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Silent Hill oscuridad (1)

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Jasón y Jessica iban en su coche hacia un parque de atracciones, se lo prometieron a su hija, él era informativo y ella era agente del FBI, ambos tenían una hija de 5 años que dormía en el coche, soñando con toda la diversión que la esperaba.

Jessica era rubia platino, sus largos cabellos estaban recogidos en una coleta, tenia los ojos esmeraldas, iba vestida con una cazadora de cuero y pantalones vaqueros con botas de cow boy, lo que denotaba su origen tejano.

Jasón llevaba una camisa de azul, bandolera y pantalones de pana, era de rasgos hispanos, moreno de cortos cabellos castaños.

Jessica miró a la pequeña, la joven era morenita de cabellos castaños y ojos verdes, llevaba un peluche de un oso.

Jasón no podía pedirle más a la vida, una mujer hermosa e inteligente y una hija dulce y vivaracha, se sentía el hombre más afortunado del mundo.

De repente, apareció un hombre en medio de la carretera, Jasón reaccionó, pero se fijó de que ese hombre sonreía, se salieron de la carretera y dieron varias vueltas de campana.

Jasón se despertó, estaba adolorido pero luego se olvidó de sus males para comprobar el estado de su esposa, respiró aliviado al ver que estaba inconsciente, pero cuando fue a ver a su hija, vio que ella no estaba y que la puerta estaba abierta.

Antes de irse a buscarla, le dio un beso a Jessica y se fue a buscarla.

Había una niebla realmente espesa, Jasón se extrañó ya que antes hacia un día despejado, llegó hacia un puente que cruzaba un abismo que no se veía el fondo.

Al cruzar el puente, vio un pueblo, era posible que su hija estuviera ahí.

-¡Alice! ¡Alice!  ¿¡Dónde estas!?.

Jasón estaba recorriendo el pueblo, demasiado preocupado como para notar que no había ni un alma, nadie salía, pero oyó una voz que decía.

-duerme soñadora, duerme.

Jasón dirigió su mirada a la voz, veía una silueta que llevaba una niña en brazos ¿Alice?.

Temeroso de que la hubiera secuestrado, Jasón corrió hacia el sujeto, pero él, a pesar de que caminaba, desaparecía en la niebla.

Tras perderlo, Jasón se desesperaba, pensaba que le saldría el corazón por la boca de lo desesperado que estaba, hasta que oyó una puerta metálica cerrarse.

Se dirigió hacia donde provenía el sonido de la puerta y encontró un edificio con un cartel que rezaba.

"hospital clínico de Silent Hill"

¿Silent Hill? Nunca había oído nada de ese pueblo, entró en el centro medico a pedir ayuda.

El recibidor estaba equipado, había recepción, sala de espera, kiosco, cafetería, pero no había nadie, eso le extrañó mucho, ¿nadie en un hospital?.

Él estuvo en un pequeño pueblo de Oregón y en las veinticuatro horas del día siempre había alguien, bueno, siempre había un grupo de personas, médicos y pacientes, un hospital vació era algo imposible.

Vio que un ascensor se movía, paró en el quinto piso ¿el que secuestró a Alice estaba ahí?, Llamó al ascensor, esperó el ascensor con impaciencia, cuando llegó, antes de que las puertas se abrieran del todo se metió dentro y pulsó el quinto piso.

Las puertas se cerraron y el ascensor empezó a moverse, de repente se detuvo en el primer piso, apagándose las luces.

Jasón toqueteó  impaciente el botón del quinto piso, pero oyó una voz, la misma que escuchó en la calle.

-bienvenido verdugo.

-¿quién es usted? ¿Dónde esta Alice? – gritaba Jasón.

-un regalo – decía la voz.

Un haz de luz caía hasta el suelo, Jasón vio que era una linterna.

-¿dónde esta Alice? – preguntó de nuevo Jasón.

No había respuesta.

-¡¿DÓNDE ESTÁ ALICE?! – gritó Jasón.

Solo había silencio.

Jasón, maldiciendo, recogió la linterna y con esfuerzo abrió las puertas del ascensor.

Lo que vio era dantesco.

El primer piso parecía abandonado desde hace décadas, estaba oscuro, había sillas de ruedas oxidadas, puertas de madera, el suelo era una rejilla metálica oxidada y el olor y las manchas de sangre gobernaban el lugar.

-¿qué cojones es este sitio? – preguntó Jasón para sí.

La mayoría de las puertas estaban tapiadas o bloqueadas, Jasón exploraba el piso, estaba tan oscuro que parecía que el haz de la linterna era devorado por la oscuridad, pero fue gracias a la linterna que vio que una de las habitaciones estaba abierta.

Jasón, al pasar por ella, encontró el cadáver de un hombre, estaba despellejado, se le podían ver los músculos, Jasón luchó para no vomitar, el olor a cadáver inundaba la habitación.

Lo que más destacaba de la habitación era un paquete de regalo en cuya tarjeta ponía "Jasón".

Jasón abrió el regalo con curiosidad, lo que encontró en él hizo que el mundo se le cayese encima.

Era el osito de su hija.

-BASTARDO, DEVUÉLVEME A MI HIJA, ¡DEVUÉLVEMELA! – gritaba Jasón mientras caía de rodillas.

Rompió a llorar mientras abrazaba el osito, recordaba bien el día que lo compró, era el regalo del tercer cumpleaños de su hija, un osito de peluche con una radio incorporada que tenia como objetivo emitir la emisora de música clásica por las noches mientras el niño duerme, por una cuestión de desarrollo de la inteligencia.

Mientras abrazaba el osito, toqueteó algo metálico y redondo, al sacarlo, encontró un anillo parecía un anillo de compromiso ¿no será que? Guardó el anillo para hacérselo tragar a aquel mal nacido.

De pronto, el osito empezó a emitir estática, Jasón pensó que el osito estaba estropeado, pero en la ligera estática oyó unos lejanos pasos vacilantes, lo que le incitó a salir de la habitación.

Al salir, vio a una enfermera que caminaba con paso vacilante, se dirigía al nido de la sección de maternidad.

-eh, oiga, ¿puede ayudarme? – decía Jasón mientras iba tras la enfermera.

Esta no hacia caso y seguía su camino.

Jasón aceleró el paso y la siguió hasta el nido, casi no se daba cuenta que la estática del osito aumentaba más y más.

La visión del nido era realmente espeluznante, en vez de cunas, espantosas jaulas con espinos sangrantes, las paredes estaban cubiertas de carne podrida y trozos de hierro bastante filosos y el instrumental parecía sacado de una sala de tortura.

Allí estaba la enfermera, de espaldas, jadeando, tenia el uniforme raspado y con manchas de sangre.

-oiga ¿puede ayudarme? Busco a mi hija, es morena, ojos verdes, pelo hasta los hombros, se llama Alice – decía Jasón.

-mmm aaaammmm ssoooñññaaadddooooorraaaaa mmmuuuaaarrrrmmm – decía la enfermera.

Jasón había oído lo de soñadora del tipo que se llevó a Alice, enfurecido, agarró a la enfermera y la giró hacia él para exigirle que le devolviera a su hija, pero al ver a la enfermera, se quedó mudo de espanto.

La enfermera no tenia cara, parecía un monstruo de las leyendas japonesas, esta agarró del cuello a Jasón e intentó estrangularle, Jasón le sorprendió la fuerza de la enfermera, notaba como le estaba comprimiendo el cuello, instintivamente, estiró la mano para coger una de las jaulas y golpear la cabeza de la enfermera con ella, la enfermera cayó al suelo por la violencia del golpe, mientras Jasón se esforzaba por recuperar el aire.

La enfermera se levantó de nuevo, tenia una herida en la cabeza, pero no sangraba y al parecer no sentía dolor, Jasón retrocedía aterrado dando pasos hacia atrás, sus manos tanteaban el lugar buscando un arma mientras fijaba su vista en lo que estaba iluminando su linterna, una monstruosa enfermera que se convulsionaba y estiraba sus brazos hacia el.

Entonces Jasón encontró algo que parecía un filo, era un cuchillo de carnicero, lo empuño y lo clavó en la cabeza de la enfermera.

Pero esta al parecer no sintió el terrible golpe y agarró nuevamente el cuello de Jasón.

Hubo un terrible forcejeo en el que Jasón quería liberarse, haciendo que la enfermera perdiese el equilibrio.

En ese instante, Jasón sintió un pinchazo en el pecho, la enfermera se convulsionaba violentamente, aterrando aún más al hombre, pero pudo ver que la enfermera tenia un trozo de hierro que atravesó el pecho de la enfermera.

Jasón la miraba en una mezcla de terror y fascinación, se acercó y dio un pequeño toque furtivo a la enfermera, luego tocó la cabeza.

Los cabellos estaban secos, su tacto era frió y escamoso, aquella criatura era un cadáver que de algún modo se movía, portaba una llave en el cuello, era la llave de una habitación, fue para aquella habitación.

Mientras caminaba, Jasón se dio cuenta que el osito no producía estática alguna ¿se habrá arreglado?.

Introdujo la llave en la habitación portando el cuchillo de carnicero, no quería ninguna sorpresa, al atravesar la puerta, vio una pila de cunas ensangrentadas que se elevaban hacia un agujero del techo, Jasón con el corazón latiendo a toda velocidad, escaló esa pila de cunas.

La habitación que había estaba iluminada con un enorme foco que proyectaba su luz a una mesa con un cuerpo, al parecer entró en el quirófano del hospital.

Los sonidos de las rudimentarias maquinas de apoyo vital indicaban que funcionaban, Jasón se acercó al cuerpo, estaba desmembrado y abierto en el vientre, vio algo entre los intestinos algo que distinguió como el cañón de una pistola.

Con asco, introdujo su mano en las vísceras y agarró la pistola manchada de sangre.

En ese momento, el cuerpo levantó la cabeza, tenia la boca cosida y los párpados cortados, pero Jasón miró sus ojos, unos ojos llenos de sufrimiento, unos ojos que estaban vivos y conscientes.

Jasón, con expresión de espanto, salió del quirófano corriendo con el arma en su mano, cuando salió, cayó de rodillas y empezó a vomitar, empezó a llorar de angustia, pero comprobó el arma que había conseguido.

Una pistola Walter 22, de diez disparos, Jasón se arrepintió de dejar a Jessica, ella si que sabia manejar armas, el osito empezó a emitir estática, Jasón se giró.

-mierda.

Era otra enfermera, esta vez portaba un bisturí como arma, se acercaba de forma vacilante.

-no esta viva, no es matar – decía Jasón para convencerse mientras apuntaba a la cabeza de la enfermera.

Pero al apretar el gatillo, no pasó nada, lo apretó una y otra vez, no ocurría nada, la enfermera descargó el golpe de bisturí, pero Jasón lo esquivó, perdiendo el equilibrio, aterrado, vio como la enfermera iba a descargar otro golpe, pero antes de que sucediera, una punta de hierro surgió de su pecho, la enfermera se convulsionó con violencia hasta quedarse inerte.

 -vaya, amigo, casi no lo cuenta – decía la voz que había oído en el ascensor.

Jasón pasó del miedo a la rabia, sintió más rabia al ver que no disparaba su arma, pero tuvo que calmarse cuando la punta de la vara apuntaba a su cuello.

-tranquilo amigo ¿esta es manera de agradecer que le haya salvado la vida? – decía el hombre.

Jasón se fijó en él, era un hombre de pelo largo y oscuro, de barba de cinco días, su cara tenia tatuadas multitud de letras de algún idioma arcano, era de complexión delgada y llevaba una camisa negra, unos pantalones vaqueros y unos zapatos deportivos negros.

-¿dónde está mi hija? ¿Qué le has hecho? – preguntó Jasón.

-tranquilo, la estoy protegiendo, por cierto Jasón, permíteme que me presente, me llamo Tyler – decía el melenudo.

Jasón, pensó que la estaba protegiendo de aquellas criaturas, Tyler le quitó la pistola diciendo.

-¿me permites? Veo que eres novato en esto.

Tyler le quitó el seguro al arma e hizo retroceder la corredera para cargar la bala en la recamara, acto seguido se la entregó a Jasón.

-ahora podrás disparar, coge la empuñadura más abajo, no sea que la corredera te pellizque la mano – decía Tyler.

-¿qué es este sitio? – preguntó Jasón más calmado.

-ahora no puedo explicártelo, llegas tarde a una cita, ¡suerte! – decía Tyler mientras se iba corriendo.

Jasón se levantó y se quitó el polvo de sus pantalones, después se fijó en el cadáver de la enfermera, con rabia, le propinó una violenta patada, tras la cual, un objeto brillante caía del escote de la enfermera.

Jasón lo recogió, un anillo, idéntico al del oso de Alice, decidió guardarlo.

Caminó por los pasillos hasta que algo le atrajo la atención, un espejo, algo brillante en esta tétrica oscuridad, algo bonito en este mundo macabro, se acercó al espejo, lo que vio lo dejó fascinado.

Era su esposa, estaba llorando.

Jasón puso la mano en el espejo como si quisiera consolarla, pero el espejo se movió como agua, lo cual, hizo que retirara la mano.

Jessica dejó de llorar y miraba con atención, sus ojos verdes estaban enrojecidos de tanto llorar.

Jasón pensó si podía tocarla y metió la mano dentro del espejo.

La reacción de Jessica era gritar como una poseída y sacar el arma, Jasón pudo retirar la mano antes de que las balas lo alcanzasen, el espejo se rompió en mil pedazos cuando la primera bala salió de el.

¿Qué había pasado? ¿Por qué ha reaccionado así? Estas preguntas le resonaban en su mente, pero sabia que eso no le devolvería a Alice, así que prosiguió hacia las escaleras.

El tercer piso era totalmente inaccesible y más allá del cuarto piso no se podía subir, de modo que se propuso explorar el cuarto piso.

Jasón fue a explorar el piso, al parecer solo dos de las habitaciones no estaban tapiadas, pero una de ellas estaba cerrada por dentro, de modo que no tenia mucha opción, entró por la habitación.

La imagen que vio era horrible, había el cuerpo quemado de un niño de trece años, el osito de nuevo empezó a sonar, ¿qué le pasaba al oso? En la cama de al lado había una caña de pescar, de buena calidad, Jasón la cogió pensando que podría servirle, también había un diario.

"no sé que día es hoy pero me recomendaron que escribiera para olvidar el dolor de mis quemaduras, recuerdo como las llamas devoraban el colegio, recuerdo como mis amigos ardían, recuerdo como alguien se reía entre las llamas"

"esta mañana ha aparecido la enfermera Tompson, es muy guapa, me pidió que le guardase un anillo, parece que la enfermera se casará pronto, es una lastima, aunque con mis heridas no creo que le hubiera agradado estar conmigo"

"Mis padres me han regalado una caña de pescar, me dijeron que en cuanto saliera del hospital me llevarían al lago, estoy tan ilusionado."

"pensaba que era un sueño, pero al parpadear, vi que mi habitación parecía una sala del infierno, cuando parpadeé de nuevo volví, no sabia que había pasado, pero era tan real"

"Ha aparecido una densa niebla, a veces oigo gritos que se interrumpen súbitamente, hace dos días que nadie viene a verme y las visiones son cada vez más habituales, tengo miedo ¿qué pasa? ¿Qué esta pasando?".

El diario no explicaba gran cosa, pero al parecer la cosa se agravó con la niebla, quitó la tela que aislaba al niño y encontró el tercer anillo en la mano.

Mientras lo quitaba, se fijó en el cuerpo, había partes de hueso sobresaliendo de los músculos, tenia las entrañas consumidas ¿era posible que aquel chico pudiera escribir? Debía dolerle un infierno, porque cualquier otro habría muerto.

Después de coger el anillo intentó salir de la habitación, la puerta estaba cerrada ¿qué extraño? Intentó otra vez pero nada.

El osito empezó a sonar otra vez, Jasón pensó que estaba estropeado, en ese momento el cuerpo del chaval gritó como si estuviera poseído, Jasón vio con horror como el cuerpo se levantaba formando ceniza, entonces vio que la ventana estaba abierta y decidió ir hacia ella.

El cuerpo ceniciento expulsó una nube de ceniza que impactó en el brazo de Jasón, el cual, sintió como le quemaba, pero salió por la ventana y caminó por la cornisa.

El pueblo, el pueblo entero parecía salido del infierno, en vez de calzadas, rejas de hierro, había árboles muertos, monstruos deformes, edificios en ruinas, el osito sonaba cada vez más violentamente, pero no podía detenerse, aquel chico también salía por la ventana, antes un cuerpo quemado, ahora es un cuerpo cubierto de cenizas que se espolvoreaban por sus alrededores, cenizas ardientes, Jasón aceleró el paso, pero no puso su pié en el sitio correcto y casi caía, por reflejo consiguió agarrarse al tablón de una de las ventanas tapiadas e incorporarse para ir hacia la única ventana abierta.

Cuando entró en la habitación, se extrañó de que esta fuera normal, pero fue hacia la puerta sin comprobar nada, movía el manillar con ganas e intentó forzar la puerta, pero no se abría.

Los gritos sonaban cada vez más cerca, Jasón se desesperaba, cuando el ceniciento entró en la habitación, la puerta se abrió de repente, de modo que Jasón corrió directo hacia el ascensor y pulsó el quinto piso.

Pero el ceniciento aceleró el paso, Jasón sacó la pistola y empezó a apuntar, el ceniciento estuvo a punto de llegar pero Jasón disparó a la cabeza de la criatura, el retroceso lo sorprendió y perdió el equilibrio, pero alcanzó a la criatura que la hizo retroceder lo suficiente como para que se mantuviera fuera y el ascensor se cerrase.

Jasón sintió un dolor en la mano, tenia un corte causado por la corredera al disparar, pero también se sentía angustiado ¿qué coño pasaba? ¿Qué era ese pueblo? Durante todo el piso lloró desesperado, en cuanto se abrieron las puertas apuntó con el arma, nadie.

Al entrar, vio un pequeño botiquín, parecía caído del cielo, se quitó la camisa para verse el brazo, parecían quemaduras de primer grado, la manga detuvo la mayor parte de la ceniza, pero si no hubiera sido así, no querría ni pensarlo.

Después de tratar sus quemaduras y el pellizco de su mano, avanzó hasta ver que había una sala inmensa, casi infinita cuyo suelo eran rejillas metálicas.

Cuando avanzó, una de las rejillas cayó, Jasón pudo mantener el equilibrio, pero no oía como caía.

¿Acaso estoy en el quinto piso? Esto es un abismo, ¡es imposible que exista algo así! Pensaba Jasón.

Jasón se fijó en una cama que había, estaba ocupada por un cadáver femenino con un vestido de novia, Jasón examinó el cuerpo, había la marca de un anillo en uno de los dedos.

Al principio pensó que era una locura, pero este mundo en si es toda una locura, sacó uno de los anillos y lo colocó en el dedo de la mujer.

El cadáver movió la mano señalando una dirección, Jasón casi se caía del susto, pero miró a que dirección señalaba, poco a poco tanteaba el terreno, viendo que era suelo sólido llegó hasta la segunda novia y repitió el proceso, luego con la tercera hizo lo mismo.

Pero con la cuarta, no tenia anillo ¿habrá pasado por alto algún sitió? Pero el haz de la linterna iluminó algo que brillaba en el abismo.

Un anillo, pero, ¿cómo conseguirlo?.

En ese momento recordó la caña de pescar, con mucho cuidado, bajó el anzuelo y consiguió enganchar el anillo, poco a poco lo subió para luego colocarlo en el dedo del cadáver, el cual, señaló el camino que Jasón empezó a recorrer, llevándolo a una puerta.

Al atravesar esa puerta, vio diez cuerpos clavados en la pared con tubos en la cabeza, parecían inertes, exploró toda la habitación, pero no había nada, cuando se disponía a marcharse, una gran llamarada apareció, cuando se dispersó el fuego hizo aparición un hombre vestido como un sacerdote, el sacerdote miraba alrededor y con miedo y rabia gritó.

-¡ME HA MATADO! ¡ESA SUCIA RAMERA ME HA MATADO!.

Los tubos notaron el odio del sacerdote y se dirigieron hacia él, clavándose en los orificios nasales y en la boca, el osito volvió a sonar y esta vez con fuerza.

-¿suena cuando hay monstruos? – se preguntó Jasón.

Los tubos elevaron al cura, el cual, generó una nube negra que lanzó contra Jasón, el cual recibió dolorosamente el impacto lanzándolo dos metros hacia atrás.

Pero Jasón respondió disparando dos veces contra el monstruo.

Pero este no le hizo ningún efecto, Jasón esquivaba y disparaba a la criatura, pero esta no parecía afectarle.

La ultima bala erró e impactó sobre uno de los cadáveres, el cual gritó y uno de los tubos cayó.

Jasón se fijó que la criatura estaba más débil, pero no tenia más balas, usando el cuchillo de cocina y vigilando al monstruo, se dirigió al segundo cadáver y le intentó cortar el tubo, pero era imposible, al mirar al monstruo vio que le iba a lanzar otra nube, nube que esquivó, pero que alcanzó el cuerpo, destrozándolo.

El cadáver gritó de agonía, en ese momento Jasón lo comprendió, tenia que matar los cadáveres.

La criatura parecía tardar más en preparar un ataque, tiempo suficiente como para que pudiera degollar dos cuerpos más, la criatura soltó un vapor negro corrosivo que persiguió a Jasón, el cual corría evitando su mortal toque, pero consiguió degollar a otro cadáver.

Cuando el vapor de dispersó, la criatura intentó acercarse a el, pero ya no era tan rápida como antes y Jasón pudo matar tres cuerpos más.

Entonces el monstruo respondió usando sus tubos unos tubos que golpearon a Jasón como si fueran látigos, pero eso no detuvo a Jasón que clavó en el corazón a otro de los cadáveres.

Pero la criatura lanzó otro proyectil nube que esta vez alcanzó a Jasón, pero era la bofetada de un bebe comparado con la fuerza destructora de antes, Jasón, despreocupado, mató él ultimo cuerpo.

El monstruo cayó de rodillas, no podía moverse ni luchar, Jasón se acercó a el, ya no era humano, era un cuerpo lleno de tubos que se movían desesperados.

Con frialdad, cortó la yugular del monstruo, el grito del sacerdote resonó por toda la habitación y se disolvió en niebla negra.

Jasón, vio que algo quedó tras la muerte del cura, lo recogió para verlo mejor.

Era una aurícula derecha, debido a la impresión Jasón se desmayó.

 

-¡eh amigo! ¡Despierta! – decía Tyler.

Jasón se despertó en la parte de atrás de un coche que se movía.

-tengo que felicitarte, has estado muy bien, no esperaba que encontrases su debilidad tan rápido – decía Tyler.

Jasón apenas podía moverse, estaba débil, pero podía distinguir el rostro de Tyler con dos algodones en la nariz.

-bueno, supongo que tendrás muchas preguntas, tengo tiempo a contestarte alguna de ellas, dispara – decía Tyler.

-¿d-donde esta mi hija? – preguntaba Jasón.

-a salvo, a salvo de ti y de tu preciosa mujercita – decía Tyler.

-¿de nosotros? ¡e-es absurdo! – decía Jasón.

-yo no fui quien escribió esa profecía, tendréis vuestras razones para matarla, como yo tengo las mías para ayudarte – respondió Tyler.

-¿q-que es este pueblo? – preguntó Jasón.

-¿sabes lo bueno de los espejos? Reflejan lo que realmente eres, este es el reflejo de Silent Hill, su verdadera cara, un pueblo lleno de monstruos y personalmente me gusta más este sitio que el lado de los hipócritas – decía Tyler.

-¿por-porque me ha atacado mi mujer? – preguntaba Tyler.

-para ella has muerto – decía Tyler con un tono bufón – pero muerto en el sentido estricto de la palabra.

-¡sandeces! – respondió Jasón.

-a veces la vida esta compuesta de sandeces que son necesarias para girar la rueda – respondió Tyler.

-¡devuélveme a mi hija! Bastardo – decía Jasón recuperando sus fuerzas.

-denúnciame, ah, hablando de eso, hemos llegado, te he dejado cargada la pistola, tranquilo, ambos nos necesitamos.

Tyler paró el coche y salió para ayudar a sacar a Jasón, en cuanto lo dejó suavemente en el suelo, le dio un frasco púrpura y le dijo.

-esto te dará fuerzas, úsalo cuando te sea conveniente y no pierdas el corazón, te servirá mas adelante, por cierto, no estaría mucho tiempo en la calle, hay muchos hijos de puta por aquí.

Dicho esto, Tyler subió al coche y dejó a Jasón, el cual se levantó para ver que le había dejado al lado de la comisaría.

Si el hospital era espantoso, la comisaría lo superaba, la entrada parecía esperarlo para devorarlo, estaba retrocediendo de miedo, pero al fondo de la calle, había dos farolas que brillaban.

¿Tyler? ¿Cómo es que regresa tan pronto? Se preguntaba Jasón.

Entonces vio que no era el vehículo de Jasón, era una monstruosa parodia de ambulancia cuya carrocería había alambre de espino, las luces de aquella ambulancia se encendían y se apagaban mientras soltaba el sonido de su sirena, estaba acelerando, directo hacia él.

Jasón corrió hacia la comisaría, justo a tiempo antes de que la ambulancia lo embistiera, la sala de espera de la comisaría no diferenciaba mucho del hospital, parecía un lugar en ruinas, pero había una maquina de golosinas que aunque rota, su contenido estaba intacto.

Después de comer varias chocolatinas miró los rifles que habían, todos con oxido o estropeados, pero había una escopeta que estaba en buenas condiciones.

Era una escopeta de dos cañones, de las que se usaban para cazar, tenia doble gatillo, para disparar un cañón o los dos a la vez, estaba cargada y había doce cartuchos en una caja.

Cogió los cartuchos y los metió en su bolsillo y se colgó la escopeta.

Llevaba el osito en una mano, la pistola en la otra, la linterna en su bolsillo iluminando, la escopeta colgada a su espalda, el cuchillo colgado en el cinturón y cartuchos y vendas por sus bolsillos y el trozo de corazón latiendo en el otro bolsillo de su camisa, el sentir sus latidos le daba repeluz, pero si Tyler dijo que lo llevase, seria por algo.

-debería organizarme- pensaba Jasón.

Como hizo Tyler, Jasón puso el seguro de su pistola y la colocó en el pantalón, se sentía incomodo con el arma apuntando en sus genitales, pero quería reservar el arma corta como ultimo recurso.

Fue al almacén, siempre atento a al osito, había aprendido que el sonido que genera significa la llegada de monstruos.

El almacén era todo un desastre, parecía quemado, pero había cinta aislante, Jasón la cogió y ató el osito a su cuerpo con la cinta y el resto de la cinta la metió en la bandolera, tenia que pensar en ir al piso de arriba, donde podría encontrar alguna información.

O al sótano donde estaría el arsenal y podría prepararse.

Decidió ir a la armería, el lugar era aún más oscuro que el hospital, bajó en silencio por las escaleras, pero el crujir de las escaleras aunque era poco ruidoso, para Jasón era como escuchar de cerca una bomba estallar.

A medida que entraba en la oscuridad, su corazón latía descontroladamente, sabia que podría encontrar armas en el arsenal, pero.....

¿Qué clase de monstruos aparecería?

Estuvo a punto de bajar el ultimo escalón, pero el miedo era ya excesivo.

Odiando su cobardía, decidió subir las escaleras, pero al oír algo que se deslizaba aceleró su huida volviendo a la sala de espera.

Jadeando de cansancio y angustia, acarició el peluche de Alice, este no le había avisado de los monstruos.

Lo abrazó con ternura, no pudo evitar llorar pensando que Alice estaba en algún lugar del pueblo, temblando de miedo y con monstruos cerca.

Secándose las lagrimas y armado de valor, bajó de nuevo las escaleras, el miedo volvía a entrar en el cómo un cruel demonio, pero pensar en Alice hacia que Jasón siguiese con determinación, con la escopeta lista para ser disparada.

Oía unos pasos que se acercaban, pero el osito no sonaba ¿Alice?.

-¡Alice! ¡Por fin te he encontrado! – corría gritando Jasón.

Pero lo que encontró era una mujer de intensos ojos azules y largos cabellos castaños, junto a un rotweiler que lo miraba gruñendo, Jasón casi se moría del susto al ver los dientes del can.

-tranquilo Thor, es un "atrapado" como nosotros – decía la mujer.

Thor dejó de enseñar sus dientes, pero miraba con desconfianza a Jasón.

-discúlpele, pero últimamente los únicas personas con las que nos encontramos, no eran "normales" – decía la mujer.

Jasón se fijó que era ciega, también que era alta, 1,89, y de hermosa figura.

-Me llamo Jasón Crown ¿usted es? – dijo Jasón.

-Alma, Alma López y mi perro se llama Thor, no solo son mis ojos, sino también mi protector – decía Alma con una sonrisa.

-por cierto ¿usted vio a mi hija? Es... – Jasón paró de hablar al recordar que Alma es ciega.

-¿se ha perdido su hija? Ojalá pudiera ayudarle y Thor no ha sido entrenado para rastrear, solo para ser mis ojos – decía Alma con tristeza.

-Antes que nada tengo que sacarla de ahí – decía Jasón.

-¿de este mundo? Lo lamento, pero no podemos salir – decía Alma.

-¿qué ha pasado con el pueblo? – preguntaba Jasón.

-mas bien ¿qué ha pasado con nosotros? – decía Alma.

-¿nosotros? ¿Qué quiere decir? – preguntaba Jasón.

-¿aún no lo sabe? Vera....... – pero la conversación de Alma quedó interrumpida con los gruñidos de Thor y el sonido del osito, ¡se acercaba un monstruo!.

-venga con nosotros – decía Alma.

El trío corrió por los pasillos, pero Alma y Thor eran muy rápidos y se habían habituado a los pasillos del lugar, Jasón enseguida los perdió de vista.

-¡Alma! ¿¡¿Dónde estas?! – gritaba Jasón.

El osito volvió a emitir sonido, Jasón aterrado sacó la escopeta y observaba por ambos pasillos, no veía nada y el osito emitía más y más estática, pero un sonido hizo que dirigiese la linterna hacia arriba.

-había algo en el techo que se abalanzaba sobre él, Jasón aterrado y por pura reacción instintiva, cayó al suelo y disparó a esa cosa, algo viscoso se le cayó encima, mientras se quitaba esa cosa viscosa, vio dos criaturas moverse como si les doliera algo, no estaba seguro de que eran, ni quería quedarse a saberlo, usando la escopeta para incorporarse, corrió hasta una habitación y se encerró en ella, pero la estática estaba a tope.

Jasón iluminó la estancia, estaba forrada en piel humana y había unos pliegues extraños.

Cuando iluminó uno de esos pliegues, este se abrió.

¡Era un ojo! Un ojo del tamaño de una ventana, ese ojo lo miraba fijamente.

Jasón, temblando y orinándose en los pantalones, metía su mano en los cartuchos, los cuales se le caían de tanto que le temblaba la mano.

Con tremenda dificultad, cargó el arma, pero olía algo nauseabundo a su izquierda.

Al girarse, vio algo enorme que se abalanzaba sobre él y lo agarró con fuerza, pero Jasón disparó al ojo que había estado apuntando largo rato.

La cosa que lo agarraba lo soltó enseguida, vio con horror que era una lengua que salía de una boca, agarró más cartuchos de su bolsillo y volvió a cargar el arma, sentía que su corazón iba a reventar de tanto latir.

La lengua otra vez atacaba, pero Jasón la había oído llegar, pudiendo esquivarla, entonces vio el ojo en el techo, tenia la herida de un disparo, apuntó con su arma, pero el párpado se había cerrado.

Rodó para esquivar un nuevo ataque de la lengua y vio como se abría otro párpado.

Esta vez no dudó, disparó el arma al ojo que se cerró sangrando.

Cogió dos cartuchos más del suelo, pero la linterna se apagó.

-¡Dios mío! ¡Ahora no hija de la gran puta! – decía Jasón con horror.

Esta vez la lengua si le agarró en un pie, sentía como lo acercaba a una boca para devorarlo, podría disparar a la lengua ¿y si no le afectaba? ¿Y si se daba en el pie? Solo tenia tiempo para disparar, no tendría tiempo para recargar.

Jasón tuvo una idea desesperada, agarró el osito y tiró con fuerza sacándolo de la cinta aislante, después de moverlo por varias lados lo lanzó a ciegas.

Mientras volaba por el aire, la estática disminuyó, pero a medida que caía, se volvía más fuerte, cuando dejó de caer emitía tanta estática que parecía que iba a explotar.

-¡Dios, guía mi disparo! – decía Jasón mientras apuntaba a ciegas sintiendo como sus piernas estaban acariciando los labios del monstruo.

La escopeta soltó su carga de perdigones que volaban en su trayectoria, numerosas bolitas de metal acercándose a gran velocidad era lo ultimo que vio la bestia.

El ojo reventó, toda la habitación tembló, la lengua soltó a Jasón después, oscuridad.

Jasón abrió los ojos y miró la sala, era la armería de la comisaría, limpia, con suficientes armas como para parar un regimiento, Jasón empezó a reír enloquecidamente para después llorar angustiosamente mientras estaba en posición fetal, sentía que no podía más que si no le mataban los monstruos lo haría el strees, había jugado su vida a una carta, tenia la esperanza de que el osito le guiaría al globo ocular gracias a su estática.

Estaba agotado física y mentalmente, se arrastró hacia las taquillas, solo una estaba abierta, había. Una escopeta de la policía y un cinturón de cartuchos, también vio en el suelo una pistolera y tres cargadores y lo más importante, una nueva linterna.

Mientras tiraba la escopeta de dos cañones y cargaba la escopeta policíaca, recordó lo que le había dado Tyler, el frasco púrpura, pero sentía que debía guardarlo en otra ocasión, en cambió vació los bolsillos de las chocolatinas que tenia y las devoró todas, se sentó a descansar, la humedad de los pantalones le incomodaba, sentía que tenia que salir, pero...

Tenia miedo, sentía que debía quedarse, no moverse, esta instancia era tan segura, tan acogedora, cerró los ojos para descansar.

-¡Jasón! ¡Amor mío! ¡Estas vivo! – decía Jessica.

Jasón abrió los ojos y miró de frente, pensaba que Jessica lo había encontrado, pero al parecer solo se imaginó la voz.

Maldiciendo su cobardía, se levantó, tenia que encontrar a Alice, tenia que reunirse con Jessica, tenia que llevárselas lejos de ahí, hacer fotos a su hija montando en las atracciones, disfrutar de los restaurantes del lugar y en cuanto Alice durmiera encontrar un sitio intimo para sudar junto a su esposa, habían planeado esa escapada hace largo tiempo, le habían prometido a su hija que la llevarían al parque de atracciones.

-lo prometí, lo prometí – decía Jasón mientras se levantaba.

Entonces se fijó en una cosa, no estaba el osito ¡donde estaba! Se sentía desesperado, perder una cosa tan importante para Alice, buscó por todas partes el osito para luego explotar en un llanto.

-cálmate Jasón, cálmate cálmate cálmate cálmate cálmate cálmate cálmate – decía Jasón de forma obsesiva.

Descubrió con horror que se estaba volviendo loco, que perdía la razón, tenia que sacar a su familia del pueblo, tenia que salir.

Cogió sus armas y una radio de la policía y salió del lugar.

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