 

- ¡Lo estoy, déjame ya!- Chilló cerrando los ojos, cruzando las piernas a esa mano.

- Shhh… Muy bien cariño.- Le acarició la espalda otra vez, besando su sien.- Muy bien, cálmate. Shh…- Y hasta que su respiración no se normalizó y su cuerpo no se destensó no la alejó de él. - Vamos, ve a vestirte preciosa. Tofha te ayudará, sé más que buena hoy mi amor. Es importante.- Echó a correr sin mirarle en cuanto la dejó libre por completo, directa a su habitación, a su vestidor.

Y no sólo estaba Tohfa esperando, también su hija Jamima y al menos tres mujeres más sentadas en ese sofá charlando hasta que ella entró a la carrera, sin aliento. Ya tenían ropa preparada para ella, como cada día, pero viendo lo recogido que estaba todo y el plato de fruta que ahora decoraba la mesa baja… Jamima cogió una manzana, haciéndole un gesto de silencio, dándosela. Viendo la nota que había clavada en ella. Bufó antes de leerlo.

- Pomme.- Lo que le daba la real gana, joder.

Siempre se salía con la suya hiciera como lo hiciera, y más claro lo tuvo cuando se negaron a que llevara otra cosa que ese vestido de exposición azul claro, con el cinturón a juego con el hilo dorado que lo bordaba. Pendientes, anillos…Incluso se empeñaron en peinarla entre Houda y Jameela, haciéndole un recogido a pesar de las quejas.

- Puedo hacerlo sola, no me…

- Hoy no, Verona. Hoy es diferente.- Tohfa la sentó en el sillón para ponerle unos zapatos. Unas sandalias de punta a juego con el resto del vestido.- Ouahib está aquí.

- Y no está contento.- Frunció el ceño al comentario de Houda, intentando recordar quién mierda era… Su padre.

- ¿¡No está contento con qué!?- Lo que le faltaba. El viejo cabrón.

- Amenazaste a Malek.- Eso se lo había dicho ya varias veces. Que había sido un error muy grande amenazar al hermano de León. A su mellizo.- Y no estás en cinta aún.

- Ni voy a estarlo.- Aclaró rotundamente y todas ellas se miraron en silencio.- Qué.

- ¿Sabes por qué el Amo sólo tiene hijas?- Se encogió de hombros. Ni le importaba una mierda tampoco saberlo.- Porque su reina es la que debe darle el varón, su heredero.

- ¡Yo no quiero hijos, ni ahora ni nunca!- Dijo con el estómago rugiendo ya de puro nerviosismo, con el nudo acechando bajo el cinturón. Tohfa suspiró murmurando algo y las otras dos salieron de la habitación con la cría, que ya hacía pucheros por su tono, como siempre que gritaba. Teatrera…

- Escúchame.- Le levantó la barbilla.- Está siendo generoso, paciente, comprensivo y ni te ha tocado desde entonces.- No pero casi, y además…- Como sigas así, Verona, ni siquiera él tendrá opciones.- Tiró de su brazo para ponerla en pie.- Ahora callada, no se te exige mirar abajo siquiera, pero no provoques a Ouahib. Perderás.- La sacó de la habitación tirando de su mano enjoyada. 

La siguió al salón de la planta baja y allí la acompañó mientras desayunaba sola, dándole un chicle cuando terminó intentando no mancharse de batido ese incómodo traje que le presionaba el estómago. Pero no más que el resquemor de ese silencio que normalmente Jamima llenaba. Tohfa la acompañó hasta que vinieron a buscarla, y al ver las galas de las demás tan parecidas a la suya pero con los acostumbrados pañuelos supo perfectamente dónde iban ahora. A ver a Ouahib, que efectivamente ya la estaba esperando en una sala de la primera planta, una en la que no había estado antes y donde Samira y las demás esperaban con Oussam, en esa tarima con tronos tan parecida a la de Marruecos. Solo que esta vez su padre no se acercó a recibirla, la miró fijamente, serio. ¿Cabreado? Que le den. Se sentó en su sitio en silencio sin mirar a nadie y en cuanto lo hizo volvieron a hablar entre ellos, a ignorarla, incluidas esas mujeres sentadas en las mesas frente a la tarima en silencio, todas con sus pañuelos en la cabeza y la mirada baja. Incluso las que estaban de pie como Tofha. Todas menos ella. Masticó el chicle suspirando y cruzándose de brazos, apoyándose en el respaldo de ese incómodo trono. Iba a ser una mañana muuuuy larga.

  

¡¡ COMUNICADO IMPORTANTE PARA LOS SEGUIDORES DE N&B !!

La Élite ya tiene blog, de manera que los siguientes capítulos que suba a TR serán sólo los de contenido estrictamente sexual.

La trama de histora la prodréis encontrar en la página del blog junto a algunas ventajas más:

 

- Capitulos organizados por orden de lectura

 

- Editados y corregidos, por lo que se entienden mucho mejor.

Además llevan algunas sorpresas incluídas ya que el blog 

permite enlazar videos, imágenes, etc...

 

- Subiré antes al blog que a TR, sobre todo los que como este

se tratan de continuar la historia del personaje.

 

- Habrá escenas extras y capítulos que no subiré a TR, 

además de otros detalles como fichas de personajes, etc.

 

- Podréis compartir cada capítulo favorito en los medios,

comentar y hacerme llegar vuestra opinión.

 http://negroyblanco.megustaescribir.com/

 

¡A disfrutarlo, que es gratis!

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Los Relatos de la saga ''La Élite: Negro y Blanco'' y sus derivados creados por Sildhara se encuentran

bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es

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