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El Virgo (1)

en Grandes Series

Es la primera vez que pongo una serie en esa sección, espero no defraudar. :S

 

Daniela tenia 18 años, era la hermana mayor de tres hijos, su padre les abandonó nada más nacer los dos gemelos, tenían una vida muy modesta, de hecho, vivían en la zona más marginal de Lima.

Su madre, prostituta, estaba enferma y no podía salir a trabajar, Daniela era la única que conseguía un sueldo con el trabajo de un Mcdonals de la zona centro, para poder llegar a fin de mes, también robaba a los turistas ricos.

Pero en estos días la enfermedad de su madre fue a peor, necesitaba medicinas, Daniela hizo cuanto pudo por conseguirlas, incluso negarse el alimento y recuperar restos de las bolsas de basura, pero si quería que se curará de verdad, necesitaba un doctor, para que la cure, Daniela tenia ganas de morir, pero ¿quién daría de comer a su familia?.

Un día en el trabajo, escuchó de unos clientes una conversación interesante de dos extranjeros españoles.

-tío, como me gustaría follarme a una virgen.

-¿por qué? Esas tías son complicadas de meter, además son tontas y asustadizas.

-¿no crees que lo apretado que está su coño lo compensa? Además ¿no debe ser lo mas ser el primero? ¿Qué ella te recuerde como el que la hizo mujer?

-me gustan más expertas, con conocimiento, las vírgenes lloran, patalean, se quejan, te piden paciencia e incluso muerden, o te sientes culpable o insatisfecho.

-mira tío, yo seria capaz de pagar 5000 euros por una virgen, dólares.

¡5000! Euros, la mente de Daniela empezó a imaginar lo que haría con todo ese dinero, médicos para su madre, comida y juguetes para sus hermanitos e incluso Daniela podría estudiar una carrera, siguió escuchando hipnotizada la conversación.

-no hay muchas vírgenes, incluso hay niñas que no lo son.

-pondré un anuncio en Internet, puede que busque ofertas.

Esa noche Daniela no podía dormir, ella era virgen, hasta ahora nunca se le había pasado por la cabeza prostituirse por no darle un disgusto a su madre, vio chicas de su edad que vendieron su primera vez por cincuenta dólares, chicas de su edad, que deberían estar en la flor de la vida y parecían tener cuarenta años, pero 5000 euros ¿cuándo vio tanto dinero? Nunca, pero, ¿estaría bien lo que haría? Daría su primera vez a un extraño, alguien que no conoce y que solo la consideraría un objeto, ¿compensaría el dinero?.

Daniela se levantó, vio a sus familiares, sus hermanos de seis años dormían plácidamente y su madre dormía con buen aspecto por los medicamentos.

Cuanto deseaba verles tranquilos, aunque sea por un tiempo breve.

Daniela sé pluriempleó en secreto para conseguir un dinero extra, en cuanto consiguió ese dinero, dejó su segundo trabajo.

Robó una cámara digital de un turista despistado.

Con el dinero extra, se depiló, se aseó, muy a fondo.

En un lugar apartado, colocó su cámara y la encendió.

-ho-hola, ¿qué tal u-ustedes? Me llamo Daniela – decía insegura la joven.

Pero aspiró aire y se calmó, si hay que hacerlo, se hace.

-como pueden ustedes observar soy una jovencita de 18 años, cabellos largos, lisos y negros hasta el trasero, mis medidas son 84 – 57 – 89, mis piernas largas, suaves y sedosas.

Aspiró otra bocanada de aire y siguió-

-mis labios son medianos, pero suaves, mis grandes ojos son oscuros, como lo es mi morena piel.

Hizo una pausa y luego dijo.

-seré clara, estoy subastando una cosa muy especial, estoy subastando mi virginidad, necesito el dinero para poder ayudar a mi familia y estudiar una carrera que me dé un futuro, supongo que no me creen virgen, pero les daré la prueba de que lo soy.

Unas lagrimas se asomaron en sus ojos mientras se desabrochaba su viejo camisón, empezó por el botón de arriba, sus manos, temblaban como si sostuvieran hielo, le costaba soltar los botones.

Lentamente, el escote de Daniela crecía y crecía, hasta que la separación del camisón era completa, la prenda se desprendió de los hombros de Daniela y bajó por sus brazos hasta caer al suelo, mostrando la parte superior de su cuerpo, un cuerpo hermoso, con dos bellos senos que eran entre pequeños y medianos, con unos pezones pequeños y una aureola casi inexistente.

Daniela se moría de vergüenza, cogió sus pechos y los toqueteó, jugó con ellos de la forma más sensual que supo.

-s-son naturales – aclaro Daniela muerta de vergüenza.

Ahora le tocaba el turno a sus pantalones, se desabrocho despacio el botón superior, muy despacio y con dudas, después se bajó lentamente su cremallera.

El sonido de su cremallera bajándose la ponía nerviosa, sabia que la próxima vez que oyese ese sonido, seria el del dueño de su virgo.

Sus pulgares se metieron en sus pantalones con la intención de empujarlos hacia abajo.

No era capaz, su corazón latía a toda velocidad, su mente quedó inundada de miles de hombres pajeándose ante su imagen, ya casi no podía sostener el llanto, sus manos temblaban.

-¿tan difícil es despojarse de la ropa? – Pensó Daniela.

Apartó todos los pensamientos y convicciones morales, solo un segundo, tiempo suficiente como para bajar los pantalones de un empujón.

Tenia unas piernas largas y sedosas, pero su inocente concha tenia un pequeño mechón pubico, como si fuera un pincel, sus bellas caderas, podían hipnotizar a los hombres con los bailes, sus pies eran pequeños, juveniles, con los callos característicos de patear mucho las calles de Lima.

Dio media vuelta, tenia un culo medio respingón y bastante pequeño, sus cabellos cubrían toda su espalda.

-¡has llegado hasta aquí! ¡No te retires ahora! – Pensaba Daniela nerviosa.

Se acercó a la cámara y la cogió, la enfocó a su pequeña concha.

Su mano temblorosa se dirigió a ella.

Usando los dedos medio e índice se separó los labios mayores.

Enfocó su tesoro.

Su himen.

-o-ofrezco el derecho a rompérmelo aquel que gane la subasta, su precio inicial, 16000 Soles – decía Daniela llorando.

En ese momento apagó la cámara y rompió a llorar cubriendo con sus brazos su desnudez.

Horas después, Daniela se fue a un ciber café.

Durante una hora estuvo paseando del portal del ciber, dudando en hacerlo, pero recordó los gastos que tenia su familia.

Con un paso vacilante, entró en el local.

Se sentó en el ordenador y entró en una pagina de subastas.

Se fijó que había toda clase de objetos subastados, algunos muy peculiares.

La frente de un joven para tatuar anuncios.

Uno subastaba su dignidad

Otros su alma.

Así se sentía Daniela, como si subastase su propia alma.

Temblando, introdujo el disco con su vídeo.

Introdujo sus datos en la pagina de subastas

La subasta ya estaba echa

Daniela sudaba, temblaba, como si tuviese gripe.

Retiró el disco y se fue corriendo del lugar.

En un callejón destrozó el disco, no quería saber nada más de eso ¡nada!.

Al llegar a casa, su madre la notó distinta, pero cuando le preguntaba como estaba la única respuesta que daba Daniela, era una sonrisa forzada unido a "no te preocupes mamá".

Esa noche durmió, pero algo intranquila.

Soñó que estaba en una casa de alta alcurnia, atada de pies y manos, desnuda.

Cientos de hombres trajeados y borrachos la miraban riéndose y señalándola.

Ella luchaba por taparse, pero estaba inmovilizada.

En ese momento un hombre gordo, calvo y feo apareció babeando ante ella, ese hombre se dirigió a los demás diciéndoles.

-vais a ser testigos de cómo desvirgo a esta guarra, como le rompo su inocencia y la dejo preñada al mismo tiempo.

Daniela estaba espantada, no había pensado en eso, no pensó que acabaría siendo madre.

El obeso se acercó a ella y le lamió las mejillas, Daniela sintió unas nauseas tremendas, la lengua bajó por el cuello, recorriéndolo hasta llegar a sus pechos.

En ese momento succionó con fuerza, como si quisiera arrancarlos, Daniela no quería eso, no quería que su primera vez fuese tan horrible, luchó y luchó pero fue en vano.

El obeso sujetó la carita de Daniela y miró sus ojos, llenos de lagrimas, esos ojos le excitaban, su enorme barriga aplastaba el dulce cuerpo de Daniela con la intención de penetrarla con su falo.

-bien, putita, has cobrado por adelantado, es hora que me cobre con tu carne – decía el Gordo relamiéndose.

Daniela no podía hacer otra cosa que  aceptar su destino, pero en cuanto el gordo iba a penetrarla.

Daniela despertó, llena de sudor, con el corazón latiendo a toda velocidad, miró a sus familiares dormidos, todavía era de noche.

Daniela se levantó y les observó.

Su himen no era ningún tesoro, ellos eran su tesoro.

Les dio un beso a cada componente de su familia y se echó a dormir.

Mañana será un nuevo día.

Al día siguiente, ella se levantó para trabajar.

Se puso su uniforme de limpieza y empezó en su tarea.

Pero notaba algo raro, algo diferente, un par de chicos la miraban sorprendidos, pudo escucharles.

-¿será ella?.

-no, tío, no es tan bonita como aquella chica de la subasta.

Daniela tragó saliva, pero ¿la llamó bonita? En cierto modo le gustó esa palabra.

El curso del día pasó con normalidad, aparte de extrañas y penetrantes miradas.

En cuanto terminó su turno, se dirigió a un ciber café.

Se conectó a la pagina de Subastas.

Y miró su oferta.

Continuará....

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