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cuarta confusión

en Amor filial

Julia estaba nerviosa, hoy era el día, hoy volvía su hermano mayor, el único que le hacia caso cuando sus padres la ignoraban.

Recordaba como le contaba cuentos cuando era niña, como la consolaba cuando lloraba, como jugaba con ella.

Deseaba decirle tantas cosas, el día que se fue para estudiar finanzas y luego trabajar a Nueva York fue el más triste de su vida, ya habían pasado cinco años, el regresaba.

Sus padres aparecieron en la puerta junto a su hijo, un hombre de pelo moreno, corto y bien peinado, tenia un físico bien cuidado y una sonrisa blanca y brillante.

Julia se lanzó a abrazarlo, se sentía bien estando de nuevo junto a su hermano.

Pero este se turbó, notaba los senos de Julia y se separó un poco de ella ante la sorpresa de su hermana.

En la comida, su hermano les contó a la familia lo bien que le iban las cosas, todos lo celebraban, la mano de su hermano mayor despeinaba a Julia mientras le decía.

-¿Cómo te va? Enana ¿me echabas de menos para que te cuente un cuento?

Julia le gustaba que le hablara, pero hacia mucho que no se consideraba una niña.

-te echaba de menos, sobretodo los momentos en que charlábamos.

-vamos, tienes a nuestros padres ¿no? – preguntó Sandro, el hermano de Julia.

-por favor, ellos no saben que existo.

-exageras – dijo Sandro con una sonrisa

Julia se levantó y les dijo

-mama, papa, soy prostituta.

-por cierto hijo ¡no sabes la cosa tan terrible que nos ha pasado! ¡han abierto un club de alterne en nuestro barrio y bla bla bla! – decía la madre

-¿ves? No existo para ellos – decía Julia con un suspiro.

Cuando terminaron de cenar, Sandro le pidió a su padre si podían hablar a solas, Julia quería estar con su hermano, pero la dejaron al margen.

Pero ella espió tras la puerta.

-verás papa, mis negocios van bien, pero, tengo una chica con el que nos hemos comprometido hace dos años.

-vaya, bien por ti campeón.

-eso lo dudo, durante esa relación, no nos hemos dado ni un beso, me dijo que quería mantenerse virgen hasta el matrimonio.

-entiendo por que estas pasando, yo estuve cinco años con tu madre hasta que pude metérsela ¿no has encontrado otra chica?

-digamos que… me cuesta encontrar otra mujer.

-las cosas del corazón son crueles yo la dejaría y buscaría otra, lo digo por experiencia.

-no puedo, nos hemos comprometido y yo soy…

-fiel a tu palabra, mierda, si has sido así desde que no eras más alto que mis rodillas.

Julia escuchaba atentamente la conversación, pobrecillo, pensaba Julia.

Quiso consolarle hablándole de cualquier cosa, pero Sandro siempre mantenía las distancias, eso la extrañaba.

Pero también la entristecía ¿el la iba a ignorar también?.

A la hora de dormir, fue a la habitación de Sandro, el rápidamente se cubrió con la cama cuando la vio.

-¿vienes a contarme un cuento? – preguntó Julia tragándose su orgullo de adulta.

-¿no eres lo bastante mayorcita para dormir sola? – preguntó Sandro.

-¿acaso soy aburrida? ¿no merezco que me hablen? – decía tristemente Julia.

-¡no! ¡no! Siéntate aquí, te lo explico.

Julia se sentó al lado de Sandro, el cual notaba como el pijama de Julia marcaba todo su cuerpo, quería apartar los ojos de su cuerpo y centrarse en los ojos de su hermana, cuando ella se sentó, le explicó como se sintió de sola y su temor a que el la dejara sola.

Sandro, puso su mano en el hombro de Julia y le dijo.

-verás… a ver como te lo explico, ya no eres una niña pequeña a la que jugaba a princesas y piratas, te has convertido en una mujer y muy hermosa, por cierto y… últimamente no suplo unas ciertas necesidades y al verte, no te vi como hermana, sino como mujer.

-ah gracias – dijo Julia sonrojada.

-no te equivoques, no el tipo de mujer que es adulta, sino… joder, ¿Cómo lo explico? ¿ves las escenas de amor en la que las parejas se besan? - preguntó Sandro.

-si, son tan románticas – decía Julia con un suspiro de enamorada.

-hay una fase después de eso, una fase que no puedo contarte.

-¿Por qué? – preguntó Julia.

-por que eres muy pequeña, ya te lo contaré cuando seas mayor, ahora ve a la camita que estoy tan cansado del viaje.

Julia golpeó a su hermano con su almohadón ¿piensa que ella es virgen? Si no le diese vergüenza le hubiera contado lo que le pasó el ultimo mes, se fue a su cama enfadada mientras decía.

-No soy una niña.

A las dos de la madrugada, el móvil de Julia sonó, Julia decidió colgar, pero dos segundos después volvió a sonar, lo volvió a apagar, pero de nuevo sonó.

Julia, furiosa, apretó el botón que encendía la llamada y dijo.

-¿sabe que hora es?

Era una vídeo llamada, era una mujer de larga melena negra, facciones afiladas y gafas.

-¡según mi reloj las siete de la tarde! ¿Quién eres tu? ¿Dónde está mi prometido Sandro?.

Aquella mujer era la prometida que estuvo torturando a su hermano, se había equivocado de número ya que su número y el de Sandro solo se diferenciaba por un número, quería decirle cuatro cosas, pero estaba muerta de sueño.

-ahora duerme ¿puedes llamar dentro de ocho horas? – decía Julia mientras se abandonaba al sueño.

-¡ESCUCHAME PUTA! ¡POMME CON SANDRO! ¡YA!

Esas palabras hicieron un clic en la cabeza de Julia, ya no tenia sueño.

Solo ganas de poner a esa mujer en su sitio.

-¿QUE PASA? ¿NO ENTIENDES MI IDIOMA? TU-PASAR-MAQUINA-QUE-HABLA-A-SANDRO.

-déjame antes que me presente, soy una puta, pero no una puta cualquiera, soy la puta de Sandro, soy su propiedad, su juguete, su esclava sexual, el me compro para satisfacer todos sus caprichos – decía Julia.

-¡¿Qué estas diciendo?! – dijo la prometida alterada.

Julia colocó el teléfono y se desnudó completamente, se señaló sus pechos mientras decía.

-esto, propiedad de Sandro.

Se abrió los labios vaginales mientras decía.

-esto, propiedad de Sandro.

Luego enseñó su trasero y abrió sus nalgas mostrando su ano mientras decía.

-esto, también propiedad de Sandro.

-puta, ni prometido nunca estaría con una basura como tu – dijo la prometida furiosa.

Julia quería insultarla, pero decidió quitarle la voz al móvil y se lo llevó, fue desnuda a la habitación de Sandro, el cual, dormía prácticamente desnudo.

Se metió en la cama, Julia al fin supo porque Sandro la evitaba, lo sintió en sus carnes.

El tacto de su piel, la dureza de sus músculos, la excitaban, empezaba a segregar liquido por su entrepierna.

Eso la asustó, hasta ahora su hermano era como un faro que iluminaba su oscura soledad, que aliviaba su tristeza.

Ahora, su faro se ha convertido en un falo, no era su hermano, no era su amigo.

Era un hombre, un hombre sexualmente atractivo, eso la asustó ¿Cómo cambiaria su relación con Sandro? No quería perderlo, pero su cuerpo de ninfa, sus hormonas en ebullición exigían que llenase su útero de la carne de Sandro, luchó contra eso y decidió que con solo una mamada bastaría para poner en su sitio a esa bruja.

Se metió bajo sus sabanas y encontró la entrepierna de su hermano, tuvo un momento de duda y empezó a tocarla, su lengua masajeaba la flácida carne que a ojos vista crecía.

Admiró el poder de Sandro en su máximo esplendor, era grande, pero no monstruosa, para ella era perfecta, lamentaba que fuera de su hermano, se la llevó en la boca y empezó a mamarla mientras la prometida vociferaba en vano ya que el móvil estaba en mute.

Julia sonreía, era gracioso ver a esa horrible mujer alterándose iba a dejar de chupar, pero algo la agarró su cabeza y la obligó a seguir.

El ritmo era fuerte, pero Julia se acostumbró a el, no dejaba de enfocarse con el móvil para que la prometida viera lo que hacia, o la obligaban a hacer.

Un sabor familiar inundo su boca, pero en vez de pelear, engulló el semen de su amado hermano, apretó sus labios para no dejar escapar ni una gota, pero dejó que una gota de semen saliera por los labios, para que la prometida lo viera.

Las sabanas se destaparon, Sandro la veía, ella, avergonzada, no sabia que decir.

Sandro no parecía reconocer a Julia, estaba medio dormido, pero a ella no le importaba, los poderosos brazos de Sandro separaron y tiraron las piernas de Julia, dirigiendo su concha a la boca de Sandro que empezó a saborear sus mieles.

Julia, luchando contra el placer, dirigió la cámara de su móvil a la lengua de Sandro, enviando imágenes de su concha saboreada por su hermano a la prometida.

La imagen tembló por el placer que sentía Julia, pero el liquido que salía de su entrepierna daba a conocer que había llegado al orgasmo.

Julia recuperaba el aliento, pero las manos de Sandro agarraron sus pechos y los manosearon.

Julia se mordía los labios, sus pechos eran su punto débil, bastaba solo con manipularlos para llegar al orgasmo.

Agarrando su móvil, enfocó sus pechos profanados, luego a su rostro retorcido de placer.

En cuanto llegó a su segundo clímax, su mano dejó de tener fuerza para agarrar el móvil que se le resbaló de su mano cayéndose en la cama.

Julia cayó boca arriba en la cama, empapada de sudor y agotada ¿su hermano era tan bueno en el sexo? En ese momento lamentó de verdad que fuera su hermano, pero sentía una sombra la envolvía, al abrir los ojos lo vio.

Era Sandro, que hizo un movimiento brusco y Julia sintió como algo la llenaba, Julia tardó unos minutos en darse cuenta.

Sandro la estaba penetrando.

Julia intentaba zafarse, pero el peso de Sandro y el placer que sentía la hicieron rendirse, los bombeos eran en un principio lentos y dulces, Julia miraba los ojos de sonámbulo de Sandro.

El era sonámbulo, ahora no tenia elección, tenia que dejarse hacer, no quería que su hermano le pasase nada ya que despertar a un sonámbulo era peligroso.

Apartó la vista, para ella su hermano era un icono amoroso, como un padre, pero la mano de Sandro le cogió la cara y la obligó a mirar.

Ese rostro lleno de placer, aunque estuviera dormido le gustaba, sus manos acariciaron sus mejillas, luego su poderoso torso, eso la excitaba más que la misma penetración, las manos de Julia bajaron hasta el prieto trasero de su hermano que seguía moviéndose para que su falo se abriera paso en el interior de Julia.

Algo cálido llenaba su interior, ella empezó a llorar de emoción, su hermano se había corrido en su interior demostrando que había disfrutado con ella y el cuerpo de su amante cayó sobre ella.

Julia, tras recuperar el aliento, apartó con dificultad a su hermano de encima y fue a coger el móvil, aún estaba la prometida, parecía llegar al borde del colapso de lo sulfurada que estaba.

Julia iba a coger el móvil, pero notó algo en su trasero.

La lengua de Sandro.

El la agarraba fuertemente por las caderas, aunque Julia quisiera, no podía escapar, notó como algo duro y cálido entraba por sus entrañas.

La prometida solo podía ver la cara y los pechos de Julia que se movían en pos a las envestidas de Sandro, el cual no se veía, ya que Julia tenia la parte superior del cuerpo por encima de la cama, la cara de placer de Julia ante esas embestidas era palpable y ella vio algo en el móvil que le dio aún más placer.

Las lagrimas de impotencia de la prometida.

En ese momento, animada por su victoria, exageró su cara de placer, relamía sus labios delante del móvil, los movimientos pistones eran cada vez más violentos, más fuertes, tanto que asustaron a Julia, que pensaba que la iba a romper, pero un nuevo orgasmo la golpeó como un látigo por su cuerpo, agarró con fuerza el suelo rompiéndose dos uñas, en ese momento, unas poderosas manos la agarraron, sintió como la carne abandonaba su ano y vio a Sandro masturbándose frente a ella.

Una copiosa corrida golpeó su cara, sus pechos y su vientre, cálida, viscosa, sensual.

Julia vio como su hermano caía a la cama agotado, con cuidado de no despertarlo, le dio un beso en sus labios y abandonó la cama, se fue a su habitación y vio el móvil.

La prometida lloraba de impotencia, al encender la voz, pudo oírla.

-snif p-puta, snif sob puta malnacida.

Julia enfocó su cara y su cuerpo profanados por el semen, luego abrió sus labios vaginales y mostró como el semen de Sandro salía de su interior, luego se acercó a los labios su móvil y le dijo.

-no cualquier puta, ¡SU PUTA!

Colgó el móvil y se fue a la cama, pero se sentía intranquila, Sandro había hecho el amor con ella ¿Cómo afectaría su relación con ella?

Pero estaba tan agotada que se quedó dormida.

A la mañana siguiente, tras despertarse, oía a su hermano cantar en su ducha, con curiosidad, fue a verlo.

Podía distinguir su figura difusa tras la mampara, estaba cantando alegremente, cuando salió, su canto se paró en seco y se puso blanco.

Julia tardó en darse cuenta de que estaba desnuda, pero no se tapó, después de todo ¿Qué secretos podía ocultarle a su hermano?

-¡l-lo siento Julia! Mi ducha estaba estropeada y fui a usar la tuya, estabas tan dormida que aproveché para ducharme – dijo Sandro apartando la mirada.

-¿has dormido bien? Querido Sandro – preguntó Julia sonriendo.

-s-si, anda, dúchate, yo me voy – decía Sandro corriendo.

Ella, se sonrojaba, iba a ir a la ducha, pero…

Quería conservar el olor de su hermano en su cuerpo.

Pero al salir del baño, su hermano estaba sobre su cama, pensando.

-¿Qué ocurre? Sandro – preguntó Julia.

-hermanita ¿tu sabes que soy sonámbulo?.

-si.

-¿durante mi sonambulismo? ¿te hice algo? ¿te toqué? – preguntó temeroso Sandro.

-si, me has hecho muy feliz esta noche – decía Julia sonrojada.

Sandro perdió el color, dijo que lo lamentaba y quería compensarla, pero Julia le besó en los labios y le dijo.

-lo que lamento es que no hayas estado consciente para disfrutar, esta noche, si lo deseas, seré toda tuya para tus más oscuras fantasías, no solo esta noche, sino cada noche – decía Julia sin creerse lo que decía.

Esas palabras despertaron una erección en Sandro, pero se contuvo, ambos se vistieron y mientras bajaban, Julia preguntaba.

-¿crees que todavía soy una niña?

-no, eres toda una mujer – dijo Sandro temeroso.

Al llegar la noche, Julia pensó en madame Rosa, de forma indirecta, había transformado a una virginal y tristona niña, en una mujer animada y vivaracha, tenia ganas de darle un beso, se acomodó y empezó a invadirle el sueño, pero vio que la puerta se abría, una figura masculina, joven y temblorosa entraba en su habitación.

Julia, sonriendo, apartó la sabana mostrando su cuerpo desnudo.

-te estaba esperando, Sandro.

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