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Pam, mi dealer y yo

en Hetero: General

Se llamaba Pamela, pero he decidido llamarla Pam, la chica de Jim Morrison se llamaba asi y estoy dispuesto a aceptar cualquier cosa que me haga sentir un poco mas Jim y menos yo. Tambien voy a hacer otros cambios pero, de momento, Pam siempre me ha parecido un nombre con ribetes de ángel, uno de esos ángeles que te tóman de la mano cuando el horizonte se convierte en una luz poderosa, infinita y final. Para que se hágan una idea, diría que mi chica tiene un aire a lo Penélope Cruz si Penélope fuese tan bella y luminosa que pareciése a un ángel. Y claro que lo ultimo que puede ocurrirle es pasar desapercibida. Su lacio cabello azabache lloviéndole a mitad de espalda, sus ojos claritos como el amanecer en alguna islita polinésica, su piel blanca y suave como nubes si es que las nubes fueran suaves como algodones, y sus curvas, peligrosas, sinuosas, perfectas.

Mi dealer amiga me repitió hasta que no la oí más por la sobredosis de una pasta nueva que, si dejaba que una mujer asi se me fuése de las manos, estaba desquiciadamente jodido de la cabeza a los pies. Mi padre, con su desalentadora y jodida manera de dirigirse a mi, me recordó mi insuperable capacidad para equivocarme.

- No vas a llegar muy lejos como siempre... te fascina decepcionar a la gente y no conóces de excepciones.

La verdad... no lo cúlpo. Duele la realidad de uno cuando la padecés mientras los demás la describen y más duele si, quién te dio la vida 28 años atrás te espúta en la cara esa cruel verdad.

Pam era una de esas princesitas de cristal que de la noche solo conocía la luna y de los excesos, un vasito más de Coca Cola en el almuerzo de los viernes. Con 17 años, tenés todo por delante y nada por perder. A mis 28, las noches me corroen desde adentro hacia fuera sumido en las oscuras nubes dulces de los excesos que, vaya si los conozco.

Mala conjugación de edades, de caracteres y vivencias, pero es asi... a los angeles los atráe el dulce aroma del infierno y yo, habitaba en el altillo de uno de ellos.

Armar un porro es tan fácil como sacarla para mear, digámos... no es lo mísmo, pero es asi de fácil. Extender el delgado papel, moler a la piedra con los dedos, acomodar, enrrollar, salivar, encender y a volar. Con el paso del tiempo y de las fumatas, el vuelo se hace cada vez mas corto, menos atractivo... por eso existen las demás drogas... nada es porque si. Hay alas para todos los cielos y para todas las aves.

No sabés como llegás a ese punto o cuál fue el motivo inicial, pero el caso es que estás ahí, sin soluciones ni respuestas, con el culo rapado entre las llamas del quinto infierno, y todos los mapas que te llevan lejos de donde querés ir. Descubrís entonces que uno siempre se reserva sus mejores golpes para las personas que realmente te importan y que no vale la pena volar tan alto... pero para ese entonces, volar es tu primer mandamiento y la droga tu religión.

He oído en algún bar perdido en una oscurísima noche del ayer que describían a un tipo como mitad hombre, mitad daga a medio clavar y eso es justo en lo que me convertí. Cuando la mitad hombre desaparece de mi y da lugar a la parte que hiere, Pam es el peor enemigo que se pueda tener, porque ella no es la típica mujer que en las discusiones te mánda sin preámbulos ni culpa a la mismísima mierda y más allá. Cuándo le digo o hágo algo malo, con tintes de ira, Pam me míra con los ojos claritos húmedos de profunda tristeza, con terribles ojos de ángel decepcionado, y dice en voz tan baja que no puédes entender que está diciéndo y me déja a solas con toda mi mierda. Baja la mirada luego, el silencio lo imprégna todo. Así, déja que sea yo mísmo para que me de cuenta de que ese es justo el hombre que no quiero ser. Con Pam, lo único que consigo con mis locuras y desencuentros es parecerme a mis calzoncillos sucios esperándo limpieza dentro de un gran balde con otras prendas sucias.

Pero mi naturaleza siempre me lléva a reincidir en las bajezas de los vicios, esa es la pura verdad. Jim decía:

-"Soy un asesino fantasma presenciándo toda mi bendita sanción". Amén. No te podés escapar de tu esencia, de tu instinto, de tu razón... no podés hacerte el idiota mientras tus adentros recláman y el alma implóra. Créo que si así no fuése, la vida sería un mal recuerdo de la muerte. O algo así.

"El amor duele Pam", le dije luego de una de mis crisis. Duele, le repetía mientras vomitaba en sus faldas. Ella me acariciaba la cabeza y no decía ni una sola palabra... ni una sola.

Algunas veces, Pam y yo alquilámos una habitación en las afueras de la ciudad al borde de alguna oscura avenida. Nos seduce dormir en un hotel y creer que escapámos de la cruel y amarga rutina, de las mísmas caras de siempre, de las mísmas cosas. Hay una canción de Jim que dice: "Ven aquí, nosotros haremos el resto, el autobús azul nos está llamándo... el autobús azul nos está llamándo". Realmente, nunca súpe que significa si es que tiene algún significado o solo fue un relámpago de ácido en la mente de Morrison, pero hay momentos en que te das cuenta que en alguna parte de la ciudad existe la posibilidad de que exista uno de esos autobuses azules esperándote. Escapar... las drogas tambien tienen algo de eso... las cosas no son solo porque si.

Una de esas noches de hotel, unas generosas líneas pálidas sobre un pedazo de vidrio habían desaparecido dentro de mi naríz con dirección a el entrelazado de mis neuronas. Pam me miraba con sus ojitos claros de ángel decepcionado y yo, me sentía como el hombre que no quiero ser. No decía nada, ella sabía quien era yo, de mis vuelos y mis dioses químicos, de mis excesos y mis viajes a ninguna parte.

Aquélla noche Pam estaba de lo mas sensual, como solía estarlo en nuestras noches calientes. Pollerita apénas por debajo de su redonda colita made in gym, portaligas de color rojo y medias de red del mísmo color. Una camisita ajustadísima para la ocasión calcába la perfecta ondulez de sus turgentes pechos adolecentes, que parecían querer escapar al ver la tirantes de los botones y su boquita pintada de un profundo e hipnotizante rojo. Una diablita encantadora.

Yo apénas podía sonreírle resultado de la rósca del veneno y ella, acostumbrada a esas voladuras, lo tomó con la calma que le desbordaba y se recostó al lado mío esperándo que me descuélgue para revolcarnos en las arenas del placer sexual. Estaba volviéndo a sentirme dentro del cuerpo cuándo sentí que Pam apoyó su mano por sobre el pantalón acariciándome el pene. Noté que su respiración se iba acelerándo a medida que mi bulto crecía por el estímulo de sus caricias bajo la palma de su mano. Al alcanzar una erección elevada entre excitación y fruta, Pam me bajó el cierre del pantalón y sacó mi dureza que apuntó directo al techo espejado de la habitación como un muñeco saltándo desde una caja. Lo tomó desde el tronco y empezó a masturbarlo suavemente para luego acercar su cara a él y acariciar al hinchado glande con su lenguita que sentía tibia y humeda. Mientras lo hacía con toda devoción, bajó mis pantalones hasta los tobillos para dejar a mi falo en todo su esplendor y se acomodó poniéndose en cuatro como una gata en celo de cara a mi sólida herramienta sexual. Con una mano lo apoyó contra mi cuerpo, quedándo extendido sobre mi ingle y empezó a lamerlo de punta a punta, sin olvidárse de pegarle séndas chupadas a mis huevos. Estaba colocadísima mi chica, eso me púso mas caliente todavía... vérla como me la mamaba, con tantas gánas, me elevó a los cielos mísmos del placer. Mientras su boca me empapába de saliva tibia y espesa, recordé el párrafo de una de Jim que dice: "Ella era una princesa, reina de la autopista / Nadie podía salvarla más que el tigre ciego...". Y vaya que el tigre ciego le estaba dándo placer.

Tomé mi celular que se encontraba en una pequeña cajonera lléna de preservativos a un costado de la cama y marqué el número de mi dealer favorito. Mi tanque se había quedado sin gatos y yo estaba deseándo un león, asi que rogaba por que me atendiéra. Pam seguía con su caliente trabajo de lustrármela y yo, orándo por el HOLA de mi proveedor. Mis súplicas fueron escuchadas por alguien o por algo, porque arreglámos que salía en ese momento para el hotel en donde yo estaba con Pam, ya que estaba camino a su casa. Y mejor aún, no tendría problemas de entrar ya que, el dueño del hotel era uno de sus principales clientes. A veces pienso que se droga más gente de la que uno cree. Sonreí... necesitaba volar y más, con mi dulce chica en estado de excitación total. Que fiesta le daría a mi princesa. Ella seguía chupando y chupando y escupiéndo... mi pene estaba como un cohete en pleno despegue en el Cabo Cañaveral. Se reincorporó y quedó arrodillada delante de mi. Me miró con cara de animal y se mordió su labio inferior para luego pasarse la lenguita por toda su boquita.

Comenzó a desprenderse uno a uno los botones de su camisita hasta que sus pechos aliviados asomaron con unos pezones oscuritos y respingados, apuntándo al cielo. Su torso desnudo era una verdadera obra maestra, de trazos perfectos, curvas deliciosas... una pancita plana que podría quitarle la razón hasta al ser mas celestial y santo. Y su pelo azabache cayéndo sobre sus hombros. De pronto, la puerta... TOC TOC. Pam se inquietó, agarró la camisa pero no se movió de la posición en la que estaba.

"Pam... me amás?". Le pregunté mirándola a los ojos.

"Con locura mi amor". Y sus ojitos brillaban como dos estrellas en el medio de un cielo de verano.

"Ahora va a entrar alguen... quiero que sigámos con lo nuestro".

"No mi amor, me da vergüenza, porfi, no me hágas esto".

"Solo por esta vez Pam, nos gústa abrir la mente a las experiencias nuevas. Que nos míren nos va a meter en el plano del voyeurismo... daleeeeeee, si???". Sonreí dulcemente y ella se limitó a asentir con su cabeza pero con la seriedad de la Venus De Milo. TOC TOC... la puerta nuevamente bramándo que del otro lado mi dealer esperaba.

"Pasá cabrón". Y entró. La cara del tipo al verme recostado con mi chica frente a mi ofreciéndole una vista inmejorable de su espalda y una pollerita que le insinuaba todo el culo era indescriptible. Abrió los ojos como si se hubiése cortado los párpados y se mordió los labios expresándo el deseo de ocupar mi lugar.

"Como va Jim, te tra... te traje lo que me pedíste. Un león a punto caramelo". Dijo mientras tragaba saliva y no quitaba los ojos del culo de mi novia aún de espaldas a él. Ella me miraba seria, en silencio, como desaprobándo todo aquello, pero su cara aún poseía al demonio del sexo, al duende de los bajos placeres del pecado.

"Tirámelo... como verás no me puedo levantar a buscarlo". Lo lanzó a mis manos con puntería perfecta y sonrió como diciéndome, que bien la estás pasándo hijo de puta. Pero permanecía estacado en su lugar, cerca de la puerta. "Quedáte si querés, mi chica no puede esperar asi que voy a pagarte en cuánto termine". Apunté al león a mi naríz, quebré el envase y... el cielo ante mi... mis alas extendidas... el aire contra mi cara... estaba volándo. Mierda, que poderoso felíno.

Pam atinó a bajarse de la cama pero la tomé de la cintura y me incorporé sin quitárla de encima mío. Sus hermosos pechos quedáron ante mis ojos, los cuáles dirijí a su mirada.

"Te amo Pam, sos la mujer de mi vida... lo sé". Ella sonrió como han de sonreír los ángeles en el cielo y me besó en la boca.

"Yo más, y eso lo sabemos ambos". Y al decirme eso ví como mi amada niña mostraba en su cara nuevamente al demonio incendiado de minutos atrás. El dealer continuaba parado en su lugar... duro como rulo de estatua. Debo confesar que el sentir que nos observaba nos calentaba a los dos, y mucho.

Recordé un fragmento de "Light My Fire" que dice... "Intenta incendiar la noche / El momento de dudar a pasado / No es tiempo de revolcarse en el barro / Inténtalo, solo podemos perder". Tararee esa parte... ella sonrió... se que entendió.

Comencé a besarle las tetas mientras mis manos le levantaron la diminuta pollerita hasta la cintura, dejándole el culo debajo de mis manos y ante los atónitos ojos del chavón. Sus pechos estaban de lo más ricos. Sus pezones inflamados y duritos yacían hechizados de calientes ante mis labios que los succionaban y chupaban. Con mis dientes los raspaba suavemente y ella empezaba a gemir de placer. Mientras gozaba con sus senos me encargué de quitarle de un tirón la tanguita que llevaba puesta quedándo solo con el portaligas, las medias y la pollerita que ya no era más que un delgado cinturón. Llevé mis manos a navegar por su espalda por la cuál descendí hasta llegar a sus glúteos que separé sobándole con la yema de mis dedos la línea de su culito y parte de su vagina que estaba mojadísima, como pocas veces lo había estado.

A todo esto el tipo había sacado su pija y empezaba a masturbarse. Púde darme cuenta porque sentía el ruido de su trabajo.

"Chupámela como vos sabés mi amor". Le dije recostándome nuevamente. Ella adoptó al instante la posición inicial quedándo otra vez frente a mi pene palpitante que estaba duro como el Peñón De Gibraltar apuntándo como les dije antes, hacia las tierras de dios padre. Que bien la chupa mi chica, es la mejor, me hace ver las estrellas. La tomé de la cabeza y le marcaba el ritmo para que mi orgasmo séa mas duradero. Fue alli cuando al verla tan caliente, decidí otro cambió más , otra vivencia para guardar en el arpón de los momentos memorables. Llamé al dealer y lo invité a que se úna. Pam, al escuchárme quizó zafarse pero con mis manos impedí que córte aquélla perfecta mamada que me estaba dándo. Al estar en cuatro como gata en celo, le daba al tipo la hermosa vista de su culito y su brillosa vagina empapada. Este se sacó los pantalones y se arrodilló detrás de mi chica apuntándo su enorme verga hacia las líneas abiertas y mojadas que estaba deseándo desde que abrió esa puerta. Hipnotizado con aquél paisaje inigualable acercó su cara hasta quedar a milímetros del paraíso mísmo... lo sopló y Pam soltó un gemido divino que era ahogado por mi pija en su boca. Fue allí cuándo se la empezó a chupar de arriba hacia abajo, de un costado al otro. Que placer para mi ángel, se empezaba a mover como loca mientras entre sus labios salía y entraba mi tronco de nogal.

El dealer dejó de chupársela, se paró sobre la cama bien abiertos de piernas, se agarró su gran pedazo de pija y lo apoyo entre los labiecitos vaginales de Pam que gimió sacadísima.... MMMMMMM, mientras succionaba aún más a mi pija con su boca. Lentamente el muy cabrón suertudo se la empezó a meter y mientras más entraba más loca se venía Pam, estaba como si se hubiése metido el mejor ácido. Al meterla toda, el chavón se recostó apénas sobre la espalda de Pam sin tirarle todo su peso y empezó a cojérsela frenéticamente. Se podía escuchar como le chocaban las bolas y la ingle contra mi chica. Ella apartó por unos instantes de su boquita a mi pija para gritar desde el alma el orgasmo que estaba teniéndo. Le miré la cara en ese momento, me grabé esas facciones... que momento. Quien dice que a los ángeles no les gusta saborear el infierno... Pam lo estaba haciéndo. Sus ojos cerrados, apretados como conteniéndo todo el placer del mundo... sus labios con el rush esparcido por toda su cara y empapádos de saliva y salado líquido antesala del orgasmo, mi orgasmo... recordé una poesía morrisoniana: "Vestida al sol, inquieta de necesidad, muriéndose de fiebre".

Me senté en la cama, el dealer al ver eso la sacó y es que entendió que cambiaríamos de posiciones. Asi que agarré a Pam de la cintura y la recosté en la cama quedándo frente a mi y con la pija del otro a centímetros de su cara. Me miró a los ojos con una dulzura que me impregnó el alma diciéndome: "Te amo Jim, siempre será asi". Acto seguido, le apoyé el glande morado e hinchado de mi pija en su conchita empapadísima y al estar tan lubricada no costó nada metérsela de una hasta el fondo.

-"Aaaaaaayyy mi amor, te quería sentir adentro". Mientras me decía eso, su mirada se topó con la pija del dealer a la que agarró y se la llevó a la boca. La tomé por debajo de las piernas y las púse sobre mis hombros para darle más duro y con más profundidad. Estaba acabándo otra vez porque sentí como su vagina se contraía con mi pija adentro. Fue allí cuando empezó a gritar de nuevo y vi que el tipo estaba por acabar tambien. Lo ví en sus ojos de ultimo suspiro. Asi que me apuré para coordinar los tres. Ella al ver que él estaba por venirse se metió el glande del cabrón en su boca... quería beberse su lechita.

Estaba volándo, que experiencia... mientras yo le acababa adentro de la conchita, el otro lo hacía en su boca, y ella se contorsionaba como una víbora prendiéndose fuego. Me desplomé sobre ella, y me abrazó. Quédamos así por largo rato mientras el dealer se ponía los pantalones.

-"Buen león cabrón". Le dije mientras el tipo abría la puerta de salida.

-"Gratis loco, yo creo que esto valió lo que me debías y más." Me dijo mientras salía. La puerta se cerró. Pam me miró a los ojos y sonrió. Y me cantó al oído una canción de Morrison que me erizó la piel por el momento y la situación.

"Niño natural, niño terrible / No eres hijo ni de tu madre ni de tu padre / Eres nuestro vociferante hijo salvaje / Con hambre en sus talones, libertad en sus ojos / Ella baila sobre sus rodillas / Un principe pirata a su lado". Como no amarla, somos iguales, almas gemelas, mi compañera cósmica.

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