miprimita.com

La puta y el gran falo

en Confesiones

"... y te separo delicadamente una pierna de la otra la distancia necesaria para rasgarte el corazón".

Mis tacos altos repiquetean contra el frío asfalto haciendo huecos en la niebla de la noche mientras la pulserita de canutillos amarillos me aprieta el tobillo obligándome a doblar la rodilla para poder acomodarlos por enésima vez. Doy largas zancadas acompañadas de sensuales caderazos y pasos firmes para que el señuelo de mis tacones atraiga a las ardientes presas en busca de un cálido hueco en el mundo. No se ven, pero siempre están ahí, agazapados entre las sombras de alguna calle perdida, ocultos del que dirán de una sociedad que todo condena, detrás de las ojeras de una rutina de familia.

Yo me visto de blanco, mi color favorito, el de la pureza dicen. Quizá sea esa la única forma posible de inocencia en mi cuerpo o tan solo se trate de los desesperados manotazos de mi otro yo sumido en la negrura de éste yo. Sea cuál fuere el motivo, pasa a un segundo plano cuando mis prendas se limitan a una pequeña mini calcada sobre las caderas y un top apretando la perfecta redondez de mis pechos. Medias de red atrapan a mis esbeltas piernas contorneadas por las horas libres apiladas en los gimnasios y un rojo pasión al borde la exageración convierte a mis gruesos labios en ventosas prestas a succionar un cohete despegando desde el Cabo Cañaveral.

Soy puta... más por glamour que por necesidad económica. No vengo de un hogar caído en desgracia ni de una niñez traumada, todo lo contrario... los recuerdos de mi infancia son como perlas amalgamadas a mi corazón y la relación con mis padres y mi hermano Ezequiel siempre había sido ideal, al menos hasta que decidí hacerme a las calles y convertirme en lo que soy.

El glamour fue el que me llevó a ésta profesión y el que me impulsó a dejar de esperar el futuro que me dijeron, se encontraba a la vuelta de la esquina. Fue así como a los 16 años decidí cambiar zapatillas de tela por platiné de Koleston y taco aguja, bombachas de Winnie Poo por tanguitas y ligas, monedero de Snoopy por carterita de cuero blanco, alquilé una pieza maloliente sobre la calle Esmeralda y dejé la casa que me vio nacer para nunca más volver. 10 años... 10 largos años sin las sonrisas de mamá, sin los abrazos de oso de papá, sin las tardes de plaza con Ezequiel... ese es mi único dolor, mi gran dolor, haber perdido a mi familia, no haber podido lograr su aceptación. Duele realmente, solo las que naufragamos en medio de las noches por unos duros sabemos como duele.

Pero quizá haya nacido sólo para esto, quién sabe. Jamás fui una alumna de buenas notas en mi fugaz paso por la secundaria y el trabajo de mesera, sinceramente, nunca me agradó. En realidad, no le busco demasiadas explicaciones a las decisiones que he tomado en el pasado, pero si debo darle una razón válida al porque de mi elección, contesto sin ruborizarme, que siempre fui adicta al sexo en todas sus formas... si... me encanta coger y si me pagan por ello, mejor aún. O sea que definitivamente soy toda una puta por glamour y por devoción a serlo.

Esta noche el frío decidió derramarse sobre las calles y sus oscuridades, la luna se pierde entre oscuros nubarrones de otoñal tormenta y los ecos de un blues que no sé si vienen de algún bar o del cansancio acampando tras mis ojos se empacó en ser la banda sonora de mi ondulante andar.

Bueno... y la rutina laboral: el paseo, el reclamo y la respuesta. A lo lejos, en la otra esquina, veo a un hombre vestido de traje negro, una boina calada y una bufanda rodeándole el cuello y parte de su cara. Seguramente congelado como yo. Con las manos inquietas en los bolsillos y la cabeza erguida se acerca. Sus pasos golpean pesadamente contra las baldosas. Su pelo blanco le cubre toda su frente y de su rostro solo puedo ver una nariz respingada y unos grandes ojos brillantes, quizá debido al recio frío. Él toma la iniciativa parándose frente a mi.

- Hola hermosa. ¿El frío no afecta a tu cuerpo? ¿Acaso crees que estamos en verano? - Obviamente su alusión se debe a mi ligereza de ropas. Claro que tengo frío... que idiota. ¿Acaso el overol que los obreros metalúrgicos utilizan en las fundiciones no los hace desfallecer de calor?. Qué pretende este tipo, ¿conquistarme cómo si fuese una solterona sentada en la barra de un ameno bar de Recoleta?. Acerco mi rostro a su rostro, o mejor dicho, a su negra bufanda y sonrío.

- No habló inglés, ni francés, ni hoteles, ni domicilios, ni lluvia dorada, ni griego, ni besos. No acepto tarjetas ni cheques, solo dólares como moneda extranjera, exijo control sanitario y máxima higiene. Soy cara... una puta cara – Los ojos del tipo salen de sus órbitas y se clavan en mi sonrisa dibujada pero efectiva. Si hay algo que se aprende a la perfección en esta profesión es fingir.

- Mm, ya veo, o sea que a tu departamento, pues entonces no perdamos tiempo – Bajó la mirada, que perdió su brillo, y con ella la cabeza, clavándose prácticamente el mentón descansado bajo la bufanda sobre el pecho. Sin decir palabra alguna caminamos hasta el tercer piso L de Suipacha al 700, mi hogar... no tan dulce, mas bien salado, pero hogar al fin. Una vez en mi lugar de trabajo me dispuse a preparar el ambiente para lo que sería mi cuarto cliente en la fría pero laboriosa noche.

El tipo se sentó en mi sofá azulado de imperceptibles líneas rojas y apoyó su cabeza en el respaldo sin quitarse nunca la bufanda y la boina calada al estilo del Che. Llenó su mirada con cada rincón del departamento, como estudiando el lugar en donde haría su faena de una hora de amor comprado hasta que posó sus ojos en una foto en la que mi madre se abrazaba a mí mientras de los rostros estallaban enormes sonrisas... buenos tiempos aquéllos... como los añoro.

- ¿Podrías apagar la luz? – Vergonzoso pensé... quizá, los hay de toda calaña y para todos los gustos... un día un tipo me pidió que lea el Principito mientras me comía la vagina. Y ni hablar del que quería que me la clave un perro callejero mientras él la iba de voyeur.

- Por supuesto, pero debo decirte que cobro por adelantado, son 150 pesos la hora, 50 mas si también te apetece hacérmelo por atrás. – Sacó la billetera del bolsillo del pantalón, tomó los billetes y me miró con esos extraños ojos inundados de tristeza. – Pero apaga la luz, por favor... hoy no tuve un gran día. – Tomo el vil metal, en este caso, el vil papel, los cuento detenidamente y sonrío... 200 pesos... para mí hoy ha sido realmente un gran día. Observo el reloj de pared... cuatro y cinco... creo que este será el último polvo de la noche, merezco un descanso. Enciendo una vela estilo oriental y apago las luces hasta quedar sumergidos en las penumbras que nos ofrece la tenue lumbre. Lo miro a los ojos con esa mirada que solo las mujeres logramos a la hora de pretender crear un incendio sexual y mordiendo suavemente mi labio inferior, sobo con la yema de los dedos a mis tetas por sobre el estrecho top blanco. El tipo se saca la bufanda y el mismo destino corre su boina calada.

- No eres muy conversador, pero tienes razón, en estos casos la acción aniquila a las palabras, ¿no es cierto?. – Bueno, manos a la obra, o mejor dicho labios a la obra. Me dirijo hacia el sofá ondulando cada curva, cada línea, cada íntimo pliegue... serpiente en celo pensé, y no esta tan alejada la imagen que represento en mi camino hacia el tipo. Pobrecillo, parece temblar como hoja al viento, como si se tratase de un debutante, con la diferencia de que seguramente tiene 50 años y para nada creo que sea esta su primera vez... ¿o sí?. Me agacho frente a él y le bajo minuciosamente la bragueta del pantalón sin quitar mis felinos ojos de los contornos de su cara, del brillo de sus ojos, de lo poco que la penumbra me permite apreciar. Mientras lo hago mi lengua se pasea por el carmesí de mis labios y comienzo a acariciarle el duro bulto alojado entre sus piernas, debajo de su ropa interior... ruega por su liberación y estoy dispuesta a dársela.

- Mi vida, que pedazo enorme. He visto más penes de los que podrías imaginar pero jamás me tope con uno tan grande. – Y no le miento... juro por mi culo que no es una mera estrategia para calentarlo, de hecho, no hace falta porque su pene se encuentra duro como rulo de estatua, pero el de este tío supera a cualquiera en tamaño y grosor. Mejor para mí, 200 pesos por devorarme a la pija de Shrek... una verdadera ganga. Empuño a tamaño sable de carne en una mano, increíble... no puedo cerrarla por el ancho, y doy rienda suelta al sube y baja a través de todo el tronco. Él se tira hacia atrás y abre sus piernas para dejarme la comodidad de ese espacio. Le bajo los pantalones hasta los tobillos y el mismo destino encuentra su apretado slip... en la penumbra puedo ver a esa pija en todo su esplendor y no logro evitar que esa imagen me humedezca.

- ¿Te gusta bebé?-

- Me encanta, que bien lo estás haciendo.-

Mi mano se desliza hasta la base del petrificado tallo dejando totalmente desnudo a su morado glande humedecido ya por su propia palpitante excitación y ubico mi cara entre sus temblorosas piernas. Me muero de ganas de chupárselo, que delicia de pija, dios mío. El infierno de mis ojos no puede evitar llevar toda su atención a ese miembro digno de un documento de identidad propio... falta a la ley primera de las mamadas en la jerga de las putas, "mirarlo a los ojos mientras se la chupas"... trato, pero que me perdone, no puedo.

Abro mi boquita y apoyo la húmeda puntita de mi lengua sobre el orificio de la cabeza... mm... mi cálido aliento la envuelve y se desespera, puedo notarlo en su imperceptible movimiento de caderas. Poso la lengua en el nacimiento del rabo y tras pasearme suavemente entre sus huevos remonto mi mojado viaje con la lengua hacia la excitada cumbre, una y otra vez, de menor a mayor, hasta que circundo los bordes de su gran capullo.

- Por favor... me estás matando. Quiero que ocupes toda tu boca con mi verga. – No señor, pienso... vas a desear haber venido antes, vas a preferir la muerte a no regresar con tus 200 pesitos y las terribles ganas de cogerme. Vuelvo a empuñar su pija con mi derecha mientras la izquierda pasea excitada sobre los labios de mi mojada vagina... segunda falta grave, "brindarle todo el placer posible al cliente"... no pienso perderme por nada en el mundo el goce personal de este momento. Al fin y al cabo soy puta por glamour y bien lo hubiese hecho gratis si de antemano sabía de la existencia del enorme garrote que acompaña a este cristiano.

- Mm nena, valés cada centavo.- Estrujo el rabo entre mis manos que no logran rodearlo y por efecto de la calentura y el sutil ordeñe, emana desde la monumental cima su transparente fuego líquido al que esparzo con mi lengua por todo el glande. Mis labios deseosos se posan sobre el ardiente capullo al que introduzco en mi boca mientras mi lengua y mis dientes logran que los movimientos de sus caderas aumenten. Es entonces cuando un enorme gemido con aires de grito irrumpe en el silencio de chasquidos húmedos, sin dudas le estoy brindando la mamada de su vida, modestia aparte. El efecto es mutuo, ya que a estas alturas, tantas son las ganas de comerme a ese inmenso helado de tiesa carne que no puedo ni quiero negarle a mis lujuriosos demonios de la calentura el placer de introducirlo en lo más profundo de mi boca... y lo hago, claro que sí. Deslizo mi boca hasta un poco más de la mitad, por más que quiera, es imposible avanzar, y lengüeteo al tronco con mi lengua para luego subir y bajar en frenética cogida bucal.

- Ayyy, que bien la chupas bebé, te encanta mi pija, es toda tuya... de la punta a los huevos... tuya.- Viniendo de un cliente normal esas palabras me calentarían menos que un juego sucio de toallas pero en este caso, dios... me dispara sin paradas a la mismísima luna. De pronto siento a sus manos por debajo de mis brazos que me jalan hacia arriba y me sientan abierta de piernas sobre sus piernas. La bestial verga mirando al techo como si se tratase de la torre Eiffel esta a escasos centímetros de mi palpitante y empapada vagina. La respiración del tipo se hunde en mi cuello al que lame con desesperación y sus manos convertidas en garras se entierran en mis muslos. Los pechos agitados predominan en el silencio.

- Deseo hacer valer a mis 50 pesos bebota.-

- Deseo que los hagas valer en este momento.-

Sus garras arrancaron mi faldita tipo tubo de color blanca, acto que me calentó en gran manera, para luego rodear entre sus dedos cada lado de mi tanguita con la idea de imitar el despojo, pero al tratar de hacerlo, esta se metió entre mis labios vaginales arrancándome un orgasmo celestial... mm, para cuando mi ropa interior estaba en el piso mi concha se derramaba en su excitación por entre mis piernas y las suyas.

Otra vez sus manos bajo mis brazos me elevan hasta acoplar sobre la punta de su glande al amplio agujero de mi ano empapado con mis propios líquidos sexuales, la entrada al cielo como algunos clientes me dicen al clavármela... y al dejarme caer, me deslizo pesadamente sobre esa barra de fuego que se abre paso en mi interior con la fuerza de un trueno. Fue mi grito sin dudas, el más desgarrador que haya emitido esta boca, a pesar de haber perdido la virginidad anal hace ya mucho tiempo, el dolor que me causó ese pene es indescriptible. Sus huevos hicieron tope entre mis glúteos y mis piernas temblaron un buen rato. Los movimientos de sus caderas hacia adelante me obligan a cerrar los ojos a causa del dolor, aunque este va disminuyendo a medida que mi culito se adecua al colosal tamaño.

- Ay... que placer me estas dando cabrón. No te das una idea de cómo me encanta tu verga.- Cuando el dolor de su poderosa penetración pasa del dolor al placer, cuando mi culito atrapa a ese sable ardiente entre sus paredes de fuego, tomo las riendas de la situación y comienzo a cabalgar desaforadamente sobre su empapada ingle. Mis gemidos, más verdaderos que nunca, se fusionan a los profundos suspiros guturales de mi empalador.

- Siempre soñé con esto... las noches que esperé esta situación.- Las agitación de nuestros pechos quiebra a los gemidos, casi nos impide hablar con claridad, a entender, a pensar. El borde del precipicio del éxtasis se abre bajo los pies del frenético galope y el ruido de las carnes golpeándose entre sí se convierten en la banda sonora del mejor polvo de mi vida.

En la desesperación de los instantes finales arranca mi top blanco dejando mis tetas contorneándose con la débil lumbre de la vela estilo oriental y me las succiona, me las lame, me las chupa... me enloquece.

- Ya me vengo bebé... ya me vengo, no doy más.-

- Llenáme la colita de lechita caliente... inundáme con las llamas de tu leche.-

Me aprieta contra su cuerpo enterrando mis duros pezones en su pecho mientras mis talones se clavan en sus muslos atrayéndolo mas hacia mí... cara contra cara, aliento contra aliento, sudor contra sudor... sentir bien adentro a ese monumento fálico es lo mejor que me pasó en toda mi vida. Se despega el alma de mi cuerpo... Ayyy... en simultáneo las hordas de los orgasmos se derraman en nuestros sexos. Puedo sentir y saborear como un poderoso y caliente chorro de leche me inundan las entrañas. Aprieto mis glúteos para sacarle hasta la ultima gota de semen... y noto como su mentón se apoya en mi hombro mientras su mástil empequeñece dentro de mí.

- Que bien coges hijita... siempre soñé con este momento, y es como lo imaginaba.-

-¿Qué dijiste?.-

- Que coges muy bien... sos una gata bebé.-

- No me refiero a eso, ¿porqué me llamaste hijita?.-

- ¿Me lo preguntas en serio? ¿No te diste cuenta?.-

- ¿De qué me tengo que dar cuenta?.-

- Hijita, te eché de menos.-

La vela estilo oriental se va consumiendo poco a poco hasta dejarme en la absoluta oscuridad y en silencio.

Mas de THECROW

El lado oscuro de la fiesta

Putas, las piernas abiertas de Argentina

Sexo, drogas y dolor

Cría Cuervos

La fragilidad del olvido

Tres lágrimas

Nena, no te duermas

Árbol de fuego

La cama de los sueños

Cosas del destino, burlas de mi suerte

Cortos de Crow: Entierro

Respirar

Adolescencia otoñal

Malvinas, la puta helada

Poema N°3: Si quieres

Poema N°2: Por quien vivo y por quien muero

Perversos

Poema N°1: Te doy

Contengo sombras

Entre sábanas de seda

Cortos de Crow: Todo negro

El Naufragio del Te Erre

El Ocaso de Caro

Una cogida con alas y sin piernas

El amante perfecto

Un día menos en este puto infierno

El filo de las drogas, su herida y el abismo

A Trazada

Ángeles caídos

Cortos de Crow: En el nombre del padre

Todo por Jim Morrison

Asesinato en tercera persona

Cría cuervos...

El viejo, su mundo personal y la chica

Sangre ...

Confesiones de una puta

El árbol de fuego. Nuestra morada

Ojos violeta

(Leedor) de una sola mano

Heroína

Todo negro

Yo, su hija, la más puta

Alas de una dama oscura

Confesión de un suicida por amor

Todo por Jim Morrison

Respirar (de rosas y claveles)

Jugando al límite

Un día menos en el infierno

No te duermas

Derrames de Silencio

Ángel crucificado

Hermana mía

Incesto, drogas y Jim Morrison (2)

Incesto en Do Menor

La Cama de los Sueños

Cosas del destino, burlas de mi suerte

El ocaso de Caro

Violación consentida

sosrevreP

Siempre más

Los hombres también lloran

eNTRE sÁBANAS dE sEDA

Laura va

Un espectáculo dantesco

iNCESTO, dROGAS y jIM mORRISON

iNVÓCAME

Héroes de hielo

Poema Nº19: Fuiste

Leedor de una sola mano

Hermanita mía

Los Cortos de Crow: En el nombre del padre

Entierro

La hipocresía de los hipócritas

Poema Nº18: Teníamos

Los cortos de Crow: Contengo sombras

Ella es mi chica

El Blanco Filo Del Slencio

Los cortos de Crow: La revancha sobre el gatillo

Poema Nª17 (Mi testamento)

Disfraces

Ángeles Caídos...

Cría cuervos...

Memorias de un adicto (version mejorada)

Un día menos en el infierno

25 de febrero, De Luces y De Sombras

Oscuridad En El Piano

Poema N°16 (Designio)

Poema N°15 (No Te Dejo)

Incesto en Do Menor

Poema N°14 (Te Amaré y Después... Te Amaré)

El Árbol De Fuego

Poema N°13 (¿Perdonarte?)

La Cama De Sus Sueños

Poema N°12 (Volviendo a Vos)

Poema N°11 (Mi Morada)

Poema N°10 (Tuyo y Mía)

Poema N°9 (Usted)

Duermes...

Perversos (2)

Meet the angel of death

Meet the angel of the dark flame

Interview with the female mystery

Poema Nº8: Quiero amarte siempre

Alejandría

Derrames de Silencio

A feast of Morrison

Todo negro

Sangre

Memorias de un adicto

¿Vale La Pena Amar?

Todo Por Jim Morrison

El Ocaso de Caro

La vida de Laura...

Maldito Océano Atlántico

Un Espectáculo Dantesco

Incesto, Drogas y Jim Morrison

Poema (07: Si Queres)

Cosas del Destino, Burlas de mi Suerte

Poema (06: Tengo Que Decirte Adiós)

La Terminal

Los hombres tambien lloran

Confesión de una puta

Bife y Mollejas

Llorá... pero no olvides

Poema (05: El Adiós Que No Escuché)

Poema (04: Llevate)

Poema (03: Sublime)

Poema (02: Logros En Vano)

Poema (01: Lamento)

Tormenta Perfecta

El que viaja a dedo

Incesto, Drogas y Jim Morrison

Pam, mi dealer y yo

Argentina Beauty (1)

Naty y yo... amor eterno

El divorcio

Será hereditario?

Que hicimos Naty...