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G zero (el pasado)

en Lésbicos

-Mi nombre es Sofía Méndez, tengo 23 años, mi nacionalidad es argentina y soy licenciada en ingeniería aeroespacial en la universidad de Harvard – decía una pelirroja de pelo corto, pecosa ante los pedioristas que casi cegaban sus ojos marrones con sus flashes.

Ella no se creyó cuando el gobierno le entregó la carta, para participar en un proyecto llamado amazonas espaciales.

Al parecer una política francesa murió por un atentado, su asesino fue abatido, era un miembro de una organización terrorista de un país que al parecer la política presionaba para que establezca más derechos a las mujeres.

Mientras las cámaras la retrataban y ella saludaba y sonreía, su mente retrocedía a los tiempos en los que ella se quemaba las pestañas en su habitación, como trabajaba duro para conseguir el dinero para sus estudios, como evitaba salir de juerga, salvo en una ocasión, una ocasión que no recuerda muy bien.

El año pasado

-venga, tienes que salir – decía una chica de color con el pelo rastafari.

-no, Jenny, no insistas, he de preparar esta tesina – decía Sofía hastiada.

-¿Cuánto hace que no te visita una polla? – decía Jennifer mientras le tocaba la entrepierna a Sofía.

-¡QUE NO! Creo que deberías ser menos pesadita ¿no? – decía Sofía disgustada.

-Vale vale, no insistiré más – decía Jennifer disgustada.

Mientras su compañera se iba, otra chica en pijama se acercaba, era de pelo castaño e intensos ojos verdes.

-oye, Sofía, ¿me podrías explicarme esto? – decía la joven.

-¿esto?, pues claro, es sencillo – decía Sofía.

A medida que Sofía explicaba la lección, la joven la miraba dulcemente, en cuanto Sofía alzó la vista.

-¿lo has enten…? ¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara? – decía Sofía extrañada.

Ella se acercaba a sus labios con sensualidad.

-¡espera! ¡Espera! ¡No soy de esas! – decía Sofía.

-estamos solas, todos se han ido a la ciudad de fiesta, podemos gritar tanto como queramos, nadie se escandalizara. – decía la joven con picardía.

-¡l-lo siento! Acabo de recordar que salgo con mi amiga – decía Sofía antes de vestirse a toda velocidad y salir corriendo.

Al llegar afuera, Jennifer la esperaba con su coche descapotable.

-¡vaya! ¿No decías que no venias? – decía Jennifer con una sonrisa.

-creo que corro más peligro en la universidad que entre hombres ¿Dónde se supone que vamos? – decía Sofía recuperando el aliento.

En ese momento la chica que estuvo hace un momento con Sofía en su habitación, se subió al asiento de atrás del coche, dejando muda de sorpresa a Sofía.

-gracias Daisy – decía Jennifer.

Sofía quería decirle de todo a su amiga, pero estaba tan cabreada que no le salían las palabras.

-lo siento, Sofi, era la única manera de sacarte de aquí ¿Cómo es que aún vas en pijama? Daisy.

-me cambio en el coche ¿no te importa? – decía Daisy.

-mira que te gusta exhibirte ¿eh? – decía Jennifer.

Jennifer encendió el auto mientras Daisy se quitaba su camisa de pijama mostrando unos pechos grandes con grandes aureolas.

-mejor exhibirte ahora que cuando seas vieja – decía Daisy mientras le lanzaba su camisa al asiento de Sofía.

-¡oye! ¡¿Por qué haces eso?! – decía Sofía disgustada.

-¿Qué pasa? ¿Te excita el olor de mi camisa? – decía Daisy con una sonrisa.

-¡NO ME HACE GRACIA! – gritaba furiosa Sofía.

-uy uy uy, demasiados libros, demasiadas noches estudiando, necesitas música, juergas y sexo a tope – decía Jennifer con una sonrisa.

Daisy se quitó los pantalones, tenía el sexo rapado, con un tatuaje de una letra japonesa en el pubis.

-¿no te pones ropa interior? – preguntaba Jennifer.

-si Einstein tenia el mismo traje para no perder el tiempo, yo no traigo bragas y sostenes para perder el mío – decía Daisy con una carcajada.

Cuando pasaron por el puente que cruzaba él rió Charles, Jennifer paró el coche.

-¿Qué pasa? ¿No vamos a Boston? – preguntaba Sofía.

-tengo que mear – decía Jennifer.

-yo también – decía Daisy.

Sofía se bajo del coche con sus amigas, estas se bajaron los pantalones y apuntaron con sus meatos urinarios.

Con fuerza, soltaron chorros amarillentos de orina mientras al unísono cantaron.

Y creo que he bebido mas de 40 cervezas hoy
y creo que tendré que expulsarlas fuera de mí
y subo al water que hay arriba en el bar
y la empiezo a mear y me echo a reír
Sale de mi una agüita y amarilla cálida y tibia
Y baja por una tubería,
pasa por debajo de tu casa,
pasa por debajo de tu familia,
pasa por debajo de tu lugar de trabajo,
mi agüita amarilla, mi agüita amarilla...

Y llega a un río, la bebe el pastor,
la beben las vaquitas, riega los campos,
mi agüita amarilla, mi agüita amarilla....

Y baja al mar,
juega con los pececillos, juega con los calamares,
juega con las medusas y con las merluzas que tu te comes.

Mi agüita amarilla, mi agüita amarilla...
mi agüita amarilla, mi agüita amarilla...

El sol calienta mi agüita amarilla,
la pone a 100 grados, la manda para arriba,
viaja por el cielo, llega a tu ciudad y empieza a diluviar.
Moja a las calles, moja a tu padre,
Tu madre lava, lava con mi agüita amarilla...
moja el patio del colegio, moja el ayuntamiento...

-¡Dios! ¿De donde habéis aprendido esta canción? – decía Sofía.

-no lo sé, lo cantaban unos viejos hispanos, nos la aprendimos – decía Jennifer mientras terminaba de orinar.

En ese momento un coche lleno de jóvenes que iban a Boston les saludaban diciendo.

-¡limpiaros bien para recibirnos!

Las chicas se rieron mientras el coche se alejaba.

Sofía las miraba suspirando, pero luego sonrió, Jennifer era su mejor amiga, un poco loca, pero podía contar con ella para lo que fuera.

-creo que no nos presentamos formalmente, me llamo Daisy, la novia del pato Donald – decía riendo Daisy mientras se limpiaba con un pañuelo de papel.

-soy Sofía – decía la estudiante argentina.

-tienes unas buenas tetas, si consigo un tío ¿te apuntas a un trío? – decía Daisy.

La reacción de Sofía hizo que ambas estallaran de risa.

-tranquila Sofi, no te hará nada, ella es bisex, le gusta de todo, ¿nunca has probado a una mujer? – preguntaba Jennifer.

-¡noooo! – decía Sofía escandalizada.

La joven de ébano se acercaba a Sofía y juntaba sus pechos con los de ella.

-deberías probar, en esta vida hay que probar de todo ¿no crees? – decía Jennifer.

-y…y…yo…no sé…yo – decía Sofía dubitativa.

Jennifer se doblo las rodillas en un ataque de risa, Sofía no le gustó la broma.

Las tres subieron al coche y siguieron su camino a Boston.

-por cierto ¿Cuánto hace que no te la meten? – preguntaba Jennifer.

-¿a que viene eso? – preguntaba Sofía.

-desde que te conocí solo estudias y estudias, debes haber tenido un momento para crujir la cama – decía Jennifer.

-la ultima vez con mi novio, cuando dejé Argentina – decía Sofía nostálgica.

Jennifer paró el coche en seco, el frenazo fue tan brusco que el cinturón de seguridad la hace daño.

Acto seguido ambas féminas miraban a Sofía con extrañeza.

-¿Qué? – preguntaba Sofía incomoda.

-¿en los tres años que estas en los Estados unidos has estado acumulando telarañas? ¿Cómo has conseguido no volverte loca? – preguntaba Jennifer extrañada.

-¡masturbándome! ¡¿Acaso piensas que no siento deseos sexuales?! – decía Sofía en voz alta.

La mirada llena de duda de Jennifer la incomodaba.

-¡esto no puede ser! ¡Hoy vas a saborear carne americana 100% certificada! ¡Con denominación de origen! – decía Daisy con ganas.

-ya la has oído ¡allá vamos! – decía Jennifer mientras pisaba el acelerador.

Sofía se agarraba como podía rezando todo lo que sabia, con la esperanza de que no se estrellasen.

En cuanto llegaron a Boston, Daisy se quitó su camisa y se puso de pie, mostrando sus pechos a todos, los viejos la miraban sonriendo.

Los jóvenes aullaban animados.

Sofía, tenia una educación más recatada, se levantó para tapar los enormes pechos de Daisy con sus manos, pero los jóvenes aullaron más pensando que estaban enrollándose.

Cuando pararon, Sofía se dio cuenta de donde estaban sus manos, pero Daisy fue más rápida y agarró las manos de la argentina y las mantuvo en sus pechos mientras jadeaba escandalosamente.

-ohhh, siiii, sigue, sigue, ah, ah, AAAAHHHHHHHH.

En ese momento soltó las manos de Sofía y le dio un beso en su mejilla mientras le decía.

-has estado fantástica, mi amor.

Daisy reaccionó a tiempo para esquivar el golpe.

-Sofía ¿te has visto como vas vestida? – preguntaba Jennifer.

Sofía tenía una falda que le llegaba a las rodillas, una camisa blanca y unos calcetines negros con mocasines.

-como me ponen las colegialas – decía Daisy, que iba "vestida con una camiseta corta que apenas cubría sus pechos, dejando ver la parte baja de sus senos y un pantalón corto con roturas, su calzado eran unos zapatos deportivos.

Jennifer llevaba una camisa negra con un mensaje que rezaba "I have suck 28 cm, do you help me to overcome my record?"

Llevaba una falda con medias y unas botas.

Entraron en un bar y empezaron a brindar por su último año de esfuerzo.

-¿Qué aras cuando vuelvas a argentina? – decía Jennifer.

-seré investigadora, siento que debo combatir las enfermedades genéticas – decía Sofía.

Pero Daisy la interrumpió diciéndole.

-¡NO DIGAS CHORRADAS! IRAS A VER A TU NOVIO Y SE LA CHUPARAS HASTA BEBER TANTA LECHE QUE NO TENDRAS OSTEOPOROSIS EN TU VIDA.

-b-bueno, eso también – decía Sofía sonrojada.

En cuanto trajeron las cervezas, las tres brindaron al grito de.

-¡viva harvard!

Las tres bebieron de un trago, después de un rato charlando y riendo, se fueron a una discoteca y allí bebieron.

Sofía sentía que el alcohol le subía a la cabeza.

Cuando salieron a bailar, Sofía sentía que perdía el equilibrio debido a las copas de más, pero Sofía se puso detrás de ella para sostenerla.

Daisy pensaba que era un juego y se puso delante de Sofía, moviendo sus pechos delante de ella.

Jennifer iba a sacarla de su equivocación, pero cuando los chicos las miraban animándolas, agarró a Sofía por las caderas y restregaba sus senos por la espalda de la argentina.

Sofía, parecía extasiada, el alcohol al parecer la había excitado un poco, pero los sensuales movimientos de sus amigas que bailaban con ella la animaban a soltarse más.

Jennifer y Daisy se abrazaron a Sofía y se movieron sensualmente, como si la penetraran doblemente a su ebria amiga.

Ambas también se estaban excitando, las jóvenes mordían y besaban el cuello y las orejas de Sofía.

Daisy apretó sus pechos con los de Sofía y le dio un beso de tornillo con toda la pasión que tenia.

Jennifer, excitada, desabrochaba la camisa de Sofía, dejando a descubierto un sujetador rosa, para luego acariciar los pechos de su amiga con sus manos de ébano.

Daisy le hizo una señal y Jennifer lo comprendió, las tres fueron a un reservado.

Era una habitación cubierta por una cortina, había una cama redonda donde tumbaron a Sofía.

Daisy mordía el cierre del sujetador de Sofía, que se abría por delante, liberando sus pechos, unos pechos medianos con pecas en todo el busto, sus pezones eran pequeños, pero erectos.

Sus amigas, bajo los efectos del alcohol, se excitaron ante esa visión y se quitaron sus camisas.

Jennifer tenía sus pechos negros con unos pezones medianos y duros, quería lamer los pechos de Sofía.

Pero Daisy besó los labios de Jennifer, mientras ambas se besaban, los pechos de Daisy acariciaban el pecho derecho de Sofía, mientras que los pechos de Jennifer acariciaban el izquierdo.

-mmmm, mmmmm – decía Sofía mientras la acariciaban.

Daisy susurró al oído de Jennifer.

-despiértala con un beso, yo le haré "mi especialidad".

Jennifer incorporó a Sofía y le hizo un beso de tornillo mientras que Daisy se colocó dentro de la falda de Sofía, lentamente bajaba las bragas rosas de la joven pecosa y empezó a lamer su concha.

Sofía empezaba a sentir placer, respondió besando con pasión a Jennifer.

Ante esa pasión, Jennifer acariciaba los pechos de Sofía con dulzura.

Sofía era muy sensible en los pechos, de hecho bastaba para que gritara de placer, abrazó a su compañera de color con más fuerza, besándola con más pasión.

Sofía sentía como un violento orgasmo la poseía, dejándola sin fuerzas.

Jennifer se liberó del abrazo de Sofía, recuperando la respiración, Daisy salía de la falda de la joven, relamiéndose de placer.

-cielos, casi me ahoga y parecía mojigata – decía Jennifer recuperando el aliento.

Daisy besó a Jennifer con un beso de tornillo, tomando la por sorpresa y luego le dijo.

-tiene un sabor delicioso.

Jennifer saboreaba el néctar que Daisy le había pasado a su boca, incorporaron a Sofía que difícilmente se mantenía en pie.

Ella las acariciaba con dulzura, sus jóvenes manos bajaron hasta llegar a los pantalones de sus amigas, las cuales con una habilidad inusual en su estado, las desabrochó.

Los pantalones recorrieron las piernas de ambas féminas y los dedos de Sofía, acariciaban las conchas de ellas.

Sus amigas empezaban a besarla y a lamerla, a medida que Sofía movía más los dedos, más se excitaban sus amigas y más la acariciaban.

Las dos mordisquearon los pechos de Sofía, la cual jadeaba con fuerza mientras masturbaba con fuerza a sus amigas.

Las tres se movían con pasión y fuerza, sus cuerpos empezaban humedecerse por el sudor provocado por la pasión incontrolada que llevaban hasta que las tres gritaron a la vez.

Las tres jadeaban en la cama, abrazadas, recuperando el aliento.

Jennifer y Daisy, al recuperarse querían seguir, pero al ver a Sofía durmiendo, se miraron y rieron.

Se vistieron y vistieron a Sofía, la llevaron al coche y volvieron a Harvard.

-oye Daisy, estoy algo arrepentida, me siento como si la hubiera violado – decía tristemente Jennifer.

-¿acaso se ha quejado? – Preguntaba Daisy – ya veras que mañana no se acuerda de nada.

Jennifer asintió con la cabeza, cuando llegaron, agarraron a Sofía y la llevaron a su habitación y la depositaron en su cama.

Jennifer, al verla dulcemente dormida, no pudo evitar la tentación de darle un beso de tornillo, antes de dejarla.

A la mañana siguiente, Sofía estaba preocupada Jennifer y Daisy pensaban que sabía algo hasta que dijo.

-chicas, tengo que deciros algo, sobre lo de ayer, creo que me ligue con dos tíos macizorros, pero lo hice sin protección, y, oh Dios ¿qué haré si me he quedado embarazada?

Las dos chicas se miraron y contuvieron una sonrisa, le dieron palabras de animo, poco después salieron a por un predictor, un predictor que salió negativo.

Sofía estuvo tan contenta que abrazó a las chicas con fuerza, sus amigas también la abrazaron, recordando el olor de aquella noche.

En el presente.

-bueno señores, he de irme, mañana he de ir a la Guayana francesa para prepararme para ir al espacio - decía Sofía despidiéndose.

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