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Será hereditario?

en Amor filial

¿Has intentado alguna vez contactarte con un pariente al que no conoces, solo porque se trata de alguien con tu misma sangre? ¿Has telefoneado a alguien que desapareció de tu vida antes de poder conocerlo y dejó en el aire una ausencia casi palpable? ¿Has llamado a la puerta de ese desconocido porque sabes a ciencia cierta que del otro lado de ellalaten unos cromosomas como los tuyos? ¿Has sentido la imperiosa necesidad de saber la lista de los porque que llevaron a esa persona de tu propia sangre a perderse en el olvido?.

A veces es preferible que una persona permanezca como un nombre y una dirección con número telefónico en un trozo de papel amarillento de un bloc de hojas rayadas en el fondo del cajón de la mesita de luz de tu madre. Quizá las cosas pasan porque el destino a veces sabe que no valen la pena ciertos tipos de experiencias y nos evita el desastre. Si viéras a ese desconocido ante tus ojos, a ese extraño con tu sangre, a ese ausente sin aviso en tu vida , tal vez dirías, "ese no soy yo"

Mi padre biológico vive en las afueras de Buenos Aires, mas allá del conurbano, bastante más allá. Antes de llamarlo por teléfono, mi madre me dijo, "de ahora en mas sos presa de tus elecciones, no puedo evitar que quieras conocer a tu verdadero padre, y no lo haré... pero recordá, mejor sería dejarlo todo así". Realmente su mensaje era mas que misterioso, pero ya nadie podría quitarme la idea de ver con mis propios ojos a la persona que con su ausencia durante toda mi vida provocó mas de una noche de llantos y un camino plagado de sentimientos de vacío y de culpas... 24 años de sentir eso. Y quería acabar con ello, asi que decidida marqué los ocho números que componían su teléfono y llamé.

"Hola...". Una voz de hombre se oyó desde el otro lado. Me temblaron las piernas y estuve apunto de cortar, pero algo dentro mío, impidió que lo hiciera.

"Hola... estaría Adrian?".Adrian Ruano es mi padre, por lo que me dijo mi madre (solo detalles, obviamente), posee actualmente unos 43 años, es alto... casi róza el metro ochenta y cinco, y nada más, pocos datos acerca de quien púso su grano de vida para que hoy este yo en este mundo.

"El habla, quien sos?". Que decirle... soy tu hija... no no no, soy alguien que te busca desde que tiene conciencia?... tampoco... quiero verte... menooooos. No sabía como presentarme siquiera, mis nervios parecían que iban a estallar.

"Ho... hola, soy Anabella, la hija de Cristina, tu ex mujer". Un silencio tenso se adueñó de esa postal para el infarto, por un momento solo se escuchaban las respiraciones aceleradas, y hasta si agudizaba un poco los oídos, sería capaz de escuchar sus latidos.

"Anabella, que sorpresa, tantas veces estuve por llamarte para encontrarnos y hablar... tantas veces". La voz era de lamento, de culpa y de tristeza. Estaba escuchando la voz de mi padre, cuantas veces había soñado con eso y lo que mas anhelaba en ese momento era lo que me dijo tras lamentarse. "Quisiera que hablémos, y el teléfono no es el mejor medio en nuestro caso... querés que nos juntémos?, a mi me encantaría". Sonreí, no sé si de nervios o alegría, un coctel de sentimientos estrujaba a mi corazón.

"Si, necesito que hablémos Adrian". Otro silencio nos abarcó, menos duradero pero igual de tenso.

"Ok, el problema es que no puedo salir de casa ahora, estoy con 39ºC de fiebre y sinceramente quiero que sea hoy el día nuestro encuentro. Hay tanto por hablar. Podrías venir vos a mi casa?, yo te mándo un remis para que el viaje no sea una molestia". Claro que quería... terminar con esto de una vez por todas era mi obsesión para ese entonces... y lo necesitaba, asi que le respondí positivamente y quedámos en que un remis pasaría por mi casa (que para mi sorpresa, el conocía), a las 21 horas. Apenas cortámos, me dirigí corriendo a baño para ducharme, no faltaba mucho y realmente deseaba estar más que presentable, quería que viera lo linda que era su hija.

Me miré al espejo, dentro de diez minutos pasaría el remis, ya estaba bañada y vestida, preparada y ansiosa. La imagen que el espejo de mi cuarto me devolvía de cuerpo entero, no dejaba dudas, estaba más que presentable, es más, demasiada producción por tratarse de un encuentro con alguien que a pesar de ser mi padre, desconocía. El pelo suelto y largo color azabache se derramaba sobre mi desnuda espalda, la cual se lucía debido a un vestidito rojo que de frente poseía un fino escote que insinuaba la redondez de mis pechos, pequeños y compactos, casi calcándose en la fina tela y que llegaba (siempre pegadito al cuerpo) por encima de mis rodillas. Me di vuelta para observar como se veía desde atrás y descubrí como en la culminación de mi espalda, nacía mi cola, redondita y paradita, notándose además las formas de la tanguita que llevaba como ropa interior. Pensé... mejor me cambió, pero la bocina de un auto en la puerta de casa impidió que lo haga, era el remis y ya no había tiempo más que para ir saliendo.

Como a las 21,30 horas llegué a la casa de Adrian, mi padre, bajé del remis y me dirigí hacia la puerta de entrada... mis pies pesaban 50 kilos cada uno y mi alma temblaba dentro de mi cuerpo... me pregunté, que hago acá, pero era tarde para arrepentimientos, me lo había dicho mi madre... presa de mis elecciones, retumbó la frase en mi cabeza. Golpeé la puerta... una, dos veces y se abrió. El momento fue eterno, es como si la puerta se estuviese abriendo en cámara lenta, develándo a cada segundo parte de la humanidad de aquél extraño, mi padre.

"Hola Anabella, pasá... por favor". Me quedé dura, la voz del teléfono tenía rostro, un rostro con rasgos similares a los míos, unos ojos almendra hipnotizantes. Pude notar que llevaba el torso desnudo, probablemente producto de la fiebre de la que me había hecho mención y por la cual le era imposible abandonar su casa. Su pecho era velludo, bien contorneado y su color de piel morena, no como la mía, que evidentemente era blanca por herencia de mi madre. Era un hombre sumamente atractivo, de mirada amable, enigmática y porque no, sensual... me pareció una mirada muy sensual, pero era mi padre, me guste o no, así que deseché el pensamiento como pude.

Fuímos hacia el sofá que se encontraba en el centro del amplio living de tonos turquesas... me encanta el color turquesa, es mi favorito, será tambien hereditario?. Nos sentamos y el silencio lo inundó todo, el miraba hacia sus manos que se encontraban entrelazadas sobre su panza. Yo lo observaba, no sabía que decirle, era dificil, al fin de cuentas erámos solo dos desconocidos.

"Anabella... sé muy bien que cualquier cosa que diga va a ser tan solo una mera excusa del porque me fui de tu vida apénas éras un enigma dentro de la panza de tu mamá, pero quiero que sépas que siempre estuvíste en mi mente y en mi corazón". Mientras él hablaba ocurrió en mi lo que mas adelante llamaría la maldición del destino por querer cambiar el curso de las cosas. Miraba a mi padre como a un hombre... si, como a un hombre que me atraía de maneras insospechadas, como nunca antes me había pasado con ningún chico, con pasión lo miraba y eso me atormentó pero no podía evitarlo.

"Anabella, me estás prestándo atención?, se que debe ser traumático esto para vos, pero si te sirve de algo, lo es para mi tambien". Y yo seguía colgada en mis pensamientos impuros que lo tenían como adonis protagonista. ¿Cómo podría estar mirando a mi progenitor con los ojos de la lujuria?... no todo tiene respuesta ni lógica, imagino que la vida en si es asi, sin respuestas ni lógicas.

"Adr..Adrian... estoy muy confundida, creo que fue un error haber venido". No sabía que decir, solo deseaba salir corriendo de ese lugar para alejarme mas y mas de los demoníacos deseos que mi cuerpo procesaban sin parar. Al decir eso, mi padre me miró a la cara por primera vez sin bajar su mirada. Por Dios santo, quiero irme ya... esto no debería pasar.

"Sos hermosa Ana, siempre imaginé que al conocerte serías una nena, pero el tiempo me privó de ello y veo que sos ya una mujer bellísima". Traté de no mirarlo a la cara, pero era imposible no hacerlo, algo... no sé que, me atraía como la miel a las abejas. Mis ojos visitaron a los suyos e instintivamente dirigi mi mirada a su velludo pecho para luego llevarla a su entrepierna. Al darme cuenta, cerré los ojos e intenté levantarme del sofá, pero la mano de mi padre lo impidió tomándome de un brazo.

"No te vayas Ana, no quiero que lo hagas, por favor... quedáte". Su mano grande y áspera, sus dedos largos y anchos... detuve la huída, y al volver la vista a mi padre, ví con sorpresa que este estaba hipnotizado en mis pechos que el escote de mi vestidito dejaba ver levemente.

"Mejor me voy, es tarde ya". Atiné a decir pero debo confesar que no sonó con convicción. Entonces mi padre llevo una de sus manos a mi cara y apoyándo la palma en una de mis mejillas, me miró largamente con aquellos ojos almendra que eran una delicia. Cerré los ojos y recosté levemente mi rostro sobre aquélla palma tibia y rasposa. Pareciera que estoy relatando una postal típica de padre e hija, pero no iba a ser asi, pués mi padre se acercó a mi y con su otra mano comenzó a acariciarme los pechos por sobre el vestidito colorado. Apenas sentí aquéllas caricias, mi excitación subió a niveles que no conocía... lo deseaba tanto que me era imposible mantener la cordura y decirle que dejé de hacer eso. Cesaron las caricias y con sus dos manos bajo los finitos tirantes que zurcaban mis hombros... cayeron a cada lado, y bajó la parte superior del vestido hasta mi cintura, no hace falta decir que de la cintura hacia arriba había quedado completamente desnuda.

"Que hermosas tetitas mi amor... me encantan". Y nuevamente una de sus manos empezó a sobarmélas suavemente mientras la otra me tomaba de la nuca. Acercó su rostro al mío y recorrió con su mirada toda mi cara, para luego ocupar mis labios con sus labios e invadiéndome la boca con su lengua, a la que contesté con la mía. Como besaba ese hombre, por Dios, que habilidad, que sutileza amalgamada de salvajismo, que locura. Desesperados los besos, deseperados nosotros... la mano que yacía sobre mi nuca comenzó a descender, recorriendo mi espalda en forma de deliciosos círculos, haciéndome sentir la aspereza de su varonil tacto hasta que uno de sus dedos rozándo el nacimiento de mi culito me hizo estremecer de una manera increíble, y él lo notó, claro que lo notó, porque metió toda la mano detrás abarcándome todo el culito con caricias que incursionaban entre mis glutéos. La sala era espectadora del mayor de los incestos, y su silencio era quebrado una y otra vez por nuestras respiraciones aceleradas, de animales en celo, prestos a copular. De pronto, su mano que se encontraba entre mis glúteos descendió hasta palpar los labios inferiores de mi mojadísima vagina. Diooosss, que gemido dí, que excitadísima me traía este tipo, juro que me estaba volviéndo loquísima... si, me enloquecía de placer.

"Mmmm...papito, como me gusta esto... me estás... uyyyyyy... me estás... mmmm". No podía ni pensar, fue cuando se reincorporó y con sus dos manos me sacó el vestido por completo, dejándome ante sus ojos almendrados e inyectados de fuego solo con mi delgadísima tanguita blanca y semirrecostada en el sofá turquesa, mi color favorito. Se bajó los pantalones hasta los tobillos y los lanzó luego contra un mueble que había en uno de los laterales del living. Pude ver como su slip poseía en su interior algo duro, vibrante y grande, un tesoro delicioso y oculto hasta ese momento y al que deseaba con locura.. eso me puso a diez mil de pulsaciones e incrementaba aún mas mi excitación, si... ya había superado cualquier experiencia pasada a nivel lujuria, de eso no tenía ninguna duda, y lo corroboraba mi cuerpo con cada beso, cada caricia, cada roce.

Cuando retomó sus caricias incendiadas sobre mis pechos, yo estaba con los ojos prendidos en ese mástil escondido... mis pezones parecían que iban a estallar, estaban durísimos y latían de pasión. Volvió a besarme en la boca con la misma euforia y sus labios abandonaron los míos para recorrer con su lengua a mi cuello al que chupó desaforadamente para luego ir por mas... si, y como lo deseaba!!!, porque de pronto su boca jugaba con mis senos, los lamía, los chupaba y ponía entre los dientes a mis duros pezoncitos mientras sus manos ya abarcaban a mi culito abriéndolo y pasándo los dedos por la linea que creaban la unión de mis glúteos. Fue cuando tomó mi tanguita desde el mínimo elástico de la cintura y la llevó con fuerza hacia arriba, metiéndo la tela entre mis labios vaginales y arrancándome un gemido enorme de placer.

"Ayyyyyyy papiiiiiito... ayyyyyyyy". No aguantaba mas, y ni siquiera se debe aclarar que por ese entonces necesitaba mucho mas que sobadas en el culo y besos en las tetas, porque cae de maduro. Y si, basta de previas, me separé de su cuerpo, lo lancé contra el otro costado del sofá y lo miré a la cara para luego llevar mis ojos a ese bulto del carajo. Sonreí de lado y sin quitarle la mirada de su sorprendido y excitado rostro, me dirigi hacia tamaño paquete. Me senté a su lado, y con una de mis manos comencé a masajearle la pija... mmmm, estaba durísima y se notaba muy caliente y humeda. Mientras le acariciaba el paquete le comía la boca con un jugoso beso como si fuese esa la ultima boca del universo conocido, y el me correspondía con sus manos entre mis nalgas empapadas de flujo y sudor. Separé mi boca de la suya, me relamí y me dediqué a quitarle el slip... apenas lo había bajado saltó a la luz un pene de proporciones deliciosas, venoso, tieso, morado en el glande y de ancho tronco, un primor de pene que no sabría decir su tamaño con exactitud, pero si que era poderoso. Volví a comerle la boca, esta vez, con mi mano empuñándo a su miembro candente.Lo masturbé un buen rato mientras lo besaba, arriba abajo y hasta pude notar como se movía sobre sus caderas al compás que yo marcaba. Llevó su cabeza hacia atrás y fue allí cuando me dijo con voz sufrida y excitada.... "Hijita, por favor, no doy mas, chupále la pija a papi, comésela, es toda uya, hace lo que quieras mi vida". Cómo me calentaba ese desconocido... mi padre, me sacaba de este mundo y me volaba hacia quien sabe que tierras en donde la lujuria y el placer reinan.

Me agaché, sin abandonar mi posición (sentada a su lado en el sofá), y le pasé la puntita de mi lenguita por el glande... un hilito transparente de liquido preseminal unió mi boca con su pija, y fui por mas, mis besos fueron cada vez mas oscuros... el sabor de su pija que ya poseía en mi boca me calentaba mas y mas, sin paradas ni nada. Empecé a comerme la cabeza gruesa y morada, ya la chupaba como loca, mientras mi papi se retorcía de placer. Una de sus manos empujaba mi cabeza contra su pene, la otra se paseaba por la raya de mi culito y los labios de mi conchita, empapada, por supuesto.

"Mi amooooor, que bien se la chupás a papito, como se nota que te encanta mi verga bebé". Me la estaba comiendo con terrible pasión... me hundía el tronco en mi boca y no podía evitar que eso a veces me causé harcadas, me fascinaba realmente ese pene y todo lo prohibido de poseerlo.

Me incorporé y no intermediamos palabras... mi papi me recostó de costado y a espaldas de él, quedando yo tumbada hacia un lado, pero podiéndo ver lo que haría. Junto mis piernas y a la vista quedaron el orificio de mi anito los labios de mi vagina que en esa posición, quedaban bien apretados pero a la vista. El se paró, agarró su pene con una de sus manos mientras con la otra mantenía unida a mis piernas y apoyo el amoratado glande en la entrada de mi raja. Que sensación, urgente necesitaba que me la méta.

"Mmmm papito lindo, cojéme, hacéme tuya esta noche, necesito que me la cláves". Comenzó a empujar, con lo lubricada que estaba mi vagina no costó mucho trabajo para que entre en mi, y asi fue. Mi padre empezó a bombear como loco enterrándome todo el tronco y hasta hacerme sentir sus huevos golpear en mi culito. Diooos, que placer me estaba dándo ese hombre. Yo enterraba mis uñas en un almohadoncito que había sobre el sofá mientras gritaba como una loca, como una verdadera putita de papa.

"Como te esta gustándo putita, putitaaaaaa, me encantás". Y me clavaba con furia. La sacó, acción que emitió un sonido como de descorche... me ardía el sexo y hasta imagino que se vería agrandadísima. Me puso en cuatro, se arrodilló en el borde del sofá y empezó a cojerme con la misma fuerza, con la misma dedicación. "Me vengo bebita, me voy a venir". Y cuando iba a sacarla logré que mis manos lo tomen de de sus glúteos empujandolo contra mi.

"Ayyyyyyyy mi bebe, querés toda la lechitaaaaaa". Y acto seguido, tras dar las sacudidas finales contra mi, acabó dentro de mi conchita. Una cascada de liquido caliente invadió mis entrañas e hizo que acabé al sentir esa sensación. Cayó pesadamente sobre mi... y allí quedó por largo rato. Chorreaba desde mi entrepierna su semen. Podía olerse en el ambiente el salado aroma a sexo. Lo corrí y me senté en el sofá. El hizo lo mismo. Un silencio profundo se alojo entre los dos. Yo estaba seria y miraba hacia mis rodillas.

"Anabella, hija, Dios mio, que he hecho", dijo abatido de culpa.

"Papa... el turquesa es mi color preferido y veo que tambien el tuyo... será hereditario?".-

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