Sí queres, seguime.
Acércate, no temas... aun no muerdo. Solo por ahora.
Mi cama esta abierta, preparada para ser escenario de encarnizadas batallas, mis ganas enteras. El sueño no viene, me han dicho que prefirió irse a otra parte, lejos de mí... los ojos se encienden y la luna que recién se cuelga.
Si queres, podes besarme.
Mis labios necesitan imperiosamente de otros labios para apagar tanta sed de amar, tanto deseo en vano, tanta furia alojada bajo la cintura de los demonios que bailan alrededor de las llamas del placer. Pero te lo aseguro, lo firmo en donde sea... ni tu beso más caliente lo podrá lograr.
Si queres podes quitarte la ropa.
La blusita por sobre tu cabeza, manitas en la espalda, corpiño volando hacia la foto del Che Guevara en Bolivia. Uno, dos, tres botones blancos y chatos, y la mini en caída libre por tus caderas, rodillas, tobillos vía piso. Y la bombachita blanca con encajes, de humedad salada, de calor intenso y cosquilleos, copiando su destino, su delicioso destino.
Sí queres recostate y abrite a mí.
Piernas en V, venenosos labios en los que hundiré la daga que mi pasión empuña, deliciosos pliegues rosados de candentes movimientos. Acople con sonido a mojado... mmm, ombligo contra ombligo, duros pezones a punto de estallar, jadeos sobre el cuello, lenguas encendidas, espasmos, temblores, acabar y acabar.
Si queres podes irte... pero no te podes quedar.
De pronto su sonrisa blanca y acogedora, se desvanece, se va el amor... nada queda. Y caigo triste y vacío, con el corazón en llanta, de cara a esta oscura ausencia que su partida me ha propinado sin mas compasión que un frío beso en la frente y una palmada en el hombro. De repente tu cara vuelve a ser tu cara, y ella, como hace mucho tiempo, ya no está.
Quizá mañana vuelva a buscarla en donde sé... nunca estará. Pero hoy vete, el cansancio trajo al sueño, y solo quiero dormir.