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La mujer del gordo

en Hetero: Infidelidad

Sandra limpiaba la casa, una mujer hermosa de cuarenta años, con sus cabellos castaños recogidos en un moño, una hermosa figura y largas piernas.

-¡Sandra! ¡tráeme una cerveza! – gritaba su marido.

La pobre mujer se sentía triste, no era maltratada, ni era insultada, pero su marido cambió desde hace unos años, el era informático y trabajaba desde casa, pero ella le suplicaba que fuese a una oficina a trabajar, a ser posible sin recurrir el coche, pero el decía que prefiere estar más tiempo con la familia, después vinieron la comida basura, la postura perfecta.

Al llegar a la sala, vio a su marido, ¡pesaba 300 kilos! Parecía una masa de pan con extremidades, desde hace unos años que estaba "vegetando" en el sofá, no podía levantarse por si mismo y nadie tenia la fuerza para levantarlo del sofá.

Pero lo que ella de verdad echaba en falta era el sexo, ni siquiera podía hacer sexo oral, tenia que buscársela entre los michelines, era posible que ya no existiera su pene.

Cuando veía su foto de boda, preguntaba ¿dónde esta ese hombre de fuertes brazos que me lanzaba a la cama? ¿dónde está ese hombre que me desnudaba con pasión y me calentaba en aquellas noches?.

Lo peor de todo es que fantaseaba con su hijo Carlos, en su 18 cumpleaños el les mostró su auto regalo por haber ingresado en la universidad.

Un tatuaje de un Halcón en su torso musculoso, Sandra solo vio el torso de su hijo y se encerró a masturbarse, se sintió culpable durante dos semanas.

Hoy volvía su hijo de vacaciones, estaba en Oxford, la universidad era cara pero ella sentía que el sacrificio valía la pena, se sentía tan orgullosa de el.

Pero la razón principal era que no quería tomarle, era su hijo, no su amante.

Se había esforzado en la comida, dijo que venia un compañero de clase de vacaciones, tapó la sala lo mejor que pudo, no quería que viesen a su marido, no quería que todos se riesen de su hijo por lo de su padre.

Se duchó y se arregló, se puso su mejor vestido, cuando oyó el timbre, fue a abrir la puerta.

Ahí estaba su hijo, sonriente, ¡como le recordaba a su marido de joven! Se dieron dos besos discretos en las mejillas.

-mama, quiero presentarte a Tom, es mi compañero de habitación – decía su hijo.

Tom era un chico de color, muy musculoso al ser del equipo de rugby de la universidad, tenia unas facciones muy atractivas y una hermosa sonrisa, Sandra se ruborizó al verle.

Iba a darle los dos besos, pero Tom la abrazó con fuerza, sintió como sus pechos se apretaban contra el poderoso torso del joven.

-perdónale, es muy pasional – decía Carlos.

-no te preocupes – decía Sandra quitándole importancia, pero en realidad echaba de menos esa sensación.

Cuando llegaron a la sala, Carlos presentó a su padre bajo la mirada temerosa de Sandra, Tom intentaba convencer al marido de Sandra que debería hacer más ejercicio, pero el marido de Sandra decía que lo único que necesita es el cerebro y las manos para manejar el ordenador.

Todos comieron en la sala, Sandra estaba avergonzada por que Tom había visto a su marido, pero cuando terminaron y salieron su hijo le dijo que Tom lo sabe y no le dio importancia.

Sandra, más tranquila, fue a lavar los platos, se sintió aliviada hasta que dos manos negras agarraron las suyas.

-Carlos me dijo que eras masajista hasta que tuviste que dejarlo para cuidar de tu marido, no deberías lavar con ese jabón, se te estropearían esas hermosas manos – decía Tom.

Sandra no tenia palabras, notaba como el bulto de Tom acariciaba su culo, se debatía entre el miedo y el éxtasis.

-Carlos me enseñó una foto vuestra, cielos, eres más hermosa al natural, ese olor tan delicioso, ese tacto tan adictivo – decía Tom cuyas manos no paraban de acariciar las manos de Sandra, la cual, sentía ese bulto más y más grande.

-p-por favor, soy una mujer casada – decía Sandra.

-¿cuánto hace que no sientes un hombre dentro de ti? – preguntaba Tom.

-d-diez años - decía avergonzada Sandra.

-Demasiado tiempo para una belleza como tu – decía Tom que abandonaba las manos de Sandra para posarlas en sus senos.

-p-por favor, n-no sigas – decía Sandra derritiéndose de placer.

Oyeron ambos como Carlos venia y Tom dejó de tocarla para ayudarla a lavar los platos, Carlos le dijo que le acompañara para enseñarle la casa, Tom le acompaño dejando a Sandra, la cual, se tocó sus pechos, unas poderosas manos agarrándoselos como si fueran tesoros, ese calor lleno de deseo.

Se abofeteó la cara para dejar de pensar, ella estaba casada, juró ser fiel, pero tenia tanto deseo.

Al caer la noche, se fueron a dormir, Carlos y Tom durmieron en la cama de matrimonio, Sandra durmió en la habitación de su hijo, no quería estar con su apuesto vástago y menos con Tom, pero el deseo la impedía dormir, decidió levantarse para ir a ver a su marido.

Al verlo dormido en su sofá, sintió como una arcada, parecía una masa de carne que respiraba, pero tenia que descargar su tensión sexual.

-Cariño ¿estas despierto? – preguntaba de forma sugerente Sandra mientras caminaba contoneando su cuerpo.

Su marido no despertaba, decidió despertarlo con sexo oral.

Le costó horrores levantar su panza, buscaba entre sus carnes esa vara del amor hasta que olfateó una cosa.

¡se había cagado encima!.

Sandra, asqueada, se alejó de el, mañana le cambiaria, ni siquiera podía ir al baño por su excesivo peso, fue a la cocina y se preparó un vaso de leche caliente.

-¿tu tampoco puedes dormirte? – preguntaba Tom.

Sandra vio a Tom, ¡que musculoso es! Solo estaba vestido con unos calzoncillos, tuvo que apartar la vista para evitar caer en la tentación.

-puede que te disguste mi cuerpo, pero a mi me encanta el tuyo – decía Tom.

-n-no es que me disguste, al contrario, pero... – decía Sandra.

Tom agarró a Sandra por la barbilla y le dijo.

-si te gusta, mira cuanto quieras, mira hasta que se gaste, no solo eso – dijo Tom agarrando la mano de Sandra y poniéndola en sus pectorales – toca, toca lo que quieras.

Sandra temblaba, sentía que hacia algo mal, pero no podía apartar sus manos, quería mas.

Tom agarró el tazón de leche y pegó un largo sorbo, luego besó con ganas a Sandra, la cual sentía como la leche de la boca de Tom, pasaba hacia la suya, la leche salía por su boca, resbalando por su cuello y recorriendo entre los pechos.

Se sentía, feliz.

-vaya, te he ensuciado, déjame limpiarte – decía Tom mientras desvestía lentamente las ropas de Sandra.

Su escaso pijama abandonaba el cuerpo de la madre, Tom contempló con ganas ese hermoso cuerpo, Sandra, instintivamente se tapó como pudo, sentía como su joven amante la devoraba con los ojos.

Tom, agarró las manos de Sandra y empezó a lamer la leche que tenia en el cuerpo, Sandra no tenia fuerzas, se dejó hacer, notaba como le lamia los pechos con dulzura y pasión, como le mordisqueaba los pezones mientras sus poderosas manos acariciaban sus caderas.

La lengua recorría el ombligo mientras sus manos agarraban las nalgas de Sandra con fuerza.

-cuando estemos a solas, aprovecharé para afeitarte – decía Tom acariciando el vello púbico de Sandra.

Antes de que ella dijese nada, sintió como le lamia el clítoris, como era saboreada por su amante, ya no podía pensar, el placer nublaba su cerebro, ¿cuánto hacia que no sentía eso?.

Sentía como esa lengua exploraba su interior, como entraba sin ningún tipo de resistencia y recorría su ser, no tardó en llegar al clímax.

Tom, se levantó y besó a Sandra mientras decía.

-dulces sueños, princesa.

Pero Sandra lo detuvo.

-aún no me he tomado la leche – dijo Sandra acariciando el bulto de Tom.

La madre se puso de rodillas y descubrió la vara de Tom, era enorme, tan dura, tan palpitante, tan caliente que hasta daba miedo, puso aquel monstruo entre sus pechos y empezó a moverlos con ganas.

Tom le correspondió acariciando los cabellos de Sandra , la cual, reaccionó lamiendo el glande con su lengua mientras seguía pajeando con sus pechos.

Tom no había sentido tanto placer en su vida, no tardó en eyacular en la boca de Sandra, la cual, bebió la simiente como si fuera lo más delicioso del mundo.

Tom tuvo que apoyarse para no caer debido a que le temblaban las piernas, se puso de rodillas y besó la boca de Sandra aún llena de su semen.

-ya nos volveremos a ver, encanto – decía Tom sonriente.

Sandra se vistió como pudo y se dirigió a la cama, allá empezó a llorar, había sido infiel, había traicionado a su marido, se sentía sucia y indigna, entre lagrimas de arrepentimiento concilió el sueño.

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