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El retiro (1)

en Grandes Series

Iba yo en una iglesia algo asqueado por los casos de pedofilia y tortura que ha habido en Irlanda (y en América y en los colegios y en no se cuantos más sitios).

Pero lo primero al entrar en la iglesia era una orgia.

Salí de ese sitio.

Volví a entrar.

Salí de nuevo.

Entré nuevamente.

Si, una orgia de padre y muy señor mío mientras el cura no paraba de gritar ¡amaos los unos a los otros!

-usted no ha venido a la boda ¿no? – me dijo un cura de color y de metro veinte.

-¿b-boda? ¿Qué coño le ha pasado a la iglesia? – dije yo perplejo.

El cura me miró extrañado, luego me sonrió con su brillante dentadura.

-ah, ¿hace tiempo que no viene a rezar? Veras el viejo obispo falleció y enviaron uno nuevo a ocupar sus funciones, el vaticano no lo sabe, pero tiene una forma de procesar la religión un poco "diferente" – decía el cura.

-¿diferente? ¿P-pero? - decía yo sorprendido.

-tranquilo padre Ernesto, deja que guie esta oveja descarriada – decía el obispo.

Lo que me sorprendió del obispo es su tremenda juventud, debía tener unos veintiséis años, ojos marrones y tez morena, iba acompañado por dos monjas, una blanca y otra negra, que solo estaban vestidas con el habito de la cabeza, sus cuerpos desnudos eran espectaculares, me costaba dirigir mi mirada al obispo.

Me invitó a entrar en el despacho, una vez allí nos sentamos.

-antes que nada, no se preocupe si sor Desiré, le hace una felación, sor Milagros hará lo mismo conmigo, ¿qué dudas tiene usted? – decía el obispo sonriente.

Yo, la verdad, estaba nervioso, cierto que me gustaban las mamadas y que a veces fantaseaba con una monja, pero, esto, sentía como me bajaban los pantalones y los calzoncillos y me la limpiaban con una esponja y agua bendita.

-¿no estaba la iglesia en contra de las relaciones sexuales? – le pregunté.

El obispo estalló en carcajadas y empezó a explicarme sonriente las siguientes cosas.

-En el génesis, antes de que existiera Lillith o Eva, Adán se desfogaba con los animales, fue entonces cuando se creó a Lillith, la mujer perfecta, hermosa, inteligente, decidida.

El obispo soltó un suspiro y dijo con tristeza.

-si hubiera alguien así en esta época, me hubiera casado con ella no una, cinco veces, bueno prosigo, el muy imbécil intentaba dominarla cuando se trataba de una relación de igual a igual.

Los labios de la monja acariciaban mi erecta verga, quería atender al obispo, pero miré a la monja que lamia y besaba el glande, ella me miró, nunca vi unos ojos azules tan hermosos, esa visión, me, me, encandiló.

Ella juntó sus manos y dijo "señor, bendice estos alimentos que voy a tomar" y engulló mi verga con suavidad, sentí como un impulso de placer me obligaba a agarrarme de la silla.

-¿qué le gustó mas? ¿Su mirada? ¿O su boca?

Yo me mordí el labio, intentaba responder, pero sor Desiré era tan hábil.

-lo veo en sus ojos, cuando vio los ojos de sor Desiré se sintió extasiado, el sexo no solo es dar y recibir, sino señales, señales que seducen tu alma, una mirada, un paso, unas palabras, oh, perdone, me estoy desviando de la conversación.

Yo acariciaba agradecido la cabeza de sor Desiré, ella me miró con su boca ocupada y me sonrió y siguió succionando mi verga.

-bueno sigamos, ¿por donde iba? Ah si, que el muy imbécil la abandonó, pero coño, al poco tiempo se arrepintió y Lillith, no era como las mujeres actuales que vuelven con el que le maltrató, no, era orgullosa, valoraba su dignidad más que cualquier cosa, de modo que Dios decidió hacer, como dirían los científicos, un clon de el, pero sin el cromosoma Y, cuando la vio no dudó en fornicarla, si esto no es incesto, que baje Dios y me lo explique.

No podía negarle la razón al obispo, a pesar de su juventud, tenia unas ideas muy claras, pero me agarré a la silla, con fuerza, nunca sentí un orgasmo así, entonces vi a sor Desiré que bebía con calma, pero con ganas, me miró agradecida.

-g-gracias sor Desiré – le dije.

-ella prefiere otros, agradecimientos – decía el obispo.

Ella se levantó y se tumbó encima de la mesa, su blanca piel inmaculada me excitaba, pero al mismo tiempo me hacia arrepentirme de profanarla, sor Milagros se levantó saboreando la simiente del cura, subió a la mesa y se tumbó sobre Desiré, mirándose a los ojos mutuamente y enseñándome sus conchas.

-¿puede ocuparse usted? Es que tengo que explicarle mi credo y mi madre siempre me dijo que no se habla en la comida, por cierto, no se olvide de bendecir la mesa – decía el obispo sonriente.

Junté las manos y dije "señor, bendice estos alimentos que voy a tomar" y mientras acariciaba la concha de Milagros, lamia los bordes de la entrada de Desiré, ambas monjas se besaban con fervor, mientras el cura seguía contando la historia, habían muchos puntos en el que los personajes bíblicos hacían el amor, puntos dignos de una película pornográfica.

-y así llegamos a nuestro señor Jesucristo, mientras que en la religión de aquella época incitaba el odio a la prostitución, a no ser de la misma religión, a la consideración de que la pobreza era un castigo divinos, Jesús, amaba a todos por igual, pero según tengo entendido, se entendía bien con Magdalena que era una prostituta, nosotros creemos que el sexo no es sucio ni corrupto, ¿no hay nada más amoroso que dos personas se unan en un mismo cuerpo para sentirse muy cerca? Según las filosofías orientales, cuando hacemos el amor, perdemos energía nuestra y recibimos la de nuestro amante y científicamente, además de un buen ejercicio, alarga la juventud.

Mientras decía eso, mis dedos se hundían dentro de las monjas y mi lengua saboreaba aquellos clítoris tan deliciosos, oía a las hermanas jadear de placer, besándose, acariciar sus pechos mutuamente, buscaba los puntos en donde ellas sentían más placer, sitios donde hallé y exploté con ganas.

Ambas se abrazaban sintiendo el gozo que aumentaban, sus músculos se tensaban, en ese momento gritaron, gritaron como nunca una mujer gritó, sentí sus fluidos mojar mi cara, cuando las vi a las dos, sudadas y jadeando.

No pude evitar embozar una sonrisa.

-¿se siente bien? ¿No es maravillosa la sensación cuando ves que tu compañera ha disfrutado tanto contigo? – decía el obispo.

-la verdad es que si – le dije.

Bueno, tenemos un pequeño retiro en las montañas por si le interesa, mientras tanto, eche un vistazo a la iglesia.

Sor Desiré me acompañó por el templo, lo habían reestructurado por dentro aunque por fuera era la misma iglesia.

Me enseñó las celdas, con una cama doble, incienso, bañera con ducha, Sor Desiré me propuso "purificarnos".

Yo me desnudé mientras que Sor Desiré se quitaba gorra de monja, ella se enjabonó los pechos y empezó a frotarme en el torso.

Yo me enjabone las manos y acaricié su espalda, sus nalgas.

Sentí reparos, parecía joven, muy joven.

-¿te inspiro rechazo? – preguntaba sor Desiré con ojos tristones.

-n-no, pero, eres una chica tan joven – me excuse.

-soy mayor que tu, treinta y tres años – me decía con una tranquila sonrisa.

Yo la miraba sorprendido ¿tanto rejuvenece el sexo?

-¿acaso me encuentras bonita? – decía con una sonrisa más alegre.

-yo no respondí, la abracé con fuerza y la enjaboné con suavidad, no había palabras, no eran necesarias.

Sentía ganas de penetrarla, de sentir su calor interior, pero ella adivinando mis intenciones puso un dedo en mi pecho y me dijo.

-por ahora, prefiero el amor oral, aún no estoy preparada para concebir una vida – decía Sor Desiré poniendo amorosamente sus manos en el vientre.

Me quedé prendado de esa imagen, ella se arrodilló para hacerme otra felación.

Pero yo me arrodille con ella, nuestras miraras se cruzaron, miradas cómplices que adivinaban lo que queríamos.

Me tumbé en la bañera y ella se tumbó encima de mí, abrí los labios de su concha depilada mientras ella me acariciaba mi verga.

Yo, no la lamí, estuve un tiempo contemplando ese órgano de deseo, me parecía hermoso, casi me daba reparos profanarlo.

Las piernas de Sor Desiré rodearon mi cabeza, acercándome a esa cueva de las maravillas, introduje mi lengua y exploré su cálido interior mientras acariciaba sus nalgas.

Ella acariciaba mis testículos con las manos mientras engullía mi verga con habilidad, yo respondía tocándole sus puntos más calientes, nuestros cuerpos sudaban con pasión, nada existía, salvo nosotros.

Sentí como ella llegaba al orgasmo, ella se agarró en mis piernas temblando de placer mientras seguía chupando con pasión.

No tardé en eyacular en su boca.

Ambos jadeamos agotados, nunca había sentido algo tan intenso, empezamos a ducharnos juntos.

Miré a Sor Desiré y con timidez le dije.

-p-perdona por no avisar cuando...

-no te preocupes, es muy nutritivo y tienes un buen sabor – decía Sor Desiré en un tono maternal.

-¿a-a que sabia? – pregunté curioso.

Ella me giró y me miró a los ojos, se puso de puntillas y me besó en los labios, sentí su lengua invadiéndome, yo le respondí invadiendo la suya, cuando nos separamos, ella me dijo al oído.

-como ves, sabe a ti.

Sor Desiré me enseñó el resto del templo yo, deseaba cogerle de la mano, no sabía por que, pero no me atrevía, me despedí del obispo y del clero del templo, pero eché una última mirada a los dulces ojos de Sor Desiré.

Al día siguiente, estaba en el trabajo, miraba por internet el coche de mis sueños, era un poco caro, pero al fin ahorré lo suficiente para comprarlo sin cuotas ni nada.

-estupendo cochazo, pero que la jefa no se entere, te dirá que es contaminante, que hay que andar más, que ese dinero seria más útil dárselo a los más desfavorecidos y mil chorradas de new age – decía mi compañero.

-¿hablabais de mi? – decía la voz de mi jefa.

Ambos nos pusimos a trabajar, pero ella se fijó en el coche y me dijo dulcemente.

-más que un coche, deberías comprar una bicicleta, te haría más atractivo.

La voz me sonaba, miré a mi jefa y ¡dios mío! ¡Sor Desiré!.

Ella me miró a través de sus gafas ahumadas, yo aparté avergonzado la mirada.

-¿acaso te inspiro rechazo? – decía Sor Desiré.

-n-no, pero.

-deberías aprovechar las vacaciones en un retiro, lejos de gente furiosa, de bares llenos de borrachos y de contaminación, te seria más barato que esa, maquina de polución – decía sor Desiré.

Ella se marchó guiñándome un ojo, yo la miraba hipnotizado, pero mi compañero me despertó de la babia y me dijo.

-olvídala, esa diosa nunca estará a nuestro alcance, además es una jefa, los empleados somos eso, empleados.

Miraba el coche, ¿rendirme a los placeres materiales? O ¿retirarme espiritualmente con mi jefa?

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