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La consulta del doctor Pen

en Textos de risa

Sin estudios

Sin lógica

Sin ropa

En una celda del asilo Arkan, se encuentra un paciente especial, el llamado doctor Pen.

Un hombre de apariencia musculosa y bien peinado que esta permanentemente desnudo y con su inseparable boligrafo, que se piensa que es psicoanalista.

Caso 1: "el hombre más guapo del mundo"

Uno de los guardias del asilo Arkan entra en la celda del doctor Pen, el cual, le recibe invitándole a su diván.

El guardia era un hombre de 175 kilos, dientes amarillos y alguno negro, barba de tres días y un montón de granos, tiene un brazo más corto que el otro y padece halitosis y alopecia a pesar de tener 24 años.

-bien señor ¿qué le trae por esta consulta? – decía el doctor Pen.

-verá, es que, no le gusto a las mujeres – decía el guardia.

-bueno, supongo que las que ha abordado no tienen los gustos adecuados – decía el doctor Pen.

-miremé – respondía el guardia a punto de llorar.

El doctor Pen le mira se fija sobretodo en su paquete, calculaba un hermoso falo de 29 cm algo que los instintos homosexuales del doctor le incitaban a tocárselo, pero el era un profesional, ya ligaría con el en otra ocasión.

-si, tiene un buen bulto – decía el doctor con seriedad.

-¡en conjunto! ¡soy más feo que pegarle a una madre! – decía el guardia llorando.

-bueno señor, para mi no existe la fealdad, simplemente extraña belleza – decía el doctor Pen apuntando en su libreta.

-¡no se burle de mí doctor! Lo mío es bien serio – decía el guardia enfurecido.

-¿esta seguro que solo le interesan las mujeres? ¿no cree que su felicidad puede basarse en otra tendencia sexual? - decía el doctor.

-¡¿que dice?!, para mi las mujeres son el summun de la belleza, con esos ojos llenos de ternura maternal, esos senos que simbolizan la vida, esas esculturales piernas, esos sedosos labios – decía el guardia.

-tiene un concepto idealizado de la mujer, no todas son supermodelos – decía el doctor Pen.

-lo se, solo pido que alguna me piropee – decía el guardia sumido en la tristeza.

Imposible, ¡un momento! ¿quizás? Si podría ser posible.

-señor, creo que lo que debería hacer, es ir a dar una vuelta al barrio de las prostitutas en la hora de más actividad, seguro que así le pasa su… depresión – decía el doctor Pen.

-¿esta seguro doctor? – decía el guardia.

-pruébelo – decía el doctor Pen.

A los dos días el doctor Pen recibe de nuevo al guardia, más contento que unas pascuas.

-le veo muy contento ¿siguió el tratamiento? – decía el doctor Pen.

-si ¿y sabe que? Me acabo de casar, tenia razón, las chicas me piropeaban para que fuese con ellas, cuando estuve con una, me preguntó si estaba casado, cuando le dije que no, me pidió matrimonio para legalizarse, era un matrimonio por interés, pero era tan feliz – decía el guardia.

-todo matrimonio es por interés, algunos por amor, otros por dinero, pero como la tuya, es una unión en la que hombre y mujer salen beneficiados, bueno, hombre, mujer y las empresas matrimoniales.

-bueno, he venido a darle las gracias doctor, le pondré su nombre a mi primogénito – decía el guardia mientras se iba.

El doctor ve con una sonrisa como otro de sus pacientes sale satisfecho, pero mientras los problemas mentales, las depresiones y las tendencias suicidas no descansen, el doctor Pen, no lo hará.

 

Caso 2: doctor Pen vs Nearthendal.

El doctor Pen tomaba apuntes sobre sus compañeros de celda, si, los centros psiquiátricos son el Edén para un psicoanalista, toda clase de traumas y complejos deseando ser estudiados.

Un guardia entró a su celda, era un hombre corpulento, apasionado de la halterofilia, con un peinado y apariencia impecable y un mostacho bien cuidado.

El doctor Pen le dio mal rollo al verlo, aunque no creía en las intuiciones.

-túmbese en el diván ¿qué problema tiene? Señor…. – decía el doctor Pen.

-¡debería ponerse algo! No, si tenían razón al encerrarlo por exhibicionismo – decía el guardia.

Mal empieza la sesión.

-señor, no me pongo ropa porque no la necesito, la gente que se la pone tiene algo que ocultar, algo que lo acompleja y yo soy un hombre libre de complejos – decía el doctor Pen.

-lo que es usted es un puto mariconazo de mierda – decía el guardia.

El doctor Pen pensaba ¿seria un crimen darle una patada en el ojete para sacar el pié por su boca? Mmm interesante.

-dígame el motivo de su presencia – decía el doctor Pen.

-bien, al grano, mi mujer no hace las tareas domesticas, debería quedarse siempre en casa, lavar la ropa, preparar la comida para que esté lista en mi llegada, hacer las compras y cumplir como mujer que es en la cama – decía el guardia irritado.

-le falta cuidar de los niños – decía el doctor con sarcasmo.

-ellos los educo como educo a mi mujer, cosa que hacen mal, bofetada al canto – decía el guardia sin cortarse.

El doctor dibujaba en su libreta sus pensamientos, su paciente atado a su diván mientras le cortan el pene y los testículos a rodajas muy finas.

-bueno, si su sistema es "perfecto" ¿qué le trae aquí? – decía el doctor Pen.

-quiero que me enseñe una forma de escarmentar a mi mujer, algo que haga aclararle que ella me pertenece, lo he intentado todo, encerrarla dos días en un zulo, hacer que no vea a los niños en un mes, encadenarla a la cama, palizas varias – decía el guardia recordando.

El doctor Pen se evaluó a si mismo, diagnostico, odio obsesivo a ese guardia al que le gustaría…. ¡un momento!.

-señor, creo que he dado con la solución a su problema, hay una técnica de dominación a la femina que hicieron los chinos hace 6000 años ¿se la explico? –decía el doctor Pen.

-dígamela – decía el guardia prestando atención.

-escuche hasta el final, la técnica es poner un hierro al fuego hasta que esté al rojo vivo mientras se clava alfileres en sus testículos, cuando el hierro esté al rojo, lo coge con las manos desnudas y se lo introduce a usted mismo de golpe por el ano, si, duele, pero los gritos que soltará, sonaran a una frecuencia que al captarla el cerebro femenino provocaran veintisiete embolias causándole un dolor veinte veces superior al que sentirá usted, así que para evitar ese suplicio, no tendrá más remedio que obedecerle en todo – decía el doctor Pen con convencimiento.

-¿seguro que funciona? – decía el guardia dubitativo.

-garantizado – decía el doctor.

-bueno, probaré, gracias doctor – decía el guardia.

Si los hombres son como tu, me hago hetero, pensaba el doctor Pen mientras se iba.

Un mes más tarde, el doctor recibió una carta de su paciente, estaba en el hospital, le habían tenido que amputar los testículos y extraerle el intestino quemado, la carta ponía.

¡hijo de puta! Mientras hacia lo que usted me dijo mi mujer se descojonaba de risa, su invento es un puto fraude.

El doctor escribió una carta de respuesta, en ella escribió.

Señor, recientes estudios de la neurociencia, revelan que durante el tratamiento de sumisión, las embolias afectan la parte de la risa del cerebro femenino, en consecuencia, de forma ajena a su voluntad, ríe descontroladamente, espero que haya aclarado el malentendido – decía el doctor Pen.

A la mañana siguiente, el doctor no atendió a nadie, tenia un ataque de risa ya que recibió la respuesta de su paciente, pedía disculpas por dudar de el.

Pero mientras los problemas mentales, las depresiones y las tendencias suicidas no descansen, el doctor Pen, no lo hará.

Caso 3 el hijo superdotado.

Es doctor Pen recibió la visita de una doctora, la cual, se sentía cohibida de entrar en la celda, pero era una madre desesperada, buscaba una solucion que la calmara, da igual lo idiota que sea.

-buenos días doctora ¿qué se debe la visita de una colega? – decía el doctor Pen.

La doctora sabia que el doctor Pen no era psicólogo, pero ayudó al guardia feo, en cuanto al otro guardia, bueno, sabia que el lo había hecho por pura maldad, pero no seria ella quien lo delatara sobre su mal diagnostico.

-no vengo por mi, es sobre mi hijo, todos los niños se burlan de el – decía la madre.

-la sociedad infantil no es tan inocente como se supone, buscan eslabones débiles o con defectos y los acosan sin piedad, su hijo debería aceptarlo como una prueba para fortalecer el carácter, por cierto ¿es buen estudiante? ¿es enclenque? ¿lleva gafas? – decía el doctor Pen.

-no, aprueba lo justo, es fuerte y tiene buena visión, el problema es…. – decía la doctora mientras le daba una foto.

El doctor la miró, luego la miró otra vez, sin creerlo, la miró otra vez.

El crío a pesar de tener 10 años tenia un miembro que le llegaba hasta la mitad de la tibia.

-¿sabe usted quien es el padre del niño? – preguntaba el doctor Pen.

La doctora se puso colorada, pero era su hijo, tenia que ayudarlo.

-en realidad no lo sé, estaba borracha en una fiesta de una amiga, allí fue concedido – decía la doctora.

-¿su amiga es veterinaria? – preguntaba el doctor Pen.

-s-si ¿cómo lo sabe? – preguntó la doctora.

-a partir de ahora nada de sexo con caballos – decía el doctor Pen.

-¡oiga eso no tiene nada que ver! ¡si no quiere ayudarme! ¡vayase a la mierda! – decía la doctora.

-bien señora, le diré mi opinión, es cierto que tendrá una infancia terrible, eso no se podrá evitar, pero lo mejor es que no haga nada ya que dentro de dos como mucho cuatro años, lo que le convierte a su hijo en un paria, lo convertirá en un dios, los adolescentes mirarán con ojos envidiosos la herramienta que Dios ha dado a su hijo y las chicas, bueno, ellas matarán por ese objeto de deseo que portará entre las piernas, la fama será tal que las empresas de cine porno le propondrán contratos millonarios por cada película que haga, haciéndoselo con diosas mientras que el resto de los mortales solo pueden aspirar soñar con ellas, si no hay contrato, bueno, alguna vieja rica de las revistas del corazón querrá estar con el, dándole sus caprichos e incluso modificando el testamento a favor de el, mientras el aumenta su cuenta bancaria solo por contar cotilleos sobre sus conquistas y las relaciones con las mujeres de las revistas de cotilleo, el tiene entre sus piernas el sueño de todo hombre, vivir sin dar un palo al agua – decía el doctor.

La doctora dudaba, pero al pensarlo mejor dio por sentado que el tenia razón, aunque le hacia ilusión que su hijo de mayor fuese ingeniero, llamó al cirujano para anular la operación de pene de su hijo.

Tres años después la doctora llamó, seguía su hijo sufriendo acoso, pero esta vez eran miles de jovencitas que deseaban quitar los pantalones a su hijo a la primera de cambio con tal de ver a la serpiente de sus piernas.

-al menos sonríe ¿no? – decía el doctor.

-bueno, si, incluso tiene toda una colección de bragas – decía la doctora dudando.

-pues si su hijo es feliz, no me necesita, felicidades por el buen desarrollo de su hijo – decía el doctor Pen.

Al colgar, el doctor suspiraba tener de nuevo trece años y hacerse amigo del crío ese para al final casarse con el.

Pero mientras los problemas mentales, las depresiones y las tendencias suicidas no descansen, el doctor Pen, no lo hará.

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