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Negro&Blanco;: La Élite (3)

en Confesiones

Porqués

Krum Steller

 

Siguió indicándoles a los instaladores del sistema de vigilancia las habitaciones en las que debían poner las cámaras y en las que no mientras ellas seguían en el baño de su despacho, intentando quitarse esa imagen de la mente. Maldito Eric... Las salas de actividades, sin incluir la piscina ni la sala de reuniones, su despacho tampoco. El cuarto de las de Veteranas, sí, todos los dormitorios. Apretó los dientes. Excepto el de Eric. Todavía no podía creer que hubiera ganado la maldita apuesta. No sólo le había permitido tocarla en público. Esa chica era un portento, pero él se había excedido un poco también. Miró la puerta del cuarto de baño donde aún estaban encerradas con esa hoja de actividades y se quedó atento al sonido de la ducha. Al menos había conseguido que su instrucción empezase hoy, ya llevaba retraso. Aunque su comportamiento no era para nada como ninguna de las otras. En cierta manera se parecía a Megan en cuestión de inteligencia, se fijaba hasta en el más mínimo detalle. Pero era mucho más reservada, inocente, educada, imprevisible... Joder, no podía más. Y tenía demasiado trabajo que hacer aún. León quería datos de su nueva inversión, y se los iba a dar. Con mandarle un escaneado de ese diario y algún dato más estaría encantado y seguro les mandaría lo necesario pronto. Y él aunque la tenía en su ducha, con Megan, no podía tocarla. Y Megan pasaría su tiempo libre de cada día con Eric por permitirla volver a ser su sumisa de confianza y estar al tanto. Maldita apuesta…

- Eso es todo.- Le pasó el mapa a ese hombrecillo calvo con un mono azul de trabajo.-Si necesitan algo estaré aquí.- El hombre asintió sin hacerle caso más que al mapa eléctrico de la casa.- Y llamen antes de entrar.- Le hizo una señal a esa mujer que esperaba del servicio de limpieza. Ese mapa lo tenía preparado.- Todas las salas, excepto las de puertas grises o negras que igualmente encontrarán cerradas.- Igual que mi habitación, con Rose dentro.- Nada exhaustivo en los pisos superiores. Suelos, camas, ventanas, baños y ropa sucia. Encontrarán la lavandería en la casa contigua, no tiene pérdida.- Ni siquiera la miró acompañándola a la puerta, viendo a cinco muchachas más que venían con ella. Algunas ni traían uniforme siquiera. Esto era un error, uno muy jodido. Pero tenía solución. Les hizo un gesto para que pasaran y se acercaran a su mesa.- Firmen los papeles y cobrarán el doble por hora.- Ahora sí fijó la vista en esa mujer que levantaba una ceja, como más de una, cuando vieron el contrato de privacidad que les pasaba.

Pero no tardaron en estar firmados, como lo habían hecho los de la instalación de seguridad y los de vigilancia. Dudaba que encontrasen algo, había repasado cada rincón de la casa y cerrado todas las puertas que no eran aptas. Aun así mejor asegurarse. Cerró la puerta del despacho y fue directo a la del baño, pero no se escuchaba nada. Tocó la puerta dos veces y en un segundo estaban ambas fuera. Megan sonriendo y ella calmada, con la vista baja. Le había permitido darse una ducha rápida, algo que le había sentado bastante bien por lo que veía.

- ¿Estás mejor princesa?- Asintió sin mirarle, suspirando. Mala costumbre, pero iba a ganársela de cualquier forma.- Toma asiento cielo.- Fue directo al suyo, viendo que Megan se sentaba a su lado sin dejar de mirarla, entregándole la hoja que había rellenado en… No lo había hecho.- Sólo has tachado cosas, Lily.- Se tuvo que reír al ver las actividades de Atletismo y Natación apartadas de su elección. Verona no le gustaba, ¿eh?

- Me…- Estaba nerviosa aún, pero Megan cogió su mano y cambió el gesto sin mirarle. Suspiró otra vez.- Me parece que da igual lo que elija, señor.- Le pasó ese diario negro con su nombre. Lo abrió fijando su mirada en Megan y ella negó. No le había dicho nada que no debiera. ¡Más le valía después de lo que le había costado volver a situarla como sumisa a cargo! Fijó su vista en una lista de preguntas al final de todo y una le llamó la atención más que ninguna. Oh…joder.

- Puedes ser tú misma, cielo, siempre que quieras. Solo que no de la manera que lo eras antes.- Frunció el ceño.- Vamos a ver, sabes tu problema, eso es un gran paso.- Miraba a un lado ahora.- Ahora sólo falta que cambies un poco esa rutina que no te beneficiaba en nada, que centres tu atención en lo que te gusta. Hay muchas actividades que puedes realizar y elegir por ti misma.- Volvió a pasarle el formulario y un bolígrafo.- Si hay alguna que te gustaría realizar y no está, ponla igualmente.- Eso se lo podía permitir.- Más después de ver lo feliz que estabas en la cocina y ese plato que has preparado cielo, me hubiera encantado probarlo.- Se centró en el resto de preguntas de esa lista sin frenar su pensamiento. Probarte a ti subida en esa encimera en albornoz. ¿No puede haber un maniquí o algo que dibujar mejor que yo? Desnuda en esa sala corriéndote, rodeada de gente. ¿Porqué ahora es Vivian y no Megan la que la sumisa que me ayuda? En mi ducha con mi niña dulce. ¿Lo de actividad grupal los sábados también es de sexo o en plan película y parchís? Joder con la cría. Se rió mirándola, pero ella aún no había terminado de repasar esa lista. No había marcado nada aún.- Megan, ayúdala si lo necesita, vuelves a ser la sumisa a cargo.-Su pequeña sonrió de oreja a oreja, viendo el gesto de sorpresa de Lilian. Ese punto se lo acababa de ganar él, su ligera sonrisa se lo dijo. Eric seguía igual de cerrado con sus sumisas y Lily no era para él, ahora mismo se sentía traicionada por su Amo, y eso en los primeros tres días era demasiado intenso para una primeriza. Se había excedido.

- Va mujer, es fácil.- Megan se acercó con su silla a ella, cogiendo las tablet del escritorio y dándole la suya.- Señala las que te gusten de todas estas y las cuadramos en el horario de la tablet. Las que quieras, puedes ir cambiando. Así pruebas las todas las que te apetezcan.- Le guiñó un ojo a él y no lo pudo soportar más. 

- Cielo, mira esto mientras elige, es el proyecto que me pediste.- Megan levantó la vista de la hoja sin creerlo. Mi niña…- Vente.- Se palmeó la pierna y ella fue con una amplia sonrisa casi a la carrera, mirando la pantalla en la que puso lo que había estado realizando ese año que habían estado separados para ella.- Te pasaré una copia a la tablet.- Le besó, y sin que se lo pidiera siquiera se dio media vuelta hacia la pantalla inclinándose hacia adelante, viendo que Lilian no hacía ahora caso inmiscuida en esa lista. Levantó lentamente el borde del vestido, separando sus piernas. Y cuando notó con su mano ese pequeño cordón que le dijo lo que su pequeña llevaba puesto no lo dudó. Tiró de él lentamente.- ¿Te gusta cielo?- Mi niña dulce es maravillosa.

- Sí Amo. Es lo que quería, gracias.- Su risita emocionada le terminó de decidir. Sacó el pequeño consolador metálico de su ano, se lubricó el dedo índice rozándole la entrada al vientre sin perder de vista a Lilian y lo introdujo despacio.

- Me alegro de que te guste princesa, si ves que hay algún error no dudes en comentármelo.- Lo sacó, lo metió con más fuerza y notó la ligera tensión. Pero no dijo nada. También tenía otra cosa para ella.- Ve a por lo que hay mi maletín cielo, está en el sofá de la salita.- Se levantó de inmediato, y al ver la primera cruz que Lilian hacía en esa larga lista se quedó atónito.- ¿Fronton?- A Eric le iba a salir humo del cabreo. Rió.

 

-Porqués-

Asintió a su pregunta incrédula sin mirarle, sin querer ver esos ojos que le taladrarían el pensamiento. Era a lo que jugaba ella sola para desquitarse cuando estaban de vacaciones por la continua presencia de Meredit. Podía pasar horas dándole a esa pared con tal de no darle a ella. Suspiró mirando la actividad física obligatoria de su lista, igual que lo era posar en clase de Eric y escribir cada día en su diario. Equitación. No se iba a librar de su Amo, y la ironía le levantó una ceja. Pero tenía que elegir un deporte más. Tres mínimos, ponía. Podía empezar con eso y ya vería si cambiaba después. Atletismo no, eso de correr por correr… Tenía para elegir Tenis, Pádel, Atletismo, Kárate, Yudo, Taekwondo, Natación… No, ni de broma. Eso también era con Verona. Esa tía no le gustaba nada de nada, parecía un sargento. Algo más relajante. ¿Yoga? O taichí. No, yoga mejor. Había visto más de una vez las zapatillas de baile de Megan en la habitación, si lo elegía… Pero ella de baile sabía poco. Y lo poco que sabía de clásico no tenía nada. Pasando. Siguiente. Actividades Lúdicas. Las repasó por cuarta vez. Dialéctica, Redacción o Idiomas. Tenía que elegir otros tres pero…

- Eh… Yo ya sé tres idiomas, señor.- Dijo mientras Megan entraba otra vez al cuarto, y al mirarla de soslayo le vio las lágrimas. Iba directa a Krum con algo en la mano. Un folio.

- Mi niña, no llores.- Se abrazó a él sollozando.- Vamos cariño, ¿no era lo que querías?

- Sí Amo, gracias.- Krum sonrió y la miró fijamente. Bajó la vista al papel.

- Veremos qué pasa después, pero la oferta ya está hecha.- Ella asintió, lo vio en el reflejo del cristal. Como su sonrisa y el beso que le dio a Krum. No estaba triste, sino feliz. Por eso lloraba. Suspiró más tranquila y volvió a lo que estaba haciendo. ¿Tan enamorada estaba de Krum?- En cuanto a lo de los idiomas...Puedes elegir un idioma más o una hora de lectura diaria.- Leer, estaba claro. Era otra buena forma de evadirse. De no pensar en nada. Lo marcó, igual que escribió lo de cocinar. No era mala idea, se lo pasaba bien.- Excelente princesa, a Megan también le gusta mucho leer, como a Susi. Estaréis juntas.- Buah, genial. Lo de Meg lo sabía, no era la primera vez que ojeaba sus libros aunque… ¡Joder, ahora lo entendía! ¡¡Qué asquerosa!!

- ¿¡Por eso tenías ese libro en el armario!?- Megan se rió a carcajadas, pero miró a Krum sabiendo que no debía haber dicho nada.- Perdón señor.- Bajó la mirada.

- Tranquila princesa, habla, di lo que quieras.-Su sonrisa lo aseguró. ¿En serio?

- En esta hora eres libre de decir lo que te parezca, Lil, mientras seas sincera y lo digas con educación.- Asintió siguiendo por esa lista sin querer saber más nada ahora mismo. ¡Era por eso! Se lo podría haber dicho antes, joder. Aunque si le hubiera dicho ‘porque soy sumisa’ seguramente no habrían seguido siendo amigas. No entonces.

- ¿Qué libro era ese, cielo?- Y Megan volvió a reír al tiempo que a ella se le paraba la respiración. No lo digas, no lo digas, no lo…

- Tu primer regalo, Amo.- Levantó la vista con la boca abierta. ¡¡Ay va la ostia!!

- ¿¡Te has leído esos libros!?- Krum se lo preguntaba a ella casi con el mismo pasmo que tenía su propia cara. Y se ocultó tras la hoja de actividades pero Megan no dejaba de reírse a carcajadas. ¡¡Dios, trágame tierra!!

- Fue incapaz de pasar de la primera página, Amo.- ¡La mataba, la iba a matar!

- Como tú de Juego de Tronos, pringada.- Murmuró abochornada.

- ¡Es un muermo!- Le hizo un corte de mangas sin bajar la hoja y más se rió. Capulla…

- Emmm… Lily.- Qué. En cuanto le miró a los ojos lo supo. Se estaba enfadando, no debía.- La ira cielo, contrólala.- Bajó la hoja tras la que se había ocultado lentamente, asintiendo sin mirarle.- Bueno, tengo una solución para todo esto.- Ahora sonreía, con Megan aún abrazada a él.- Vais a hacer intercambio de opiniones sobre lo que leáis bajo supervisión cada día, así aprenderás a controlar esos brotes. ¿Te parece bien?

- Sí señor.- Suspiró profundamente viéndole todo el sentido del mundo.

¡Pero es que la provocaba! Marcó Informática en Optativas del tirón de una vez aun a pesar de su advertencia en la ducha. De que no sería lo que pensaba, nada de jugar a lo que quisiera. Daba igual, acabaría por probarla, igual que iría directa a esa sala después de comer. ¡De caballos nada, hoy no iba a desperdiciar esa hora! Terminó de cuadrar el horario en la tablet con todo lo que había elegido aparte como la fotografía, eso sería fácil, mejor que modelar. A la hora de comer con todas ellas, con la vista baja y Eric al lado mirando las actividades que había puesto en la tablet fue consciente de que de tanto en tanto la miraba. Lo presentía.

- ¿Estás segura nena?- Asintió.- ¿Y quién te va a enseñar a cocinar? Yo no sé, y Krum menos.- Dijo entre risas y lo pensó un instante.

- Podría…- Le había preguntado en el diario a Krum, si podía escribirle. Pero si tenían tanta pasta y tanta influencia…- ¿Podría venir Nana, Amo?- Odiaba trabajar en esa casa, lo sabía. Allí quizá no estuviera tan jodida. O sí si se enteraba de su problema, de lo que ahora era ella.- No. Mejor no, Amo.- Murmuró perdiendo totalmente el apetito.

- Lily, come nena.- Besó su mejilla cogiéndole la barbilla, mirándola con una sonrisa radiante.- Ya veremos qué pasa, lo tendremos en cuenta.- Terminó el plato.- Bien, ahora vamos a tu tiempo libre. Lori ven amor, y tú también Megan. A partir de hoy estás conmigo esta hora libre hasta nuevo aviso.- A las cuadras, fijo, porque la hizo entrar al vestidor del pasillo de la planta baja para cambiarse por uno de esos vestidos blancos. El traje de montar estaba en su taquilla.

Ignoró a toda esa gente que había por la casa como Eric le repitió otra vez más, pero cuando le puso unas sandalias con su nombre le miró atónita, cogida a su mano y saliendo por la puerta principal. ¿A dónde iban? Era su tiempo libre, podía preguntar si quería, y sólo tuvo que mirar a Lorena y su guiño, cogida de la mano de Megan, para saber que a montar no. Atravesaron no supo cuantos metros en línea recta sobre esos guijarros de la entrada hasta un garaje donde había muchos, muchísimos coches distintos. Motos. De todo. ¡¡Iban a salir de la casa!!

- ¿Dónde vamos?- La emoción le pudo y sonrió, poniéndose la gorra que le daba, como ellas. Montándose todas en un descapotable color blanco cuando Eric le abrió la puerta del copiloto.

- Te dije que te lo recompensaría, nena. En ello estoy.-Le guiñó un ojo y Lori rió tras ella en los asientos traseros junto a Megan. ¿Por qué no iban todos? Lo añadiría a las preguntas de la ficha del día sobre sus dudas. Espera.

- ¿Rose sigue castigada?- Casi se había olvidado de esa chica que le había robado el diario. En la sala de arte no la había visto, ni en la cena el día anterior. Ni ahora.

- Eso también te lo responderá Krum esta tarde, nena. Vamos.- Arrancó el coche y le dio un ligero beso mientras le ponía el cinturón.- ¿Lista?- Asintió a esa sonrisa. A Eric.

Hasta que empezó a conducir como un loco y se tuvo que agarrar al asidero de la puerta con los ojos cerrados y un chillido que le hizo reír a él y a las demás. Pero acabó por reír como las demás cuando se le voló la gorra a Eric, con el corazón acelerado, el aire fresco con olor a mar y directos a la población más cercana que había visto en la tablet. A la feria. Salió de coche sin creerlo aún, escuchando a toda esa gente hablar español a su alrededor, las risas, la música, el calor. Cogió a Megan de una mano y a Lori de otra echando a correr. Ya le había dicho que no se separara de ellas, pero no había dicho quien iba a llevar el grupo. Lo hizo ella, directa al espectáculo de esa plaza. Empezó a palmear sin poder obviar el ritmo, la risa de pura felicidad. Eso sí era sentirse en casa, más cuando Eric sacó a bailar a Lori. ¡¡Sabía bailar sevillanas!! Eso también podía ponerlo en las actividades, pero por cómo se movían ella sería la que les enseñaría. No le importó en absoluto ir sin bragas, sus caras la terminaron de convencer cuando sacó a Megan a bailar, y rió a carcajadas como hacía mucho no pasaba. Eso sí era una recompensa, como lo fueron los helados, el paseo en carro. Hasta les compró una peineta a cada una de distintos colores, quedando con la mujer de la tienda para hacerles trajes a todas, llamando a Krum para que le diera las medidas. Y no solo para ellas, para las nueve. Casi ni podía salir de su asombro viendo cómo podía llegar a ser Eric fuera de esa casa. Para cuando volvieron al coche no le importó lo rápido que iban, ni lo que iban a hacer ahora o lo que hubiera pasado esa mañana con esos regalos que habían comprado para todas, mirando la amplia sonrisa de Eric. Tanto o más que la suya y la de Lorena, con Megan todavía intentando decir ‘Faralae’ de camino a la casa por esos guijarros, haciéndola reír aún más si eso era posible. A la pobre se le daba de pena. ¿Ya había pasado una hora? Miró el reloj. ¡Eran las 4!

Montó en el caballo de buena gana a pesar del miedo inicial. Se sentía tan feliz que daba igual que la tirara cinco veces hoy, también había caballos en la feria y esos no le daban ningún miedo. Ni Eric ahora, porque ese seguía siendo Eric, el que no había dejado de sonreír en toda la tarde durante la clase, que fue bastante mejor que la primera. ¡Habían estado dos horas fuera, no una! Incluso ya dolorida no le dio reparo en probar suerte y mojarle a él en vez de al caballo en un despiste, distraídamente y sólo un instante, hasta que le vio esa mirada de picardía absoluta.

- Como te coja…- Chilló riendo, soltando la manguera en el suelo y echando a correr con él detrás.

- ¡Valevalevale, perdón!- Consiguió decir entre carcajadas, pero más se rió al decirlo sin dejar de correr.- ¡Es que Amo estaba sudando, Amo!- Perdió la fuerza de la risa y la alcanzó.- ¡Nonononono!- ¡La estaba subiendo a su hombro! Y rió hasta que sintió un ligero azote en el culo con un mordisco en el muslo. Se le tensó todo, sobretodo el pálpito. ¡Joder!

- A la ducha por traviesa mi musa, ahora mismo.- Se metió en los vestuarios con ella a cuestas y la dejó en el suelo en esa enorme ducha comunitaria de suelo gris y paredes blancas.- Di, cómo quieres recompensarme por huir de mí.- La besó con pasión, abrazándola a él, empujándola contra la pared.- Porque yo sé como quiero recompensarte esa preciosa sonrisa que me has regalado hoy.- Se quitó la camiseta. ¡JODER! Abrió el grifo más cercano con la sonrisa fija en ella, a escasos centímetros de su rostro, acelerándole todo.- Dime. Qué quieres nena.- No lo dudó.

- A ti, Eric.- Le besó, se aferró a él. Y la alzó por los muslos empujándola otra vez contra la pared, esta vez bajo la ducha. Fría.

- Amo.- Como su mirada.

Chilló del pánico, revolviéndose, soltándose de él con angustia. Llevó la mano directa al grifo con la respiración acelerada. Pero en cuanto salió caliente volvió a tranquilizarse, a abrir los ojos. A dejar de notar el dolor de su cuerpo, la parálisis. Sollozó contra la pared a esa imagen en su cabeza, mirándola fijamente a pesar de ver lo que no era. Sus ojos.

- Vete…- Es blanca, no roja.- ¡Vete!- Es blanca, ¡la pared es blanca!

- Dios nena, lo siento, calma. Shhh…- La abrazó contra él dándole la vuelta.- Qué has sentido Lil.- Miedo.- Qué has visto. Dímelo.- Esto tampoco lo tuvo que pensar.

- Dolor.- Qué has visto.- A ella.- Sollozó al calor que la envolvía ahora, abrazándose a él.

- Shhh…Vamos, cálmate. Estoy aquí.-Asintió mirándole cuando le levantó la cara a su sonrisa. Eric…- Que lo expreses está pero que muy bien, Lilian.- La besó con delicadeza, acariciándola.- No volverá a pasar cuando lo enfrentemos juntos, ¿de acuerdo?- Volvió a asentir y la abrazó con fuerza.- Mi pequeña, aún tiemblas, shhh…- Se separó de ella sólo para ayudarla a avanzar, llevándola fuera de esa ducha.

De las cuadras. Hasta llegar a la casa andando paso a paso bajo el sol. Hacia la música que sonaba en los pasillos y que paró cuando entraron por la puerta. Y el frío del interior de esa casa de mármol y el silencio la pegaron más a él de lo que ya lo estaba.

- Eric, qué has…- Krum, era él, y se acercó casi a la carrera.- ¿Estás bien princesa?- Negó. No, estaba impactada, estaba…

- Lori, llévala arriba, que descanse hasta que ella quiera.- Levantó la vista a sus ojos grises con un gesto de preocupación, cogiéndola y ayudándola a avanzar por el pasillo.- No es lo que crees. Ni yo me esperaba la reacción que ha tenido hace un momento.- Escuchó un susurro por debajo del sonidos de sus pisadas con esas botas de montar, empapada como iba.

- Pues ve, no la dejes sola ahora.- Miró atrás, a Eric, que la miraba preocupado. Pero negó. Y el enfado inscrito en la cara de Krum mirándole a él le volvió la vista al frente.

- Os doy miedo.- Susurró con el corazón encogido escuchando sus voces crispadas tras ella sin querer oír lo que decían.

- A mí no.- Miró a Lorena ante ese ligero murmullo mientras subían ya las escaleras.- A él sí.- Y lo entendió de inmediato recordando esa conversación del día anterior.

Lo que Eric le había aclarado del porqué de su miedo hacia él. Yo soy tú, había dicho, y me temes porque no quieres ver esa oscuridad que llevas dentro. Pero no sólo era por eso, lo sabía. Se lo estaban pasando bien, se estaba riendo y divirtiendo con él, y de repente había cambiado el tono, el propósito de ese juego porque no le había llamado Amo. Por más que no se esperara su reacción a lo que ella ya sabía, pues nunca salía si llovía o hacía mucho frío. ¿Por qué de repente había cambiado? Se desnudó con Lorena cantando en el baño, que ya había puesto la bañera a llenarse con agua caliente mientras ella esperaba envuelta en un albornoz. Esa canción se lo terminó de aclarar, aparte de que no hubiera ido con ellas a la habitación, con Lorena. No la temía a ella y su oscuridad, a eso estaba acostumbrado si con la edad que tenía seguía teniendo pesadillas, sino todo lo contrario. Él no podía dejar de ser Amo porque temía esa parte suya que había visto en la feria. A Eric. Lo mismo que le había pasado a ella en esa ducha, pero a la inversa. Por eso no entraba ahora en la habitación con ellas, por eso…

- Por eso me diste las gracias.- Miró a Lorena y la sonrisa triste que le dedicó, asintiendo.

- Ha sido un paso para él ceder la habitación a Eric.- Esa voz no tenía nada que ver con el murmullo que solía escuchar. La miró atentamente, pero ella miraba las perlitas de jabón que echó en la bañera haciéndole gestos para que entrara.- ¿Estás bien?- ¿Lo estaba? Ahora que lo entendía mejor, sí. Ahora que estaba rodeada de calor hablando con ella. No pudo dejar de darle vueltas ni siquiera cuando puso el jacuzzi en marcha.

- Tú no eres muda selectiva, ¿verdad?- Y Lorena rió a carcajada limpia, haciéndole un gesto de silencio.- ¿Porqué le haces creer que sigues enferma?- Se puso seria, completamente.

- No es eso, aún le necesito.- Murmuró de nuevo con esa vocecita.- Y él a nosotras.

Casi llevaba en esa bañera diez minutos cuando lo supo con certeza. Ella también le necesitaba, él la entendía hasta en los momentos más críticos. Por eso sabía que la oscuridad sería un castigo para ella, el dolor. Quizá no esperase lo del frío, pero se lo había prometido. La ayudaría a afrontar ese problema, ese miedo. Lo podían hacer juntos, y los porqués que la acorralaban desde que entró en esa casa, desde que supo que eran iguales, cobrarían sentido.

Canción. http://www.youtube.com/watch?v=zNpeK7sDLzE

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