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G zero (preparación)

en Autosatisfacción

Sofía acababa de despertar del avión, ya casi había llegado, se estiraba adolorida debido a la poca comodidad del avión de las fuerzas aéreas argentinas, el avión civil donde supuestamente estaba ella era un señuelo.

Recordaba como se despidió de su novio, con doce horas de sexo, durante dos años estaría en el espacio, sin hombres, pensar en eso, provocaba que mirase con deseo a los soldados que la llevaban.

Pero ellos habían recibido órdenes de llevarla a la Guayana francesa sin daños, no solo eran órdenes, ella era la primera mujer argentina que salía al espacio desde Fernando Caldeiro, no era una mujer, era un símbolo.

Una transmisión salió de las comunicaciones del avión, el experto escuchaba atento, se podía ver la cara de tristeza del soldado.

Comunicó a toda la tripulación las siguientes palabras.

-chicos ¿recordáis a mi hija? Pues le acaban de quemar su cometa en un rio caudaloso.

-pobrecilla – decía tristemente Sofía.

Lo que ella no sabia es que aquellas palabras eran para no intranquilizarla, significaba que el avión señuelo fue destruido en algún punto del rio amazonas, al parecer, hay un grupo que no quiere que el proyecto se inicie.

El avión llegó a la Guayana francesa, uno de los territorios de ultramar francés, allí estaba la plataforma de lanzamiento que la enviara al espacio.

Estos pensamientos hacían que el corazón de Sofía latiese muy fuerte, estar en el espacio como lo hizo Yuri Gagarin en su momento de gloria.

Cuando aterrizaron, Sofía se sentía como una niña a punto de abrir su regalo de cumpleaños.

En cuanto pisó tierra, quedó impresionada, la base de lanzamiento de la Guayana francesa era enorme, sus 850 kilómetros cuadrados la convertían en una ciudad y su privilegiada situación geográfica la hacía una de las instalaciones espaciales más importantes del mundo.

Para los franceses de la Guayana, esta instalación, era un regalo del cielo, el 25% del producto interior bruto era por esa instalación.

Cuatro soldados corpulentos acompañaban a Sofía a las instalaciones de la Guayana.

Sofía se sentía importante, como una estrella de cine, pero también sabia que corría peligro, pero ella ignoraba hasta que punto.

La Guayana estaba llena de soldados europeos, había helicópteros patrullando y un satélite militar los miraba sin descanso, a ellos y a sus países vecinos, la base espacial era ya una fortaleza inexpugnable.

Al entrar en las instalaciones Sofía miraba todo lo que había, no se podía describir la emoción que sentía, entraron en el puesto de mando.

Les recibió un pelotón de soldados europeos totalmente femenino, una mujer de pelo castaño, ojos verdes y piel morena de afiladas facciones faciales la recibía enfundada en un traje y falda de ejecutiva.

-bienvenida señorita Sofía, mi nombre es Anette Richelie, ya casi están todas, solo falta la componente francesa, debería estar dentro de unos días, debe saber que las instalaciones siempre han tenido presencia policial y la protección de la legión extranjera francesa, pero hoy en día toda precaución es poca – decía la mujer en un marcado acento francés.

-e-encantada – decía tímidamente Sofía.

-pueden irse caballeros, nosotras nos encargamos – decía Anette guiñándoles un ojo.

-la dejamos en sus manos – respondió el sargento antes de retirarse.

-bons jours mademoiselle, espero que el viaje le haya resultado agradable – decía Anette con una mirada tierna.

-la verdad es que me duele la espalda, los aviones militares no son cómodos – decía Sofía.

-oh, que lastima, pero por desgracia este monde, es muy peligroso y toda precaución es poca, de hecho hemos traído las femmes del euroejército a pesar de que la legión extranjera y la policía, non non, no es que desconfié de la elite de mi patria, pero para proteger a una belle femme, se necesitan femmes, la guardia que la protegerá son legionarias españolas, duras como los legionarios franceses, pero sin las típicas debilidades masculinas como intentar profaner ton corps – decía Anette.

Estas ultimas palabras le daban una ligera idea a Sofía a que se refería, pero a veces deseaba que estuviera cerca uno de los legionarios, tan musculosos, tan varoniles.

Aparecieron cuatro mujeres de entre veinte y veintisiete años, con sus uniformes legionarios españoles.

-la acompañaran a su habitación mademoiselle, espero que este cómoda en nuestras instalaciones. – decía Anette.

Las legionarias no dijeron palabra, acompañaron a Sofía a su habitación.

La habitación de Sofía era acogedora y espaciosa, tenía baño, cama, televisión y sistemas de ocio además de una nevera llena de comida dietética.

Lo que le molestaba a Sofía es que las ventanas eran ahumadas y blindadas, le daba la impresión de estar en una jaula de oro, a través de ella se veían a los soldados patrullando, unos eran guapos, otros... tenían cicatrices de terribles batallas.

Sofía dejó su maleta con sus cosas y se quitó su camisa y sus pantalones para estar más cómoda, la Guayana era más calurosa que argentina y su esbelto cuerpo estaba cubierto de gotitas de sudor, deseaba darse una ducha, pero el viaje la había agotado.

Deseaba dormir.

Solamente cubierta con su ropa interior de dos piezas, se tumbó en su cama y cerró los ojos.

-espero que su estancia sea agradable mademoiselle – decía Anette a la representante brasileña, una mulata de largas trenzas, voluminoso pecho y piernas de bailarina.

Anette era lesbiana, pero no le gustaban los pechos enormes, le parecían horribles, pero los labios carnosos de la brasileña eran muy sugerentes.

Al acercarse a la habitación de Sofía, vio dos legionarias que estaban montando guardia, Anette las imaginaba sin sus uniformes, ¿serian hermosas o más bien hombrunas?

Las otras legionarias descansaban, esperando sus turnos, un total de ocho mujeres soldados por astronauta, dos soldados estaban vigilando sin descanso durante seis horas hasta que llegaban las soldados que las remplazaban.

Las legionarias apuntaron con sus armas a Anette, una de ellas llevaba un dispositivo parecido a unas gafas y las puso en los ojos de la francesa.

Las gafas leyeron la retina de Anette, identificándola, las soldados se disculparon, pero Anette restó importancia al asunto, era más, se sentía más segura así.

Tocó el timbre, pero no se oía nada.

Anette se alarmaba, pero no lo exteriorizaba, tocó de nuevo.

No respondía.

Anette se colocó detrás de las legionarias sacando su pistola, las legionarias al mismo tiempo apuntaron con sus rifles y manipularon la cerradura electrónica.

-equipo azul, posible problema en habitación Eva, acudid – decía Anette a través de un transmisor.

Cuando abrieron la cerradura, las legionarias dieron una patada en la puerta, el tremendo ruido despertó a Sofía que gritó aterrada al ver a tres mujeres apuntando en todas direcciones, una de las legionarias la examino y dijo que Sofía estaba bien, la otra registraba el resto de la habitación con su rifle hasta que dijo que la zona estaba limpia.

-¿esta bien mademoiselle? – preguntaba Anette guardando su pistola.

Sofía movía nerviosamente la cabeza de forma afirmativa.

Anette acariciaba el rostro de Sofía con dulzura, miraba con pasión los asustadizos ojos marrones de la argentina, examinaba su hermoso cuerpo recogido en un ovillo tembloroso y sobretodo su rostro y su busto lleno de pecas.

-tranquila petite, tranquila – susurraba suavemente Anette abrazando a Sofía, notando su suave piel, su olor a inocencia y la fuerza de su abrazo tembloroso.

A la mañana siguiente, el despertador sonó obligando a Sofía a abandonar el sueño, somnolienta, se levantó se quitó uno a uno los botones de su pijama y lo dejó caer resbalándolo por los hombros, mostrando sus pechos dulces y firmes, luego se bajó el pantalón del pijama, mostrando un vello rojizo que ocupaba el bajo vientre, mostrando su concha cerrada.

Con pasos torpes, se dirigió a la ducha.

El agua de la pera de la ducha lanzaba calidos chorros de agua que despertaban a Sofía, el calor del agua recorría el cuerpo de la argentina como las manos de un amante.

Las manos de Sofía acariciaban sus rojos cabellos llenos de jabón, después se untó jabón en su esponja y empezó frotando sus pies y sus piernas, lo hacia con determinación, hoy eran las pruebas, como astronauta tenia que estar preparada, sino, sin duda la echarían.

Se frotó en sus gemelos, sus muslos, en sus ingles empezó a pensar en su novio, sus dedos acariciaron su concha recordando como se lo hacia el, se abrieron sus labios vaginales, mojándose con su erótico néctar.

Los pezones de Sofía empezaban a ponerse duros, se apoyó a la pared para evitar caerse, sus dedos frotaron con fuerza su clítoris que estaba erecto y lleno de deseo.

Sofía recordaba su ultima noche con el, estaba atada en cintas de seda mientras el la bombeaba con fuerza, mirándola fijamente, porque sabia que no la vería en mucho tiempo.

Esos pensamientos hicieron que Sofía llegara al orgasmo, agotada, se derrumbaba lentamente en el suelo para recobrar el aliento.

En ese momento se pegó una bofetada a si misma mientras se decía.

"no debo gastar energías en estas tonterías, he de guardarlas para las pruebas"

Cerró el grifo de la ducha y se lavó los dientes.

Entonces surgió otro problema, ¿qué pensarían todos si viesen su espalda? Muerta de vergüenza, decidió ser más recatada.

-¡bienvenidas! El echo de estar aquí significa que no sois mujeres, sino súper mujeres, ser astronauta es algo que muchos sueñan, pero pocos consiguen, un astronauta cumple la norma de "mens sana in corpore sano" estáis aquí no solo por ser fuertes, sino también que sois mentes privilegiadas, no representáis a vuestros países, representáis a la tierra – decía Anette en un discurso vigoroso y lleno de fuerza.

Sofía miraba a sus dos compañeras, su compañera brasileña Maria, era una mulata de largas trenzas que le llegaban a sus rodillas, era fuerte, de culo respingón e impresionante delantera, una delantera que atraía la envidia de Sofía, a su derecha estaba la representante chilena, Victoria, una mujer de treinta años, tenia una cicatriz en su cara, estaba rapada y su mirada azul era de acero, tenia el pecho pequeño y su cuerpo era musculoso, Sofía sentía miedo.

-en cuanto al incidente, nuestra pelirroja amiga no respondió al timbre y pensamos en lo peor – decía Anette.

Sofía bajaba avergonzada su mirada.

-en cuanto a la cuarta astronauta, llegara en dos días, espero que el hecho de que venga de otro continente no os afecte, pero no creo que tengáis tiempo a pensar en esas cosas, ahora a la sala medica.

Las tres mujeres se dirigieron a un centro sanitario, allí les sacaron sangre, les hicieron un análisis de orina, pruebas oculares.

Pero a la hora de auscultar, Sofía preguntaba si podía conservar la camisa.

-no voy a comerte – decía la doctora.

Pero Sofía continuaba negándose.

En ese momento la doctora iba a tocar el transmisor, sospechando de que Sofía podría tener una enfermedad epidérmica, Sofía no quería otro follón, de modo que le enseñó su espalda.

La doctora empezaba a reír a carcajadas.

Sofía tenía un tatuaje en la espalda, la figura de Diego Armando Maradona, era su sorpresa para su novio al volver de sus estudios, ahora, el motivo para desear desaparecer.

La doctora le decía unas palabras de ánimo en francés, Sofía no entendía esas palabras, pero se sentía comprendida.

Anette miraba a las tres astronautas, todas llevaban sus trajes de deporte de dos piezas, estaba extasiado sobretodo al ver a Sofía, el sudor de la pelirroja recorría su bello cuerpo, cuando pasaba a examinar sus marcas, no podía evitar oler el sudor de Sofía.

Al volver a la sala de control, hablaba con los demás doctores en francés.

-"bueno señores ¿qué tal las veis? – decía Anette.

-"físicamente las tres están bien, destacaría a Victoria, pero..."

-"pero...¿qué?" – preguntaba Anette.

-"¿es buena idea que un elemento así esté en el proyecto?"

-"creo en la redención, además, no es la única de aquí que ha quitado la vida de alguien, ¿recordáis a que me dedicaba antes?" – decía Anette con hastió.

-"eso es distinto, lo hacia por la patria"

-"y ella por algo mayor que un trozo de tierra" – decía Anette con disgusto.

Después de 12 horas de intensas pruebas físicas, Sofía estaba en la cama, desnuda y agotada, se acababa de dar una ducha.

Maldecía por lo bajo a Anette, nunca había echo tanto ejercicios físicos, correr cinco kilómetros, aguantar 12 g en la cámara centrífuga, levantar pesos, nadar durante 4 horas sin descanso, el único paro que tuvo fue para comer.

En ese momento sonó el timbre, Sofía casi no se tenía en pie, al abrir la puerta vio a Anette, tenía un porte serio.

Eso hizo temer a Sofía, ¿no superó las pruebas? ¿La descartarían del proyecto? ¿Cómo podría volver a su patria después de eso.

-mademoiselle, en primer lugar, lamento las duras pruebas, pero son necesarias para este tipo de misiones, hay que tener una buena preparación física y mental.

-si, pero... es tan agotador, no me siento las piernas de tanto correr – decía Sofía.

Anette tuvo una idea y le preguntó si podía hacerle un masaje.

Sofía respondió que le encantaría y se tumbó boca abajo.

Anette acariciaba los pies de Sofía, tenia durezas, lo que significaba que corría mucho, Sofía se sentía de maravilla a medida que las manos de Anette activaban la circulación de sus pies.

Las manos de Anette subieron a los gemelos de Sofía, entonces la pelirroja preguntó.

-¿quién es la cuarta integrante?

Anette sonreía, le respondió.

-es la integrante francesa, nada menos que la hija de Lulú Delacourd, la mujer en la que se inspira esta misión, los europeos fueron enviados a Rusia para ser lanzados allá, pero nosotros creemos que aquí esta más segura, no te asustes al verla, a pesar de sus dieciséis años es experta en informática, eso si, aún no ha superado la muerte de su madre, por eso mi petite, te pido que seas comprensiva con ella.

-pobre, no entiendo como se puede matar por una idea, ahhh, si ahí, en mi cintura, que gusto – decía Sofía.

-ceguera, ceguera fanática, yo vi esa ceguera en el campo de batalla – decía Anette.

-¿fu-fuiste soldado? – preguntó Sofía.

Anette se quitó lentamente su camisa, Sofía se sentía incomoda, estaba desnuda y ella se estaba desnudando, al girarse, vio que a Anette le faltaba el pecho derecho y tenia una enorme quemadura.

-una trampa explosiva en Kosovo, mi hermano iba a caer en ella, pero yo lo aparté a tiempo – decía Anette.

Sofía, sentía la tentación de tocar esas heridas, pero no se atrevía.

Anette cogió la mano de Sofía y la colocó en sus heridas, las manos de Sofía palpaban las heridas de la francesa.

-¿dolió? – preguntaba Sofía.

-me abrasaba – respondió Anette – pero al menos el esta vivo.

Sofía la abrazaba como si quisiera consolarla, Anette la respondió con un tierno abrazo y la tumbó boca arriba.

-relájate petite, tienes que dormir bien – decía Anette.

Las manos de la francesa acariciaban el abdomen de Sofía, que disfrutaba de aquellos masajes, luego la masajeó en los pechos y en los brazos, cuando ya terminaba de masajear los hombros, se dio cuenta de que Sofía se había dormido.

Anette, no supero la tentación de darle un beso en los labios y susurrarle al oído.

-descansa petite, seguramente harás buenas migas con ella.

Acto seguido, se levantó y se marchó

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