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Inquietudes marinas

en Zoofilia

¡El Show ha terminado! Gracias por su visita.

Amanda saludaba al publico con una despedida, los delfines hacían lo mismo con sus aletas, ella era una entrenadora de los delfines en un zoo marino, donde había uno de los acuarios más grandes del mundo.

Pero su sonrisa era fingida, su novio le puso los cuernos con su mejor amiga, un trago que aún no pudo superar, sus compañeros de Show la invitaron a salir, a que olvidase el mal trago.

-Amanda, deberías olvidar a ese cerdo, hay miles de hombres mucho mejores.

-¡le entregué mi corazón! ¡Confié en él! – Decía Amanda llorando.

-¿quieres que salgamos de marcha? Seguro que bailando se te quita la depresión.

-¡no! ¡No! ¡Solo quiero que me dejéis en paz! – Gritaba Amanda.

Sus compañeros la dejaron, ahora estaba muy borde, no quería saber nada ni de nadie.

La noche llegó, ella no podía dormir, las imágenes de su novio penetrando a su amiga la taladraban, pero lo peor era la frase que soltó.

Esto no es lo que parece

Cada vez que oía esa frase le daba un ataque de rabia, la adrenalina se le disparaba y lanzaba toda clase de objetos en cualquier dirección.

Para después romper a llorar.

En un sofá agarrándose las piernas, llorando a moco tendido.

Cuando no habían más lagrimas, se levantó y cogió las llaves del zoo marino.

Esa noche, Amanda entró en el zoo marino, le gustaba nadar con los delfines cuando se sentía triste o deprimida, pero antes pasaba por el acuario, miraba a los delfines nadar, sin problemas humanos, mostrando siempre alegría.

Les envidiaba.

Vio al delfín nuevo, uno que recogieron herido de una red y que lo enviaron al acuario para recuperarse, un delfín magnifico a pesar de algunas cicatrices, le pusieron de nombre Neptuno

Se fue a su taquilla y se puso su traje de submarinista y fue a la piscina.

Los delfines le daban la bienvenida con sus cantos.

Amanda sonreía bajo la mascara que le proporcionaba él oxigeno para estar bajo el agua.

Lentamente bajaba al agua y allí estuvo con sus compañeros cetáceos.

Como nadadora, le encantaba estar en el agua, los delfines jugaban con ella, ella les correspondía acariciando sus hocicos y sus aletas, subirse encima de ellos, verles saltar.

Parecía que se había olvidado de sus problemas.

En ese momento apareció Neptuno, parecía estar totalmente recuperado, de hecho se apareaba con todos los delfines hembras que había.

Amanda pensaba que le pasaría por arriba para tocarle el vientre.

Pero el delfín, pasó por abajo.

Pero lo que más turbó a Amanda era que la aleta dorsal de Neptuno acarició la entrepierna de Amanda.

La entrenadora no entendía ese comportamiento, pero Neptuno pasó por su lado.

Durante su pasada, el cuerpo del delfín acariciaba los pechos de Amanda.

¿Qué le pasaba a Neptuno? ¿Las heridas le alteraron su comportamiento? Parece ser que..

Quería cortejarla.

Amanda emergió de la piscina, subió por las escaleras, pero Neptuno la ayudó empujándola en el culo con su morro de botella.

Amanda se sonrojó parecía que Neptuno la acosaba.

Les lanzó un beso a los delfines y se fue a casa, a dormir.

Al día siguiente, la actuación empezaba, Amanda saludaba sonriente al publico y se lanzó al agua donde los delfines se preparaban para su actuación.

Pero Neptuno le dio su bienvenida tocando la entrepierna de Amanda con su aleta caudal.

Esta casi pegaba un chillido, pero se contuvo a tiempo.

Dos delfines empujaban los pies de Amanda con sus narices haciéndola saltar muy alto.

Oía los gritos de sorpresa del publico.

Pero cuando cayó al agua, Neptuno le esperaba, mientras ella se sumergía, él emergía y pasó junto a Amanda.

El vientre del delfín acarició los pechos de la nadadora mientras que su nariz acariciaba el vientre y la concha de Amanda.

-¡¿me está acosando sexualmente?! – Pensaba Amanda que le había cogido la caricia por sorpresa.

El espectáculo siguió, pero los ojos de la gente solo miraban a los delfines, ninguno captó la atención de Amanda que estaba sonrojada ante las caricias de Neptuno y la piscina de actuación no tenia vidrios donde los turistas los viesen, nadie sabia que le hacían Neptuno a Amanda.

Al terminar el día, sus compañeros la veían rara, notaba que tenia un ligero temor a ir a la piscina de actuaciones.

-¿Té pasa algo? – Decía una de sus compañeras.

-n-no – respondía Amanda balbuceando.

-¿ha pasado algo? – Siguió preguntando su compañera.

-n-no ¡déjame tranquila! – Decía Amanda alzando la voz.

La compañera sabia del mal carácter de Amanda, de modo que la dejó estar.

Esa noche Amanda estaba en la cama, intranquila, pensaba en Neptuno, ¿de verdad él la deseaba? ¿Un cetáceo puede mantener relaciones con una hominina? Se levantó de la cama y se sentó frente a su ordenador buscando datos por Internet.

No había mucha cosa que le ayudase, pero aprendió que eran seres muy solidarios ya que cuando un delfín se muere, los demás lo ayudan levantándolo hasta que el agujero donde respiran llegase al nivel del mar.

¿Sabrá Neptuno que ella esta desengañada y quiere consolarla?

En un gesto de negación, apagó el ordenador y se fue a la cama.

Pero una vez allí, no podía dormir, algo la turbaba.

Se llevó la mano a su intimidad y se acarició sus pechos, acariciaba sus órganos sexuales con suavidad.

Lentamente empezó a acelerar sus movimientos, los jadeos de Amanda denotaban que disfrutaba de su momento intimo, notaba que llegaba al orgasmo.

-¡oh, sí, Neptuno! ¡Tomamé!.

Cuándo oyó esas palabras de su boca, paró en seco ¿había dicho eso? ¿Es normal eso? ¿Es una degenerada?.

Ahora si que no podía dormir, esos pensamientos la atormentaban, había oído de la zoofilia, pero ella le pareció tan antinatural, se avergonzaba de lo que sentía ¿qué problema tenia? ¿qué le pasaba?.

Amanda caminaba por la calle, sus pasos la llevaron inconscientemente hacia el zoo marino, entró en la taquilla, quería que algo la detuviese, le parecía una locura.

Pero nada, antes de abrir su taquilla, dijo para sí.

-¿para que necesito el traje?.

Se quitó las ropas que la cubrían, su cuerpo de 1,59 de altura, de cabellos rojos y largos y cara pecosa, poseía unos senos bastante grandes, una musculatura fuerte por la natación, una cintura de avispa y un vello que se acababa de afeitar, dándole la forma de un delfín.

Amanda no podía ver su vello pubico, le daba vergüenza admitir la verdad.

Cogió el equipo de oxigeno y se fue al acuario de los delfines.

Se metió en el agua con timidez, el agua tenia una temperatura agradable pero sentía como si hiciese algo prohibido, algo que está mal, pero por otro lado, necesitaba saciar ese deseo que la quemaba, se sumergió en la piscina para encontrarse con neptuno que la cantaba, bajo la mascara de oxigeno, Amanda no podía evitar formar una sonrisa, Neptuno nadó hacia ella y pasó entre sus piernas, acariciando su concha con su aleta caudal, para luego pasar de nuevo y acariciársela de nuevo con su aleta.

Amanda le gustaba esa sensación, sentir como la aleta de Neptuno la acariciaba una y otra vez, Amanda decidió corresponderle, se puso debajo de el y empezó a acariciar el abdomen de Neptuno con sus senos, al parecer Neptuno le gustaban esas caricias, puesto que empezaba a tener una erección que apuntaba a la concha de Amanda, la cual, la veía con cierto temor ¿seria peligroso para ella? ¿Se quedaría embarazada? Eran como los viejos temores de púber cuando iba a iniciarse en el sexo, de algún modo era así, ella iba a iniciarse.

Introdujo la verga de Neptuno dentro de ella y el delfín empezó a nadar mientras Amanda se abrazaba a el.

Entonces Amanda notó como el pene se movía dentro de ella, como si fuera un tentáculo consciente, al parecer el órgano sexual masculino de los delfines era prensil.

Y la estaba explorando, exploraba todos los rincones de su útero.

Amanda le costaba respirar, sentía mucho placer y se abrazó con fuerza al cetáceo, sintiendo como su verga se movía dentro de ella como un gusano explorando el terreno.

Amanda sentía como el orgasmo la poseía, un orgasmo que superaba al de cualquier hombre que le hubiera proporcionado, no pudo evitar gritar con fuerza mientras su cuerpo temblaba y se convulsionaba hasta desmayarse.

Neptuno también disfrutaba de aquella unión, llegando también al orgasmo y llenando el útero de Amanda de sus semillas, al ver que Amanda se había desmayado, se desacopló de ella y la llevó a la superficie, velando por ella hasta que la entrenadora se despertó.

Al ver que Neptuno estaba pendiente de ella durante el desmayo, Amanda no pudo evitar llorar de emoción mientras abrazaba la cabeza de Neptuno, nunca se separaría de el, había encontrado, su verdadero amor.

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