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Iniciación

en No Consentido

¡Por fin! Pilar y yo casi hemos entrado en la banda, ahora no tenemos que preocuparnos por privaciones, de chicos que nos persigan para violarnos, de meternos en cajas de cartón para dormir, ahora tendremos comida, seguridad y alojamiento.

Recuerdo cuando mis padres me abandonaron, tenia ocho años, había gastado un poco de dinero que conseguí en la mendicidad para comprarme una hamburguesa, estaba hambrienta, mis padres se enfadaron, me pegaron, me dijeron que era basura, tal vez tenían razón, esas inyecciones que se compraban que llamaban heroína, tal vez sea una medicina, ya que ellos parecían más y más enfermos.

Conocí a Pilar a los diez años, hace cuatro años, era seis años mayor que yo, pero era la única que me hablaba.

Me daba igual si me ofrecía a viejos ricos, para un dinero, si me echaba las culpas a mi, si se gastaba el dinero que ganábamos alquilando mi cuerpo en caprichos suyos, al menos ella no me pegaba, al menos ella me hablaba.

Hasta que conocimos a la jefa, ella se apiado de nosotras, nos dio un refugio, nos dio comida, que vestir ¡hasta nos enseñó a pelear! Pero estaba claro que éramos pandilleras de segunda, oficialmente no estábamos en la banda, necesitábamos pasar una prueba.

La prueba era coger el cuchillo del jefe de la banda rival, una banda de chicos, nos colamos en su guarida por la noche, una cuartel militar abandonado.

Al llegar, amparadas por la noche sin luna, oí los más sonoros ronquidos que escuché jamás y cuando entramos fue peor, chicos sin pantalones, hedor a sudor, pedos nocturnos ¡ecs! Casi mejor me hago lesbiana.

Entramos en una habitación apartada, ahí estaba el líder de la banda, se notaba porque en vez de dormir en sucios colchones y tablones, el dormía en una hermosa cama doble, posiblemente robada, tenia la mejor comida, me acerqué a su líder, ¡era guapísimo! Musculoso, atlético, largos cabellos rojos, unos labios apetecibles y ¡dos chicas dormían a su lado! Eran realmente hermosas, mientras que yo estaba sucia y despeinada.

Mis ojos observaron el cuchillo que había colgado, ¡que hermoso era! Su filo brillaba como la luna y su mango carmesí estaba decorado con dibujos hermosos, cuando iba a agarrarlo, un sonido me alertó ¡era Pilar! En vez de ayudarme registraba los cajones en busca de cosas valiosas, pero una voz hizo que fuera aún peor.

-buenas noches chicas ¿intentando coger lo que no es vuestro?

¡Era el líder! ¡Se había despertado! Antes de que pudiésemos hacer nada, el tocó un silbato, todos los de su banda se presentaron y nos cogieron.

Agarradas por todos lados, el jefe nos cogió de la barbilla y nos dijo.

-vaya vaya vaya, que yo sepa no pedí más putas, estáis sucias, ¡lavadlas!

Nos llevaron a una habitación, nos ataron con las manos en el techo, esas miradas, esas miradas de deseo nos aterraban, varias manos acariciaban nuestros cuerpos por encima de nuestras ropas, nuestros pechos, nuestros culos, nuestras intimidades, nos olían, nos lamían, ¡me ponía enferma!

Lo peor fue cuando arrancaron nuestras ropas, sin piedad, sin pudor, miraron con una sonrisa nuestros cuerpos desnudos no podía evitar llorar.

Entonces una manguera a alta presión nos golpeó el cuerpo, el agua, me hacia daño, no paraba de gritar, no paraba de llorar, pero lo que más me dolían eran las risas de aquellos chicos, me sentía tan impotente, era un juguete para ellos.

Primero bajaron a Pilar, la cogieron por los pies y la arrastraron, acto seguido me bajaron a mi.

-que hermosa pez nos va a chupar el "anzuelo" – decían riéndose.

Pero esta pez aun podía dar coletazos, le patee la entrepierna al que me iba a agarrar y le arrebate su cuchillo, estaba débil, dolida, pero no podía dejar que me cogieran.

-¡no quiero hacer daño a nadie! ¡Solo queremos irnos! ¡Tú! ¡No te acerques más!

Unos aplausos solitarios se acercaban.

Era el jefe de esa banda, me aplaudía, no mostraba miedo, es más, tenía una sonrisa socarrona.

-hacia tiempo que no encontraba una gatita con unas buenas garras, vaya pechos, vaya carita, se ve que el baño te sentó bien.

-¡no te acerques! – le amenacé.

Intenté apuñalarle pero el me esquivó, me golpeó en el estomago y quedé inconsciente.

Los gritos de Pilar me despertaron, gritaba como una posesa, pero no sabia donde estaba.

-hola princesa ¿has dormido bien? – decía el líder de la banda que me miraba.

Estaba atada en una mesa de ginecólogo, abierta de piernas, el tenia el cuchillo que buscaba.

-princesa, no quiero ser violento, sobretodo con una tan bonita como tu, podría perdonarte la vida, es más, me has gustado tanto que te haré mi concubina, serás solo para mi, te protegeré, te cuidaré y tu a cambio me obedecerás y me darás placer, pero solo quiero una cosa, ¿dónde esta la guarida de tu banda?.

Le escupí en la cara, ¿cómo iba a traicionar a mi jefa? Ella me dio de comer, un techo donde dormir, me protegía de todo, no iba a corresponderla con la traición.

Vi como se limpiaba mi escupitajo y lo metió en la boca, saboreándolo.

-creo que no te he dicho las consecuencias de no decírmelo.

Se me acercó al oído y me susurro.

-te haremos madre entre todos.

Eso me encogió el corazón, que tentada estaba de decírselo, empezaba a llorar, pero le dije no, sentía que eso era un error, pero dije no.

La mano de ese cabrón me estaba tocando la intimidad, no mostré ningún signo de desesperación o placer por no darle gusto, entonces algo empezó a cubrir mi vello pubico ¡crema de afeitar! ¡Me iba a afeitar la intimidad!

-sabes, tienes valor, si fueses chico sin duda te obligaría a entrar en mi banda, pero eres una chica preciosa, lastima que no seas virgen, me habría encantado ser el primero en follarte hasta el amanecer, pero, eres de la banda rival, primero te follaré yo, me correré dentro de todos tus agujeros y después dejaré lo que quede de ti a mis chicos, te follaran hasta la muerte – decía el líder mientras me afeitaba.

-que te follen – decía con voz débil.

-eso es lo que te haré, por cierto, si muestras resistencia, haré que le arranquen los ojos a tu amiga, si no la muestras, solo la follaran y se irá a casa – decía el líder.

Esas palabras me horrorizaron, mi amiga ciega, no podía permitirlo, me dejé hacer, me quedé quieta mientras ese cerdo me afeitaba, temblaba de miedo, como la primera vez que lo hice con ese camello para que Pilar consiguiese cocaína.

-mmmm que bonito te esta quedando el conejito – me decía el puerco.

Cuando terminó de afeitarme me dio un beso en la zona afeitada, luego la olió y ¡me metió la lengua dentro! No podía imaginar lo humillada que me sentía cuando me metió su lengua, saboreándome, penetrándome, entrando más y más dentro de mi, sentía gusto, si, pero me sentía usada, humillada, como una vulgar muñeca.

Pero lo más humillante estaba por llegar.

Empecé a jadear, a sudar, a temblar, sentí algo que nunca sentí antes, sentí algo muy intenso.

Había llegado al orgasmo.

Fue lindo, pero era como decirle a ese puerco gracias por violarme, mientras yo jadeaba, el se levantó y me dio un beso en la boca

Inmediatamente algo duro y grueso me entró, era calido, palpitante, intenté darle placer para que acabase pronto y nos fuéramos, le envolví con mi lengua lo mejor que pude.

-joder, puta, eres la mejor chupapollas que he conocido jamás, creo que me correré dentro de tu boquita.

Asi hizo, no pude contener toda su leche en mi boca, me la tuve que tragar, me sentía tan, tan, no puedo describirlo, pero no podía parar de llorar.

Fue entonces cuando sucedió.

Se puso encima de mí, me la metió sin piedad, pero estaba tan húmeda que entro sin problemas, no podía mirarle a la cara, pero me obligó, si, era hermoso su rostro, jadeando, mirándome con vicio.

Me dejé hacer, disfruté con el, ¿qué podía hacer? Nada, además era tan guapo, nunca estuve con un hombre tan guapo como el y tal vez nunca lo estaría.

A pesar de eso, en el fondo, me sentí mal, como una mierda, como algo que pisotean si piedad.

Los bombeos eran muy ricos, jadeaba dejando vencer a mi violador, jadeaba y lloraba a la vez.

El lanzó un grito contenido, sentí su calor viscoso abandonar su cuerpo y entrando en el mió, cayó encima mía, jadeando, recobrando fuerzas.

Pensaba que había terminado mientras me soltaba.

Que equivocada estaba.

Me volteó y saboreaba mi ano con su lengua, lo escupía, ignoraba entonces para que.

En ese momento me penetró en el culo, me costaba recibir su ser dentro de mi recto, me dolía como si me empalasen, supongo que eso era lo que hacia, me movía de tal manera que le era difícil seguir, pero el me tiró de mis cabellos, me tiró con fuerza, cada centímetro que me penetraba era un infierno para mi, cada grito que pegaba lo pagaba con un tirón en mis cabellos.

Dios, que alguien me despierte, esta pesadilla parece no tener fin.

Cuando sentí su semen llenándome las entrañas me sentí aliviada, podía descansar de tanto sufrir.

El llamó a sus hombres ellos me agarraron magreándome, llevándome a un sitio lejano.

Me ataron en forma de X junto a mi amiga, pero no a una cama, sino ¡a las vías del tren!

-dentro de dos horas saldrá un tren, pasará por aquí, arrollándoos, pero antes os gozaremos la ultima vez, a no ser, que me contéis donde esta vuestra puta jefa – decía el jefe de la banda.

-¡yo no se nada! ¡Ella lo sabe! ¡Es a ella a la que tenéis que torturar! – decía Pilar.

¡Que golpe más cruel! Mi amiga me estaba vendiendo para salvarse ella, ojala nunca la hubiera conocido.

-bien, chicos, poneos las gomas, que ya marqué a esa hembra y quiero que mi semilla crezca – decía el líder señalándome a mi.

Ellos obedecieron, se quitaron la ropa, se pusieron los preservativos, se acercaban como animales hambrientos.

-¡hoy vas a gritar! ¡Puerca! – decía mi primer violador.

-¡como me muerdas te rompo los dientes! – decía uno que me la metía en la boca.

-mmm que melocotones tan ricos – decía uno que me mordía mis pechos.

Eran unas decenas los miembros de la banda, pero me parecían miles, manos y pollas invadiéndonos a las dos, el apestoso aliento dándome a la cara, las callosas manos lastimando mis senos, esas viscosas lenguas lamiendo hasta partes desconocidas de mi cuerpo.

Mi "amiga" Pilar gritaba como una posesa, culpándome de lo que sucedía, en cierto modo me alegraba de que esa falsa amiga tuviera lo suyo, en cuanto una polla se saciaba de mi conejito o mi boca, otra la sustituya, ya no lloraba, no iba a darles a esos bastardos ese gusto.

El ultimo que me violo era un tío gordo ¡debía pesar 180 kilos! Se puso encima de mí y me penetró con fuerza, su barriga me aprisionaba, me aplastaba y ese babeo me caía en la cara ¡que asco!

En cuanto esa ballena terminó el líder puso su bota en mis pechos, oprimiéndolos.

-¡hablaras o morirás! ¡Decide!.

Mi mente retrocedió hacia los días que estuve con la jefa, ¡que días más felices! Nunca estuve tan a salvo, nunca estuve tan protegida, en ese momento supe que ella y su banda, era lo único que podía llamar, familia.

-j-jefa, os pido, que al menos, m-me dejéis v-vivir en vuestros recuerdos – decía débilmente.

-no solo en mis recuerdos, sino en mi familia, ¡bienvenida! – decía la voz de mi jefa.

Levanté la cabeza y vi a mi jefa, tan hermosa, tan poderosa, sentía ganas de arrodillarme ante ella.

Los hombres me soltaron, pero mi primer impulso es arrebatarles un cuchillo y coger al jefe y ponérselo en el cuello.

-¡atrás! dejadnos salir a las tres – decía.

Pero mi jefa me desarmó ¿por qué?

-Este es mi hermano, ambos somos aliados, esto no es más que una prueba – decía mi jefa.

¡Una prueba!

-no puedo dejar pasar a todo el mundo, necesito chicas con ovarios, chicas leales, chicas, como tu – decía la jefa dedicándome una dulce mirada.

Me parecía que podía volar ¡había entrado en la banda! ¡La felicidad me sonreía! Pero Pilar estaba atada y el tren a punto de pasar.

-¡eh! ¡Soltadme coño! Que noto las vías temblar – decía Pilar.

La jefa le dedicó una mirada de odio.

-¿soltarte? ¿Bromeas? ¡No solo me has vendido sino también a tu amiga! ¡Solo te importas tú! Ese tipo de gente me da ganas de vomitar.

Ella gritó, suplicó, sentí pena por ella, pero la jefa me obligó a ver, a ver como el tren le pasaba por encima a ver como moría.

Nos fuimos del lugar, pero escuche lo que le decía el líder masculino a mi jefa.

-esa chica es la mejor que has reclutado, solo que tiene un fallo, no nació chico, así que no puede estar en mi banda.

-deberás disculparte por lo que le hiciste, te pasaste – decía la jefa.

Pero yo fui al lado de la pareja y susurré al líder masculino algo que me esta dando vergüenza todavía.

-puedes usarme siempre que quieras, pero el precio que que yo también te usaré siempre que me plazca.

Después me fui corriendo roja como un tomate.

-¿Qué te dijo? – preguntó la jefa.

El líder masculino solo dijo.

-me acabo de enamorar de tu recluta.

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