Entro en la ciudad de Berlín con júbilo viendo sus ruinas, viendo como el imperio nazi caía como un castillo de naipes, si, que paguen por lo que han hecho.
La bandera de la madre Rusia hondea en la ciudad, no hay resistencia yo y varios compañeros empezamos a saquear la ciudad.
Yo arranco collares y anillos de cadáveres de civiles para después escupirles en la cara, que aprendan a no invadir mi nación.
En una de las casas que saqueo oigo a alguien esconderse, empuño mi arma y me acerco despacio, mi corazón se acelera ¿un soldado? ¿Alguien armado? Me acerco a la puerta del sótano.
Abro despacio la puerta, se que la muerte puede sorprenderme en cualquier momento, mis manos tiemblan, estoy nervioso, pero intento sobreponerme.
Apunto hacia donde esta ese tío, lo que veo es una mujer joven con dos niños que me habla en alemán, yo la grito mientras apunto con mi arma.
Aparto a los niños y los ato en una cañería, la mujer la abofeteo para tirarla al suelo.
Con un cuchillo le arranco la ropa, rasgo su camisa descubriendo sus pechos, ella desesperada se resiste, pero yo apunto con mi arma a los niños, ella entiende la situación y se queda quieta.
Ella llora, no me importa, le chupo y le muerdo los pechos como si no hubiera comido en días ante los gritos de suplica de los niños pidiéndome que dejase en paz a su madre.
Meto mi mano por debajo de la falda de la mujer, le saco las bragas.
Mi polla me exige que invada ese coño como ellos invadieron mi país.
Ella ve nerviosa como me bajo los pantalones y me pongo encima de ella, ella grita, pero yo la abofeteo hasta hacerla sangrar.
Que bien me siento dentro de ella, su coño seco apretando mi polla, ver como esa puta llora, como me suplica que pare, mis compañeros, Iván, Sergei, Sebastián, muertos, muertos por esos alemanes de mierda en Stalingrado, mi casa, mi familia, lo perdí todo en los bombardeos, acelero el bombeo, ella grita más y más.
El placer máximo se manifiesta vaciándome dentro de ella, ella casi se desmaya, esta adolorida, humillada, así tienen que estar todas esas putas alemanas, como ella.
Me pongo los pantalones y empuño el arma, antes de irme apunto a los niños
Oír los gritos de aquella puta cuando disparé a esos enanos era muchísimo mejor que violarla.
Abandono el lugar con una sonrisa mientras ella abraza los cadáveres de sus hijos.