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Ciberpunk (2)

en Amor filial

Ingrid estaba sentada en su lujosa habitación, suspiraba con tristeza, iba a casarse con alguien que no amaba por un estúpido acuerdo corporativo, un acuerdo que aliaría las dos empresas, le daba igual las razones que le daba su padre adoptivo, ella se sentía como un objeto un objeto a comerciar.

Los ojos de Ingrid miraban tristemente el vestido de novia, un hermoso vestido blanco inmaculado decorado con varios diamantes, seguramente diamantes de sangre.

Sus pensamientos estaban sumidos en Enrique ¿qué estará haciendo? ¿estará bien?, hacia siete meses que no le veía, incluso compró por Internet varias canciones de el, a pesar de que la letra tenia un odio casi fanático a las corporaciones, también había canciones cuyas letras daban esperanza, amor, su balada suspiro de un moribundo era una canción triste, pero al mismo tiempo hermosa.

Los ojos de Ingrid empezaron a llorar.

La caravana de Enrique había llegado cerca de la Torre Amadeus, Enrique estaba preparado para irrumpir en el lugar desde hace dos meses, pero al oír la noticia de la boda decidió perfeccionar su plan, habia trabajado mucho con su nueva canción.

-oye pibe, ¿estas seguro de eso? Es un suicidio entrar ahí – decía el copiloto, un hombre vestido con un traje lleno de cables y sensores y acento argentino.

-estoy seguro, me he estado preparando para esto, trinchera – decía Saint.

Trinchera era un newtraning, su ciberequipo y su traje le permitían entrar en mente en el mundo virtual y asaltar cualquier fortaleza de datos, había programas que podían fundir el cerebro de los newtranings, de hecho la esperanza de vida de esa gente era de cinco años.

Trinchera llevaba quince y todavía disfrutaba desafiando imposibles.

Pero cuando Saint le propuso el plan, no acepto en principio, porque el plan era el siguiente, tenia que desbloquear las cerraduras, darle el mapa del edificio a sus ciberopticos y usar las cámaras de seguridad para transmitir al mundo que hacia y transmitir la canción que cantaba, junto con los efectos instrumentales que tenia grabados.

Trinchera se fue a su puesto, una silla que poseía la tecnología para meter programas y meter su mente en la maquina, también tenia un sistema de apoyo vital para proteger su cuerpo, pero antes de sentarse y colocar sus cables, miró a Saint y le dijo.

-si lo consigues, consigues a la chica, si mueres ahí, conseguirás la inmortalidad, sea como sea habrás ganado.

Enrique le dedicó una sonrisa y preparó sus armas, se había preparado para esto, había tirado la casa por la ventana consiguiendo sus nuevos brazos blindados, nanomaquinas y biomejoras.

Pero lo más importante era que había implantado un sistema de pulsos en su sistema sanguíneo, ese sistema le extirpaban el corazón y lo sustituían por sistemas que hacían mover su sangre, además su piel fue tratada para que pudiera resistir a las balas y sus huesos eran más duros.

Su ropa también estaba blindada, poseía un chaleco y pantalones antibalas y su cráneo ahora estaba blindado, su armamento eran dos pistolas pesadas y dos pistolas malorian, estas ultimas eran unas armas que podían derribar un robot a media distancia, en su cintura.

Dos ametralladoras automáticas en sus piernas, debajo de sus rodillas habían dos pistolas pequeñas.

Bajo su abrigo blindado había una escopeta recortada con el cargador ampliado y varias armas automáticas en fundas cosidas en el abrigo.

Sus antebrazos tenían dos pistolas que se podían desplegar y en sus brazos sprays de nanos con células madre para las heridas.

Tenia una mochila que colgaba un rifle de asalto que no se molestó en camuflar, dentro de la mochila, se ocultaban algunas sorpresas.

Saint se acercó a la puerta, sus guardias al ver el rifle sacaron sus pistolas, pero Saint, usando sus ciberopticos conectados a sus armas, apuntó a los guardias y les agujereó la cabeza para después entrar.

Trinchera notó como su mente abandonaba su cuerpo, estaba en el mundo virtual, había mucha seguridad, pero no tanta como el esperaba.

-¡esto es un insulto! – se quejaba trinchera mientras sus manos virtuales formaban una bola negra que crecía y crecía hasta llenar el ciberespacio, dejando ciegos los programas, el programa Dark crea un logaritmo donde Trinchera puede pasar por el ciberespacio sin que los programas asesinos lo localicen.

Saint seguía disparando con sus automáticas a cualquier hombre que intentara detenerle, matones de poca monta que estaban puestos ahí para ahorrar dinero.

-seguro que los de los pisos superiores me darán más diversión – decía Saint para sí.

En ese momento recibió una transmisión de Trinchera.

-¿cómo va eso? Trinchera – preguntaba Saint.

-solo las primeras cinco plantas y las ultimas cinco plantas hay guardias, ya tengo el control del edificio, tienes que ir al sector que te he señalizado, allí, quitaré toda la energía del edificio salvo el ascensor, yo en tu lugar me daría prisa, el novio va en un helicóptero y llegará en cinco minutos – decía Trinchera.

-espero llegar a la parte de quien se oponga a la boda que hable ahora o calle para siempre – bromeaba Enrique.

-Es la hora, Ingrid – decia el padre adoptivo de la joven antes de maravillarse con la figura enfundada en el vestido de novia de la chica.

Ingrid se acercó cabizbaja a su padre, el cual la cogía suavemente por el brazo, a medida que avanzaban al altar, su padre decía.

-parece que fue ayer cuando te llevaba en brazos, ahora eres toda una mujercita, se que no te gusta este matrimonio, pero gracias a esta unión, podremos ser más fuertes.

Ingrid apenas escuchaba, solo escuchaba el ruido del helicóptero, en el, había un hombre corpulento y bien peinado, pero también muy egocéntrico e interesado en las fiestas.

-mi puto destino – decía tristemente Ingrid mientras miraba el helicóptero aterrizar.

Saint estaba en el elevador, subiendo rápido hasta el ultimo piso, una vez allí tiene que disparar a los guardias que se le interpongan y luego subir a las escaleras para llegar a la azotea, donde estará Ingrid.

-¿están listas las cámaras? - preguntaba Saint.

-¡pues claro! Con mi programa Dark puedo moverme sin problemas, la verdad, es que pensaba que moriría con el cerebro fundido en esta misión, en realidad es peor, ¡me estoy aburriendo como una concha sin rabo! – decía Trinchera decepcionado.

-es que la acción esta en el mundo real ¿cuándo vas a aprender? – decía Saint antes de que el ascensor abriese sus puertas.

Varios matones aparecían ante los ojos de Saint, hubo un intercambio de disparos, Saint sabia de la ubicación de los guardias ya que sus ojos se podían conectar a las cámaras gracias a Trinchera.

Los guardias disparaban sus automáticas, pero poco a poco el numero menguaba gracias a los disparos de Saintblood, uno de los guardias iba a lanzar una gradada, pero Enrique salió disparando, las balas destrozaron la muñeca metálica del guardia, que veía con horror la granada que estaba a punto de explotar.

-¡cuando quieras! – decia Trinchera poco después de que explotase la granada, confundiendo a los guardias.

En ese momento, Saintblood, disparando como si estuviese poseído por el dios de la guerra, empezó a cantar al micrófono que tenia al lado de la boca.

En esta vida infernal

La cual la vida esta fatal

Lugar de perdición

Lleno de desesperación

Camino sin destino

Sin deseo y sin vida

Cogí mi pistola

Preparando mi destino

(redoble de batería)

¡pero llegaste tu!

¡pero llegaste tu!

Luz que eclipsa incluso el soooool

¡pero llegaste tu!

¡Pero llegaste tu!

Que llenas de esperanza mi corazooooon.

Tres guardias le emboscaron, pero Saintblood saltó hacia atrás esquivando los proyectiles mientras vaciaba sus pistolas, el primer guardia recibió un tiro en el entrecejo, el segundo en el cuello, ahogándose con su sangre, el tercero, herido del brazo decidió retirarse.

Saintblood cantaba más rápido a medida que aparecían más guardias a detenerle.

¡tus ojos me dan vida!

¡tu sonrisa me fascina!

¡Tus besos me dan fuerza!

¡me anima tu belleza!

Diosa de esperanza

Tu apartas mis miedos

Con solo yo verte

Me animo a hacerlo

(suena una guitarra eléctrica y Saintblood canta con suavidad)

oh mi diosa

tu me has enseñado

que la vida no otra

que luchar por lo soñado

que luchar por lo soñado

en la sala de Cámaras informaban al dueño de Kaiser’s manufactures, no solo de Saintblood sino del ataque digital, el cual, estaba nervioso, el estaba cerca, muy cerca y no podía acelerar la boda sin alarmar a sus invitados, solo rezaba para que abatieran a Saintblood.

Trinchera accedía a los datos bancarios de Kaiser´s manufactures, para cobrar la "multa" por no haberle divertido, pero entonces al girar su cabeza, vio un programa realmente poderoso.

-jejeje estos boludos por fin se ponen en serio – decía Trinchera.

El programa se lanzó a por trinchera, pero este estaba prevenido, había colocado en el suelo del ciberespacio un programa trampa que eliminó a su agresor.

Pero habían más programas, programas realmente terroríficos.

El cuerpo virtual de Trinchera empezó a brillar.

-tal vez no salga vivo, pero será divertido – decía Trinchera antes de soltar sus recursos contra esos programas.

Saintblood había llegado a la puerta de la azotea, estaba cerrada y no podía abrirse, veía como los guardias que aparecían detrás suyo les decía que se rindiera, pero Saint, lejos de ello, cogió su fusil y disparo, los guardias también dispararon,

Saintblood notaba como varias balas le alcanzaban sus protecciones, dolía, pero podía aguantarlo, la puerta cerrada indicaba que Trinchera tenia problemas, ahora estaba solo, pero seguía cantando.

Los demonios quieren matarte

Te arrancaron el corazón

Pero yo no puedo dejar de amarte

Y doy mi vida por oír tu vooooooz

Los guardias retrocedían, Saintblood parecía inmortal, pero su rifle se quedó sin balas, cogió su escopeta y destruyó el cierre para acceder a la azotea, detrás de el se cerraba una persiana de seguridad, Saintblood sonreía, Trinchera estaba vivo y seguía ayudándole.

En la boda, Ingrid estaba con los ojos cerrados, oía al cura, pero no podía ver a su prometido, sabia que el tenia muchas amantes, ella era solo una de sus mujeres de decoración.

El cura seguía el rito y dijo.

-si alguien, por algún motivo esta en contra de esta unión, que hable ahora, o calle para siempre.

Unos disparos sonaron.

Todos salvo Ingrid se pusieron a cubierto, Ingrid tenia la esperanza de que un disparo la librase de su condena, pero al girarse, sonrió.

Era Saintblood, tenia algunos agujeros en sus protecciones y alguna abolladura en su brazo izquierdo.

Sus dos únicas armas eran las malorians, cargadas y listas para disparar, Ingrid estaba quieta, esperándole.

Saintblood puso la mano en su mochila y sacó un recipiente que contenía un corazón en un fluido nutriente.

Su corazón.

Diosa, te entrego mi corazón

Para ver tu sonrisa de amor

Diosa, te entrego mi corazón

Mi vida sin la tuya….. no tiene valooooor

Ingrid no podía evitar llorar, abrazó a Saintblood con fuerza, ambos jóvenes se dirigieron al borde de la azotea.

-¡es mía hijo de puta! – decía el novio antes de que Saintblood le volase la cabeza.

El padre adoptivo de Ingrid se levantó, se dirigió a la pareja y dijo.

-temía que tu aparecieras, que me quitases lo que más quiero en el mundo.

-eres tu quien me la quitó antes, no creo que seas tu el hombre adecuado para dar lecciones – decía Saintblood.

El padre los miró atentamente y les dijo.

-sois físicamente parecidos, pero en el fondo sois diferentes, Ingrid, inteligente, bondadosa, decidida, planificadora, en cambio tu, brutal, alocado, pasional ¿crees que podrás darle lo que se merece?.

-nadie puede darle lo que se merece, tu te mientes a ti mismo pensando que puedes, pero yo si que sé que no puedo, pero puedo darle lo que tu le has negado, la verdad, el derecho a elegir, libertad, cosas que le negaste – decía Saintblood.

El padre adoptivo de Ingrid miraba a su hija ¿acaso la había consultado sobre la boda? Le había negado la existencia de su hermano, por esos errores, la había perdido.

-te esperaré hija mía – decía el empresario.

-adiós padre – decía fríamente Ingrid.

Enrique y Ingrid saltaron de la azotea y cayeron al vacío, antes de que la mochila de Enrique desplegase un paracaídas, el la abrazó y le dio un profundo beso.

El paracaídas se abrió y bajaron suavemente hasta la caravana, en la cual, entraron rápidamente para irse del lugar.

Mientras conducían, Ingrid decía tímidamente.

-gracias, de verdad, odiaba a ese engreído – decia Ingrid.

-la verdad es que me inspiras con ese vestido de novia – respondía Saintblood.

-¡primero hemos de escapar! – decía Ingrid en voz alta.

-Trinchera ¿estas listo? – decía Enrique intentando comunicarse.

Solo había silencio.

-¿Trinchera? – preguntó Enrique.

Ni un sonido.

-mierda, no lo consiguió, ¡vamonos de aquí! – decía Enrique mientras arrancaba y conducía lejos del lugar.

Enrique lamentaba la muerte de Trinchera, hicieron varias acciones anticorporativas juntos, pero por distintas razones, mientras que el lo hacia por una causa mayor, Trinchera lo hacia por pura diversión.

Aparcaron en un lugar apartado, Enrique fue a ver a Trinchera.

Estaba ahí, en las maquinas, inerte, decidió dejarlo así.

-l-lo lamento por lo de tu amigo – decia Ingrid.

-tranquila, el sabia que un día acabaría así – decía Enrique con cierta lastima.

Ambos jóvenes se dirigieron a la cama de la caravana, la cama estaba al lado del cuerpo de Trinchera, cuando ellos se sentaron, Enrique besó los labios de Ingrid, pero esta le apartó y le señaló a Trinchera.

-no puede ver, oir o pensar, sencillamente no está ahí – decía Enrique.

Dicho esto, Enrique quitaba suavemente el vestido de novia, pero Ingrid paró sus manos mientras le decía.

-¿j-juras amarme y respetarme en la salud y en la enfermedad? ¿en la riqueza y en la pobreza? ¿Hasta que la muerte nos separe?- decía Ingrid.

-si, ¿tu? – decía Enrique.

-s-si – decía Ingrid.

Las manos de Ingrid cedieron y Enrique desabrochó el vestido de novia que cayó suavemente, dejándola con el velo, la ropa interior, las medias y un liguero.

Enrique se bajó los pantalones y cogió la cabeza de Ingrid, que la dirigió a su pene, Ingrid, estimulada por el olor de Enrique, cerró los ojos y engulló ese trozo de carne.

Enrique disfrutaba de los labios de su hermana que masajeaban su polla como la mejor de las prostitutas, con su mano marcaba el ritmo de la chupada.

-¿quieres beberla? Preciosa – preguntaba Enrique a Ingrid.

La joven miró a Enrique aún con la polla metida en la boca, lo miraba de forma curiosa, la ultima vez no era tan dulce con ella, de modo que no pudo negárselo, movió su cabeza más rápido, tanto que Enrique eyaculó dentro de su boca.

Ingrid luchaba para no vomitar, lentamente, conseguía tragar toda la leche que Enrique le daba.

Enrique le quitó el sujetador a Ingrid, la tumbó y empezó a besar sus pechos con dulzura, Ingrid notaba como la lengua de su amante la llenaba de placer, notaba como los labios recorrían sus senos y su lengua relamía sus pezones.

Pero lo que más le extasiaba era el olor de Enrique, aspiraba el aroma del cuerpo de su amante.

Cuando Enrique terminó con los senos de Ingrid, acomodó su pene en la entrada de la cueva de Ingrid, la cual, tenia miedo de que le hiciera daño.

Pero la penetró suavemente, parando si Ingrid sufría algún dolor.

Cuando estaba totalmente dentro de ella, empezó a bombearla despacio, mirando los ojos de su hermana, unos ojos llenos de éxtasis.

Poco a poco empezaba a acelerar, las piernas de Ingrid se cerraron alrededor de las piernas de Enrique, mientras olía a su hermano, sentía como el orgasmo le llegaba.

Ambos aceleraban el ritmo, los jadeos se volvían más intensos, hasta que Enrique llenó la matriz de Ingrid, la cual gritó como un estallido al llegar al clímax.

-¿pero vos estáis loco? Boludo, que es tu hermana – decía Trichera que estaba de pie ante la pareja.

Ingrid gritó de nuevo, pero esta vez del susto, Enrique casi se le para el sistema circulatorio cuando vió a Trinchera, pero luego lo abrazó diciendo.

-cojones, pensaba que habías muerto – decía Enrique.

-pues no pelotudo, el problema es que me despisté en la red y me encontré con una newtraning canadiense muy linda y ninguna se resiste a los encantos de este viejo navegante – decia Trinchera – por cierto, vuelvo allá, que veros coger me la ha puesto dura.

En cuanto Trinchera se fue, Ingrid miró a Enrique y le preguntó.

-¿t-tu eres mi hermano? ¿desde cuando lo sabes? – preguntaba Ingrid.

-tres horas después de que te entregaras a esos matones – respondió Enrique mientras le enseñaba el punzón.

Ingrid iba a darle un puñetazo, pero no pudo, sus ojos se llenaron de lagrimas y rompio a llorar, se abrazó a su hermano diciendo que lo había encontrado por fin.

Enrique abrazó a su hermanita, se sentía culpable por engañarla.

Un año después

El maestro de ceremonias del concierto empezó a dirigirse al publico que gritaba con pasión.

-¡bien querido publico! Tras un año de ausencia después del espectacular ataque a Kaiser´s manofactures, el ha vuelto y no ha vuelto solo, os presento en este espectacular concierto de Rock a Enrique y Ingrid, ¡los hermanos Saintblood!.

Enrique y Ingrid saltaron a la pista tocando con toda su pasión sus guitarras eléctricas, levantando pasiones con sus canciones, ambos lucharían con su música la injusticia que hubiera en el mundo

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