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El Virgo (4)

en Grandes Series

Daniela vio quien era el que más pujó.

¡Su propio padre!

Aquel que les abandonó por aquella turista anciana y podrida de dinero, había pujado por ella ¿acaso acabaría el con su virginidad? Leyó el mensaje que contenía.

"hola Daniela, sé que me porté mal con vosotros, pero aquí donde estoy tengo la vida solucionada, al principio podría traerte a ti para prepararte los papeles de residencia, después a al resto de la familia.

Espero que nos reconciliemos"

Daniela no se fiaba de esas palabras, no preguntó por su madre ni por sus hermanos ¿por qué no aprovechaba el viaje para traer a la familia entera?, ¿acaso el solo quería gozar de ella y luego tirarla a la basura como lo hizo con su madre? Sea como sea, si nadie puja por ella, seria de su padre, ¡que antinatural! Pensaba Daniela.

Actualizó la pagina Web varias veces, pero nadie pujaba, cabizbaja, apagó el ordenador y se fue a casa.

Caminaba insegura, el ataque de Ramón la había hecho más cautelosa, su virgo era su garantía de salir de la pobreza, pero al llegar, vio una pintada que decía.

"aquí vive una puta".

Daniela cerraba el puño con rabia, se metió en casa, en cuanto pudiera borraría la pintada.

Saludó a su familia, lo único que la animaba a seguir adelante, parecían preocupados ya que una multitud se colocó delante de la casa exigiendo el fin de su virginidad.

Daniela abrazó a su familia maldiciendo a aquella gente, ¿cómo podían haber hecho eso? Juró que en cuanto cobrasen se irían del país y harían una nueva vida, lejos de gente que solo le importase el honor, ¿el honor? ¿Acaso se puede comer? ¿Acaso puede calentarte en invierno? ¿Acaso te da salud? Si no es capaz de hacer eso ¿para que tener?

Dio un beso de buenas noches a todos y se acostó, su odio e impotencia ya eran muy grandes, ojala esa gente sufrieran lo que sufrió ella, cerró los ojos y se durmió.

Daniela estaba atada en forma de X, desnuda en una cama, estaba asustada ¿qué pasaba?

-hola pequeña ¿ya sabes de donde vienen los niños? ¿No? – decía una voz familiar.

Daniela lo vio, era su padre, un hombre velludo y con canas que la miraba con deseo con su erección dispuesta a invadirla.

-P-Papa, por favor, no lo hagas – suplicaba llorando Daniela.

Pero su padre empezó a tocar la concha de la virgen con sus dedos, mientras le decía.

-que gratos recuerdos me trae esto, así fue exactamente como te concedí, eres igual de viciosa que tu madre, pero necesitas a alguien que te enseñe, ¿quién mejor que yo?-

los escalofríos que provocaban esos dedos acariciando su concha, daban placer a Daniela, pero no quería que notara que le gustaba, no quería que fuese el primero.

Mientras ella tenía los ojos cerrados, notaba el aliento de su padre, acercándose a su pecho, notaba como la mordía, como la chupaba con gran habilidad.

¡No! ¡No! ¡No! Pensaba Daniela sabiendo que no tardaría en ceder, no quería gozar con el hombre que les hizo tanto daño, que no se preocupó por su familia ni una sola vez.

-intentas contenerte, pero tu roció en tu concha indican que te gusta, veamos cuanto aguantas así, en cuanto sueltes un suspiro, ¡serás mía! ¡Solo mía! – decía su padre.

Daniela se mordía los labios con fuerza, quería anular el placer con dolor y ya notaba la sangre que salía de su mordedura.

Pero su padre consiguió lo que quería, Daniela, aunque no dijo nada, se convulsionó de placer, cosa que notó su padre que mostró una sonrisa de victoria.

-bien mi pequeña, ahora me toca a mí – decía su padre apuntando su pene en la concha de Daniela.

Daniela suplicó a su padre que no lo hiciera, pero esas suplicas cayeron en oídos sordos, pues su padre hundió su verga dentro de ella, el dolor que Daniela sentía era indescriptible, su padre solo pensaba en su propio placer, solo pensaba en usar a su hija para mitigar un deseo que esta marcado en el ADN de todas las criaturas masculinas.

El deseo de aparearse con la primera concha disponible.

Daniela gritaba y lloraba, pero nada servia, su padre jadeaba de gusto, pero sentía más placer mirando la cara de dolor de su hija, se acercó al oído y le susurró.

-voy a hacerte un hijo.

Daniela intentó expulsar a su padre de su cuerpo, pero el era más grande, más fuerte y más pesado, no abandonaría su útero.

Las envestidas se aceleraban, iba a echarlo todo dentro, Daniela miró los ojos viciosos de su padre con los suyos bañados en lagrimas mientras le decía.

-P-Papa, por favor, no lo hagas.

Pero su padre abrazó fuerte a su hija, echándolo todo dentro de ella, la cual, notaba como llegaba hasta el fondo, miró al cielo mientras decía.

-Dios mió, ¿por qué?

Su padre se separó lentamente de ella, con la respiración acelerada y empapado en sudor, miró con una sonrisa de victoria los labios vaginales de su hija, cerrados y sangrando, pero veía que salía una sustancia blanca y viscosa.

Daniela notaba esa calida sustancia que le salía, no paraba de llorar, pero su padre se acercó a su oído para decirle algo peor.

-he traído a algunos amigos, espero que no te importe.

Eso fue un mazazo para la mente de Daniela, empezaron a aparecer sus vecinos, todos sonriendo, todos con grandes erecciones.

El primero entró brutalmente dentro de ella, Daniela gritaba y suplicaba a su padre que parase eso, pero su padre observó como su hija era usada como una muñeca hinchable.

Los gritos no duraron mucho, ya que fue obligada a chupar el miembro de un vecino que quería poseerla enseguida.

Los que quedaban animaban a los que la podían y despreciaban con insultos a Daniela, la cual, no tenia ni un momento de respiro, porque en cuanto uno terminaba dentro, otro le sustituía, parecía que la iban a llenar hasta reventar.

En cuanto varios vecinos la poseyeron, Daniela cesó de suplicar, después de todo, uno más ¿qué más da?

Hasta que llegó el último.

-no, tu no – decía Daniela aterrada.

Unas manos crueles agarraron su cara para que viese bien el rostro del hombre que le iba a invadir.

Ramón, el que intentó violarla.

-si puta, he vuelto del infierno para joderte, para mostrarte que no eres más que una puta, una guarra que solo sirve para dar gusto a mi polla.

-¡que alguien me ayude! – gritaba Daniela aterrada.

Daniela se levantó de la cama, empapada de sudor ¡todo era un sueño! ¡Una espantosa pesadilla! Se abrazó a si misma y comenzó a llorar, ¿de verdad ella es culpable? ¿Solo servia para abrirse de piernas? Empezó a pensar que debía dejarlo, pero su familia....

Daniela se pasó el resto de la noche pensando en su vida, en su decisión, una noche llena de angustia y sentimientos de culpa.

En casa de Maria, amanecía con un susurro en el oído de la amada.

-buenos días princesa – decía Daniel.

Maria se despertó y vio un buen desayuno en una bandeja en su cama, sentía que Daniel era el hombre perfecto, fuerte, amable, apuesto, con un buen trabajo y con todos los números para ser un gran padre.

Daniel puso las noticias mientras Maria rebanaba una tostada con mermelada, pero al comerla, se cayó un poco de mermelada en sus senos desnudos, antes de que Maria intentase limpiarla, Daniel la detuvo, la miró con dulzura y empezó a lamer la mermelada que manchaba los pechos de su amada.

Maria se sentía en el paraíso, la mujer más afortunada del mundo.

Pero ambos pararon, el noticiario dijo algo que les alteró, interrumpiendo su momento mágico.

-sube el volumen Daniel, no puede ser – decía Maria sorprendida.

Daniel, igual de sorprendido que su novia, se adelantó a la petición.

La televisión mostraba a una congresista que decía.

-es indignante que una joven crea poder ganar dinero vendiéndose como si fuese ganado, en el nombre de Perú exijo que el ministerio de la mujer frene esta locura antes de que provoque un efecto dominó que acabe convirtiendo el país en el mayor prostíbulo del planeta, un país en el que los extranjeros piensen que pueden llegar, pedir precio por una ciudadana y cojerla sin ningún pudor.

Daniel apagó la tele, miró a su novia y le dijo.

-cariño, me temo que tienes razón, intentaré seducirla antes de que la quemen como una bruja.

En el restaurante, las cosas no iban bien, había manifestaciones afuera en contra de Daniela, ella se sentía triste, pero su jefe se sentía ilusionado, esas manifestaciones eran publicidad gratis para el negocio, atraía mucha gente que por morbo, admiración o desprecio iban a ver a su empleada estrella.

Daniela no se sentía con ánimos, las manifestaciones y los gritos de odio hacia su persona no la animaban nada, al contrario, la hundían más y más en la depresión, hasta que una voz masculina le dijo.

-¿por qué escuchas a esos ignorantes que desprecian una flor tan bonita como tu?

Esas amables palabras atrajeron la atención de Daniela, era Daniel el que le habló, mostrando su mejor sonrisa y su más tierna mirada.

-me gustaría una hamburguesa con patatas fritas por favor – pedía Daniel amablemente.

Daniela tardó en reaccionar, Daniel era musculoso, de pelo largo y negro, tez morena y ojos verdes con unos labios quasifemeninos, se quedó prendada de su rostro hasta que como un relámpago atendió al pedido, sirviéndolo casi al instante, pero Daniel, cuando recibió lo que pidió se le acercó al oído de Daniela y le dijo guiñándole un ojo.

-te daré 200 soles si le das un beso a la hamburguesa.

Daniela temblaba de vergüenza, cogió la ración alimenticia y la besó, pensó que era la persona más hermosa que había visto, nunca tendría a su lado a alguien así, de modo que metió la lengua dentro de la hamburguesa, como si quisiera transmitir un beso atrevido a aquel chico, en cuanto terminó, Daniel le dio el billete, Daniela vio que el billete tenia algo escrito.

"cuando salgas del trabajo, te esperaré en la playa, quiero saber más de ti"

sus compañeras la rodearon animándola a ir, pero Daniela tenia miedo ¿y si ese sujeto deseaba lo mismo que todos?

Aprovecharse de su inocencia, mientras trabajaba, se agenció un cuchillo de cocina y lo guardó por si el encuentro era una trampa.

Maria la miraba con lastima mientras decía a si misma.

-perdóname amiga, pero no soporto que te señalen con el dedo, no soporto verte sufrir de esa manera.

Al salir del trabajo, las dudas invadían la mente de Daniela, su corazón latía más fuerte a cada paso que daba, sentía como dos voces la hablaban.

-¡te diriges como una oveja directa al matadero! ¡te violará como intentaron hacer esos cuatro!

-¿no has visto sus ojos? ¿No has visto su bondad? Parece que Dios creó esa persona para ti.

-¿quién sabe lo que piensa? ¡Piensa en los tuyos!

-no pasará nada, ni siquiera nos besaremos.

Las voces la atormentaban pero seguía avanzando, al llegar a la playa vio a Daniel, desnudo de cintura para arriba y descalzo, llevaba un pantalón de kimono con un cinturón negro como la noche.

Daniela lo observó en la lejanía, parecía tan poderoso, practicando unos golpes capaces de matar a un adversario el doble de grande que el de un golpe, desafiando al fuerte viento que le golpeaba, mostrando una musculatura entrenada.

Daniela se avergonzó al notar que sus pezones se erizaban, intentó que no se notasen de debajo de la camisa que llevaba.

Pero a pesar de la lejanía, Daniel localizó a Daniela, sonrió y se acercó a la virgen.

-¡has venido! Temía que una diosa como tú no me aceptaría – dijo Daniel lanzando la mejor de sus sonrisas.

Daniela no sabia que decir, no lo veía como un hombre, sino como un objeto de deseo que ella no podía alcanzar, después de todo ¿quién iba a estar con una que se ha vendido?.

-¿quieres verme practicar? – preguntó Daniel.

Daniela movió tímidamente su cabeza de forma afirmativa.

Daniel la acompañó al sitio donde entrenaba y la sentó en la arena.

-por cierto preciosa, me llamo Daniel – dijo el apuesto joven.

Eso sorprendió a Daniela, se llamaba exactamente igual que ella, solo que en masculino, a medida que Daniel practicaba posiciones y golpes, sentía como su cuerpo le pedía ser poseído por ese joven, ser la tierra donde ese joven plante su semilla.

Inesperadamente, Daniel invitó a Daniela a estar a su lado, ella al principio tenía dudas, pero al final pensó.

"estar junto a el no me hará daño, además si hubiera querido algo, lo hubiera hecho"

cuando Daniela llegó junto a Daniel, este le ofreció enseñarle algunas técnicas de combate, Daniela aceptó con timidez.

Daniel se puso detrás de la virgen y la cogió suavemente de las manos, mostrando a Daniela que posiciones y posturas tenia que adoptar.

Daniela atendía con interés sus explicaciones, pero también sentía los roces de la piel de Daniel con la suya, el olor de su sudor masculino, los susurros de sus explicaciones, sentía miedo de que el descubriese que se había humedecido.

A medida que Daniel le enseñaba nuevas posturas de defensa, los roces se hacían más y más frecuentes, para Daniela, era como una droga, quería más y más de esos roces con la piel desnuda de Daniel, oler la masculinidad de su maestro, tenia la tentación de besar sus apetitosos labios, lanzarlo contra el suelo arenoso y ponerse encima de el bloqueando sus movimientos para besarlo, mordisquearlo, lamerlo para al final sentirlo dentro de ella.

-¿estas bien Daniela? – preguntó Daniel.

Daniela se sobresaltó, había dejado volar su imaginación, pero sobretodo se sobresaltó al notar sus pezones que se podían ver erectos debajo de su camisa, cruzó los brazos para taparlos y dijo entre balbuceos que estaba bien.

-bueno, me alegra saberlo, lo dejaremos por hoy – decía Daniel.

Daniela se sintió como una niña que le negaban un caramelo, quería estar más tiempo con el, pero tenia que estar en casa.

Mientras caminaban, hablaban de sus cosas, de sus inquietudes y proyectos de futuro.

Pero Daniela tenía deseos de pasear en silencio, cogidos de la mano, sentir esa mano fuerte y calida como coge con pasión la suya.

-¿estas cansada? – preguntó Daniel.

-n-no no – decía Daniela.

Daniel se puso de espaldas delante de ella y se agachó, ofreciéndole transporte, al principio Daniela se negaba, pero Daniel insistió.

La virgen se apoyó en la espalda de Daniel, sus senos estaban apretados contra la espalda del muchacho mientras el se levantaba cogiendo las piernas a Daniela para llevarla.

Apoyó el oído a la espalda de Daniel, podía oír el corazón del luchador, sentía que se dormía oyendo ese sonido hasta que oyó algo que la aterró.

Un tumulto había ido hasta las puertas de su casa, escupiendo odio e ignorancia, la madre y los hermanos de Daniela estaban dentro de la casa, asustados, preguntándose que habían hecho ellos.

Daniela quería detener esa locura, pero Daniel la detuvo mientras decía.

-ve dentro de la casa, yo me ocupo.

La voz de Daniel parecía irradiar rabia contenida y era verdad, al ver el tumulto Daniel hizo un gran esfuerzo para no lanzarse contra toda esa gente, tan pronto como la virgen se metió dentro de la casa, el luchador se colocó delante de la puerta, cruzó sus brazos y miró con decisión al tumulto.

-esa gente quiere dormir ¡largo! – decía Daniel en tono dominante.

-¡¿quién coño te crees que eres!? – decía uno de los componentes del tumulto.

-te diré que no soy, no soy como vosotros, una basura ignorante que cuando una periodista o una política dicen ¡salta! Respondo ¿qué altura? – decía Daniel manteniendo el tono de autoridad.

-¡a por el! – dijo el que encabezaba el tumulto.

La cara de Daniela dibujó un enorme horror al ver como al gente se lanzaba contra aquel chico amable, pero Daniel reaccionó lanzando un puñetazo al que encabezaba el grupo lanzándolo varios metros, los agresores respondieron esgrimiendo cuchillos, botellas y otros tipos de armas primitivas.

Daniel, solo reaccionó crujiendo sus nudillos de forma sonriente.

Cuando el grupo se lanzó al ataque, Daniel reaccionó lanzando varios golpes que derribaron los débiles y lentos atacantes, esquivó los filos y soportó los golpes de bastones y tablones, pero su disciplina marcial lo hacia prácticamente invencible contra esa gente.

Daniel pensaba que era un milagro que se contuviese para hacerles solo daño en vez de usar toda su fuerza, a medida que golpeaba y proyectaba a la gente con sus llaves, los agresores se retiraban asustados y adoloridos y la fuerza de los atacantes empezaba a decrecer.

Daniel había recibido golpes sin importancia, su ropa tenia cortes, pero no sufrió heridas en cambio el tumulto había recibido lo suficiente como para desanimarles a atacar de nuevo.

Pero Daniel no estaba contento, agarró a uno de los miembros del tumulto y se metió dentro de la casa con el, lo agarró con violencia y sadismo por la nariz y le exigió.

-pide perdón a esa gente.

-p-perdón – decía el agresor.

Pero Daniel reaccionó agarrando con más fuerza la nariz del agresor, casi fracturándola, mientras le decía.

-¡MÁS FUERTE, PEDAZO DE MIERDA!

-¡LO SIENTO! ¡JAMÁS SE LES VOLVERÁ A, MOLESTAR! ¡LO LAMENTO MUCHO! – decía el agresor llorando.

Daniel lo echó de una patada, lanzándolo contra un cubo de basura, al ver como estaban los familiares de Daniela, la madre le dijo gracias, mientras los hermanos pequeños lo miraban como su fuese una estrella de cine.

Tan pronto como comprobó que estaban bien, dio un beso a Daniela y se fue, durante la cena, solo se habló de Daniel, los hermanos preguntaban a Daniela como era el, como le conoció o si era novio suyo, Daniela se sentía incomoda con esas preguntas.

A la hora de dormir, Daniela acostó a sus hermanitos, pero cuando iba a darle el beso de buenas noches a su madre, ella le dijo.

-es un buen mozo, honrado, fuerte y educado, te iría bien un marido así.

Eso sonrojó a Daniela, le dio un beso de buenas noches a su madre y se fue a la cama, pero sentía algo, no era la preocupación ni la angustia que la acompañaban a la cama, era deseo, su imaginación voló, soñaba que el había ganado la subasta, que la desnudaba con lentitud, la besaba con sensualidad con sus labios de seda, que ella estaba boca arriba mientras el la penetraba mirándola a los ojos, ella le miraría, querría grabar su imagen como el primer hombre que la gozó.

Mientras pensaba en eso, se llevó la mano a su clítoris, sus dedos acariciaron el erecto órgano, moviéndolo con timidez al principio, pero a medida que su imaginación se volvía más atrevida, más movía su dedo sobre su clítoris, quería gritar, pero no quería despertar a su familia, su cuerpo se convulsionó, agotándola y con el cuerpo empapado de sudor.

Daniela cansada y relajada por su acto de autosatisfacción, cerró los ojos y durmió no sin antes pedir a Dios que la haga soñar con el.

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