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N&B;: Freixas, el Amo.(5)

en Erotismo y Amor

21 de Abril de 2010, Francia (Le Rosey)

No la encontraba por ninguna parte. ¿Dónde se había metido? Volvió a al área de arte a revisar cada estudio, almacén y clase por si había decidido perseguir otra vez a ese gato callejero. Incluso se acercó por el espacio que tenían reservado para la música, donde más de una vez había pasado las horas muertas los fines de semana viéndola practicar las pocas notas que Valeria le había enseñado. Pero no, no estaba. Una muchacha se cruzó con él y le observó de arriba abajo con su grupo de amigas cuchicheando al lado. Ahora no, ahora no. Amanda. Amanda. Amanda. El pensamiento que le cruzó la mente cuando quiso centrarse en la visión de sus ojos rasgados no le ayudó en absoluto. No le quedaba mucho por más que no quisieran informarle. Con lo último que sabía era suficiente. Estaba tan débil que León ya no le permitía salir de Aveyron. ¡Permitirle! ¡A Valeria!

Otro grupo de chicas, y una que se quedó mirándole fijamente, guiñándole un ojo. Salió del edificio atravesando los jardines casi a la carrera pensando en su sonrisa, su voz. Pero eso tampoco le ayudaba ahora, era el momento. León se lo había dejado muy claro, Amanda ya estaba más que preparada para ser Veterana y la puja estaba a la espera de una cosa. Sólo debía firmar ese papel que Krum le acababa de dar con la advertencia de que se calmase.  Pero esa chica llevaba la falda tan corta que apenas le costaría rozarla, y con dos palabras... ¡NO! Dejó de mirarlas, a ella y su gemela, las mismas que Krum le había señalado como posibles candidatas. Huérfanas, con problemas alimenticios ambas. Altas, de pelo castaño. Las escuchó reír y aceleró el paso por ese edificio dedicado a los cursos preparatorios. Niñas, crías con las miradas fijas en él que no sabían el daño que podía llegar a causarles. Tenía que controlarse, encontrarla de una maldita vez. Apretó los puños cuando se cruzó con una chica solitaria que iba a la carrera por las escaleras. Sin sujetador. Seguro. ¡Dios!

No podía, desde hacía varios días empezaba a ser incontrolable sabiendo que a Valeria le quedaba poco tiempo. Las pesadillas le acorralaban incluso con Amanda en su cama, incluso habiendo desfogado con ella cada noche. Ahora lo necesitaba incluso de día, y en cuanto la encontrase... Se frenó en seco en la entrada a los dormitorios de las más pequeñas de Le Rosey echando un vistazo al pasillo donde Meredit Wheel acababa de hacerle la zancadilla a esa chiquilla pelirroja que acababa de llegar a Le Rosey hacía pocas semanas. A su hermanastra. Fue a por ella directo hasta que vio sus ojos, esa mirada. Un reflejo de la suya que desapareció en cuestión de segundos cuando se fijó en él. Y su carita rodeada de rizos vivamente rojizos le asombró. Vaya, era bonita. Mucho más de lo que hubiera pensado con ese mote que le había...

- ¡Mira por dónde vas, rata!- Observó fijamente a Meredit Wheel, que al darse cuenta de su presencia optó por dar media vuelta, con todo su séquito detrás. Y cayó en la cuenta. Ni se había planteado los problemas que le acarrearía ir en contra de ese demonio. De su padre. De León en definitiva. Respiró profundamente mirando a la chiquilla en el suelo.

- ¿Estás bien?- Avanzó sólo dos pasos antes de volver a ver esa mirada fija en él, de que se levantara por sí misma y echara a correr perdiéndose de vista por los pasillos.

Lo borró de su mente en cuanto lo pensó. No podía ser, era sólo una niña. Pero había perdido a su madre de una manera que... Se le aceleró la respiración con la imagen que se cruzó en su cabeza. Una de tantas, pero empezó a correr para alejarse de ella. De sus ojos azules que prometían volver, pero no lo hacía. Nunca más volvería, estaba muerta. Se metió en la primera puerta que vio, en los aseos, con esa hoja aún en la mano. Se iba. Le dejaba solo, en la oscuridad. Y Valeria también. No, no, no. Fuera. ¡Fuera!

- ¡FUERA!- Dio un golpe a la pared con los ojos cerrados y escuchó un chillido. Uno que conocía.

Amanda estaba ante él, y ni siquiera hizo el menor caso a las dos chicas que corrieron despavoridas de ese baño yendo directamente a por ella, metiéndola de un empujón en uno de los cubículos de las duchas.

- ¡Qué hacías aquí!- No esperó a que contestara.- ¡TE ESTABA BUSCANDO!- La besó empotrándola contra la pared, poseyendo su boca con ansia. Y sus manos fueron directas a esa falta que arrancó de un tirón, haciéndose con su cintura. Le abrió la camisa haciendo saltar los botones y le mordió el labio aferrando sus pechos con fuerza, tanta que la escuchó quejarse.- ¡Calla!- Le dio una bofetada y media vuelta mientras se bajaba la cremallera, sujetando su nuca para que no se moviera. No se iría a ningún sitio. Sería suya. Siempre.

Cuando le separó las piernas de una patada con el miembro en la mano cogiendo su trenza, tirando de ella con fuerza y sacándole un grito de dolor, sintió el chorro de agua fría directamente en la cara y su cuerpo se paralizó. Sólo fue consciente de que Amanda ya no estaba... Sí, estaba. Encogida en el suelo, empapada. Cerró el grifo de inmediato sin aliento.

- Nena...- Murmuró acuclillándose. No...- Amanda.- Se agachó a su altura pero no se atrevió a tocarla. Lloraba, sollozaba y temblaba.- Calma shhh...- Levantó la cara de sus rodillas, mirándole. Y su mejilla colorada le robó el aliento.- Nena, lo siento. - En cuanto acercó la mano cerró los ojos. Se volvió a poner en pie aprisa abriendo la ducha, el agua caliente esta vez, y sin dudarlo la levantó del suelo abrazándola contra él.- Lo siento mucho Amanda, perdóname por favor.- No podía creer que hubiera llegado a perder el control hasta ese punto.

- Estaba...- Sollozó.- Estaba hablando con esa niña nueva...- Abrió los ojos con pasmo. ¿Hablando con ella?- Amo...- Volvió a sollozar.

- No nena, no me llames Amo ahora. No lo merezco.- La abrazó con fuerza contra él, con los ojos cerrados. Era la primera vez que se relacionaba con alguien que no fuese él, y viendo ese papel completamente empapado y pegado al plato de la ducha apretó los dientes y a ella contra su pecho.- Shhh... mi pequeña, estoy orgulloso de ti por ello. Mucho.- Tanto que se lo planteó claramente.

No es que se fuese, ni le dejara. La acababa de perder completamente, él la había perdido. Era una traba para ella, para su avance. Ya no le necesitaba. Le diría a Krum su error, no podía hacer otra cosa. Y viendo que su móvil aún funcionaba a pesar del agua le llamó. No tardó en acudir a ese baño que había cerrado a cal y canto con Janet, trayendo lo que le había pedido aparte de ropa seca. Sabía que le estaba estudiando cada reacción mientras Krum llamaba a León y Janet ayudaba a Amanda a vestirse. No dejaba de llorar en silencio y apenas le miraba. Salió de ese baño con Krum tras él sin decirle palabra, sólo le miraba. Y con eso era suficiente. Se dirigieron al edificio de los cursos dedicados a las especialidades, a las mayores. Pero no miró más que al suelo de camino a la segunda planta, derecho al estudio de Krum, a contestar cada una de sus preguntas. Las respondió todas y cada una de ellas, incluyendo aparte los motivos que le habían llevado a ese estado, escribiéndolo todo en ese diario negro que tenía reservado para él en caso de emergencia. Y esta lo era. Lo vio en la cara de León en cuanto entró por la puerta.

- Dime que no es verdad.- Cerró de un portazo sin apartarle la vista, furioso.- ¿Otra vez?

- No León, no ha llegado a violarla.- Por Dios... Se llevó las manos a la cabeza cerrando los ojos.- Pero dudo que esté preparada ahora mismo para ser Veterana. Janet está con ella.- La mirada de odio de esa muchacha se clavó en él aun sin estar presente. Como la de Valeria. Iba a... No, ella no podía ni salir de Aveyron.

- Eres débil aún, Freixas.- Lo mismo que ella le habría dicho. Y sin dudarlo asintió.

- Conmigo no avanzará.- Suspiró un instante sabiendo lo que merecía.- Me iré al estudio de nuevo.- Un paso atrás. Se lo había buscado solo. Sabía que merecía no ser Amo del PRE, ni a Amanda tampoco.

- No, de eso nada.- Levantó la vista incrédulo a esa mirada penetrante y oscura que León le clavaba.- Lo que vas a hacer es venir conmigo a darle explicaciones a mi reina, Eric, y quiera Alá que te perdone.- Krum le alcanzó el diario negro de inmediato. Y de un rápido vistazo a sus respuestas su gesto cambió radicalmente.- Ya veo. Añádelo a la lista Krum. El consentimiento debe ser por ambas partes, esto es una cagada nuestra casi tanto como suya.- Frunció el ceño.- Quiero a esa chica en Aveyron en cuanto esté...- Sonó su móvil. Y lo cogió empezando a hablar en árabe con quien estuviera al otro lado. La noticia debía ser buena, porque su cara expresó una sonrisa que pocas veces le veía. Colgó.- Andando, Freixas. Al hospital.- Le miró sin aire. No...- ¡Mueve el culo que voy a ser padre!- Le levantó de un tirón del asiento mientras Krum reía.

- ¿¡Pero cuanta prole piensas traer al mundo!?- No quiso pensar en ello mientras reían, sabiendo de quién era la más pequeña de sus hijas. De su último error.- ¿Qué ha sido?

- Dos niñas, pero no son mías.- Les guiñó un ojo.- Aún.- Y supo perfectamente a quienes se refería. Las hijas de Valeria seguían bajo estrecha vigilancia, tanto por Seúl como por León, que las sustentaba económicamente. Sabía que de alguna forma las conseguiría, tarde o temprano. Habría muchos interesados en ellas en el momento adecuado, pero no preguntó.

No dijo nada durante todo el camino en ese todoterreno hasta Montpellier, sabiendo que estaría allí. Ya no estaba en Aveyron, sino en el hospital. Pero ni siquiera se planteó ponerse nervioso, León le miraba fijamente de tanto en tanto leyendo ese diario que aún mantenía abierto después de una hora.

- ¿La amas?- Lo miró sin creer la pregunta.- A la chica, no a Valeria.- Negó a ambas.- Un problema que te ahorras, porque tu deuda no se pagará sola.- Suspiró mirando por la ventana por no ver su gesto serio.

Ya había pagado la mitad, pero desde hacía un tiempo estaba estancado. No había compradores y el sueldo que podía proporcionarle ser profesor en Le Rosey era a su deuda como una hormiga comiéndose un elefante. Por lo único que avanzaba era por el porcentaje de beneficios que sacaba por adiestrar a Amanda. Ya no lo haría, y su aclaración sólo podía significar una cosa. No le permitiría tener a Amanda como sumisa nunca más, eso seguro, pero tenía que seguir perteneciendo al PRE. A la Élite, el nuevo proyecto. Esas eran las condiciones de Valeria, y León podía ser muchos tipos de persona pero siempre cumplía sus promesas. Lo que le quedaba por saber era de qué manera, pues siempre torcía esas promesas para beneficiarse de alguna forma. Subieron en silencio en el ascensor, recorriendo los pasillos hasta una habitación. Y le indicó que se quedase fuera dándole su diario. Esperó casi media hora en la puerta viendo a todos los enfermos de la planta de oncología pasar ante él con unas miradas que conocía. Sabían que iban a morir, y sus familiares también. Cerró los ojos apretando el cuaderno. No. Fuera. Y no tuvo que insistir mucho esta vez al pensar en Amanda, en lo que acababa de provocar. Suspiró profundamente en el momento que la puerta se abrió.

- Si mi amor, esperaré aquí.- Le miró directamente a él con seriedad.-Cuidado con lo que haces Eric, ha empeorado, está...- Se calló apretando los dientes.- Entra ya, no hagas esperar a mi reina.- Tomó aire antes de cruzar la puerta.

Pero cuando la vio completamente vencida por esa enfermedad, con una mascarilla de oxígeno y la misma mirada que todos los de esa planta se quedó petrificado. Hasta que ella no movió lentamente la mano haciéndole un gesto para que se acercara no se pudo mover, ni respirar. Le hizo otro gesto señalándole el diario y se lo entregó sin habla. Ella le dio otra cosa a cambio. Una tablet, la cual tenía en pantalla un vídeo en pausa. Valeria pulsó el play.

La pantalla dividida en cuatro mostraba una cocina estrecha en la parte superior izquierda, una habitación en la derecha con una cama de matrimonio, y abajo otra habitación con un piano de pared y dos camas. La última imagen era un baño estrecho. Estuvo atento al vídeo, a ese apartamento de bajo presupuesto por ser magnánimo, sin ver nada moverse mientras ella leía el diario hasta que escuchó un ruido. Unos pasos.

- ¿Para qué has cogido tanta comida?- Dijo una vocecita en inglés. Las vio a ambas entrar en la cocina, cargadas de bolsas.- ¿Y el licor?- Aun a esa distancia la calidad del vídeo mostraba en la mayor esa mirada que Valeria ya no tenía. La ira que escuchó brotar de su boca tensando su cuerpo.

- Cállate Ally, ponte a estudiar.- Empezó a colocar las cosas, arrebatándole a su hermana de las manos lo que llevaba.- Y más te vale no hacer un puto ruido con ese piano de las narices.- La pequeña bajó la mirada.- Qué. Qué pasa.

- Ha... ha llegado una carta.- Vio su parálisis, pero en un segundo estaba en la otra parte de la pantalla, en ese cuarto de dos camas, levantando el colchón izquierdo.- ¡No la rompas por favor!- Sollozó la pequeña.- ¡Hay una foto!

- ¡¡CÁLLATE!!- El chillido le hizo apretar los dientes.- ¡¡Que se muera, Ally, no la necesitamos!!- Abría la carta de camino a esa habitación con la cama de matrimonio donde se encerró. Pero él observó de reojo a Valeria, y aunque tenía los ojos cerrados pudo ver la lágrima que se le escurría por el rostro con un gesto de dolor que casi imperceptiblemente la tensó.

Volvió al vídeo en cuanto empezó a escuchar golpes sin creer aún que la estuviera viendo llorar. Era su hija, y lo estaba destrozando todo. Incluso a ella con esas palabras. Se quedó pendiente a esa muchacha cuando se encogió en el suelo sujetándose el estómago con la carta aún en la mano. Miró a Valeria pasmado por ese gesto en la mayor de sus hijas. Y su mirada entristecida como jamás había visto antes, completamente derrotada, se lo dijo. La chiquilla no solo era su viva imagen. Centró su atención en el video escuchando un portazo. Había salido de la habitación, se llevaba varias bolsas de la cocina a esa habitación dando otro portazo mientras la pequeña estaba en la cama, seguramente sollozando en silencio por cómo se aferraba a la almohada, por el estremecimiento de su cuerpo. Tuvo que pasar el vídeo varios minutos, pues la mayor empezó a comer con ansia bebiendo directamente de una botella y la pequeña ni se movía. Hasta que salió del cuarto a paso rápido directa al servicio, encendiendo una radio. Pero no había duda. Bulimia, con el añadido de ese gesto en ella que había heredado de su madre. El odio. Tenía su odio. Valeria paró el video con un movimiento lento, débil, y a su gesto le cogió el diario de las manos. Se quitaba la mascarilla y le miraba fijamente, pero ni el menor rastro de su Valeria permanecía en esos ojos. Y se dio cuenta de su mentira mental demasiado tarde. Sí la amaba, siempre lo había hecho. Era su mayor error.

- Te toca a ti... ser fuerte...por mí, Eric.- Su voz apenas llegaba a un susurro ahogado. Dios...- Lucharás...contra ti mismo... primero.- Reaccionó, no pudo soportarlo más. Le puso la mascarilla de nuevo y abrió una aplicación de nota en la tablet que tardó en rellenar con movimientos cada vez más lentos mientras él la observaba fijamente en silencio. Uno que se rompió con un ligero sonido que hasta ahora había ignorado.

Sus manos dejaron de moverse, y sus ojos se cerraron lentamente mirándole con una ligera sonrisa hasta que un largo pitido le sacó las lágrimas. No fue capaz de reaccionar ni cuando el equipo médico lo sacó de la habitación, cuando León quiso entrar a empujones. Se quedó en la puerta de esa habitación viendo el movimiento a su alrededor, con la tablet aún en la mano. Con el diario.

Escuchaba a León llamarla entre sollozos, incluso vio por un instante ahí paralizado cómo la abrazaba contra él con un grito de puro dolor. Pero ya no estaba, se había ido. Ahora no sufriría más el dolor contra el que había estado luchando toda su vida. Sin poder refrenar las lágrimas vio el mensaje, sus últimas palabras en esa nota digital. Sus ojos se fueron directos al final y perdió la noción del tiempo mirando a León, hundido completamente. Su última sonrisa, el alivio de su rostro con el que se había despedido de él. Y de León con esas palabras.

Te amo mi rey.

P.d.t: Me he planteado ponerlo en confesiones como el resto, pero creo que abarca el aspectomás crudo del amor. Uno que te rompe los esquemas.

 

Para todos los que seguís con interés la historia os remito a mi nuevo FB. Y sólo daros las gracias por todo el apoyo que recibo cada día y que me impulsa a seguir y crear, sea por donde sea que esta historia me guíe. Gracias de verdad.

Sildhara.

 

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