Teníamos una soledad
Tan concurrida
Tan llena de nostalgias
Y rostros de nosotros
De adioses hace tiempo
Lejanos de otras vidas
Y besos bienvenidos
Muriéndonos de amor.
Teníamos las alas dispuestas pero el cielo cercado de compromisos y de culpas, tres tormentas asomándose en el norte de una lágrima, dos extremos en falso equilibrio contigo en el centro, el bajo fondo de un tango sufrido y la soga de otros besos ahorcándonos el destino.
Teníamos las noches fraguadas en el candor de nuestras intensidades, dos lenguas cansadas de besarle el pómulo a la desesperanza, varios gemidos ahogándose tras una cortina de Tiziano y el Bar Temple, y el infierno encendido, y la muerte en cada encuentro y la vida porque no hay muerte sin vida.
Teníamos todo y nada, todo el tiempo y ni un segundo, suspiros y lágrimas, un ejército de sueños negando a ofrecer el cuello, un árbol en llamas, una plaza brasilera, una "o" de madera, cientos de papeles gastados de recordarnos, infinidad de palabras en el silencio y ganas, muchas ganas de cerrar los ojos y no dejar de soñarnos así en la tierra como el en cielo.
Y teníamos una soledad
Tan concurrida
Que podíamos organizarla
Como una procesión
Por colores
Tamaños
Y promesas
Por época
Por tacto
Y por sabor.
Teníamos las posibilidades apuñaladas por la espalda una noche cualquiera en un décimo piso y las razones amontonándose en el clóset de los "no puede ser", los motivos que sobraban desahuciándose a solas ante un vaso de tequila y las manos bailando en la oscuridad, malgastando caricias.
Teníamos la felicidad congelada para la próxima vida y la resignación bajándonos los párpados, un epitafio en la lápida de los condenados escrito con la sangre de nuestra elección de no volar y una herida abierta prometiendo jamás dejar de sangrar.
Teníamos la seguridad de no pretender dañar a nadie y una luna compartida a un abismo de distancia, un pasaje sin retorno a la tierra de los sueños y la premisa de hacer valer tanto dolor de dos con la felicidad de uno.
Estábamos llenos de sombras
De noches y deseos
De risas y de una
Maldición
Teníamos tantas sombras como esquirlas del pasado, un servicio de correo como única alternativa de tocar lo que tocábamos, las frentes marchitas, los deseos atados, las lágrimas dispuestas, las sonrisas de lado y a otro gozando.
Nos teníamos y no, eso era suficiente pero no tanto.
Y se fueron las paredes
Quedó la noche
Las nostalgias se fueron
No quedó nada
Y nuestros rostros
Cerraron los ojos
Y al abrirlos
Estábamos
Éramos
Y la soledad de desolada
Quedó asolada
Y se largó
Dejándonos sin ella
Con nosotros*
Y ahora que la soledad es extraña en esta tierra de ensueño
Ahora que lo tenemos todo y no hablamos en pretérito ni en futuro funesto.
Ahora que los doce son palpables como las copas de este brindis.
Ahora que nos tenemos, acércate a mí, resguárdate entre mis alas y escucha lo que te voy a decir
A vos que me haces vivir día a día el sueño de mi vida.
Te amo.
*Fragmentos retocados del poema "Rostro de vos" de Mario Benedetti.