24 de Diciembre de 2009, Francia (Residencia Withmore)
No pensaba bajar a esa mierrrrrrrrrda de cena. Aunque fuese Navidad. Bufó con hambre y se levantó de esa cama enorme de agua que le había regalado al inútil. El mismo que estaría abajo acompañado de esa chusma zalamera de la que le encantaba rodearse. Abrió la puerta y la llamó a gritos por los pasillos. Mierda de niñera… ¡No necesitaba niñera, sino una criada!
- ¡¡NANA!!- ¿Estaría abajo? El eco de las risas le contestó y pateó el suelo, enfurecida. Al final tendría que bajar. Y se miró. Con esos pantalones de ositos y la camiseta de manga larga para dormir. Volvió a la habitación dando un portazo. Le haría entender al inútil de su padre que ya no era una cría.
¡¡Había pedido un coche!! Y en su lugar había recibido una mierda de colchón de agua, otro semental de competición y ropa. Mucha ropa cara. ¡¡Si con esa mierda de uniforme no podía llevarla!! ¡¡¡¡INÚTIL!!!!. Se internó en el enorme vestidor tirando lo que no le servía al suelo hasta dar con algo. Un vestido de verano blanco de tirantas, largo, de una marca súper cara y seguramente elegida por esa estilista que le había presentado hacía días. Una sorpresita por sus buenas notas. ¿Sí? ¡¡Pues toma sorpresita, inútil!! Fue directa al escritorio y lo recortó con las tijeras hasta dejarlo muy por encima de lo que él llamaba límite. Soltó su pelo negro de niña buena hasta el trasero y lo cepilló con esmero hasta dejarlo perfecto. Ahora sí bajaría. Y lo hizo sin sujetador. Ni bragas. ¡¡A la mierda!!
Fue directa hacia allí, hacia las voces. Ya estaban con los rollos de estadísticas y mercado de siempre. Incluso el padre de Meredit había ido a la cena y… Se quedó paralizada. ¿¡Que mierda hacían esos tres profesores en su casa!? Vio al rubio de lejos, el que se había cruzado dos veces en las cuadras de Le Rosey. Meredit estaba loca por ese hombre, no era de extrañar, pero estaba loca. No era la única en saber que fijo se había ligado a la rubia que estaba frente a él, y ahora mismo tonteaba con una de las mayores. ¿Jana? Y estaba el otro, el que siempre que la miraba parecía que la iba a violar. Nadie se había dado cuenta de su presencia.
- ¡Ah, mi pequeñina ha decidido bajar!- Ahora sí que la miraban todos los... ¿Pequeñina? ¡¡Qué hijo de puta!! ¿¡Me quito el camisón aquí mismo y lo ves!?- ¿Nos acompañas amorcito?- ¡¡Lo mataba!! Miró a toda esa gente con el mismo odio que la reconcomía antes de ver a esa estúpida de pie sin mirarla. No como el profe de alemán. ¡Joder!
- Paso.- Dio media vuelta sabiendo que la miraba aún. Pues que la mirase, no estaba a su alcance. Y seguía con hambre.- ¡Nana!- Caminó directa a su cuarto, esquivando a ese maldito gato que… Les escuchó reír, y las risas la provocaron. Cogió el camisón y se lo tiró a esa imbécil que corría tras ella.
- ¡Señorita! ¡Vístase por favor!- Le cerró la puerta en las narices.
- ¡¡¡Tráeme comida!!! ¡¡¡AHORA!!!- Fue directa a por las tijeras y se metió en el armario.
No dejó falda sin cortar ni vestido sin rajar. Aparte de hacer añicos todo lo que tuviera ositos, gatitos… ¿Zapatillas de conejitos? ¡¡Es el colmo!! Las despeluchó. Pero no era suficiente, y para cuando Nana volvió con la bandeja de comida se encontró el desastre. La cama de agua había empapado la moqueta por los múltiples agujeros que le había hecho, los doseles de la cama estaban rajados. Y su pelo yacía a sus pies, recién cortado. ¡Sin estilista, mira por donde!
- Qué mierda miras.- Nana abrió la boca pero no dijo palabra.- Límpialo idiota, no querrás que te despida.- Cogió la bandeja de sus manos sin que reaccionara. Sonrió.
Y más lo hizo cuando la escuchó lloriquear y el caos del resto de criados que iban por el pasillo mientras ella comía en la sala viendo la tele, aún desnuda y con el pelo cortado por los hombros. Seguro que a la vuelta en Le Rosey más de una le copiaba el estilo. Meredit la primera. Esa niñata se creía mejor que ella, se iba a enterar. Este año le haría la vida imposible. Sabía por los rumores lo de su padre, pero no era la única en saber por las idiotas a las que le contaba su vida que esa mujer que se había casado con él no lo había hecho sólo por dinero. Ni que esa ‘rata roja’ fuese otra que la bastarda de su padre. Seguramente el inútil ya había intentado meterla en Le Rosey. Para qué, ¿para follársela? Esos rumores también habían llegado a ella. ¿¡Tan desesperado estaba!? ¡¡QUE SE FUERA DE PUTAS!! Le Rosey era SU territorio, ahí mandaba ella. ¡Y como no le comprase el coche pronto se iba a…!
- No me jodas…- Miró atrás, y cuando lo hizo abrió los ojos con pasmo de ver a ese hombre trajeado de ojos grises de pie, en la puerta que había dejado abierta. ¿Se reía?
- ¡¡Qué mierda haces!!- ¿¡Es que ni él la tomaba en serio!?- ¡¡¡Esta es mi casa!!!- Le tiró el plato vacío y a punto estuvo de darle, pero acabó estrellándose en el fondo del pasillo.- ¡¡¡LARGO!!!- Le clavó la mirada en silencio y la paralizó.
- Se acabó.- Cerró de un portazo, y en cuanto lo hizo volvió a respirar. A poder pensar.
¿Cómo que se acabó? ¿¡Qué mierda se acabó!? ¡¡¡COMO DIJESE ALGO EN LE ROSEY…!!! Se levantó del sofá y abrió la puerta de par en par, viendo que bajaba las escaleras a paso rápido, casi a la carrera. Y tras él iban esas dos chicas mayores. La tal Jana la miró sonriendo antes de empezar a bajar con esa otra rubia a su lado, que también le sonrió. ¡¡JODER, MIERDA!! ¡Iba a ser la comidilla de Le Rosey para el resto de su vida!