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El retiro (5)

en Grandes Series

Antes eramos pocos hombres, ahora quedábamos menos, al parecer el musculoso homosexual les había asustado proponiéndoles pasar un buen rato, sonreí ante eso, nunca me gustaron esos tipos.

Esa noche, Sor Desiré me fue a visitar, cada dia que la veía la encontraba más hermosa, se tumbó al lado mio y empezó a lamerme la oreja mientras sus pechos acariciaban mi torso, sus manos acariciaban con suavidad mi verga hambrienta de hembra, besé esos esquisitos labios, nuestras lenguas juguetearon dentro de nuestras bocas, ella bajó por mi pecho besándolo, siguió bajando hasta llegar a la verga, la chupó con ganas mientras acariciaba la cabeza de Sor Desiré.

Pero cuando iba a entrar en el punto de no retorno ella paró diciéndome.

-Necesito que hagas algo por mi, Manuel, está muy solo ¿podrias ir a su celda a atenderlo?.

¡joder! ¡esa mierda no se hace! No pude más que aceptar ¿Qué queríais? Ella al oir mi respuesta sonrió y se aplicó más en la mamada hasta que por fin eyaculé en su boca de seda, ella bebía mi simiente con ganas y se fue no sin antes decirme donde estaba la celda.

Yo fui, si, sentía como mi culo me suplicaba que no fuera, pero ¿podria vivir sin las mamadas de Sor Desiré? ¡ni de coña!.

Llame a la puerta y se presentó el, un hombre musculoso, pelirrojo, sus ojos verdes se clavaron en los mios.

-¿p-puedo pasar? – decía nervioso.

-adelante – me respondió.

Entré temblando, el lo notaba.

-¿te envió Sor Desiré? Le dije que no hacia falta que se preocupara, ponte comodo, no pienso hacerte nada – decía Manuel.

Me senté, algo aliviado, pero le notaba triste y algo desanimado.

-¿no hay más gays por aquí? – le pregunté.

-no, coincidía con las fiestas del orgullo gay, fui el único que he venido, y eso que se lo propuse a mi novio – me decía Manuel.

Lo decía en una mezcla de hastió y tristeza, pero me impresionaba el cuerpo que tenia, era como un dios.

-¿nunca has estado con una mujer? – le pregunté.

-ser gay no es una opción, lo eres o no lo eres – me respondió.

Se hizo un silencio largo.

-¿esos músculos? ¿son de verdad? – dije para romper el silencio.

-si, producto de machacarme en el gimnasio como un hijoputa y ¡coño! ¡es la hora! – se interrumpió Manuel cuando sonó un pitido.

El pelirrojo sacó un ordenador portátil y lo configuró para mostrar el mundial.

¡¿PERO COMO COJONES SE ME HA OLVIDADO A MI?! ¡A MI! ¡¿COMO COÑO SE ME OLVIDÓ DE ESO?!

Me puse junto a el a ver el partido, el me ofreció una cerveza, cosa que acepté, veíamos el partido con atención, hubo momentos muy tensos, pero cuando ganamos en el ultimo minuto, gritamos de euforia y Manuel me besó en la boca.

Yo me quedé petrificado, pero cuando Manuel se dio cuenta, se separó y se disculpó, en ese momento me dije.

-¡¿que cojones?!

Está vez el sorprendido era Manuel que no pudo evitar que le besase en la boca, la verdad es que sabia a cerveza (8 latas cada uno nos bebimos) sus brazos rodeaban mi cuerpo como los mios rodeaban el suyo, pero no sabia que hacer, nunca lo había hecho con un tio.

El presentia mi problema, se acercó a mi oído y me preguntó si era activo o pasivo.

No entendía lo que quería decir.

-activo es que te gusta penetrar, pasivo, que te gusta ser penetrado – me dijo.

-¿tu como te gusta? – le pregunté tímidamente.

-me gusta las dos cosas, si quieres lanzó una moneda – me dijo Manuel.

-podria probar las dos cosas – dije sin creerme lo que estaba diciendo.

El me sonrió, me besó con ganas, sus labios bajaron por mi cuello y luego me mordizqueó el hombro derecho, despertándome un placer inesperado, el lo notó y siguió mordizqueandome en los hombros.

Sus labios pasaron por mis pezones, nunca sentí tanto placer, abracé su cabeza como intentando aguantar la intensa sensación que me invadía.

-¿te gusta? – me preguntó Manuel.

Le respondí afirmativamente con la cabeza, el me sonrió y lentamente bajó hacia mi vigor, lamió con suavidad mi glande mientras acariciaba mis testículos, su lengua recorrió el tronco de mi polla despertando placeres insospechados mientras con sus dedos me penetraba el ano.

La sensación de tener sus dedos dentro de mi no me gustaba, pero no quería estropearle el momento, además, la mamaba tan bien.

Su boca engullió mi verga y chupó con suavidad y con habilidad, yo me mordí la mano del placer que sentía, un placer que me asustaba porque me hacía pensar que era gay, no solo sabia mover el cuello, sino que su lengua me la lamia dentro de su boca, tanto que tenia ganas de correrme, quise avisarle, pero fue tarde.

Descargé mi simiente dentro de su boca, a el no le parecía desagradarle, pero no paraba de pedirle perdón por no avisarle.

El con una sonrisa me besó en los labios, sentía el sabor de mi propio semen, lo empujé algo asqueado, el solo se reia.

-se nota que eres hetero, ¿te ha gustado lo que te hice? – me preguntó.

Yo afirmé afirmativamente, solo esperaba que no pensase en cosas raras.

El me puso un preservativo y entramos en la cama, se tumbó boca abajo mientras yo le abrazaba por detrás, lentamente empecé a metérsela mientras el acariciaba mis cabellos.

Bombeaba despacio, el me sonreía mientras le penetraba, extrañamente me estaba empezando a gustar esto, bombee cada vez más deprisa, los jadeos de mi amante también aumentaban hasta que llegamos los dos al unisono.

Agotados, con nuestros cuerpos empapados en sudor nos miramos ¿amorosamente? Sentí miedo por el motivo de que podría ser gay, pero el me cerró los ojos con sus dedos y ambos nos dormimos.

Pero al despertar, ambos vimos espantados a sor Desiré.

Llevaba en una mano el ordenador y en la otra las latas de cerveza.

-pobres almas ¿acaso ignorais que en este sagrado monasterio están prohibidas las retransmisiones y el alcohol?, me llevaré estos objetos pecaminosos que solo recuperareis al terminar el retiro.

Y se fue llevándose aquellos maravillosos objetos, Manuel, me miró horrorizado y me dijo.

-¡por favor! ¡dime que sabes destilar cervezas!

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