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El virgo (8)

en Grandes Series

Daniela despertó creyendo que los sucesos anteriores fueron un sueño, pero no estaba su madre, la había enviado al hospital con el dinero de Manuela, al menos no tendría que preocuparse por su mamá, pero, seria como si le debiese algo a Manuela ¿qué le exigiría a cambio?.

Después de preparar el desayuno de sus hermanos y darles un beso se fue a trabajar, pero su cabeza no dejaba de pensar que le pasaría cuando Manuela le exigiera que le devolviese el favor, se imaginaba como la ataría a la cama, como le sacaría la ropa con una sonrisa, como esos labios la besarían en los suyos, como esos dedos profanarían su virginal cuerpo.

Pero el sonido de un claxon la hizo reaccionar, un coche casi la atropellaba porque ella iba distraída, sacudió su cabeza en un intento de librarse de esos pensamientos para concentrarse en el trabajo.

Cuando se puso el uniforme atendió la primera clienta.

-¿qué desea tomar? – dijo Daniela embozando una sonrisa.

-¿por qué trabajar aquí si puedes estar en sitios mejores? – respondió una voz femenina muy familiar.

Al ver de quien era la voz, casi le daba un infarto, era Manuela, la miraba de forma algo seria ¿qué planeará?

-podemos hablar a solas, ya hablé con tu jefe – respondió Manuela.

Daniela abandonó su puesto para poder estar a solas con su salvadora, pero sentía miedo por ella, si, es amable con ella, cariñosa, pero, la temía.

Salieron a la calle y ambas se metieron en la limusina de Manuela, la cual, parecía que no podía sacar las palabras, sentía una mezcla de miedo y rabia, pero lo soltó.

-vengo a pedirte un favor, se que es una putada pero no se a quien acudir.

Daniela escuchaba atentamente, Manuela soltó un suspiro y dijo.

-unos empresarios japoneses vendrán para que hablemos de negocios, es una operación muy importante, no solo seria beneficioso para la empresa, sino también para el país, el problema es que no he podido encontrar una chica.

-¡¿quieres que me acueste con ellos?! – gritaba Daniela indignada.

-nooooooooo, tu virginidad es sagrada, además, ellos tienen unos gustos raros ¿conoces el nyotai mori? – preguntaba Manuela.

La perpleja cara de Daniela indicaba que no.

-se trata de una modalidad culinaria, se necesita una mujer desnuda a la que usan de bandeja, ponen alimentos sobre ella y mientras ella esta quieta, los comensales coged los alimentos que tienen encima – explicaba Manuela.

Daniela se puso roja como un tomate, temió preguntar, pero.

-¿quieres que sea yo la chica-bandeja?

Manuela bajó la vista y apretó sus puños hasta clavarse las uñas, con ira contenida, su voz sonaba ahogada.

-s-si – respondió Manuela.

-no, no creo que sea tan bonita, como para eso – decía Daniela haciendo círculos en el asiento con su dedo.

-la chica que teníamos se rompió una pierna por un entupido accidente de moto y esta noche es la reunión, la única chica bonita que conozco eres tu, por desgracia no tenemos tiempo para buscar otra y prepararla, necesito que vengas para que te preparemos, pero si no quieres, no te obligare – decía Manuela con la voz cargada de impotencia.

Daniela le debía la libertad y tal vez la vida a Manuela, es algo que no puede ignorar, aceptó ayudarla.

Pero Manuela reaccionó derrumbándose, le copio la mano y le dijo.

-gracias, pero ojala hubieras dicho no, vamos a prepararte.

El coche se movió hacia la lujosa casa de Manuela, Daniela sentía miedo de ese sitio, le recordaba tanto a su suplicio, cuando entraron, había un cocinero de aspecto oriental, el miró a Daniela de arriba abajo, luego la rodeó mirándola, habló con Manuela en japonés, ella la respondió en el mismo idioma, pero con el acento peruano, en ese momento Manuela miró a la virgen y le dijo.

-tienes que desnudarte, tranquila, no pasará nada, solo quiere evaluarte.

Daniela empezó a temblar, se quitaba con sus manos temblorosas su uniforme, botón a botón, hasta quitarse la camisa en donde no había sujetador, después, se desabrochó los pantalones, apenas podía coger la cremallera, pero lentamente se bajó el cierre y mostró unas viejas bragas que estaban remendadas, las bajó dubitativamente, hasta que cayeron al suelo.

El cocinero se acercó y palpó su cuerpo, sobretodo sus pechos, luego la olió, luego miró sus ojos, se acercó a Manuela y le habló en su idioma, la cual respondió con el mismo lenguaje, se acercó a Daniela y le dijo.

-dice que eres aceptable, pero que hay que prepararte a fondo, sobretodo para quitarte el olor a hamburguesería, va a ser un día muy largo.

Así fue, tres chicas acompañaron a Daniela a un aseo, cuando Daniela iba a meterse en la ducha, las tres sirvientas se desnudaron, Daniela no entendía lo que pasaba, las cuatro se metieron en la ducha.

La virgen no podía evitar comparar los pechos de sus acompañantes con los suyos, la primera, una chica de pelo castaño y ojos verdes tenia una impresionante delantera, la segunda chica era rubia, apenas tenia pecho y su mirada azul era muy intensa, la tercera era una chica rellenita con pecas en su cara, sus ojos oscuros y su pelo corto y castaño la hacían inocentona.

Las tres untaron sus manos en jabón y empezaron a enjabonar el cuerpo de la virgen, la cual, reaccionaba temerosa ante las manos de las jóvenes sirvientas, a medida que la enjabonaban podía oír lo que decían.

-mmm que suaves son estos pechos, da gusto tocarlos.

-deja, que lo mejor es esta cola tan linda.

-lo que si da placer es tocar esas caderas y su vello, lastima que tengan que depilarla.

Esas manos la mataban de vergüenza, ni siquiera veinte hombres manosearían tanto su cuerpo, la miraban con picardía, una de las criadas le miró a los ojos y le dijo.

-tranquila, no vamos a comerte, sabemos sobre tu subasta, tienes un himen tan lindo.

Las manos de aquella sirvienta acariciaban el símbolo de la virginidad de forma suave, Daniela se sentía violada, casi tenia ganas de llorar.

Al terminar de enjabonarla salieron del baño y la pusieron sobre una camilla, una de las sirvientas preparara cera caliente.

Una de las chicas untó el vello pubico de Daniela don crema de afeitar, preparó una navaja muy filosa, Daniela miraba el filo con temor, mientras que la ultima le ponía una mascara enbellezedora.

El filo del instrumento cortaba el intimo pelo con facilidad, recorriendo la piel, la joven que la afeitaba sentía el deseo de hundir su lengua dentro de Daniela, saborear su flor virginal, pero tenia que cumplir las ordenes de Manuela, siguió afeitando hasta dejar la zona pubica libre de pelo, cuando terminó, le dio un beso a su obra.

La otra chica vertió cera sobre las piernas de Daniela, estaba muy caliente, sentía como la quemaba para que luego la sirvienta se lo arrancara, provocándole dolor, un dolor que le hizo recordar cuando se preparó para grabarse para la subasta, cuantos sucesos pasaron desde ese día, cada tira le recordaba un fragmento de su vida de subastada, sus temores, sus esperanzas.

Terminaron de depilarla, esperaban a que la mascara terminara su función.

-tienes unos pechos muy bonitos, preciosa, no sabes la suerte que tienes, en cambio yó con estos melones me duele la espalda y correr y saltar es un suplicio – dijo la sirvienta de grandes pechos mientras manoseaba los senos de Daniela.

-y son tan suaves, seguro que se puede dormir sobre ellos – dijo la chica rellena.

-dejadla, no veis que ya tiene suficiente vergüenza – decía la chica del pecho plano.

Las tres bromeaban mientras esperaban que finalizase el tratamiento.

Cuando le quitaron la máscara, la llevaron a la cocina, el cocinero la miró de arriba abajo, examinó su cuerpo, no dijo nada, pero Daniela sentía que le hablaba por los ojos.

"no es lo más adecuado, pero con lo que hay es pasable" le pareció entender Daniela en la mirada del nipón.

El cocinero ordenó a Daniela que se tumbara con un gesto, cuando la joven virgen se tumbó, se mantuvo muy quieta, sentía como le colocaban el musí por el cuerpo, como colocaban los bocados por sus piernas, por su pelvis, por sus pechos, por su cuello, como en sus manos colocaban condimentos líquidos en tazas, Daniela sentía frió, pero cuando tiritaba, el cocinero la miraba de forma adrementadora, esa mirada era lo más amenazador que había sentido en su vida, la motivaba a estar quieta, sintió como en sus labios colocaban otro pedazo de musí, olía bien, pero tenia que estar quieta, no comer nada ni moverse.

Sintió como se desplazaba a través de las ruedas, cerró fuertemente los ojos, al ver a varios hombres de rasgos orientales trajeados, no quería verlo, pero los sentía, sentía sus miradas posar en su desnudo cuerpo únicamente vestido con la comida, sentía como la observaban con ojos hambrientos.

El cocinero jefe cogió unos palillos y cogió uno de los pedazos, del mismo pescado con el que Manuela mató a su padre.

Fugu.

El cocinero comió el pescado y saludó a los comensales antes de retirarse, era una forma de decir que el pez globo está bien cocinado y no había peligro.

Daniela oía hablar a los comensales mientras la desnudaban con los palillos, era un idioma que ella ignoraba completamente y si lo entendiese, las palabras serian igual de inteligibles, la joven virgen se sentía inquieta, ¿y si uno de ellos decidiese tomarla?, ese pensamiento le daban deseos de huir, pero el recuerdo de la mirada del cocinero la hacían cambiar de opinión.

Sentía como al sacarle el alimento, acariciaban su piel, empezaban con los de su abdomen, los ejecutivos parecían interesarles la joven, habían visto chicas muchísimo mas hermosas que ella, pero esta vez era una belleza original, no preparada para esos eventos, era una belleza distinta.

Tal vez por eso, acariciaban la piel de Daniela antes de meterse la comida en la boca, parecía gustarles más el sudor que la joven virgen segregaba por el nerviosismo y si había una lagrima asomándose, uno untaba su musí con ella.

Daniela apretaba las tazas cuando sentía como acariciaban sus pechos con el alimento, que poco a poco por la voracidad de los comensales eran descubiertos.

"aguanta Daniela, pronto acabará" pensaba para si la joven virgen.

Manuela se sentía impotente al ver como acariciaban a Daniela con el musí, pero ella tampoco desperdició la oportunidad, cogia el musí de la pelvis y acariciaba la raja vaginal de Daniela, la cual sintió con sorpresa, sentía como Manuela buscaba su clítoris con el musí.

"por favor, por favor, ¡parad!" pensaba Daniela para si.

Tan pronto como Manuela se metía el musí en la boca, cogia otro bocado, pero otro ejecutivo se le adelantó para acariciar la cavidad virginal con su bocado, entonces Manuela no tuvo más remedio que conformarse con acariciar los pechos de Daniela que ya estaban casi completamente descubiertos.

Sintió como el bocado que sostenía con los labios de su boca se desprendía de ella, sintió la curiosidad de mirar, abrió lentamente los ojos.

Vio a varios hombres orientales trajeados que hablaban entre si, unos la miraban con un destello de lujuria, otros simplemente se limitaban a hablar de negocios, Manuela mantenía la calma y hablaba con tranquilidad.

El cuerpo de la virgen estaba casi completamente descubierto, un ejecutivo orondo la miraba como si quisiera comerla, se sentía enferma por esa mirada, Manuela decidió atraer la atención y le hizo una pregunta.

El orondo ejecutivo seguía violando a Daniela con la mirada.

El más viejo de los ejecutivos orientales, un hombre de alrededor de cincuenta años con facciones muy duras, gritó al orondo y lo miró.

Si las miradas perforasen, el orondo ejecutivo tendría un agujero en la cabeza del tamaño de un balón de baloncesto.

El ejecutivo hablaba con miedo y avergonzado, ante la mirada del cincuentón, hizo una reverencia y se fue.

El cincuentón hizo una señal como si quisiera disculparse, Manuela hizo una señal de que no le importaba, en ese momento, el cincuentón hizo una señal a uno de sus acompañantes y le habló al oído.

El acompañante hizo una reverencia y se dirigió a la cocina, cuando el cincuentón hizo una reverencia y todos los ejecutivos y Manuela se levantaron y se retiraron de la mesa.

Daniela sentía como se movía la mesa de nuevo, llevándola a la cocina, El cocinero parecía más contento que unas pascuas, le habían felicitado por el estimulante sabor de la joven.

Cuando Daniela se levantó, le entregaron un sobre con dinero, la joven virgen pensó por un momento que si lo aceptaba, se confirmaría que es una prostituta, pero acepto el dinero, por sus hermanitos y su madre.

Se acercó a la ducha y sintió como el agua recorría su cuerpo limpiándolo de restos de alimento, empezó a llorar, estaba tan asustada, nunca se había sentido tan expuesta, tan observada, se sentía una prostituta, se frotaba con fuerza, con energía, cuando salió de la ducha, Manuela la esperaba, tenia una cara triste, distinta a la oscura sonrisa que tenia.

-lamento que hayas tenido que pasar este trance, Daniela, ojala no hubiera sido así.

-escogí por voluntad propia, no te apenes por mi, después de todo, mañana se sabrá quien me tomara – decía Daniela simulando una sonrisa.

Manuela la abrazó con fuerza y le susurró al oído.

-te conozco desde hace poco, pero me gusta lo que conozco de ti, ojala gane para conocerte más.

Daniela se sonrojó, sentía como los pechos de Manuela apretaban sus pechos desnudos, ambas se miraron.

La mirada de Manuela estaba tan cambiada, tan inocente, tan pura.

Ambas se acercaron, despacio, los suaves labios como pétalos de rosa de ambas jóvenes ansiaban tocarse.

Pero el móvil de Manuela sonó, destruyendo ese momento mágico.

Manuela soltó un rugido de decepción y cogió el móvil, otra vez hablaba en japonés, a medida que hablaba, sonreía maliciosamente, esa sonrisa asustaba a la joven virgen que se alejó unos pasos, la conversación iba para largo.

Manuela escribió en un papel un mensaje para Daniela mientras hablaba, el mensaje ponía que se verían mañana, Daniela la despidió con un gesto de su mano.

Al llegar a casa con el dinero, saludó a sus hermanitos, que le dijeron que su madre estaba mejor, Daniela los abrazó con fuerza y llorando de alegría, en ese momento les preparó la cena, los acostó y ella se fue a la cama.

Pero una pregunta turbaba su mente ¿quién ganaría su virginidad? ¿Acaso le bastaría solo con desvirgarla después de pagar tanto? Se había esforzado en proteger su himen para ese día, ahora que ya llegaba, se arrepentía.

Pero no hay vuelta atrás.

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