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Alma podrida (la mascara de Sara 4)

en Control Mental

El suave tintineo de la campana despertó a Sara, se levantó y caminó sumisa hacia la mesa donde aguardaba su amo.

-buenos dias amo, ¿ha dormido bien? – dijo Sara.

A Salvador le sorprendió esa reaccion, respondió con una sonrisa, le hizo un sitio en la mesa, ambos desayunaban.

-mi amo, ¿no me va a contar nada más? Me gustaria saberlo todo de usted – dijo Sara con una voz dulce.

El psicopata cerró los ojos pensativo y luego le respondió.

-ingresé en el ejercito tan pronto saque la mayoria de edad, estudié mucho para ser capitán, fui a la guerra de Irak, no la primera, ahí no tenia edad, fui a la segunda, esa que todo el mundo criticaba, fui con las tropas a un asestamiento para refugiados, eran tan debiles, tan desesperados por buscar un lugar seguro, no tardaron en llenar e incluso superar el cupo, ayudamos tantos como pudimos, sus miradas de agradecimiento me parecian curiosas, ¿agradecidos por que? ¿por ver como sus casas son destruidas? ¿su tierra envenenada? ¿ver a sus familiares morir? Tenia que esforzarme mucho para que no me entrase la risa.

Salvador bebió un sorbo de su vaso de leche y prosiguió.

-fue un dia que fuimos de patrulla, un batallón americano estaba rodeado de insurgentes, fuimos para allá, la batalla fue terrible, parecia un cuadro del bosco, el sonido de las ametralladoras vomitando fuego y balas, gente con bombas en el pecho, explotando junto a sus enemigos, cabezas atravesadas por la metralla, me pareció ver al diablo moviendo una batuta, dirigiendo la actuacion, sentí la adrenalina estimulando cada celula de mi ser y disparé como el que más, sin piedad, sin miedo, con una sonrisa en la cara.

Otro sorbo fue sorbido por los labios del criminal y prosiguió.

-uno de los enemigos que cayerón estaba agonizando, me acerqué a el y le pregunté por que peleaba, el me respondió por Alá y por mi pais, eso me mostró la luz, el y yo no eramos distintos, ambos peleabamos solo porque un calientasofás nos lanzó un bonito discurso y después mira como morimos en la seguridad del hogar, me di cuenta que no era un soldado, era un peón, un peón de un complejo y bien desarrollado juego llamado politica, un juego cuyo unico fin era el bienestar de los gobiernos, sin importar cuanto sufre su pueblo, las naciones decian que combatian por su pueblo.

El psicopata hizo una pausa para reir a carcajadas, en cuanto se relajó prosiguió.

-si querian el bienestar de su pueblo yo les recomendaria que empezasen en su propio pais, vi en los suburbios de una docena de paises ricos, como niñas de doce años se ofrecian a chupar pollas gratis solo por poder beber el semen como unico alimento que pueden acceder mientras magnates se pegaban banquetes en la seguridad de sus edificios, vi los abusos de los niños a niños mas debiles que ellos, vi gente ser torturada y asesinada solo por su color de piel, pero todos estan contentos de formar parte de una "comunidad", je, una gran y hermanada comunidad, Einstein dijo que el nacionalismo es el sarampión de la humanidad, yo digo que es el mayor chiste que ha existido jamás.

Salvador se levantó y se dirigió a Sara diciendole.

-¡¿he pagado impuestos?! ¡no! ¡¿sigo alguna ley?! ¡que va!, no tengo pais ¡yo soy mi pais! Voy por donde me da la gana, hago lo que me venga en gana y el dia en el que un politicucho me diga que he de hacer, le arrancó las pelotas y mediré cuanto tiempo tarda en morir desangrado.

Sara le miró con una mezcla de miedo y admiracion, mientras el psicopata miraba el reloj, era más tarde de lo que pensabá, su corazón latia a mucha velocidad.

-bueno Sara, lamentó la tardanza, pero cada vez que oigo la palabra, erg, civilización, me da como arcadas, hoy es el ultimo dia, no más dolor, no más juegos, es tu examen final.

-¿qué quiere decir? Amo – preguntó Sara.

-los dias anteriores eran para quitar hasta el último resquicio de tu civilizacion, lo que no tenia previsto era tu masoquismo, queria someterte con dolor y miedo para enseñarte a partir de cero, hacerte libre de esas tonterias de moralidad y leyes, cuando te ví por la tele, cuando hiciste las declaraciones de cómo le diste a Victor, sentí un atisbo de placer en tus ojos, como si durante la paliza que le diste a Victor habia una Sara que se liberaba, hoy quiero que seas completamente libre.

El psicopata activó un mando a distancia, una jaula bajó, habia un hombre con los brazos y las piernas cercenados y cicatrizados, sus ojos, denotaban que habia sufrido y que sufria mucho, ¡vivia!.

-¿te he contado alguna vez sobre los gatos? Bien, los gatos siempre dan a sus crias una presa herida para para que practiquen la caza, bien, gatita, esta es tu presa, muestrame quien eres en realidad – decia Salvador señalando al torso.

Sara se acercó al torso, ella sonreia, entró en la jaula y miró los ojos a su victima.

¿habra oido una voz que le decia? ¡no le matés! ¿no ves que está indefenso? ¿no ves que es un ser humano?.

Sara al parecer no oia esa voz mientras arrancaba la piel del abdomen del torso a dentelladas, hundia sus manos en sus visceras y se untaba la sangre de su moribunda victima por su cuerpo desnudo bajo la atenta mirada de su amo, el torso gritó, gritó hasta que su vida se fue, Sara miró a los ojos de su victima ¿quién era? ¿cómo vivia? ¡que más dá! El ya conoce la muerte mientras ella seguia viva, la femina empezó a reir de forma diabolica, en ese momento unas manos aprisionaban sus pechos, cogiendola por sorpresa, mientras que unos pasionales labios la besaban en el cuello.

La nueva sensacion hizo que le recorriera un escalofrio, pero la excitación aumentó cuando su amo y maestro le dijó al oido.

-ahora eres como yo, no más gente que nos diga que hagamos, no más cadenas morales, solo libertad.

Sara se dio la vuelta y besó a su amo, sus lenguas se entrelazaron con ganas y pasion, Sara veia la ropa del psicopata como un obstaculo, una molestia, no dudó en arrancarla, besar el pecho de su maestro, lamer sus pezones.

El acariciaba los largos cabellos de su alumna, el olor a sangre le excitaba, besó los labios de Sara con ganas y pasión, la tumbó en el suelo.

Aquella pareja ya no parecian dos personas, eran mas bien dos animales en celo, Salvador agarraba y mordia con pasión y dulzura los pechos de Sara mientras ella con la pierna se frotaba en la entrepierna del psicopata, este respondió sacandose la ropa que le quedaba y abriendole las piernas a Sara, la penetró con fuerza, con ganas, iban en un vaiven muy rápido, como si la quisiera empalar, Sara recibia esas enbestidas con placer y alegria, notando la respiracion de su amo en la cara mientras entraba cada vez más dentro de ella.

Los dos cuerpos empapados de sudor se movian freneticamente, de pronto, Salvador la abrazó con fuerza y echó toda su simiente en el interior de Sara.

-arf arf, amo, ha sido fantastico – decia Sara intentando recuperar el aliento.

-¿quién dijo que habiamos terminado? – respondió Salvador.

El psicopata puso a Sara a cuatro patas y escupió en su pequeño recto, en ese momento la verga del amo forzaba la cavidad anal de la sumisa, la cual apretaba los dientes pero no dijo nada, se dejó penetrar hasta que notó como toda la verga de su amo habia entrado, en ese momento, un violento y frenetico vaiven, desgarrando tejido del ano de Sara.

El salvaje movimiento de pistón hacia manar un hilo de sangre en el trasero de Sara, la cual gozaba de esa brutalidad tan desmedida.

En ese momento Salvador levantó al aire a Sara sin dejar de penetrarla, ella se sujetaba agarrando la cabeza del psicopata mientras que el la cogia por las piernas, ahora las penetraciones eran más fuertes y no tardaron en correrse a la vez.

Sara se desmayó.

Sara se despertó en un hospital, lo primero que hizo era buscar a su amo, pero no estaba, sobre la mesa habia una carta, una carta que se apresuró a leer.

Querida Sara.

Ahora la máscara que te tenia prisionera no existe, eres libre para hacer lo que quieras.

Me habria encantado llevarte conmigo a miles de sitios, como dos almas libres de las cadenas de una sociedad erratica.

Me habria encantado hacerte el amor una y otra vez.

Pero hubo un imprevisto, algo que no contaba.

Me enamoré de ti

Yo nunca creí en el amor, pero me enamoré de ti

No se si lo sentiste alguna vez, mi corazon se aceleraba, mis ojos se perdian en los tuyos, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ti.

Cuando me di cuenta de esos sentimientos, me asusté, si, lo que lees, me asusté de verdad.

Se que lamentaré dejarte, pero no puedo enblandecerme con ese sentimiento amoroso, no puedo encadenarme a nada ni a nadie.

Solo desearte un gran gozo en tu trascendencia.

Adios.

Sara cayó de rodillas y se puso a llorar ¡la habia abandonado! Intentó salir del hospital, pero el personal del centro sanitario la obligaba  a volver a la cama, daba igual lo mucho que luchase, el personal de seguridad acabó atandola.

Epilogo

-señor, esta es Sara.

-¿qué le pasó?

-aparentemente la violaron vaginal y analmente, parece que tiene un sindrome de dependencia con el psicopata Salvador Ferrer.

-parece mansa ¿esta drogada?

-no, intento suicidarse muchas veces, pero cuando ella vio que estaba embarazada dejó de intentar quitarse la vida.

-¿esta preñada? Vaya ¿de cuanto?

-seis meses, de gemelos.

Entonces el doctor interesado en Sara sacó un bisturí y cortó el cuello del otro doctor, la mirada de aquel moribundo era de sorpresa mientras le salia de su herida sangre venosa y palpitante.

El otro doctor entró, Sara al verle se mostró hostil, pero descubrió quien es.

-¡amor mio! – gritó Sara.

-lamento haberte hecho esto, necesitaba ordenar mis ideas, veo que algo germinó en ti – dijo Salvador.

-si, sabia que vendrias a por ellos, por eso los cuidé para ti – respondio Sara amorosamente.

Ambos se besaron y escaparon del lugar.

Sin destino conocido.

Sin temor alguno.

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