"Yo voy, lobo estepario, trotando
Por el mundo de nieve cubierto
Del abedul sale un cuervo volando
Y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto"
De "El Lobo Estepario"
Hermann Hesse, 1927
- ¿Qué soy? No soy nadie. Aquí no tenemos nombres ni rasgos, carecemos de piel y miradas, de puños y lágrimas, aquí no somos.
El reloj pende de una cadena de plata sostenida desde su otro extremo por una mano femenina.
TODO ES SILENCIO
Giran las palas de un ventilador de techo, sonríe la Mona Lisa desde una réplica ubicada sobre un escritorio y una gota de sangre se desliza a través de mi barbilla.
- A la cuenta de tres despertarás del letargo hipnótico dice una voz dulce Vil quimera que consume a la inocencia del comienzo.
UNO
¿Qué hiciste Omar? Me pregunto una y otra vez mientras pierdo la mirada en la taza de té frío sobre la mesada de la cocina. La respuesta se derrama como lágrimas negras desde mis dedos. Extender las alas oscuras como las golondrinas de Neruda y, desde el abedul del ostracismo, salir volando hacia los cielos de nieve cubiertos. Derramar el ardor de la pluma entre las piernas de la imaginación, que hundida en la lujuria, se viste de letras en llamas. Ofrecer lamidas de fuego impregnadas de oscuridades y humedecer mentes. SER.
Eso hago, y más, siempre más.
Así es el vuelo.
Mi vuelo.
- Cuervo, ¿hasta dónde quieres llegar?
- Hasta las profundidades de las almas.
Se muerde el labio inferior, pasa sus manos por el largo de sus cabellos y sonríe. Sonrío. Y con avalancha de tildes, ausencia de brillos y ganas de sobra, la beso en la barbilla mientras mis manos la toman desde el nacimiento de su espalda y la traen contra mí. Sus pezones enterrándose en mi pecho, latidos fríos versus calientes, brillo en los ojos de cazador y de presa; dureza, humedad, suspiros, silencio. Silencio de lectores, palmas abiertas y dedos mojándose sobre líneas de fuego, manos cerradas alrededor de varas duras en frenético sube y baja, ordeñe sexual.
- Cójeme.
- ¿Cuánto deseas que te coja?
STOP.
CoGer, coJer, follar, empuñar, copular, fornicar, agarrar al fin y al cabo se trata de lo mismo, meter, recibir, sacar, gozar, sea con J o con G.
Su falda ahora es un grueso cinturón de tela roja rodeando su cintura y sus bragas un bólido atravesando la habitación luego de ser arrancada por mis deseos que no van con C, de eso estoy más que seguro.
- Hazlo. Muero porque me cojas. Clávamela. Soy tu puta, soy tu puta, soy tu puta.
- Eres una puta.
DOS
Cosas del destino, burlas de mi suerte, o lo que fuere, pero en un abrir y cerrar de ojos las seis cuerdas y sus acordes fueron reemplazadas por letras en carne viva impregnadas de luces y de sombras.
La voz de Jim Morrison en mi mente
La muerte rondando por sobre la carroña del pasado.
Afila navajas.
Abre heridas.
"La muerte hace ángeles de todos nosotros
Y nos da alas donde teníamos hombros
Suaves como garras de cuervo"
Un fantasma presenciando toda su maldita sanción.
Un puño.
Letras.
Una lengua filosa pulverizando con palabras.
Un círculo de fuego.
Yo dentro de él.
Vaya espectáculo dantesco, heridas sangrando historias, entrevero de latidos, un mundo de rostros; putas, sillas de rueda, piernas muertas, incestos entre humos dulces, violadores nocturnos, tormentas, asesinos, desaparecidos, soldados, vendedores de droga, adictos, perversos, vampiros, trazas poéticas, un trío que da náuseas, mi arrepentimiento, delirantes de sexo, presos de la lujuria, el círculo de fuego cerrándose, Jim Morrison dentro de él.
Todos y cada uno inmersos en las brumas de historias roídas por las realidades de mi imaginación, retazos de vidas, la mía, la de otros, la de todos, noches oscuras, líneas blancas, grandes falos, senos pequeños, ojos violeta, alas frondosas, eterno vuelo, sangre en el pecho, siete burlas bien logradas, posters de Jim, tazas de té frío, una Les Paul blanca, los muros de una prisión, barrotes de hierro, armas humeantes una moneda gira, hay público para nuestro drama.
TRES
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina
torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
"Ajedrez" de Jorge Luis Borges.
Una rodilla se clava en las arenas, la otra apunta al pecho de un agosto erótiko con una sociedad de los países falderos, territorios ya sitiados; mis ojos reflejando toda la mierda que impregna los sentidos, una mano abierta, apoyada sobre un teclado, la otra hecha un puño de miles, clavando las uñas en las palmas, sangrando, a gusto con las heridas y mi igual destruyendo la soledad de mi vuelo, que ya no es solitario, lo veo en sus alas de ángel, reflejo esmeralda, un abrazo, la furia de los intensos y la eternidad de sus latidos.
Dame sueños esmeraldas para soñar y te daré amor interminable
De pie.
Nunca más (oximorón)
- Cuervo, ¿hasta dónde quieres llegar?
- Hasta las profundidades de las almas, más allá de las pupilas, en general; y a ella, más acá del beso, en particular.
De pie.
Soberano.
Altivo.
Sagaz.
Hierático.
Alado.
Apreté su muslo y la muerte sonrió
Abro los ojos, giran las palas de un ventilador de techo, sonríe desde el escritorio una réplica de La Mona Lisa y una gota de sangre golpea suicida contra el dedo medio de un puño. Estoy despierto y SOY más que nunca.
Entra nuevamente a mi bosque esmeralda