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La nueva Pilar

en Orgías

La nueva Pilar

--- reescritura de dos capítulos del relato "Manuela", del mismo autor,
publicado en Internet en diecisiete capítulos a lo largo del año 1998 ---

Como casi siempre he llegado tarde al aeropuerto y he tenido que embarcar a toda prisa. Hasta que no estamos en el aire y sin cinturón de seguridad no logro tranquilizarme lo suficiente como para darme cuenta de las ganas que tengo de compaginar mi trabajo con pasar unos días de calma y relajo tomando el sol. Quedo dormido en el asiento muy profundamente, de manera que cuando una voz estridente y de tono metálico avisa que vamos a aterrizar en Almería despierto sobresaltado.

Un taxi me lleva los noventa kilómetros que hay desde Almería a Mojácar, un lugar turístico que conocí hace años y que por lo que veo ha crecido bastante a lo largo de las que fueron playas vacías. El Parador de turismo está situado en la playa, al pie de la pequeña montaña en la que está el pueblo. Es hora de cenar y decido hacerlo en el restaurante del hotel.

¿"Luis?, pero ... qué casualidad, mira que coincidir aquí. Cosme, amor, es Luis, mi ex-marido"

Pues sí, yo también soy divorciado. Estuve casado con Pilar seis años, seis largos, aburridos, tediosos y mal follados años. Nos casamos muy jóvenes, poco más de veintitrés años cada uno y todavía hoy me pregunto que hacía yo casado con una mujer a la que probablemente ni siquiera quería. Quizás el que su familia me introdujera en los ambientes periodísticos (mi actual jefe es su tío, la familia es dueña de varios e importantes medios de comunicación y mi ex-cuñado es uno de mis mejores amigos y afamado colega televisivo) influyera, pero nada más, apenas nada nos unía después de un tedioso noviazgo. Sí, reconozco que probablemente fui un aprovechado que intentó dar un braguetazo.

"¡Pilar!, cuánto me alegro. ¡Qué sorpresa!". Ante mí está la mujer con la que estuve casado, pero casi no la reconozco: la expresión de su cara, el maquillaje, su ropa juvenil, la manera de hablar y desenvolverse, hasta el color ¡blanco! de su pelo me es desconocido. ¡Qué cambios!.

"Mira Cosme éste es Luis, te he hablado mucho de él". Mientras Pilar me da dos besos, coge mi brazo, me envuelve en una vaharada de denso perfume, se pone a hablar acerca del color del mar y me dirige al comedor, consigo apretar la mano extendida de un amable caballero, bajito, renegrido, de más de sesenta años, que está tocado con un gran sombrero blanco de los que sólo se ven en las películas de vaqueros.

"Soy Cosme, el marido de Pilar. Nos casamos hace cuatro meses en Veracruz"

La cena es tremendamente agradable gracias a la simpatía del marido de Pilar y a las anécdotas que cuentan ocurridas en los más de tres meses que llevan recorriendo la geografía española a modo de viaje de novios. Sigo sorprendido ante la actitud y forma de estar de mi ex, en nada se parece a la mujer seria, tímida, traumatizada por todo e incluso antipática que yo conocí.

Cerca de las dos de la mañana Cosme nos deja ("por favor, sigan juntos. Yo me canso mucho y ya debo irme a la cama; por supuesto, mañana comemos juntos") y ante dos nuevos gintonics ("ahora bebo y fumo, ya ves") Pilar me cuenta aspectos de su vida en los últimos años.

"Tras nuestra separación marche a México a casa de mi hermana pequeña donde estuve muchos meses descansando e intentando indagar en mí misma, decidiendo qué hacer con mi vida. No se si la solución llegó de una manera algo extraña pero cambió por completo mi forma de pensar, mi manera de ver la vida.

En una concurrida fiesta estuve bailando con dos jóvenes guapos y agradables, tomé unas copas con ellos y hacia el final de la noche ambos estaban expectantes por ver con quién me iba a la cama. Según les intentaba explicar que no quería acostarme con ninguno de ellos me llevaron a un oscuro rincón del jardín y empezaron a meterme mano, cuchichearme al oído, besarme y acariciarrme, impidiendo mi marcha y excitándome como nunca hasta entonces.

Minutos después estaba completamente desnuda, lo que no me importó, y ante un nutrido grupo de personas que se pararon a verlo, los dos hicieron conmigo todo lo que quisieron durante el tiempo que les vino en gana. Tuve seis o siete orgasmos, yo que casi nunca me había corrido en los años de nuestro matrimonio. Al finalizar, los mirones me aplaudieron".

"Vaya, vaya; durante algún tiempo pensé que eras frígida y yo un gilipollas que no sabía darte placer"

"Por cierto, ¿tenías algún apaño por ahí?; en casa yo no te daba el sexo que tu querías"

"Los primeros tres años no, pero luego empecé a acostarme con la secretaria rubia que tuvo tu hermano. Me cansé de que nunca estuvieras dispuesta y que no pudiéramos follar más que los sábados por la noche en la postura del misionero o que tu boca fuera una desconocida y tu culo un imposible"

"Fuimos dos idiotas, en especial yo, que te perdí muy pronto y además me quedé sin mi parte de placer que ahora tanto me gusta. Leo la pregunta en tus ojos y no, no es Cosme quien me da gusto, aunque de vez en cuando algo nos montamos juntos. No pongas esa cara de tonto que tanto y tan bien sabes explotar y pide otras copas mientras voy al servicio".

Algo confuso seguí con la vista a Pilar mientras recordaba que siempre fue una delgada engañosa, bien formada y abundantemente dotada. Con una falda vaquera ajustada y un suéter escotado, poco engaña su bien moldeado cuerpo.

Decidimos salir del hotel y acercarnos a alguno de los locales de la playa. Riendo, agarrados de la mano, paseamos en la agradable noche hasta un pub tranquilo de ambiente acogedor.

"Cosme es un hombre maravilloso que ha tenido una vida dura y difícil. Emigró a México de niño y ha hecho una apreciable fortuna con los plásticos. Está muy enfermo del corazón y apenas le quedan unos meses de vida; no tiene familia, por lo que ha querido casarse conmigo para estar con una buena amiga hasta el final de sus días y que le herede.

Tomamos habitaciones separadas en los hoteles y con su permiso me acuesto con quien quiero siempre y cuando no monte desagradables escándalos. Es parecido al marido perfecto ¿no?"

Según reía de manera descocada, se acercó a mí para besarme e introducir su lengua hasta mi garganta. "Estoy deseando que conozcas a la nueva Pilar. Te vas a sorprender, voy a darte todo lo que te negué y vas a proporcionarme el placer que tanto me gusta. Vámonos a la habitación del hotel".

Pilar se ha dormido abrazada a mí después de fumarnos un cigarrillo a medias. Yo sigo sorprendido y satisfecho porque apenas puedo creer que en las últimas horas he follado con la que fue mi mujer más y mejor que en los años que estuvimos juntos.

Al llegar a la habitación nos hemos desnudado con gestos presurosos, siendo la primera sorpresa la preciosa y excitante ropa interior negra que lleva mi ex ("ahora casi siempre llevo lencería negra"). La segunda sorpresa es que sin avisarme se ha arrodillado para chuparme el rabo (la de lloros y discusiones que tuvimos años atrás por su negativa) como si de una profesional se tratara utilizando lengua, labios y dientes con verdadera maestría ("mamar y comer polla me gusta") y acariciando mis huevos y muslos con la tetas ("luego me tienes que mamar los pezones un poquito, eh"). La sorpresa mayor ha sido ver que su vello púbico es también de color blanco grisáceo ("hace tres años tuve un accidente de avioneta, pasé tanto miedo que todo el pelo de mi cuerpo se volvió blanco; ¿te da morbo?") y lo lleva afeitado excepto un pequeño y denso vellón con forma de triángulo ("me lo comerás, ¿verdad, corazón?").

La mamada es tan buena que temo correrme rápidamente, por lo que tiro de su cabellera hasta conseguir que deje de chupar, le doy la vuelta y tras doblar su cintura penetro un coño empapado (años atrás tuve que darme vaselina en más de una ocasión) que me recibe con mucho calor y gemidos de excitación ("uuaaayy; métela sin parar, dame lo que me gusta; ¡qué rico!") que van creciendo según empiezo a bombear más rápido y fuerte. Se corre casi en silencio y durante muchos segundos siento las contracciones de su vagina.

Nada más sacarla se gira, besa mi boca y de nuevo se arrodilla para mamármela.

"Voy a durar poco si sigues comiéndomela así de bien"

"¿Te gusta?, Cosme se vuelve loco con mis mamadas y siempre que le apetece estoy dispuesta"

Tengo una idea fija en la cabeza, supongo que desde hace años: saco la polla de la boca y sin necesidad de decirle nada se arrodilla en el borde de la cama ofreciéndome su bonito, fuerte, duro y redondeado trasero: "si me enculas bien te enseñaré un truquillo que he aprendido últimamente". Para mi absoluta sorpresa y gracias a unos chorritos de lubricante ("siempre lo llevo en el bolso, por si acaso") no me cuesta demasiado trabajo meter el capullo y cuando le tengo dentro más de la mitad del rabo empiezo a sentir que me lo empuja hacia afuera y luego lo absorbe hacia adentro. El jueguecito es muy excitante, sin necesidad de moverme y sin esfuerzo alguno le estoy follando (debería decir que ella me está follando) el culo. Me corro dando un sonoro grito y caigo a plomo sobre Pilar ("¡qué gusto; qué bueno!"), quedándonos en la cama quietos, recuperando la respiración.

"Jamás lo hubiera creído, ¡qué gusto!; cuánto me alegro, sobre todo porque la verdad es que me he excitado y me has dado más gusto que en los seis años que estuvimos casados"

"Y lo que te queda. Estos días que vamos a estar juntos te voy a resarcir de lo que no te di, vas a conocer a la nueva Pilar. Por cierto, sigues estando muy bueno, so cabronazo".

Está acariciando mi cipote con mano experta y yo le mordisqueo los pezones, lo que arranca grititos de deseo en esta sorprendente mujer ("salvaje, bruto; qué gustito me das"). Me muero de ganas por comerle el coño, lo que me pongo a hacer con verdadero éxito ("sí, sí, dame lengua; no pares, chupa") hasta que Pilar empieza a golpear mi cara con su pelvis, a restregarse a derecha e izquierda, arriba y abajo ("sigue, dame lengua; quiero correrme"). Estoy completamente empapado de densos jugos vaginales y salivales, utilizo toda mi cara intentando comerle el sexo y agarro el culo con dedos como garfios para detener el movimiento convulso de mi ex, cuando un grito largo y contenido ("aayyyyyyy") me indica el orgasmo, seguido de contracciones durante bastantes segundos.

Descansamos fumando con calma hasta que me coloca sentado en una silla de respaldo recto que ha colocado frente al espejo ("me excita verme reflejada"), se sienta en el suelo y chupa la polla con sabiduría. Cuando recupero la erección se sienta de espaldas a mi cara introduciéndose el falo ("agarra mis tetas y pezones con fuerza, tu preocúpate sólo de que no se te baje") y comienza un lento subir y bajar, excitante y preciso, mientras no deja de hablar cada vez más excitada: "¿estoy buena, eh?; nadie te folla así de bien, so cerdo; te voy a dejar seco, maricón; cómo me pone tu verga; come y chupa mis tetas; pónte bruto, muy bruto".

Se ha corrido con profusión de líquidos y yo duro sólo un par de minutos más. Intento sacársela pero me dice: "no, no la saques, déjala dentro y no te muevas". Mi rabo morcillón parece que está dentro de una aspiradora que lo va a exprimir sin remedio ("¿qué me haces?; qué maravilla, qué excitante"); tras por lo menos diez minutos de ese masaje excitante ("parece que tengas dentro del coño una mano") se me pone tieso y vuelvo a eyacular en un orgasmo corto y profundo que me deja medio adormilado.

"No te duermas, mírame mientras me hago una paja, me he excitado mucho"

Dicho y hecho. Se pone en pie, pone su mano izquierda sobre mi cabeza y la mano derecha acaricia frenéticamente el clítoris durante dos o tres minutos. Me empuja hacia la cama en el momento del orgasmo volcando la silla y desplomándose sobre mí.

El sol entra por la ventana calentando mi rostro cuando despierto al oir el teléfono. Es mi cita para la deseada entrevista con un conocido mercenario participante en distintas guerras africanas y asiáticas, por fin hoy a las cuatro de la tarde en un pequeño centro comercial cercano al Parador, sin fotografías. Ya veremos como va el asunto.

Me he disculpado con Pilar y Cosme, he comido frugalmente y ante un café estructuro la entrevista y repaso datos y notas. Decido acercarme dando un paseo.

Son ahora más de las doce de la noche y acabo de remitir un extenso fax seguido de un e-mail al periódico con la entrevista realizada. Para mí va a ser un éxito profesional importante, mis jefes me han llenado de elogios y piropos telefónicos augurándome pronto y meteórico ascenso. Días así hay pocos por docena, habrá que celebrarlo.

Cosme es un tipo excelente, cojonudo. Desde hace más de tres horas me está agasajando en una moderna y grandísima discoteca situada en la playa repleta de macizos cuerpos danone. "Amigo Luis, ya sabes que me queda poco tiempo de vida y quiero vivirlo con alegría al lado de Pilar. Cuando yo falte no tendrá ningún problema económico, pero te ruego que la ayudes y atiendas en todos los sentidos, en especial en el amistoso porque en lo del sexo ya se preocupa ella"

Pilar esta esplendorosa bailando en el centro de la concurrida pista con tres o cuatro maromos de ajustada camiseta, musculitos bronceados y abultado paquete. Las traidoras luces del local nos enseñan su bonita anatomía cubierta, es un decir, por un vestido largo, suelto, sin forma, escotado, del mismo color blanco-gris de su suelta melena aleonada que contrasta con el minúsculo tanga negro que todos los hombres de la discoteca, y algunas mujeres, sabemos que lleva puesto.

En un descanso y mientras su marido se despide hasta el día siguiente, me habla al oído mientras mordisquea mi lóbulo: "¿te gustan los tríos?, hay ahí un macizo que debe calzar una polla de lujo, aunque me apetece más que nos hagamos tu y yo un chochito joven. Vas a alucinar (como si no lo estuviera ya después de comparar a esta Pilar con la que estuvo casada conmigo), estoy muy excitada y quiero que lo pasemos muy bien tu y yo.

No queda mucho para que la noche de paso al amanecer cuando volvemos al hotel en un taxi Pilar, una joven morena de nombre extraño y yo.

"Ya verás cariño, me ha dicho que le va la marcha y que nos la podemos hacer como queramos tu y yo juntos. Se llama Melaxi, es turca y sólo habla algo de alemán".

La turca se desnuda en cuanto entramos en la habitación, tiene un bonito cuerpo muy delgado, con pocas curvas pero bien puestas. Desnuda a mi ex, se besan comiéndose la boca con verdadero hambre y a mí no me hacen ni caso, por lo que me desnudo y observo sus caricias, subiendo mi excitación según avanzan en su mutuo descubrimiento anatómico.

Tras una seca orden de Pilar, ladrada más que hablada, la joven se dirige hacia mí y en actitud sumisa se arrodilla para chupar suavemente mi polla.

"Siéntate en la cama apoyado en las almohadas, quiero poner a esta guarra caliente. Ya se lo que le pone"

Arrodillada sobre la cama, a cuatro patas, Melaxi sigue mamándomela suavemente con largos lametones. Pilar está a los pies de la cama con mi cinturón en la mano derecha y azota la espalda, el culo y los muslos de la turca (lo que parece encantar a la joven), descansando cada tres o cuatro cintarazos y pasando a acariciarle coño y culo mientras la insulta con tono duro y despectivo ("zorra, te voy a romper el culo; golfita joven y guapa, te vas a comer mi coño mientras Luis te folla") que no creo que entienda, salvo por el tono.

"Ven Pilar, tengo ganas de metértela; vamos a cambiar de postura"

Estoy metiéndosela a Pilar en su calentito coño mientras ella le está haciendo una gran comida a la joven morena. Me excita sobremanera ver como se afana en lamer y masturbar con la lengua a Melaxi, que tumbada en la cama, habla, grita y gime en un extraño idioma totalmente desconocido para mí. También me gusta el llamativo contraste entre la melena blanca de Pilar y el negrísimo abundante vello del sexo de la turca, que parecen fundirse cada vez que la cabeza de mi ex se acerca al moreno coño.

Me queda poco para eyacular y quiero hacerlo como en las películas porno: saco el nabo del chocho y termino corriéndome sobre la espalda y el culo de una Pilar total y absolutamente desenfrenada que consigue el orgasmo fuerte, ruidoso y largo de la joven turca.

"Cabrones, ya os habeís corrido y a mí que me den morcilla, eh. Menos mal que no hay prisa, además quiero probar jueguecitos de los que le gustan a esta joven putilla"

Alguna de las dos ha sacado unos cargados porros que compartimos tumbados sobre la cama junto con unos gintonics.

"Quiero que te pongas un poquito salvaje y brutote conmigo, ¿te gusta el bondage?. Juega conmigo, excítame y tu pónte a mil, pero no me hagas daño; no creo que lo aguantara, ¿vale?"

Pilar está a cuatro patas sobre la cama con los ojos vendados por un pañuelo y manos y pies atados con sus medias negras. Melaxi está de pies en la cama, abierta de piernas, sujetando con sus manos la cabeza y la melena de la atada y manteniéndosela casi empotrada contra el coño; un excitante ruido de chupadas y lametazos acompaña al más seco y fuerte de los azotes que propino a Pilar y que parecen gustarle ("sigue, me gusta; así, un poquito más fuerte").

"Coño Pilar, cómo me estás poniendo. Me excita mucho ver el color rosado de las marcas en tu culo, te lo voy a poner a cuadros; guarra"

La joven morena baja de la cama, se arrodilla detrás de la otra mujer y empieza a lamer el sexo y el culo, sacando una lengua larga, fina, rápida como una culebra. Sigo azotando a mi ex-mujer y también lo hago con la chica turca que parece agradecerlo metiendo y sacando su lengua con más ganas de los orificios de una Pilar jadeante, implorante, tremendamente excitada: "Luis, me gusta; sigue, cabrón, no pares."

La espalda y el culo de las dos están cruzadas de las marcas del cinturón, lo que me excita tanto que me estoy cascando un pajote salvaje a la salud de estas dos salidas. Pilar se corre dando un gritito fuerte seguido de una serie de resoplidos, lamentos y gemidos; ya no puedo aguantar más y suelto una corrida impresionante sobre las dos mujeres, creo que aumenta mi gusto el ver mi leche manchando las melenas de ambas.

Melaxi se ha corrido tras un par de minutos de alocados movimientos de mano sobre su clítoris. Los tres quedamos tumbados sobre la cama y rápidamente el cansancio y el sueño nos vence, no sin que dedique un pensamiento al seguro éxito de mi entrevista. Me encanta.

Suena el teléfono, es Pilar: "Luis, salimos en nuestro barco durante todo el fin de semana. También vendrán unos conocidos de Cosme; lo vamos a pasar bien y prepárate porque salimos a la mar para disfrutar, claro".

El barco es un yate impresionante preparado para travesías transoceánicas, de larga y estilizada cubierta en el que además de las personas de la tripulación (capitán, dos marineros y una joven que ejerce de cocinera) embarcamos Pilar, Cosme, un simpático matrimonio de belgas residentes en España y yo en un ambiente de alegría y ganas de diversión.

Aunque el tiempo ha cambiado y es bastante fresco, el mar nos ofrece un día agradable, tranquilo, soleado, para navegar cerca de la costa. Risas, copas, bromas, anécdotas, una excelente comida, más copas y el sopor propio del sol y el alcohol determinan que bajemos a los camarotes a dormir la siesta.

Me desnudo y voy a echarme en la cama cuando muy suavemente llaman a la puerta y entra Pilar, únicamente vestida con una corta camiseta, enseñando su culo y su sexo y con ánimo de marcha ("cómete mi chichi; quiero ponerme muy cachonda porque te voy a hacer una jugada que me excita"); coge mi cabeza y la acerca a su blanco vellón para que empiece a lamer su ya mojado coñito ("lo haces muy bien, Luis, ¡cuánto me gusta!"). Apenas llevo unos pocos minutos cuando me empuja para separarme de ella: "déjame, no quiero correrme; me voy con Cosme, se que él hoy tiene ganas. Se suele poner muy excitado cuando estamos con el matrimonio belga, la gordita le pone muy cachondo".

Sin decir más se va dejándome con un cipote gordo y necesitado que no dejo de acariciarme lentamente.

Entiendo a Cosme porque la gordita belga (se llama Marie Louise y todos la llaman Milí) es una señora cercana a los cincuenta años que está pasada de peso pero que está muy buena: media melena de color castaño rojizo, ojos oscuros, labios gruesos rojos, tetas grandes, llenas, duras, caderas anchas redondeadas que cobijan un trasero muy grande y prieto, piernas largas con muslos redondeados un poquito gruesos y un verdadero afán exhibicionista, porque desde que subió al barco ha estado vestida con un mínimo biquini de un rojo brillante con una braguita que deja ver su fabuloso culo, excepto una excitante estrecha cinta en su raja y un sujetador que casi descubre la totalidad de sus tetazas. Excitante, sí señor y calentona, dejándose querer; quedona, algo descarada, del tipo calientapollas. Tiene buen gusto Cosme.

De nuevo llaman muy suavemente a la puerta ("¿Luis?, abre; ven, que vamos a jugar"). Pilar, completamente desnuda excepto unas bonitas medias negras transparentes y un pañuelo negro anudado al cuello, cosas que ha debido ponerse ahora mismo, me coge de la mano mientras acaricia suavemente mi rabo y me introduce en el servicio de un pequeño camarote situado junto al suyo ("quiero que me veas mientras lo hago con mi marido, quédate aquí y a través de esta claraboya nos podrás observar. No te masturbes porque cuando acabemos tu y yo nos lo montamos").

La claraboya es un orificio en la pared tapado habitualmente por un espejo que permite ver el dormitorio del matrimonio y los grandísimos espejos que recubren las paredes. Pilar está arrodillada en el suelo chupándole la polla a Cosme sentado en la cama; da la impresión de que se han colocado en el lugar que mejor permite observarlos así como donde mejor se refleja su actuación.

Al cabo de un rato el marido tiene una erección tremenda que pone de relieve una polla muy larga y estrecha, se pone de pie y levanta a su mujer dando un seco tirón del pañuelo que lleva al cuello, mientras le oigo medio gritar: "zorra, ¿ya has gozado con Luis o has quedado para luego?; te pone tu ex, eh; vas a darme gusto y voy a decirte todo lo que me apetezca"

Un nuevo tirón al pañuelo y Pilar se arrodilla en la cama para que Cosme se la meta en el coño de un empujón, quedándose quieto después de agarrarse como con dos garras a los glúteos ("¡muévete sin parar!; no quiero cansarme"). Los gemidos de la mujer van creciendo en intensidad según crece también el movimiento de vaivén que realiza y los comentarios del hombre ("me gustas golfa, sigue así; quiero correrme; ¡vamos putón, no pares!) que agarra el culo de mi ex apretando, pellizcando y dándole golpecitos con la mano que es evidente encantan a Pilar ("sí, cariño, como a ti te gusta; más, sigue").

Llevan más de diez minutos de rápida follenda cuando el hombre (no deja de sorprenderme el tremendo ritmo que se gasta este sesentón enfermo del corazón) empieza a gritar ("me corro, amor; no pares, sigue cariño, sigue") hasta que se desploma sobre su mujer dando una especie de corto alarido ("aaayyyuuuyyy"). Estoy muy brutote, o viene Pilar o me follo un agujero en la pared.

Apenas han pasado cinco minutos y ya estamos dándole Pilar y yo en mi camarote. Estoy cómodamente tumbado en la cama y ella me está echando un polvete suave y lento, apenas se mueve, mientras comentamos lo sucedido en la otra habitación: "te has excitado mucho, ¿verdad?; siempre que Milí está con nosotros Cosme me folla, normalmente se lo hago con la boca para que no se canse demasiado. ¿Te ha gustado verme?, a mí me ha encantado saber que me estabas mirando, por cierto, no eras el único porque la belga estaba en un cuartito junto al que estabas tu"

"Podías habernos juntado, así el calentón habría tenido sofoco con la gordita belga que está muy buena y me parece que es caliente, caliente"

"¿No te valgo yo?, también te pone esa zorra tetona y salida, eh. ¿Sabes lo que dicen que les gusta a todas las belgas?"

Mientras ha durado la charla los dos nos hemos ido poniendo mucho más excitados y ahora Pilar se mueve con rapidez y ganas mientras yo también intento acoplarme a ese ritmo tan bueno que nos va a llevar al orgasmo enseguida. Mi cachondona partenaire da un gritito y se corre durante el buen rato que duran sus contracciones vaginales, lo que me sirve a mí para eyacular placenteramente. Quedamos adormecidos juntos durante un buen rato, hasta que me da un beso que nos reanima.

"Voy a ver a Cosme. No te preocupes, él sabe perfectamente que he estado contigo y además lo hemos hablado y lo permite porque eso le gusta y excita. Espero que le hayas causado buena impresión a Milí, nos ha estado mirando mientras lo hacíamos porque es algo que le pone mucho y siempre me lo pide. A mi marido y a mí nos gusta, en ocasiones, ver a los invitados que traemos al barco y todos los camarotes pueden ser observados discretamente".

"Por cierto, lo que gusta a las belgas es que les den por el culo y como al marido de ésta sólo le gustan los culos de los tíos (ten cuidado, le tira los tejos a todos los hombres que le tratan y la verdad es que tiene mucho, pero que mucho éxito) y ella hoy no ha hecho nada de nada, esta noche seguro que la vas a encular. No se si voy a tener celos".

Se marcha, nos despedimos hasta la cena y quedo dormido rápidamente, no sin antes preguntarme cómo es posible que yo aguante tanto y tan seguido si no soy ningún jovencito y hasta no hace mucho una vez me corría ya se acababa el asunto o tardaba bastante en volver a tener una erección. Bueno, mejor no preocuparme, debe ser por haber reencontrado a una nueva Pilar. Tengo que descansar por si luego hay previsto más sexo. Me encanta.

La cena ha sido espléndida, tanto que hemos hecho venir a la joven cocinera para que brindara con nosotros. Después hemos seguido dándole con ganas al frío champagne en un ambiente alegre, simpático y erótico (al menos para mí) propiciado por la vestimenta (más bien desvestimenta) de Pilar y Milí, que parecen decididas a mostrar su cuerpo casi por completo en cada uno de sus movimientos y gestos gracias a los escotes, rajas y cortas faldas que llevan sin ningún tipo de ropa interior. A pesar de que llevo unos días metiendo casi más que en todo el último año, estoy muy caliente.

A media tarde el frío y la débil lluvia han hecho su aparición, de manera que permanecemos en una bonita sala recubierta de madera con una gran mesa central y adosados a la pared varios cómodos sofás, con los inevitables espejos presentes en todo el barco. Las conversaciones han dejado de ser totalmente coherentes y nos reímos por todo, empezando a hacer chistes subidos de tono y a referirnos a nosotros mismos, lo que suma calidez al ya caliente ambiente y hace aún más evidente que estamos un poco pasados de alcohol.

Jorge (George) empieza a mostrar una pluma muy exagerada animado por su mujer y por Pilar, provocando las carcajadas de un relajado Cosme y un cierto sentimiento de vergüenza ajena en mí, que he dejado claro que los hombres no me van de ninguna de las maneras. Entra uno de los marineros a terminar de recoger la mesa y Jorge le tira los tejos en francés alabando su boca y su culo, a lo que responde el joven, también en perfecto francés, diciendo que más actuar y menos hablar.

El ambiente se puede cortar durante unos segundos en los que todos esperamos algo, lo que rompe Cosme con voz sugerente: "todos somos mayorcitos y nos conocemos; sabemos que a todos nos gusta el sexo y que nos excita ver lo que los demás hacen. Aquí ninguno nos vamos a asustar de nada, así que ¿por qué no nos lo montamos tal y como nos gusta en esta sala y nos damos placer con el cuerpo y con la vista?"

El belga y el marinero no necesitan más y se desnudan mirándose a los ojos. Dos cuerpos trabajados en el gimnasio, uno muy joven y otro muy cuidado, se abrazan y se dirigen hacia uno de los sofás, en donde comienzan a besarse mientras les miramos todos los demás. Antes de que haya ninguna duda ni malentendido, Pilar se desnuda, se sienta junto a Cosme y empieza a desnudarle mientras se besan. Es la señal para que Milí se quite rápidamente la poca ropa que lleva e inmediatamente se lance a comerme la boca y a masajearme el rabo, mientras intento terminar de desnudarme, sorprendiéndome grata y excitantemente el que lleve completamente depilado su sexo.

El ambiente está que arde y me resulta muy excitante. El marinero está arrodillado ante un sentado Jorge que tiene los ojos cerrados mientras le hacen lo que parece una colosal mamada (¡vaya pollón que tiene el belga, qué tamaño!); Cosme está mirándonos a los demás echando constantes miradas a los espejos mientras su mujer, sentada en el suelo, se la chupa e igualmente no pierde detalle de lo que hace mi polla en el trasero de la gordita. ¡Qué culo más bueno!, parece especialmente hecho para tener una polla dentro y darle gusto; he entrado con dificultad y gracias a la ayuda de un suave lubricante, pero tras conseguir meterla entera todo cambia y es como si una lengua grande, suave, mojada y caliente envolviera y apretara por todos lados mi excitado pene. Ni me muevo, simplemente dejo hacer a la mujer y su sabio culo que acaricia, aprieta, y exprime mi polla, contenta y sorprendida ante tal maravilla. ¡Joder qué invento más cojonudo es este culo!.

El marinero le está rompiendo el culo al belga, que está encantado dando unos tremendos grititos de loca excitada, dándole caña a tope y hablándole (parecen insultos) en un extraño idioma que después me entero que es flamenco. Le lanza algún que otro sonoro azote que provoca más exclamaciones de gusto en el enculado; Cosme ha puesto a Pilar, que no deja ni un momento de mirar los espejos, doblada por la cintura con la cabeza apoyada en el asiento del sofá para meterle su estrecha polla y exigirle con algún que otro sinónimo de puta que se mueva rápidamente y yo ya hace unos minutos que estoy entregado a un gratificante movimiento de mete-saca rápido en este estupendo y acogedor agujero, obteniendo variados gritos de gusto de su dueña.

En uno de los espejos veo reflejada la imagen de la cocinera medio asomada a la puerta de la sala y masturbándose bajo la falda con frenético movimiento al mismo tiempo que se toca las tetas con la otra mano.

Cosme da una especie de largo bufido y se corre, pegando después dos fuertes y sonoros azotes a su mujer, antes de sentarse en el sofá, agarrar una de las copas de champagne y disponerse a ver el resto de la función. Pilar se ha acercado a Milí y a mí para centrar su mirada en la polla que entra y sale con total facilidad, sin dejar de tocarse el empapado chichi. El pajote que el marinero está haciendo al pollón de Jorge mientras sigue enculándole, da resultado y se corre con varios sonoros y aflautados gritos, siguiéndole poco después el joven que se desploma en el suelo tras sacarla del oscuro agujero belga con un brusco movimiento. La cocinera se ha acercado al sofá en donde se sienta Cosme y sigue mirando con expresión de sorpresa, aunque se ha debido correr y ya no se toca.

Estoy a punto, agarro con más fuerza los glúteos de la mujer y eyaculo en una de mis mayores y más largas corridas de los últimos tiempos y, desde luego, la mejor dentro del culo de una tía. No tengo problema en sacarla y quedo de pie recuperando el resuello mientras oigo decir a Cosme: "amigo mío, ahora tienes que darle gusto a estas dos fieras, espero que nos prepares un buen espectáculo porque las hembras lo merecen y me temo que están ambas muy cachondas".

Desde luego que sí, Milí considera que debe ser la primera y pide que se la meta en el chocho que me ofrece tumbándose sobre la mesa y poniendo el culo al borde de la misma para que la penetre estando en pie, cosa que hago con la polla morcillona y algo flojilla, agarrándome a los muslos de ella. Pilar decide darme otra sorpresa (si me lo hubiera hecho hace años otro gallo nos cantaría ahora) y ayudarme a lograr empalmarme, se arrodilla tras de mí y juega con su lengua en el culo, la raja, los glúteos y el agujero, lame, entra, chupa, muerde, sale, ... Qué bien, qué excitante, y si no que se lo pregunten a la belga que nota como mi rabo crece y se pone duro dentro de ella, tanto que empiezo a empujar como un poseso, a moverme a toda velocidad, con desesperación, con urgencia, sintiéndome apresado por los muslos de Milí que aprieta con una tremenda fuerza sus piernas alrededor de mi cuerpo y grita durante muchos segundos, apretando aún más los muslos, durante el tiempo que dura su largo y sonoro orgasmo.

Mi corrida es buenísima, corta, intensa, profunda. Pilar ha mantenido su lengua dentro de mí durante todo el rato y ahora continúa entrando y saliendo lenta y suavemente, como si de un masaje relajante se tratara, incluso después de que la gordita se levante y vaya a sentarse junto a Cosme y la cocinera.

Esa especie de serpiente que entra y sale de mi culo es especialmente agradable y cuando bastantes minutos después consigue que mi pene de señales evidentes de recuperación, todos los presentes aplauden y lanzan exclamaciones de gozo dedicadas a la lengua de Pilar.

Es su marido quién pone algo más de pimienta en el ambiente: "querida mía, ahora debes conseguir que la polla de Luis esté lista para darte gusto, así que cómesela como tu sabes y no nos defraudes a los que estamos mirando, aunque quizás dentro de un rato debamos ayudarte todos un poco para que consigaís follar, ¿no?"

Pilar y yo estamos de pie, fuertemente abrazados porque nos han atado las manos de cada uno a la espalda del otro. Tengo mi rabo, medianamente tieso y duro tras el trabajo bucal de mi ex, introducido en su mojado sexo y desde hace unos minutos estamos a oscuras de manera que desconocemos quienes de los presentes nos están acariciando, besando, chupando y metiéndonos mano por todo nuestro cuerpo. Me parece tremendamente excitante y los efectos los va notando la mujer, que me lo dice al oído ("cómo te pones, cabronazo; qué bien me lo vas a hacer con ese cipote gordo y duro") al mismo tiempo que comienza un lento movimiento de arriba-abajo y derecha-izquierda que le permite restregarse entera conmigo ("me gusta sentirte así; qué caliente me estoy poniendo, cariño").

Siguen tocándonos, besando y lamiendo y las respiraciones se empiezan a oir más fuertes, rápidas y excitadas, aunque nadie nos habla ni dice nada. La polla ya la tengo en un perfecto estado de erección y a pesar de lo medianamente incómodo de la postura (en algún momento parece como si flotáramos en la oscuridad de la habitación sujetos por las manos y labios de los que nos rodean) la excitación de Pilar y mía va subiendo a niveles de necesidad de orgasmo. Echo de menos no poder utilizar las manos, lo que intento paliar moviendo la cabeza para comerle boca, tetas y pezones a mi pareja.

Ya llevamos unos minutos con un movimiento de cópula que quiere ser más rápido, mientras que parecen multiplicarse las bocas, lenguas, dientes y manos que nos excitan. La mujer se echa con fuerza sobre mí ("es Cosme, quiere sodomizarme; ¡joder!, que calentura tiene, está como nunca") intentando doblarse algo por la cintura, lo que me obliga a apretarme a su pubis y a recostarme medio sentado en un sofá, y casi inmediatamente empieza a hablar y gemir un poco más fuerte ("sí, sí; ¡qué dura está!, no pares, sigue") mientras el movimiento que me empuja hacia atrás me indica que su marido la está enculando con ganas ("qué bien tener dos pollas, ¡no pareís!, vamos, vamos").

Varios gemidos seguidos de fuertes contracciones son la señal del orgasmo de Pilar, que se desliza hasta uno de los sofás cuando Cosme sale de ella poco después y alguien libera sus manos. Sin dejarme ver qué pasa Milí toma el lugar de mi ex, se introduce el pene semierecto (o quizás sea mejor decir semicaído) y comienza a comerme la boca con verdadera fiereza.

Pilar ha encendido las velas de uno de los candelabros ("quiero verte gozar, Luis") y eso me permite ver la escena completa: todos estamos desnudos, Cosme está sentado mientras su mujer le masturba muy suavemente; el joven marinero está arrodillado a cuatro patas aguantando las lentas embestidas del rabazo de Jorge y la cocinera comienza a restregarse con un lento movimiento arriba-abajo contra la parte trasera de mi cuerpo, chupando y mordisqueando mis orejas con gran suavidad y haciéndome sentir su tremenda mata de oscuro vello rizado.

La actuación de la cocinerita me ha empalmado de nuevo y me excitan sobremanera los golpecitos y restregones que da con su peludo monte de Venus en mi culo; la belga gordita se ha puesto muy contenta con mi rabo tieso y no deja de moverse al mismo tiempo que juega a apretar, arañar y mordisquear mis pezones. Voy a durar poco, en especial porque Milí está ya pegándome un movimiento de metesaca de órdago y la cocinera hace lo propio; me parece estar en una excitante coctelera y tanto me mueven que me corro dando un grito largo y fuerte.

Intento sentarme, pero como no me sueltan las manos sigo en pie emparedado por las dos mujeres que se restriegan y aprietan contra mi cuerpo (mi polla se bajó ya hace unos minutos y me temo que por bastante tiempo) como dos posesas buscando su satisfacción. La joven da un pequeño respingo acompañado de varios suspiros y se corre durante largo rato (es la primera vez que satisfago a una titi con mi culo) mientras que la belga madurita se separa de mí y termina acariciando su clítoris a una velocidad de vértigo hasta que se desploma sobre uno de los sofás.

Los aplausos de los espectadores subrayan que ya hemos terminado todos. Estoy agotado.

Hemos tenido que volver a puerto urgentemente ante el rápido empeoramiento de la mar, la lluvia cada vez más copiosa y fría y el acusado descenso de las temperaturas.

Me reclaman de la sede central del periódico; la entrevista ha tenido un éxito clamoroso y debo atender a medios de comunicación de medio mundo. Me despido de Cosme y su esposa, quedando en vernos dentro de tres semanas en Madrid.

Mi ex-mujer baja a la puerta del Parador para darme un beso antes de subir al taxi que me va a llevar al aeropuerto: "¿te gusta la nueva Pilar?. No contesto; un suave beso, una sonrisa y una caricia en su rostro lo hacen por mí.

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