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N&B;: Freixas, el Amo.(1)

en Dominación

14 de Marzo de 2009, Francia (Montpellier)

Hizo los primeros bosquejos del contorno ligeramente con el lápiz, iluminado por esa lamparilla directa sobre el tablón inclinado, centrando la imagen con las líneas de referencia. El resto era oscuridad. Todo a su alrededor, en el más sumo silencio. Menos ella. ¿Acababa de hacer ruido? Se levantó mirándola fijamente, y de dos zancadas llegó hasta la plataforma que había iluminado con un solo foco desde arriba. Su cuerpo de piel morena temblaba, sujeto por las correas, aun de rodillas. Las apretó un poco más y no hizo un sólo ruido. Pero se movía. Tiró de su trenza de pelo oscuro hacia atrás y su respiración se aceleró.

- Quieta nena.- Le rozó el cuello con la punta del lápiz.- No me provoques más o acabarás mal.- Tembló más.

- Por favor…- Entrecerró los ojos y no tuvo piedad. La azotó con lo que le estaba permitido doce veces, dándole fuertes picotazos en las nalgas, en la parte trasera y delantera de los muslos. Y se reservó la guinda para el último sacándole un quejido. Las normas seguían siendo las mismas, con eso podía controlarlo aunque cada vez era peor. La necesidad de dañarla, la oscuridad no desaparecería si no sacaba de su mente la imagen.

- ¡Silencio Moona!- No dijo nada más, pero aun así… Eso también podía usarlo. Le daría más dramatismo a su obra.- Abre la boca.- Lo hizo de inmediato.- Bien, nena.- Y le introdujo la pelota de goma hueca entre los dientes, atándola con fuerza por detrás.

Así la escuchaba respirar mucho mejor. Su miedo acelerado, viendo las silenciosas lágrimas que corrían por sus mejillas. Le besó la frente y notó el efecto, la ligera relajación de sus músculos. Volvió a dirigirse al tablón soltando la fusta a un lado, y cuando la observó a esa distancia con fijación no tardó en empezar a plasmar sobre el blanco del papel con trazos sueltos lo que veía. Lo que le consumía por dentro y a cada trazo salía lentamente. Incluyó el detalle de las lágrimas, de la piel tan apretada por las cintas de cuero que hacía relieve a ambos lados de cada correa, las marcas de los picotazos que le había dado tanto antes en los muslos por la parte delantera y aún permanecían. Odiaba los gustos de León en todas sus sumisas, no ordenándoles depilarse esa zona. Pero no podía hacer nada al respecto, no era suya. Si volvía a cometer ese error se lo haría pagar con creces. Era tan difícil controlarlo…

Se esmeró en que le gustase, sabía que era una prueba. Si su obra era buena podría entrar como miembro del PRE. Y esta vez no sería como sumiso. Esos ojos se hicieron presentes en su memoria y como más de una vez durante todos esos años le ayudaron a sacar el mejor partido de sus dones, transformando el blanco en negro a cada trazo. Después de dos horas al menos la joven estaba completamente rendida. Ya no había temblores, ni tensión, y su mirada baja pestañeaba lentamente al ritmo de su calmada respiración. No era como su hermana, entendía que no tenía opción. Ahora sí lo entendía. Roció el dibujo final con un fijador para que los restos de carboncillo no se movieran un solo palmo, y el brillo de la imagen completa lo absorbió. Le gustaría, estaba convencido de ello. Se acercó a Moona, y ni quitando las correas de su cuerpo la joven tensó un músculo, ni se movió, ni habló cuando le quitó la mordaza de bola y le desató manos y pies. Tenía las marcas aún inscritas por toda la piel.

- Bien, eso está muy bien.- Rozó su pecho con un dedo, alzado en punta. Y este se mantuvo quieto, terso. Era hermosa, no lo ponía en duda. El gusto de León a pesar de ser muy diferente al suyo era excelente.- ¿Quieres verlo?- Asintió lentamente.- Pues ve a verlo, pero como toques…- Se quedó callado escuchando los toques en la puerta. Y avanzó furioso a abrirla. No le debían molestar. ¡¡Estaba en las putas normas!! En cuanto la abrió y vio esos ojos grises observarle de arriba abajo no lo pudo creer. Seúl, ¡era Seúl!- ¿Qué mierda haces tú aquí?

- Ponte algo y te lo cuento.- Le observó con odio. Que no le diera una puta orden, nunca.- Sigues igual de orgulloso, me lo temía.- Volvió a meterse en esa habitación, ignorando ahora a la joven que se mantenía en pie ante su obra con la mirada baja, haciéndole un simple gesto de que se apartara.- Pero te va a gustar lo que traigo.- No estaba tan seguro de ello. Cogió el boceto y lo enrolló, metiéndolo en ese tubo negro que había preparado para enviárselo directamente a León.- Te sigue jodiendo que me posicionaran por delante de ti, ¿cierto?- Observó su sonrisa, una que conocía sobradamente.- Por desgracia para ti mi don es más útil.- Cogió a Moona por la muñeca y salió de la habitación a zancadas. Él ya había pagado su deuda sobradamente, incluso era uno de los socios de León ahora.

- Lárgate.- Espetó secamente a la joven.- Y si vuelves a fallar le comentaré a León lo interesada que estás en acabar como tu hermana Tohfa.- La muchacha se alejó por el pasillo de madera pulida a paso rápido directa a su habitación. Se metió en la suya con Seúl siguiéndole de cerca en silencio. Hasta que no soltara lo que traía no se iría.- A qué has venido.- Dejó el tubo en el escritorio mientras Seúl tomaba asiento.

- ¿Desde cuándo te permiten acercarte a las primerizas?- Ignoró el comentario metiéndose en la ducha y abriendo el agua caliente hasta que sintió una ligera quemazón en todo el cuerpo para calmarse.

No desde que la cagué con una chiquilla, con su hermana Tohfa. Esa era la prueba de León, darle una última oportunidad para demostrar que podía controlarse, que no volvería a fallar arruinando los posibles beneficios que esa joven hubiera tenido al convertirse en Veterana. Él estaba a prueba y la joven sería una sierva de cama hasta pagar su deuda.

- Sé de tu error, pero te lo puso en bandeja y caíste como un imbécil.- No quiso mirarle, aumentó la presión del agua en su lugar.

- Ella me habría matado por mucho menos.- Murmuró con esos ojos rasgados en mente.

- La ha encontrado.- Abrió los ojos del puro pasmo y se dio la vuelta.- Está en Brighton.

- ¿A Valeria?- No podía ser. Era imposible, pero su sonrisa más amplia no mentía.

- Mi equipo ha seguido cada uno de sus movimientos desde hace tres días, pero también traigo otras cosas de interés.- Le hizo un gesto y salió de la ducha enrollándose la toalla en la cintura.

Empezó a teclear en su ordenador, y al cabo de unos segundos vio el icono de su compañía de telecomunicaciones, metiéndose en archivos seguramente asegurados en un servidor remoto. Le Rosey, fue la carpeta en la que se metió, donde Steller trabajaba.

- Se llama William Withmore, director de un internado para chicas de clase alta.- Ya, eso lo sabía, no era imbécil.- Es una de las inversiones de León, pero su préstamo expira y no puede pagar.- Chantaje, ¿con qué?- Steller me ha puesto al día. Esa escuela es una maldita mina.- Niñas pijas, consentidas. Las favoritas de Seúl, no así como de Steller. Pero le gustaban inteligentes y seguramente la educación que recibían en una escuela así era soberbia.

- ¿Y tú que sacas?- Lo conocía demasiado para saber que si no tenía un provecho personal no habría movido un dedo. Le mostró una fotografía. Una muchacha de pelo liso y oscuro, ojos grandes pero con una mirada desafiante. Parecía seria, preciosa sin duda a pesar de la corta edad que sus rasgos mostraban. Su tipo.

- Rosalie Withmore, el ojito derecho de su padre.- Y de buena familia. Observó ese gesto en su pierna de nerviosismo. Eso sólo significaba que no pararía hasta conseguirla.

- No te va a entregar a su…ojito derecho en bandeja.- Y se rio antes de abrir una carpeta anexa en ese servidor.

- ¿Apostamos?- Y el video que vio se lo dejó muy claro. El director no era ningún santo, y las cámaras de seguridad habían grabado de pleno a ese hombre acosando a una de las jóvenes en su despacho. Una chica con un cuerpo de escándalo que se dejaba magrear. Pero en cuanto vio que se ponía de rodillas al lado de ese hombre…- Es la nueva de Krum, una española con un talento excepcional para las artes.- Y le miró fijamente con esos ojos grises.

- ¿Por qué me iba a interesar más esta chiquilla que la noticia de Valeria?- Sonrió a su pregunta. Seguramente la esperaba.

- Porque nuestra Ama ha estado muy ocupada estos años.- Y abrió otra carpeta con el nombre de Élite.- Su nuevo proyecto, uno que ha accedido a iniciar con León en Le Rosey. Un PRE algo… Diferente. Lujoso.- Lo que significaría muchos beneficios si conseguían los clientes adecuados. Y León tenía más contactos que nadie para ello.

- ¿A cambio de qué?- Otra carpeta, más archivos. Fotos de…Era ella por duplicado. ¡Había tenido hijas! Dos chicas que eran su viva imagen, pero la mirada de la mayor era la suya. Sus ojos rasgados estaban cargados de odio y miraban fijamente a quienquiera que hubiera sacado la fotografía.- Por Dios… ¿Ya las ha metido en su harén?- Se rió.

- León no les pondrá un dedo encima mientras ella viva.- Le miró atentamente.- Se muere Eric, tiene cáncer. Terminal.- Abrió los ojos con pasmo.- Acudió a León hace tres días. Está sola. No puede pagar las facturas médicas, mantener a sus hijas…- Se quedó mirando ese rostro. No tendría más de catorce.- Verona, y la que sonríe es Allegra.

- Sigo sin ver qué pinto yo en Le Rosey.- Aparte de invadir a ese hombre en su territorio. Entre Steller, Seúl y él tendrían a Withmore acorralado. Más si debía dinero a León.

- ¿Quieres pagar tu deuda como sumiso, como Amo o como artista?- Murmuró sonriente cogiendo el tubo que contenía el boceto. Estaba al tanto de cada detalle.- Te ofrezco ser Amo y artista. Tener a tu disposición a quien elijas de entre quinientas.

- Qué amable.- Comentó sarcástico.- Por qué.- Y su sonrisa precedió el tecleo con el que volvió a abrir otro documento de esa carpeta. De la Élite.

- Es una de sus condiciones.- Su nombre estaba en una larga lista detallada por puntos, con la firma de Valeria al final de la hoja a fecha de hoy. ¿En Francia?- Quiere verte ahora, León la ha encerrado en su mansión de Aveyron.- Verle. Se fue al armario, y mientras se ponía una camisa negra de las muchas que tenía con los vaqueros que primero vio continuó escuchando el tecleo.- Se va a casar con ella. Ponte elegante.

Permaneció inmóvil unos segundos. ¿¡CASARSE!? Valeria jamás habría accedido a hacerlo, no sin un motivo realmente… Se moría. Esas niñas. Se quitó los vaqueros con lentitud poniéndose un traje. León lo había logrado al final, después de casi catorce años o más se había salido con la suya. La había conseguido a ella, la había domado. Y se moría, repitió su mente haciéndole cerrar los ojos con fuerza para sacar esa imagen de su mente. Fuera. ¡Fuera, fuera, fuera!

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