Victor se despertó, pero estaba atado ¿qué rayos habían ocurrido?, Sus ataduras olían de forma rara, cuando las vio le dio un vuelco en el corazón.
Le habían atado con intestinos, veía a varios compañeros atados en lo que era la celda de aislamiento, ellos miraban aterrados a un hombre destripado que hacia escasos minutos que estaba con vida, ¿quién era el causante de esto?, En ese instante aparecía una figura masculina, vestido con un camisón de seda, parecido al que vestía Sara, el hombre que apareció tenia una careta con la foto de Sara mientras le decía.
-¿te alegras de verme? He leído tus cartas, ¡cuanta pasión! ¡Cuánto deseo! Por eso he venido, para darte todo mi amor.
-¿Salvador? preguntó Victor.
-vaya, me ha estropeado la sorpresa dijo Salvador quitándose la mascara.
-¿te ha enviado ella? preguntó Victor aterrado. -casi, fue su padre, un tío amable con una hija bonita, entiendo lo que hiciste, yo seria mucho peor, pero él es la llave de mi libertad, así que si quiero ir sin camisa de fuerza debo tener buenas relaciones con ese sujeto, nada personal, bueno, tal vez algo, sin rencores ¿eh?.
-¡suéltame! Monstruo, ¿qué coño te he hecho? Preguntó Victor.
-me huele que estas sordo, no tengo nada en contra tuya, solo eres un paso para mi libertad, además, para mí esto no es una monstruosidad, simplemente es, arte respondió Salvador.
-¿arte? ¡Una mierda! Respondió Victor.
-¿has oído hablar de Donatien Alphonse François o de Vlad Trepe o Elizabeth Bacthory o Tomas de Torquemada?, Unos grandes artistas, no esa mierda de da Vinci o Velázquez o Raphael ¿has oído hablar de Jerónimo Bosch, una obra exquisita, unas pinturas que mostraban lo podrida que estaba su sociedad?
Victor gritó pidiendo ayuda, pero nadie acudía.
-insonorizada, es una lastima, me hubiera encantado que tus gritos viajasen lejos, dando a conocer mi obra, pero, el tío ese no quiere ruido, jejeje, ruido, ignorante, lo que pronto sacaras de tu boca, será música celestial, algo que ni Mozart seria capaz de superar dijo Salvador.
El psicópata se acercó a uno de los prisioneros, este lo miraba aterrado, intentando escapar, Salvador miró a Victor y le dijo.
-este hombre se llama Felipe Torres, violó a sus dos hijas pequeñas después de quemar viva a su mujer, he escogido a estos prisioneros porque pensaba que necesitabas la compañía de gente como tu, además.
Salvador cogió un hacha sin filo y golpeó el hombro de Felipe, una y otra vez, cuando oyó crujir la clavícula notó un placer inmenso, cuando se abrió una herida, golpeó con más fuerza, los gritos del prisionero solo aceleraban su excitación que finalizó al cercenar el brazo de Felipe, Salvador cogió el brazo y le dijo a Victor mientras quitaba la piel y los músculos del brazo cercenado.
-necesitaba instrumental, nada de hierro, la carne es más útil.
Victor veía como uno a uno los músculos del brazo eran arrancados mientras la sangre de Felipe escapaba sin control, hasta que solo quedaban huesos rojizos por la sangre, Salvador cogió el brazo por el humero, como una garra lanzó zarpazos a Victor que veía como esos dedos huesudos rasgaban su piel, el dolor hacia llorar a Victor, notaba todos y cada uno de esos cortes, pero lo que más daba miedo era el instrumento que los provocaba.
Salvador bostezó, tiró el brazo y empezó a pensar.
-¿qué más puedo usar para jugar?
Se acercó a otro prisionero.
-Alberto Herrero, le pegaste un tiro a tu novia y a tu amigo porque fornicaban en tu cama, ¡qué sentido de la propiedad! Decía Salvador.
-Tío, ¿por qué no usas ese cadáver? Respondió el aterrado prisionero.
Salvador se coloco atrás, cogió un filoso cuchillo y cortó un poco más arriba del culo, el prisionero gritaba, lloraba, en ese momento Salvador metió la mano y tiró arrancando la columna entera, cogió la cabeza enganchada a la columna mientras le decía.
-necesito material fresco, Alberto.
Se acercó a Victor mientras le decía.
-hay cuatro partes de la columna vertebral, las cervicales, la torácica, la lumbar y la pélvica, pero para mí ahora es un látigo, muchos piensan que te golpean, en realidad, yo creo que acarician, la rozadura del cuero del látigo come la piel, provocando un exquisito dolor, sé que esto no es cuero, pero servirá.
Usando la columna como arma, Salvador golpeó a Victor con saña y crueldad, Victor gritaba con cada golpe, en cambio el psicópata, sonreía con maldad, al terminar, soltó la columna mientras miraba su obra, un cuerpo destrozado, rasgado y lloriqueante, miró al tercer prisionero, se acerco a el mientras el gritaba desesperado, le apuñalo en el estomago y veía sus ojos mientras se moría, cuando se quedó inerte, Salvador le arranco un ojo con sus manos, cogió un nervio lo bastante largo, lo ató al nervio óptico y se dirigió a Victor y le dijo al oído.
-trágate este ojo y confía que lo sacaré, tranquilo, no te quiero matar tan rápido.
Victor obedeció, estaba demasiado aterrado como para replicarle, abrió la boca y tragó el globo ocular, la sensación de falta de aire era espantosa, empezaba a volverse azul, pero Salvador sacó el ojo para luego volvérselo a meter otra vez, a veces lo metía en medio de una aspiración para interrumpir la bocanada de aire que hacia, jugaba con su respiración de manera ágil y cruel.
Cuando Salvador se aburrió, sacó el ojo de la garganta de Victor y lo exprimió, el fluido ocular cayó dentro de la boca.
Le dio un beso en la frente y se fue diciendo.
-descansa cariño, mañana jugaremos un poco más.
Pero cuando regresó, Victor consiguió un cristal y se amputó la yugular, Salvador quedó decepcionado, fue corto, pero exquisito.