miprimita.com

N&B;: Diario, Verona G.(17)

en Confesiones

Prueba I

16 de Junio de 2010

Querido Seúl:

Te echo de menos, me gustaría que vieses lo que hago y no sólo cada noche cuando voy a la habitación, sino en persona. León me trata muy bien, me da todo lo que necesito y cuida de mí, como Samira. No he parado quieta estos días, pero tampoco he dejado de estudiar para los exámenes. Mañana es el primero. Después de desayunar y estudiar he ido a mostrarles a los Amos y Amas mis dotes con la danza clásica. No dejan de regalarme cosas, y no he vuelto a recibir una sola queja a mi comportamiento. Lo estoy haciendo bien, Seúl, y cada día que soy la reina de León me doy cuenta de lo que esa chica está rechazando, de lo que podría estar disfrutando en lugar de estar sola en esa habitación por borde.

Dejó de traducirlo cabreada ya por el comedero de tarro al que la sometían cada noche. Siempre las mismas palabras, lo bien que le iba de reina a esa mocosa en su lugar. Miró de reojo esa nota que le había puesto en la normativa que aún la tenía bastante cabreada.

Si te arrodillas haré que el mundo sea más pequeño, a tu medida, pues a veces para seguir creciendo hay que agacharse. Quiero ser tu equilibrio, no tu yugo. Quiero ser tu rey, no tu Dios.

O.G.

Y ahora el maldito diario de esa cría que aparecía cada noche con un modelito distinto, sonriendo de oreja a oreja, toda llena de joyas y con tacones. Si no lo traducía no apagaban la luz, no traerían cena ni le devolvían la manta y el cojín. Se tensó sabiendo lo que venía tras eso. La pregunta a salir o no salir. Ya llevaba varios días sin querer hacerlo, no iba a arrodillarse, a dejarse tocar en público. A verle, no quería, y el nudo rugió en señal de protesta. ¡Maldita sea! Salir, esa nota estaba en alguna parte. Otra más.

Si callas escucharé tu mirada, leeré tus gestos. Aprenderé de ti como tú de mí. Conocernos será el primero de los pasos que demos cuando salgas.

O.G.

¡No quiero conocerte, quiero el divorcio! Su estómago rugió de hambre y rabia. Miró las salas desde donde debería haber gente observándola, vacías. Al espejo donde ponía cada día sus preguntas para esos Amos. Llevaba horas sola, casi todo el día si ese reloj que le habían puesto marcaba bien la hora. Las 21:14. Miró de soslayo otra vez la lista de nombres titulada. ‘Alumnos de Valeria’, la cual había tachado y puesto ‘LOCOS DE VALENTINA’. La otra hoja con la explicación de ese tal PRE, el proyecto de su madre y León, como le llamaba esa franchute. Desde entonces millones de dudas la asaltaban a cada momento, más cuando pensaba en ella y lo poco que sabía en verdad de su vida. Nunca se habían llevado bien, no se hablaban apenas, y cada vez que pensaba en ella… Lo borró de su mente ante la punzada. Otra nota, esa estaba siempre en cada comida que le daban.

Si me necesitas, acudiré. Si te duele, te calmaré. Déjame cuidarte, Verona. No me obligues a incumplir mi promesa, la última voluntad de tu madre. Quiero dártelo todo y no me dejas.

O.G.

Cada vez le entendía menos y el nudo rugía más. La mañana siguiente a que la franchute se fuese había recibido una de las visitas de Sarah para vaciar el orinal y traerle algo con lo que lavarse además de un vestido limpio. En cuanto le había enseñado que estaba con el periodo habían abandonado esas salas al otro lado de la cristalera y le habían cubierto la cabeza con un pañuelo, además de proporcionarle ropa interior y compresas. Esa misma tarde se lo había vuelto a quitar viendo que no sangraba más. No había cojones de entender lo que les pasaba por la cabeza, pero el rubio no había vuelto desde que abriera la puerta para dejarle el primer vestido con una nota de Oussam. La primera de todas.

Puedo mostrarte el mundo pero tú solo miras hacia dentro. El dolor te ciega, mi amor, y lo haré desaparecer de una manera u otra para que puedas vivir en paz conmigo y ser fuerte. No te exijo que me ames, te exijo que obedezcas por tu propio bien. Que me dejes liberarte del dolor.

¡¡Obedecer por mi bien!! ¿¡Es que no iba a dejar de mandarle mensajitos absurdos!?  Miró la lista otra vez y la nota que la acompañaba. Esa desde luego no era suya, sino de su madre.

Antes de dominar, hay que dominarse.

O.G.

Y Eric Freixas, el último nombre que había en ella la estremeció. También estaba ese tal Seúl Prodochev, el Amo de la pava franchute que por lo visto no estaba ahí. Y Krum Steller, el que le hacía terapia con ese diario o algo parecido, además de otros tantos que no conocía. Cada poco tiempo vigilaba ese cristal pero sólo había visto a Sarah en él junto a otra chica que se había presentado como Amanda. Una española rubia y sonriente que había puesto un teclado en otra de esas habitaciones y de tanto en tanto, cuando le daba la gana, tocaba algo para entretenerla, o eso decía. ¡Una mierda para ella! Era otra que había conocido a su madre, seguro. Le había tocado esa melodía que Allegra no había dejado de repetir en todo el maldito año hasta pedirle que se fuera con gestos. ¿¡Es que se había pasado ese año ahí con ellas en vez de con sus hijas!? Puta… Su estómago rugió y le punzó con fuerza, encogiéndola. Tenía que seguir traduciendo el maldito diario de tapas negras como el que le habían dado a ella para las dudas o no comería.

Hoy León me ha acompañado otra vez a las cuadras, le encanta verme saltar con Dominic, como al resto de Amos y Amas. Luego como todos los días nos hemos bañado juntos, he ido con Tohfa a la sala de descanso y he estado jugando con Teufel hasta la hora de comer. He vuelto a las cuadras como me dijo León para acomodar a la nueva yegua junto a Dominic. Él dice es para la borde inglesa, para cuando se porte mejor y quiera salir. Acabar con el castigo.

Maldita mocosa…Según ese diario y lo que ya había traducido hacía días tenía un equipo deportivo esperando, estaban construyéndole un gimnasio, una pista de atletismo… Todo lo que había puesto en esa hoja de los deportes que le gustaría hacer. Si salía. Volvió a leer la nota respecto a salir y negó en rotundo a su rugir de estómago continuando con la traducción, apuntándola en su diario para luego, como con las demás notas y dudas, despotricar a ese… El nudo la encogió. Mierda ya. ¡No le necesito, ni a él ni a nadie, puedo hacerlo sola! Lo llevo haciendo sola un año y sigo viva. Ella es la que se ha muerto, por hija de puta. Cerró los ojos hasta que el dolor desapareció lentamente. ¿¡Pero cuanto había escrito la franchute esta vez!? Aún le quedaban dos páginas completas y al ritmo que iba traduciendo…

León dice que podrá ver a su hermana cuando llegue la semana que viene a Aveyron si ha salido de la habitación, cuando terminen los exámenes, como yo. Cuando sepa comportarse.

¡¡Bastardos!! Aguantó el dolor apretando los dientes con fuerza, cerrando los ojos de nuevo. Le temblaba el pulso, y tiró el boli con rabia a ese cristal donde no había nadie, gritando, intentando frenar esa punzada que no acababa de irse.

Escuchó la puerta y se intentó levantar sin éxito. Era él, estaba entrando. Miró lo que llevaba en las manos, una bandeja con comida a la que su estómago rugió y esta vez se encogió por completo temblando a todo lo que le acudió a la mente, todo lo que quería decirle de sus malditas normas, notas…  La rabia, un golpe, el dolor, pasos, el odio… Gritó cuando la abrazó.

- Por Alá, serás terca.- Y sollozó cuando notó que el nudo se deshacía al sonido de su voz, aprisionada contra él sin poder moverse.- Verona, ya basta. Sal.- Negó, pero sólo consiguió que la abrazara con más fuerza.- Pues aquí nos quedaremos. Los dos.- Negó en rotundo como pudo.- Hablaremos toda la noche si es necesario.- ¡No joder, largo!

- Esta es mi celda. Búscate otra.- Masculló sin aire, escuchándole reír como única respuesta.- Suelta…me.-Se intentó revolver, mover. No pudo, no tenía fuerza para ello.

- ¿Te duele ahora?- Se quedó en silencio.- Háblame mi amor, dímelo.- Déjame en paz.

- No soy tu amor, soy tu prisionera.- Murmuró a ese calor que la envolvía sin quererlo, que sin pedirlo ni necesitarlo la calmaba.

- Porque quieres, tú lo eliges cada noche.- Ya estamos con el comedero de cabeza.- Ven conmigo, Verona. Sal de aquí. Prueba lo que podría hacer por ti un día. Un solo día y tú misma decidirás si quieres volver aquí a encerrarte con tu dolor.- Empezó a soltarla, dejándola de nuevo sentada en el suelo. Le esquivó la mirada y se cruzó de brazos.

- No pienso arrodillarme.- Eso que ni se lo planteara. Lo de ‘presentarse’.- Ni me…

- No te tocará nadie, Verona. Ni siquiera yo.- Ahora sí que le miró incrédula mientras recogía todos esos papeles esparcidos en el suelo.

- Promételo.- La miró con media sonrisa y le giró la cara mirando al cristal. No había nadie detrás, en ninguna de las cuatro salas.

- Mientras no te duela no te tocaré.- Vio de reojo que se levantaba.- Pero bajarás la mirada si no es para mirarme a mí, y estarás callada si no es para decirme algo.

- Eso no es una promesa, son más órdenes para sumisas.- Señaló ese maldito papel que acababa de recoger y su sonrisa con esos ojos de pestañas oscuras volvieron a estar a su altura cuando se acuclilló ante ella.- Y yo no soy tu sumisa, que te quede claro desde ya.- Negó sonriendo ampliamente.

- Eso está clarísimo.- Le retiró un mechón de pelo de la trenza que se había soltado nada más leer sus normas y fue a rozarle la mejilla, pero se apartó.- Lo prometo, Verona. Controla tu dolor y yo no te controlaré a ti.- Le tendió la mano con un suspiro sin dejar de mirarla con esos pozos negros de malicia.- ¿Trato?- Lo pensó un instante.

- Si no lo provocas adrede.- Eso había hecho la primera noche. Las duchas.- El tío ese…

- Eric.- En cuanto notó la ligera punzada su mano le tocó la mejilla y le levantó la cara, frenándola con esa mirada oscura y sonriente fija en ella.- No está, y no te tocará si te portas como debes, igual que yo no volveré a castigarte injustamente por expresar lo que sientes.- Soltó su barbilla y cogió el diario negro dándoselo junto a un bolígrafo que llevaba en el interior de la chaqueta.- Apunta lo que desees, cualquier duda que te surja como hasta ahora.- Se levantó yendo hacia la puerta y salió dejándola abierta.

Miró de nuevo las habitaciones vacías, esa celda sin rejas de la que salió paso a paso dudosa aún de lo que estaba haciendo. Lo que dejaba atrás ya lo conocía, lo que había fuera apenas una mínima parte por lo que había visto en esos papeles. Su estómago rugió ante la bandeja de comida tirada en el suelo y vio que iba directo hacia ella con una sonrisa.

- ¡Tengo hambre, no me duele!- Rió a su rápida aclaración poniendo los brazos por delante y frenó su avance.

- Entonces a cenar.- Dio media vuelta y empezó a alejarse otra vez por el pasillo hasta perderse de vista.-Verona.-Bufó con fuerza con ese diario negro en una mano, su bolígrafo en la otra y echó a andar tras él.

Con sólo empezar a subir escaleras escuchó la música, y se sintió bastante más tranquila al ver que no iban a esa sala con el fuego en medio, la cual estaba en alguna parte de ese sótano que dejaban atrás. Por más que fuese descalza… Lo que desee ha dicho. Pero por escrito o…

- Quiero zapatos.- Ni siquiera se giró, siguió subiendo escaleras. Ahí ni había estado.

- Shhh… Espera.- Seguía subiendo. ¿Pero cuántos pisos tenía la maldita casa? Llegaron a un cuarto sin cruzarse con nadie y fue evidente el cambio en la decoración. Volvían a estar en marruecos, solo que más...- Nuestro piso.- De nuestro nada. Además es una maldita horterada.-Pasaron a un salón con muebles extraños, dorados y azules a rayas, con varias mesas bajas, chimenea, sofás…- Por aquí.- Más escaleras. ¡No iba a acabar nunca! Se metió por la primera puerta de madera a la derecha. Una habitación con sofás igual de horteras, una tele, una cama… Dio un paso atrás sin aire.- Tu habitación.

- ¿Mía?- Preguntó mirándole fijamente.- O nuestra.- Se rió y siguió andando por hacia otra salida.- Eh, responde.- No se iba a mover hasta que lo dijera.

- Tuya, Verona. Tuya.- Dio un paso hacia adelante mirándola mejor. Pero seguía siendo igual de horrible.- El baño.- Abrió esa puerta y hasta que no se metió dentro no se fio de avanzar y ver… Joder. Pero si había una cama en el baño.- Por si tienes pesadillas, el ambiente te vendrá bien, la bañera siempre estará caliente.- Se quedó mirando cómo se iba por otra puerta sin volverse siquiera y le siguió de lejos. Cada vez le gustaba menos por muchos motivos. Sabía demasiado, y que hubiera una cama ahí...- Verooo.

- ¿Y tú dónde duermes?- ¡Es que no me fío un puto pelo de ti! Caminó hacia esa puerta mirando antes dónde estaba. Esperando de brazos cruzados, con una sonrisa.

- Mi habitación.- ¡Lo sabía joder! Negó en rotundo, más viendo donde estaba sentado. Una especie de sofá redondo azul, seguramente sacado de una película porno como el resto de la habitación. ¡Había un espejo sobre la cama!- No qué Verona.- Parecía hasta hacerle gracia y puso los brazos en jarras.

- No a tanta cama, a que estés tan cerca de mi cuarto. No a compartir baño.- Se empezó a reír y le señaló una puerta al fondo de la habitación a la que se dirigió mirándole de reojo, desconfiada. Tenía su propio baño, con dos lavabos y un jacuzzi al fondo bastante grande.- ¿Porqué tú tienes jacuzzi y yo no?- Las carcajadas resonaron en la habitación.- No es broma.- Espetó secamente. Si el demonio está contento… Mal vas.

- Anda, sígueme.-Se levantó y dejó la chaqueta del traje en un sofá rojo antes de salir de nuevo al pasillo. Atravesó esa habitación escuchando sus pasos alejarse y asomó la cabeza por la puerta. Estaba parado frente a una puerta doble de madera.- La nuestra.

- No voy a entrar.- Te vas olvidando, vamos. Caminó pasillo adelante hasta que no hubo salida y abrió la primera puerta que tuvo a mano. El calor húmedo le dio una bofetada en todo el cuerpo y se quedó mirando ese pasillo. Unos baños, pero…

- Adelante.- Dio un repullo al verle tan cerca.- Verona, por Alá. Te he prometido no tocarte. ¿Acaso te duele?- Negó en rotundo con la respiración acelerada cuando dio un paso adelante, desajustándose la corbata. Miró a otra parte.-Si reaccionas así cuando me acerco a ti me lo pones realmente difícil, cariño.- Pasó por delante suya sonriendo a su gesto de pegarse contra la pared.- Ven, mira esto.- Se perdió de vista otra vez y le costó varios segundos dar el primer paso por ese suelo de madera.

Cada vez hacía más calor, era asfixiante. ¿Ese era el truco? ¿Esperar que se desnudara? Vio una sauna tras una puerta de cristal, salas con fuentes humeantes y asientos de piedra mientras escuchaba sus pasos alejarse. Hasta que dejaron de sonar y le vio a lo lejos delante de una puerta doble de cristal haciéndole gestos de que se acercara sin mirarla. Lo hizo lo suficiente para ver lo que quería enseñarle.

- Un hammam, mi amor.- ¿¡Un qué!? Eso era una piscina pequeña con un poyete amplio a cada lado, con toallas preparadas para tumbarse.- ¿Te gusta?- Se encogió de hombros mirándole de soslayo.

- Según lo que implique.- Estaba sudando ya y él cada vez tenía la camisa más desabrochada.

- Nunca has estado en uno, ¿verdad?- Miró de reojo esa piscina otra vez.- Es un jacuzzi gigante mi amor. Cómodo, cálido, relajante…

- Sospechoso…- Se cruzó de brazos a sus carcajadas mientras se iba de vuelta por el pasillo dejando la camisa a su paso en el suelo.

Ni en sueños le iba a seguir. Tomó otro camino por el que hacía mucho menos calor, y al doblar la esquina pasando por una sala con una fuente central y más asientos de piedra bajó varios escalones se encontró con una habitación sin salida llena de duchas. La punzada fue tremenda, agudizada por el hambre y la mala espina que le daba ese cambio en él. El mismo que al girarse estaba apoyado en las escaleras observándola fijamente de brazos cruzados, con el pelo suelto.

- Ahora sí te duele.- Negó dejando de abrazarse el estómago.- Verona…- Dio un paso adelante bajando un escalón y volvió a negar con los ojos cerrados sin querer dar un paso atrás, hacia esas duchas.- No mientas o te castigaré.- Punzó otra vez e intentó que no se le notara, pero la respiración se le entrecortó.- Vamos a cenar mi amor, tienes hambre.- Le rozó la mejilla y abrió los ojos viendo que volvía a subir los escalones, los cuales no tardó ni dos segundos en subir también y alejarse de ese lugar.- Después veremos cómo solucionamos lo de mentir.- Le dijo cuando estaban saliendo.- Puedes cambiarte, tienes ropa en tu habitación.- Lo que tenía ahora era la piel de gallina del cambio de temperatura y estaba sudando. Atravesó sin mirar atrás esa habitación que decía era la suya.- Abajo en cinco minutos, mi amor.- Cerró la puerta de su baño con rapidez y en cuanto lo vio se lo puso. Un albornoz largo, azul celeste y dorado. Como las zapatillas. ¡Hortera!

Se tomó un par de segundos para tranquilizarse,  ir a esa habitación y cerrar la puerta mirando el pasillo de puertas desierto. Ni siquiera sabía qué había tras esas puertas pero ya no quiso ver más nada. Cerró y fue hacia el armario donde decía que tenía ropa para comprobarlo. Pero no era un armario, sino un vestidor repleto de cosas, no solo ropa. ¡Este hombre gasta más que respira, joder!

Mas de Sildhara

Quintaesencia: La Ninfa de Maebe (V)

Quintaesencia: La Ninfa de Maebe (III)

N&B; 2010: Armonía (Justo castigo)

N&B;: Diario, Verona G.(30)

N&B;: Diario, Rosalie W. (21)

N&B;: Diario, Rosalie W. (19)

N&B;: Diario, Verona G.(21)

N&B;: Diario, Verona G.(20)

N&B;: Diario, Verona G.(19)

N&B;: Diario, Rosalie W. (17)

N&B;: Diario, Verona G.(16)

N&B;: Diario, Rosalie W. (15)

N&B;: Diario, Rosalie W. (14)

N&B;: Freixas, el Amo.(11)

Negro&Blanco;: La Élite (6)

Especial N&B;: Juego (III)

N&B;: Diario, Rosalie W. (13)

N&B;: Diario, Rosalie W. (12)

Negro&Blanco;: La Élite (5)

N&B;: Diario, Verona G.(15)

N&B;: Diario, Megan B.(10)

N&B;: Diario, Megan B.(9)

N&B;: Diario, Rosalie W. (11)

N&B;: Diario, Verona G.(14)

N&B;: Freixas, el Amo.(10)

N&B;: Diario, Rosalie W. (10)

N&B;: Diario, Rosalie W. (9)

N&B;: Freixas, el Amo.(9)

N&B;: Diario, Rosalie W. (8)

N&B;: Freixas, el Amo.(8)

N&B;: Freixas, el Amo.(7)

N&B;: Diario, Rosalie W. (7)

Negro&Blanco;: La Élite (4)

N&B;: Diario, Rosalie W. (6)

Negro&Blanco;: La Élite (3)

Negro&Blanco;: La Élite (2)

N&B;: Freixas, el Amo.(5)

N&B;: Diario, Rosalie W. (4)

N&B;: Diario, Rosalie W. (5)

N&B;: Freixas, el Amo.(5)

N&B;: Diario, Rosalie W. (2)

N&B;: Diario, Rosalie W. (1)

N&B;: Freixas, el Amo.(4)

N&B;: Diario, Rosalie W. (3)

Negro&Blanco;: La Élite (1)

N&B;: Freixas, el Amo.(1)

N&B;: Freixas, el Amo.(2)

N&B;: Freixas, el Amo.(3)

N&B;: Diario, Megan B.(8)

N&B;: Diario, Verona G.(12)

N&B;: Diario, Verona G.(13)

N&B;: Diario, Megan B.(7)

N&B;: Diario, Verona G.(10)

N&B;: Diario, Verona G.(7)

Especial N&B; XXX: Juego (I)

N&B;: Diario, Megan B.(4)

Negro y Blanco XXV

Negro y Blanco XIX

Negro y Blanco XX

Negro y Blanco XIII

Negro y Blanco IV

Negro y Blanco III

Negro y Blanco II

Negro y Blanco I