miprimita.com

Matrimonio con hijas

en Hetero: General

Matrimonio con hijas.

(Ya sé que este no es mi mejor escrito (Como si los tuviera realmente buenos...) pero es especial por que es el relato favorito de mi mujer. Espero que lo disfrutéis tanto como nosotros y, desde luego, está dedicado a ella, la mujer más maravillosa que he conocido).

 

La tenía abrazada y sus ojos color avellana miraban directamente a los míos. Besaba sus labios y su lengua se adelantaba para rozar apenas la punta de la mía. Mientras tanto, mis manos exploraban por su cuenta bajo las sabanas. Les gustaba mucho levantar el camisón e ir a por el muy generoso en proporciones trasero. Pronto iba a desnudarla. Pronto también asiría sus pechos...

Entonces... nos interrumpió, a través del walky talky, un llanto de bebé. El de Sara, nuestra hija de cuatro meses.

Ya voy yo — dijo Lourdes, mi mujer, levantándose de la cama y apresurándose a acudir a la habitación del bebé.

Mientras esperaba a que regresara estuve contemplando el techo, trazando formas imaginarias con los cuatro ojos de buey que formaban una aburrida constelación igualmente imaginaria.

Creo que ha tenido una pesadilla — dijo Lourdes regresando a la cama — se ha vuelto a dormir.

Esta vez no quise perder tiempo y mis manos fueron directamente a sus pechos ¡Dios, que duros los tiene! A través de la fina tela del camisón y del sujetador podía notar como tenía los pezones erectos. Ella sonreía al recibir la caricia y como recompensa metió su lengua en mi boca...

¡Mamá!

Acababa de abrir la puerta de nuestra habitación nuestra otra hija, Paula.

He tenido una pesadilla — dijo sollozando —

Oh, cariño, ven aquí — contestó su madre.

Recuerdo que pensé "Nuestras hijas tienen muchas pesadillas esta noche ¿Será lo que les damos para comer?".

Bueno, el sexo se había acabado por aquella noche, aunque me tomé la libertad de levantarme un instante, visitar el lavabo, y ahí masturbarme furiosamente pensando en los pechos de Lourdes, el tacto de su trasero por encima de la ropa, su lengua... vaya, que nunca me ha gustado irme a dormir con un arma cargada.

Después regresé al lecho conyugal intentando no despertar a nuestro angelito que, en mi ausencia, se había hecho con mi lado de la cama.

 

A la mañana siguiente, como de costumbre, Lourdes ya se había levantado cuando sonó el despertador. Yo tuve que levantarme teniendo cuidado de, al apartar su piernecita que estaba sobre mí estomago, no despertar a mi hija Paula a la que le quedaba todavía media hora de dormir antes de irse al colegio.

Lourdes estaba en la cocina, preparando desayunos, biberones y demás, todavía en camisón. La visión que se me presentó ante los ojos fue la de unas bragas azules trasparentándose bajo el camisón de seda y dibujando un culo generoso, redondo y apetitoso.

Buenos días — dije al tiempo que le daba un beso en el cuello, bajo la oreja, y mi mano se perdía voluntariamente bajo el camisón, en la tierra prometida allende las bragas azules.

Para... — contestó ella con un susurro — que tengo cosas que hacer...

Como toda respuesta mis manos se desplazaron algo más arriba, cada una a sujetar uno de sus pechos.

Para, que no soy de piedra...

Yo, entre las piernas, si que tenía algo de piedra...

Tengo sueño... — dijo Paula desde la puerta de la cocina —

Paré inmediatamente, con la misma actitud que un niño al que le acaban de pillar poniéndose de puntillas para saquear la caja de las galletas.

Lourdes tenía preparado ya un buen vaso de leche fría para la niña.

Aún no te has lavado la cara — le dije a mi hija en cuanto se sentó a la mesa —

Pero es que tengo sueño — volvió a decir frotándose los ojos —

Pero si aún falta media hora para que te tengas que levantar — dije acercándole el vaso de leche — ¿Por qué te has levantado tan pronto?

Me has despertado tu... — fue su contestación —

Me felicité a mí mismo por mi gran actuación intentando no despertar a mi hija.

Como el mal ya estaba hecho, cuando Paula se acabó el vaso de leche la acompañé a lavarse la cara, lavarse los dientes y vestirse. Aunque esto último me llevó bastante más tiempo del que pensaba y tuve que dejar la tarea a medias sino quería llegar tarde a trabajar. Le di un beso a mi hija, un beso en los labios a Lourdes y me despedí hasta la hora de comer.

 

Cuando regresé al mediodía me esperaba mi mujer, como de costumbre, con la mesa puesta. Lourdes llevaba puesto un pantalón vaquero que se ajustaba exactamente allí donde debía ajustarse y una camiseta blanca que, por suerte para mí, le venía un poco pequeña. Nos sentamos a comer uno frente al otro, con sus ojos justo delante, para poder mirárselos a placer ¿cómo es posible que sea tan guapa?

Ahora, cuando terminemos... — fui diciendo — todavía tenemos un rato hasta que me vuelva a ir ¿he?

Ya — dijo Lourdes — ¿Y que quieres hacer?

Bueno, ayer noche dejamos una cosa a medias...

Pero de repente se volvió a escuchar el llanto de nuestra pequeña otra vez.

Lourdes se levantó de la mesa como accionada por un resorte en dirección al cuarto del bebé. Regresó con ella en los brazos, todavía llorando pero un poco más tranquilla en los brazos de su madre.

Le toca el biberón...

Me levanté también y fui a preparar un biberón para Sara. Lourdes se lo dio y, como de costumbre, Sara se lo tomó con voracidad.

¿Qué decías antes?

Mira, pues no sé... es que bueno, no es que me molesten nuestras hijas ni nada de eso...

Lourdes puso una cara muy rara. Creí que estaba a punto de enfadarse.

Déjalo, no importa... — continué —

Si que importa, di lo que tengas que decir...

Pues nada, que echo de menos estar contigo, y con las niñas casi no podemos...

No creo que sea un problema tan grave — dijo Lourdes cogiendo al satisfecho bebé y poniéndoselo contra el pecho para que eructara —

No, no lo es, pero no sé... ¿no podría quedárselas tu madre una noche? Y pasarla juntos...

Lourdes me miró con condescendencia, con esos ojos que me tienen robada el alma.

Mi madre ya tendrá que quedárselas muchas veces, cuando yo vuelva a trabajar, déjala tranquila ahora que podemos...

Sólo sería una noche...

Pero por toda contestación Lourdes me volvió a mirar y yo me callé. Y mientras acunaba a la niña para que se durmiera y terminaba de comer y cargábamos el lavaplatos se hizo la hora de marcharme de nuevo.

 

Por la tarde regresé de trabajar tras una larga jornada llena de imágenes mentales de vaqueros ajustados, camisetas estrechas, ojos color avellana, braguitas azules y un largo etcétera. Cuando llegué, Lourdes estaba de nuevo en la cocina, con Paula, agachada sacando los cubiertos del lavaplatos. Agachada, doblada por la cintura, con los vaqueros ajustados. Al entrar en la cocina sólo vi un enorme culo cubierto por ropa vaquera que me saludaba en su enormidad.

Por supuesto reprimí mis ansias de ir a morderlo allí mismo y en su lugar le di un beso en la frente a Paula, lo cual no quita que tuviese ya una erección que, al chocar con los pantalones, me hacía daño.

Cada día estás más guapa — le dije a mi amor dándole un beso en el cuello —

Ya — contestó — descarga tú el lavaplatos que hay que bañar a la niña.

Si quieres ya la baño yo — dije a la vez que me ponía a sacar los platos del lavaplatos —

Pues me harías un favor por que hoy estoy muerta...

Si quieres, luego te baño a ti ¿Te apetece un baño caliente?

Por favor — contestó con mal humor — ahora no tenemos tiempo de esas cosas...

Y hasta ahí el indicador del deposito de mi paciencia empezó a dar muestras de necesitar urgentemente pasar por una estación de servicio.

¿Sabes lo que creo, Lourdes? — dije yo muy seguro de estar en posesión, no ya de la verdad, sino de la verdad absoluta — Que tu no tienes ningunas ganas de estar conmigo

¿Perdona?

Creo que estás esquivando el tema. Que no quieres acostarte conmigo y ya está ¿Tan pronto te has aburrido? ¿Ya no me encuentras atractivo? ¿O el problema es tuyo? ¿Ya no tienes deseo sexual después de tener dos niñas?

Papá ha dicho una palabrota — dijo Paula desde la mesa de la cocina —

Lourdes me miró con esos ojos suyos pero esta vez, para variar, no me gusto nada su mirada. Por que si las miradas matasen yo habría estado hecho pedacitos en el fondo de un cráter de veinte metros de diámetro.

Muy bien, si eso es lo que piensas...

Y se marchó de la cocina, dejándome allí como un idiota.

¿Se ha enfadado mamá? — preguntó Paula —

Contigo no, cariño, ha sido con papá...

¿Y por que?

Pero antes de poder responderle tan complicada pregunta a mi hija, Lourdes llegó y se la llevó de la mano.

Vamos hija, nos vamos a casa de la abuela...

Y se fue. Se llevó a Sara en el cochecito y a Paula también. Se llevó el coche y me dejó allí ¿he mencionado ya que como un idiota? El mayor de los idiotas.

He de reconocer que tardé bastante en reaccionar. Continué descargando el lavaplatos, pase un poco la bayeta por el mármol y luego me senté en el salón a ver la televisión, sólo que apagada.

Más tarde pensé en telefonear a casa de mi suegra, pero me disuadió el hecho de que, si conocía a Lourdes, al menos esa noche no conseguiría que se pusiera al teléfono.

De modo que, todavía aturdido, regresé a la cocina para hacerme algo de cena. Y cuando estaba reuniendo un poco de pan con otro poco de embutido Lourdes regresó. Apareció de pronto y se quedó parada en la puerta, apoyada con el brazo en alto, lo cual hacía que los pechos se le marcaran aún más.

Así que piensas que ya no tengo deseo sexual ¿No? Que me he vuelto frigidia...

Se dice frígida...

Lo que sea.

Lourdes avanzó hacia mí con una actitud de pantera que va a comerse un cervatillo solitario, asustado e inocente. Hizo que me sentara en la silla para después sentarse encima de mí. Como no sabía muy bien donde poner las manos, bueno, fueron a parar precisamente a su culo. Las dos.

Ella me rodeó el cuello con los brazos y después se puso a dar lengüetazos en mi boca, metiendo la lengua y sacándola rápidamente.

Te vas a enterar — me dijo —

Entonces se apretó contra mí y juntó su boca a la mía y metió su lengua dentro de mí, muy dentro. Y lejos, muy lejos, en mis pantalones para ser más exactos, había algo que parecía que iba a explotar.

Como las tenía tan cerca me apoderé de sus tetas (Que no me cabían en las manos). Se separó un instante para quitarse la camiseta, yo le quité el sujetador, y allí estuvieron, libres en su hermosura, y eran una visión tan hermosa que no pude esperar un segundo más a comérmelas. Las devoré con hambre de lobo (cuanto me alegré de no haber tenido tiempo de empezar a cenar). Jugué con mi lengua y sus pezones y sólo dejé de chuparlos para dedicarme a su boca y, ahora que caigo, también a su cuello, pero eso sí, no dejé de tenerlas en mis manos ni un segundo. Y sentía un jadeo apagado en mi oído

Lourdes... quería decirte que lo siento — balbucee —

Yo no — me contestó ella —

Sus manos bajaron un poco para agarrar algo que cada vez era más grande entre mis piernas. Me la estuvo frotando por encima del pantalón mientras me besaba. Se fue haciendo cada vez menos soportable para los dos y entonces se levantó para desabrocharme el pantalón con bastante prisa.

Algo duro y tieso como un monolito salió afuera. Lourdes lo estuvo acariciando unos instantes entre sus manos hasta que se cansó y lo hizo desaparecer en su boca.

Te quiero — le dije —

¿Me quieres que? — Preguntó ella — ¿Violar?

Bueno, tenía razón. Lo siguiente que pasó fue que cambiamos radicalmente de posición. Ella se tumbó encima de la mesa (Y encima del pan y el embutido), yo terminé de quitarme los pantalones (no estoy muy seguro de a donde fueron a parar), y entonces intenté, con escaso éxito, quitarle a ella los suyos, pero por más que tiraba no había manera.

Desabróchamelos primero — me indicó ella —

Y siguiendo esas instrucciones fue coser y cantar.

Envíe sus pantalones con los míos (dondequiera que estuvieran) y me concentré un poco en lo que se presentaba ante mí, allí entre sus piernas. Llevaba todavía las mismas bragas azules de la mañana, pero ahora estaban empapadas. Prescindí de ceremonias y se las quité de un tirón. Allí había algo muy bonito, peludo, mojado y que olía muy bien. También sabía muy bien como puede comprobar metiendo la lengua dentro. Tan húmedo, tan cálido, tan viscoso y tan sabroso. Tal vez no está bien que uno lo diga pero cuando le como el coño a mi mujer es como si se detuviese el tiempo. Me podría pasar horas lamiéndoselo de tan a gusto como estoy. Es mi plato favorito, por delante de la paella y los espaguetis.

Follame ahora — me dijo al cabo de un rato de estar comiéndoselo —

Recuerdo que pensé "¿sin preservativo?" "¿Queremos otra niña más?" Pero enseguida una voz en mi interior se impuso diciéndome "¡Métesela y cállate de una vez, aguafiestas! Y así lo hice. Se la clavé y me tumbé encima de ella y encima de la mesa por que, fíjate tu que cosas, me gusta mirar a los ojos a mi mujer y besarla en la boca mientras follamos, y a ella le gusta mucho tocarme el culo y el pecho, y a mi, por cierto, no me molesta en absoluto. Como tampoco me molesta tener sus pezones en la boca mientras muevo la pelvis.

Me corrí dentro suyo aquella noche y, tengo que confesar, me lleve una parte de esa corrida con la lengua después por que quise ayudarla a correrse a ella y no se me ocurrió un método más brillante que volver a devorarle el coño.

Y volvimos a follar unas dos veces más aquella noche, por que nos quedaban posturas que practicar y había centímetros del cuerpo de Lourdes que no había besado, lamido o tocado y eso no podía ser.

A la mañana siguiente Lourdes me despertó haciéndome una felación. Ya sé que el desayuno en la cama también es una buena forma de despertarse pero ¡Qué demonios! Esta también está muy bien.

Luego me fui a trabajar y, a mediodía, el bebé estaba de nuevo con nosotros. Paula llegó del colegio por la tarde. Estaba de nuevo la familia reunida.

Mientras mi mujer preparaba el baño para el bebé, yo le preparaba un poco de merienda a Paula.

¿Te lo has pasado bien en casa de la abuela?

¡Sí! ¿Cuándo vamos otra vez?

Bueno, hija — dije encogiéndome de hombros — no deberíamos abusar así de tu abuela. Pero si te lo has pasado tan bien... supongo que no pasa nada si la semana que viene vuelves a ir.

Y me dio por reírme, mi hija aún se está preguntando por que.

Mas de Cerecita

Recuerdos de Ana

De compras

Terapia de pareja

A mis pies

Una mosca en la pared

Un hombre afortunado

La Prueba

Usada 3

A mis pies

Usada 2

Usada

Caso clínico

La cura contra el insomnio

Educando a M

Las desventuras de Nicky I

Me da vergüenza hacerlo.

Sentirse cómoda con una amiga

Las fotos de mamá. Capitulo 16.

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 12.

Las fotos de mamá. Capitulo 15.

Las fotos de mamá. Capitulo 13.

Las fotos de mamá. Capitulo 14.

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 10

Las aventturas lésbicas de Cristina. Capitulo 11.

Las fotos de mamá. capitulo 12.

Las fotos de mamá. capitulo 11.

Las aventuras lésbicas de Cristina. capitulo 9.

Las fotos de Mamá, capitulo 10.

Las fotos de Mamá, capitulo 9.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo 7.

Las fotos de Mamá, capitulo 8.

Cena entre amigos

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo6.

Las fotos de Mamá, capitulo 7.

Las fotos de Mamá, capitulo 6.

Las fotos de Mamá, capitulo 5.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo 4.

Las fotos de Mamá, capitulo 4.

La peor noche de mi vida

La educación de Natalia. capitulo 2.

Las aventuras lésbicas de Cristina, Capitulo3.

Las fotos de Mamá, Capitulo 3.

La educación de Natalia. capitulo 1.

Las aventuras lésbicas de Cristina. Capitulo 2.

Las fotos de Mamá, Capitulo 2.

Las fotos de Mamá, Capitulo 1.

Las aventuras lésbicas de Cristina. Capitulo 1.

Cristina, Capitulo 6. Las flores.

La peor noche de mi vida

Cristina, Capitulo 1. Las bragas.

Mamá ¿Cómo puedes ser tan cruel?

Diego (Amor entre rejas)

Escribir un relato corto

Las fotos de mamá (16)

Las fotos de mamá (15)

Las fotos de mamá (14)

Las fotos de mamá (13)

Las fotos de mamá (12)

Las fotos de mamá (11)

Las fotos de mamá (10)

Las fotos de mamá (9)

Las fotos de mamá (8)

Las fotos de mamá (7)

Las fotos de mamá (7)

Las fotos de mamá (6)

Las fotos de mamá (5)

Las fotos de mamá (4)

Las fotos de mamá (3)

Las fotos de mamá (2)

Las fotos de mamá (1)

Los Agentes del Ojo (35)

Los Agentes del Ojo (34)

Los Agentes del Ojo (33)

Los Agentes del Ojo (32)

Los Agentes del Ojo (31)

Los Agentes del Ojo (30)

Los Agentes del Ojo (29)

Los Agentes del Ojo (28)

Los Agentes del Ojo (27)

Los Agentes del Ojo (26)

Los Agentes del Ojo (25)

Los Agentes del Ojo (24)

Los Agentes del Ojo (23)

Los Agentes del Ojo (22)

Los Agentes del Ojo (21)

Los Agentes del Ojo (20)

Los Agentes del Ojo (19)

Los Agentes del Ojo (18)

Los Agentes del Ojo (17)

Los Agentes del Ojo (16)

Los Agentes del Ojo (15)

Los Agentes del Ojo (14)

Los Agentes del Ojo (13)

Los Agentes del Ojo (12)

Los Agentes del Ojo (11)

Los Agentes del Ojo (10)

Los Agentes del Ojo (9)

Los Agentes del Ojo (8)

Los Agentes del Ojo (7)

Los Agentes del Ojo (6)

Los Agentes del Ojo (5)

Los Agentes del Ojo (4)

Los Agentes del Ojo (3)

Los Agentes del Ojo (2)

Los Agentes del Ojo (1)

Club de amantes de las mascotas

Olga (14, ¿Final?)

Olga (13, Una semana antes)

Olga (12, el móvil)

Olga (11, la venganza)

Olga (10: más incesto)

Olga (9: Receso)

Olga (8: las fotos)

Olga (7: las ostras)

Olga (6: las flores)

Olga (5: el sobresaliente)

Olga (4: la mancha)

Olga (3: Sólo piensas en tocarte)

Olga (2: la puta de los lavabos)

Olga (1: Las bragas)

La educación de Esther

Respira hondo y sonrie

Me vengaré!

Los tres ositos, versión porno

La Familia Addams X: El aniversario.

Buffy X: las chicas con las chicas