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El Virgo (6)

en Grandes Series

Daniela se levantó por la mañana, no tenía muchas ganas de ir a trabajar, pero tenia que ganar dinero para su familia.

En el restaurante, no se hablaba con su amiga, estaba demasiado dolida como para dirigirle la palabra, se entregó al máximo al trabajo para olvidar el dolor.

Al salir del trabajo, se fue a ver a Teresa al hospital que acababa de despertar.

-Hola Daniela ¿cómo va todo? – decía Teresa con una sonrisa forzada.

-todo bien ¿tu como te encuentras? – decía Daniela.

Teresa no sabía como responder a la pregunta, pero antes de que Daniela dijese nada, Teresa respondió.

-mi hermano me contó que te persiguieron, son una pandilla de niños ricos que la policía no toca porque sus papas son gente poderosa, por eso hacen lo que les daba la gana, inmpudemente, también me dijo que les había dado muerte, no puedo decir que no me alegre, pero ahora mi hermano se ha tenido que ir a Ecuador, siento que es mi culpa que el ahora sea un fugitivo, a veces, creo que nosotras no nacimos con suerte.

Daniela tenia deseos de irse, no le gustaba esta situación, pero debía darle apoyo moral a su amiga.

-un día nuestra estrella cambiará – decía Daniela con una sonrisa.

-desengáñate, pobres nacimos y pobres moriremos, la única razón de nuestra existencia es ser esclavas de los ricos – decía Teresa deprimida.

-no seas tonta, es un pensamiento muy derrotista – decía Daniela sonriendo.

-mira quien habló, la chica en venta, la que será la esclava sexual de un millonario, tu eres el mejor ejemplo de sumisión – decía Teresa ofuscada por su depresión.

Esas palabras golpearon con dureza el corazón de Daniela, pero no le dijo nada porque sabía que ella estaba dolida, pero le hubiera gustado que no hubiese dicho eso.

-ahora me he de ir, cuídate – decía Daniela.

-ya me contarás como te fue con tu "amo" – decía Teresa.

Daniela se fue al aseo del hospital y allí rompió a llorar mientras gritaba.

-¡mal nacida!, ¡mal nacida!, ¡mal nacida!, ¿crees que me gusta hacer eso? ¿Crees que espero con ilusión ese día? ¡No sabes nada! ¡Nada!.

Daniela se sentó en uno de los retretes del aseo mientras lloraba, quería estar sola unos minutos, desahogar el dolor y la rabia.

La periodista Pamela Torres preparaba una serie de artículos para su noticiario.

-la virgen ya tiene comprador. La agresión a ciudadanos inocentes por un matón contratado para proteger su inversión – decía pensando en la paliza que les dio Daniel.

En ese momento, un hombre trajeado de pelo canoso entró con dos guardaespaldas, Pamela le conocía.

-bienvenido señor Marques ¿desea algo? – decía la periodista con una reverencia.

Javier Marques era un hombre de carácter violento, frió y calculador, no le importaba que se interponía entre el y sus objetivos, para el, la ética era un invento inútil.

-¡no estoy para tomar nada! ¡Quiero información! ¿¡Que sabes de esa chica!? – decía Javier mostrando una foto de Daniela que fue captada por una cámara mientras huía de sus violadores.

-¡si!, la conozco, se llama Daniela y puso en venta su virginidad, no sabe lo lo popular que me estoy volviendo gracias a ella – decía Pamela con una sonrisa.

-esa puta dirigió a mi hijo y a unos amigos suyos a la muerte ¿dónde puedo encontrarla? – decía Javier cegado de rabia.

Pamela estaba asustada, nunca había visto a Javier así, tenía que escoger sus palabras con cuidado ya que ese hombre no dudaría en hundirla con rapidez despiadada, le dio toda la documentación que reunió sobre Daniela.

Javier le arrebató los papeles de forma brusca y ordenó a sus guardaespaldas que se fuesen.

-no tengo heredero ahora, así que tu me vas a proporcionar uno ¡entendido! – decía Marques con firmeza.

-si mi señor ¿pero vuestra hija? – decía Pamela de forma temerosa.

Marques abofeteó a Pamela con tanta fuerza que esta cayó en el suelo, mientras la periodista se acariciaba su mejilla adolorida, Marques le dijo.

-¡mi negocio es un negocio de hombres! Ella ya se casará con un viejo millonario para darme más poder, ¡arrástrate en el suelo y lame mis zapatos! – decía Marques con firmeza.

Pamela obedeció, se arrastraba dirigiéndose a los pies del empresario, le empezó a lamer los zapatos con la punta de la lengua, como si quisiera sacarle brillo, poco a poco, la lengua recorría las piernas de Javier, al igual que sus senos que acariciaban las piernas a medida que Pamela subía.

Cuando alcanzó su bragueta, con su boca bajó la cremallera, el pene de Javier estaba flácido debido a la avanzada edad del empresario, pero Pamela empezó a succionar la punta del órgano y empezó a moverse con sensualidad.

A medida que el aparato crecía, más rápida era la lengua de Pamela masajeando la virilidad de Javier.

Fue entonces cuando Javier apartó las cosas de la mesa de Pamela y la puso sobre la mesa, le sacó el pantalón con fuerza y hundió su verga dentro de ella.

Pamela sentía dolor, no estaba lubricada, pero no tenia que quejarse, el era su amo y ella su juguete, en apenas 10 minutos Javier soltó un gruñido y eyaculó dentro de ella.

Pamela se sentía sucia, usada, como una muñeca, apenas podía contener unas lágrimas de humillación, pero cuando Javier se abrochó los pantalones.

-seguramente estarás pensando en usar tu embarazo para sacar beneficio, pero te mostraré solo una pequeña parte de lo que te pasará si lo intentas – decía Javier chasqueando los dedos.

Los dos guardaespaldas entraron, Pamela intentó taparse la concha, pero fue agarrada de pies y manos mientras le arrancaban la ropa.

Ella quería gritar, pero el cañón de una beretta entró en su boca mientras uno de los guardaespaldas le decía.

-si gritas, mueres.

Pamela no podía evitar llorar, el cañón del arma fue sustituido por el pene del guardaespaldas, un pene que apenas cabía en su boca, mientras el otro apuntaba su verga en el ano de Pamela.

Al notar las intenciones del segundo guardaespaldas, Pamela movía la cabeza negativamente, pero cuando recibió la brutal envestida, arqueó su cuerpo por el dolor.

Los dos musculosos hombres vejaban a la periodista, les decepcionaba que estuviese operada, sus senos no se movían como los naturales.

Pamela lloraba de dolor y de humillación, deseaba que esto se acabase, que terminasen ya.

El que taladraba su culo eyaculó, sacando su verga de su culo para observar con una sonrisa que su semen se mezclaba con la sangre que manaba del desgarro anal.

El otro casi ahogaba a la periodista cuando al correrse metió toda su verga dentro de la boca de la femina, ella se movía con fuerza en un desesperado intento de conseguir aire, en cuanto le órgano masculino se retiró de la boca, Pamela consiguió un poco de aire antes de desmayarse.

Los guardaespaldas, antes de irse, orinaron sobre el cuerpo inconciente de Pamela y se fueron.

Daniela caminaba hacia su casa, tenia ganas de ir a la playa para perfeccionar su natación, pero la playa le recordaba mucho a Daniel, no podía acercarse a ese lugar, pero por cada paso que daba, sentía la sensación de que algo pasaría, algo muy malo.

En ese momento un coche negro se interpuso entre ella y su camino, dos hombres fuertes y trajeados la agarraron y la metieron en el coche con celeridad, antes de que Daniela pudiera reaccionar, le pusieron un pañuelo con cloroformo para dormirla.

Cuando Daniela se despertó, estaba desnuda, en el suelo, con una cadena en su cuello, atada como una mascota.

-¡vaya! Que pronto te has despertado – decía Javier.

Estaban en una inmensa mesa comedor, Javier y su hija estaban sentados en los extremos de la mesa, Daniela estaba al lado de Javier, lo que le impresionó era el banquete que había en la mesa, el estomago de Daniela rugía ante esos apetitosos manjares, mientras su boca salivaba.

-mírala, como un animal, deseando satisfacer sus necesidades primarias – decía Javier sonriendo.

Daniela, mirando a Javier, le dijo indignada.

-¿quién es usted? ¿Qué hago aquí?

Javier le dio una patada en la cara de Daniela, pero esta le respondió con una mirada de odio y repitió la pregunta.

Javier miraba indignado los ojos de Daniela ¡como osa desafiarle!

-padre, parece que la animalita muestra más dignidad de la que tu posees – decía la joven que se acariciaba su guante.

-¡cállate Manuela! ¡Muestra más respeto a tu padre! – gritaba Javier.

Manuela se limitó a seguir comiendo, mientras Javier cogia un vaso y derramó su contenido sobre la cabeza de Daniela.

Esta no iba a aguantar una humillación semejante, se levantó para agredir a Javier, pero este pulsó un botón que provocó que el collar descargase una corriente eléctrica sobre el cuerpo de Daniela.

Ella gritó mientras se retorcía de dolor, en ese momento Javier avisó a sus guardaespaldas.

Ellos trajeron un plato lleno de heces fecales que desprendían un olor nauseabundo, Daniela sintió que la electricidad dejaba de recorrer su cuerpo, en ese momento le pusieron el plato bajo su cara.

-come gatita – decía el guardaespaldas poniéndole su zapato encima de la cabeza de Daniela, hundiéndola en el plato de excrementos.

-esta es la única comida que mereces, puerca, vosotros, no os quedéis ahí, podéis comer cualquier cosa, pero comérosla delante de ella – decía Javier con crueldad.

Los guardaespaldas cogian los manjares tan apetitosos, prohibidos para Daniela y se los comían delante de ella.

La virgen se sentía cruelmente humillada, ella se privaba del alimento para su familia y ellos comiendo platos que podían llenar los estómagos de un regimiento, el estomago de la joven rugía como un león, pero en cuanto Daniela apartaba la mirada, los guardaespaldas la obligaban a ver como comían algo que ella nunca catará.

-¿tienes hambre putita? ¿Te gustaría saborear este faisán? Pues sigue soñando, ¿quién ha visto a una mendiga comer faisán? – decía uno de los guardaespaldas con una sonora carcajada.

Cuando terminaron de comer, Javier ordenó a sus guardaespaldas que trajeran a Daniela a su sala privada, la metieron en una jaula pequeña que solo cabía en posición fetal.

-¿por qué me hace esto? ¿POR QUÉ? – gritaba Daniela desesperada.

Javier la miraba como si fuese un insecto asqueroso, pero le respondió a su pregunta.

-¡tu mataste a mi hijo! ¡Mi heredero! Lo dirigiste a esos pandilleros para que lo mataran.

Daniela empezó a recordad, el día más angustioso de su vida, los mismos sujetos que violaron a Teresa.

-¡no eran más que unos violadores de mierda! – gritaba Daniela.

Javier, encolerizado por aquellas palabras apretó más tiempo el botón haciendo que la descarga que sufría Daniela fuese más larga y dolorosa.

-¡silencio perra! Si mi hijo querría follarte tu solo tenias que abrirte de piernas y recibirlo con una sonrisa, ¡para eso naciste!

-n-no nací para ser la puta de nadie ¡de nadie! – decía Daniela adolorida.

La cara de Javier se acercó a la cara de Daniela y le dijo.

-escúchame excremento, he estado pensando en varias formas de castigarte, podría arrancarte la piel con el látigo, desfigurarte el rostro con acido, meterte en una prisión de hombres y mostrar vía Web como te follan hasta matarte, o mantenerte aquí para que veas como tu familia de ratas muere de inanición.

Daniela estaba espantada, no por ella, por su familia, ¿qué culpa tenían ellos? Nada, ese hombre malvado iba a torturarla solo por no haberse dejado violar.

-no, mereces algo peor, mucho peor, pensare en algo que haga que sirvas de ejemplo – decía Javier antes de retirarse.

Todos se fueron, salvo Manuela, Javier no la echaba en falta, la chica del guante se acercó mientras le decía.

-muchas gracias por matar a mi hermano, estate tranquila, todo acabará – decía Manuela mientras se acariciaba el guante.

Daniela suplicaba a la joven que la soltara, que no diría nada, pero Manuela se fue con una risita maléfica.

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