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Turnos de dominación (reunión)

en Dominación

Esta historia no es mia totalmente, es idea de un usuario llamado amante secreto

Espero superar tus expectativas ;)

 

-¿qué me falta?, a ver, esposas, cuerdas, pañuelos de seda, un disfraz de sirvienta, ropa interior comestible, correas y collares – decía Juan a si mismo mientras subía por el piso a su ascensor.

Había ganado una apuesta con su mujer, solían apostar una vez a la semana, pero no apostaban dinero.

Apostaban deseos

Ella solía ganar ese tipo de apuestas, solía pedir un fin de semana en la playa, una poesía, que la acompañase a un centro comercial (durante 10 horas).

Pero ahora el ganó, no se quejaba de su vida sexual, pero tenia sus fantasías, soñaba con hacer de su mujer una esclava.

Ana, su mujer, una joven de 25 años de cabellos pelirrojos y ojos verdes, de complexión delgada y pechos medianos tipo manzana, siempre había sido una mujer orgullosa, de hecho era simpatizante de una ONG que luchaba para erradicar el machismo, así que como bien veréis, no le hacia ninguna gracia la fantasía.

Ana le propuso otras cosas, como llevarle a una sala de masaje tailandesa, filmar una peli porno casera e incluso dejarse sodomizar.

Nada sirvió, axial que se pasó los días en su trabajo pensando en evitar ese deseo y encima seria un fin de semana de cuatro días, ¡cuatro días como una esclava! Ana no soportaba esa idea.

-bien cariño, ¿lista para un fin de semana inolvidable? – decía Juan sonriente

ella no respondía, pero sonó el teléfono, Ana lo recogió

-¿dígame? – dijo Ana.

-¡hola! ¿Quién es la hermanita más preciosa que hay en la familia? – dijo una voz masculina.

-Tomás, no te andes con rodeos ¿qué quieres? – respondió Ana sospechando.

Tomas era el hermano menor de Ana, un hombre de 22 años, de complexión atlética, era pelirrojo con un ojo azul y otro verde, perilla igual de roja, tenía un piercing en el labio inferior, el mismo carácter que un adolescente juerguista.

-jajaja, me has pillado, verás, ¿recuerdas mi vecino de arriba? El viejo, tenía el síndrome de Diógenes y acumuló un montón de basura, los exterminadores van a fumigar el edificio entero durante este fin de semana y pensé ¿podría la más linda y simpática de todas las hermanas mayores ayudarme en los problemas de alojamiento? – dijo Tomás.

Ana no le gustaba el carácter de Tomás, pero miró a Juan y con una sonrisa le dijo.

-¡por supuesto!

Un aullido de victoria sonó al otro lado del teléfono.

-¡pasare por tu casa! Necesitabas un poco de juerga en ese chalet tan grande – dijo Tomás Eufórico.

Ana se despidió de su hermano.

-¿quién era? – preguntó Juan.

-mi hermano Tomás, vendrá a pasar el fin de semana con nosotros – respondió Ana con una sonrisa.

A Juan se le cayó el mundo encima.

-¡pero! ¡Pero! ¿Y el deseo? – preguntó Juan.

-el fin de semana que viene – respondió Ana.

-pero este es de cuatro días, el que viene solo es de dos – se quejó Juan.

-ya he quedado con mi hermano, esta hecho – dijo Ana mientras se iba al cuarto de baño a acicalarse.

Lo que sintió Juan por Tomás, era lo mismo que sintió por su profesor de matemáticas cuando le puso un cero en bachillerato.

Recogieron a Tomás y a su novia Inés, una mujer de complexión fuerte y atlética con grandes pechos, de cabellos cortos y negros, ojos marrones y un cuerpo entrenado en el muay thai.

Juan miró a Tomás con ojos asesinos, Tomás lo notaba y mucho.

Durante el viaje, Juan no estaba de humor, Tomás intentó alegrar la situación.

-¡perdona Juan! ¿No serias amigo del otro Tomás?

-¿qué Tomás? – respondió Juan.

-una cerveza con unos pinchos de tortilla, gracias.

Esa respuesta hizo estallar de risa a Inés y a Tomás, pero Juan aceleró un poco el vehiculo.

-¡Juan! ¡Que vamos a 130! ¡Para un poco! – dijo Ana asustada.

Los otros dos pasajeros tampoco le hicieron gracia que Juan acelerase, decidieron no decir ni pió durante el trayecto.

-¡¿se puede saber que haces?! ¡Pareces un niño pequeño! – dijo Ana en susurros.

-¡no me calientes más! ¡Cojones! – dijo Juan murmurando.

-ya te dije yo, la semana que viene ¿vale? ¿No echarías a tu cuñado? – respondió Ana.

-¿semana que viene? ¿Quiere decir? – pensó Inés para si.

Al llegar al chalet en la playa, Tomás no pudo evitar gritar.

-¡Alonso gana la vuelta de Jerez! ¡weeee are the champions my friendssss!

Todos se llevaron la mano en el corazón, si fuesen motores seguro que ganaban el circuito de Jerez.

Llegaron al chalet, era una casa con salón, cocina, tres dormitorios, terraza, y piscina, estaba en un lugar apartado de las montañas.

Juan enseñó a Tomás la habitación donde ellos dormirían. Mientras que Inés le preguntaba a Ana.

-¿qué le pasó a tu marido?

-nada – respondió Ana.

-no cuela preciosa, dímelo – insistió Inés.

-nada – respondió Ana.

-OK, si no me lo dices, allá tu, pero tal vez tenga que calmarlo, quizás esta noche pase por su cama sin importarme que chica esta a su lado y me lo folle delante de ella – respondió Inés con una sonrisa.

Ana miró a Inés con malos ojos.

-o mejor, Tomás lo llevará de acampada, las dos estaremos solas, solas para jugar – decía Inés tocándole un pecho a Ana.

Eso asustó a Ana que le contó todo lo de las apuestas y el deseo de Juan.

A Inés se le encendió la bombilla en la cabeza.

Los cuatro cenaron, Tomás no paraba de contar chistes, Juan estaba muy tenso y ambas chicas hablaban de sus cosas.

De repente Inés dijo.

-esta casa es un poco aburrida, os propongo un juego, pondré cuatro nombres en esta cazuela, vuestros nombres, el primer nombre será el rey de la casa el primer día, el segundo el segundo día y axial sucesivamente ¿OK?

-siempre estuve a favor de tus locuras ¡cuenta conmigo! – dijo Tomás.

-haced lo que queráis – decía Juan desanimado.

-suena divertido – decía Ana.

-de acuerdo, empiezo a sacar nombres – decía Inés.

Pero Ana sentía una horrible sensación, parecía que algo saldría mal.

-primer nombre ¡yo! – decía Inés victoriosa.

Tomás aplaudió a su chica mientras esta metía la mano en la cazuela.

-segundo nombre ¡Ana! – decía Inés.

Esta vez Tomás no estaba tan contento, se dirigió a Juan con estas palabras.

-estamos jodidos, búscate otro nombre, yo me pido Kunta Kinte.

-tercer nombre ¡Tomás! – dijo Inés eufórica.

Tomás se levantó de un salto tirando la silla mientras se señalaba de forma victoriosa.

-y el último ¡Juan! – decía Inés.

-¡cuñaaaaooooooooo! – decía Tomás a Juan.

-bueno chicos, mañana seré la reina y haréis lo que diga ¿OK?, vayamos a la cama, será un día muy ajetreado – decía Inés.

Los cuatro, después de recoger los platos, se dirigieron a sus habitaciones, ya en la cama Tomás y Inés se hablaban entre si.

-oye, Inés, debes saber que mi hermana siempre fue un poco seria y muy orgullosa, ten cuidado según que cosas.

-¡con razón Juan corría con el coche! ¡Seguro que su coño tiene una señal de prohibido el paso! – decía Inés indignada.

-cada uno es como es, además, no deberíamos cabrearla, esta es su casa – decía Tomás algo preocupado.

-Tomy, es la casa de Juan y Ana, seguro que Juan le encanta esta idea, por cierto, como ama que seré te daré una orden adelantada, quiero que me despiertes con una comida de coño ¿entendiste esclavo? – dijo Inés.

-Si ama – respondió Tomás.

Va a ser un fin de semana un poco distinto a lo que Juan y Ana pensaban.

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